LAURA
Por
el chocolate del río de la plata, circulaban veleros
y peces nocturnos. Un hombre de impermeable negro, se confundía
entre las altas paredes de la majestuosa iglesia. La puerta
estaba cerrada y una pena se acrecentó. Recordaba la
misa, los abrazos, las luces y el arroz, y como no recordar
a Laura. Esa fotografía de pálidos colores,
pareció sacarlo de su amargura, allí estaba
ella, hermosa, resplandeciente, dominando por completo la
imagen, embargando por completo su corazón.
-
Te quiero Laura – musitó levemente
- Te quiero Laura – repitió con emoción
- Te quiero Laura – gritó a todo pulmón
En
ese momento la puerta de la iglesia se abrió y con
sus piernas temblorosas, llegó hasta el altar.
- Hasta que la muerte nos separe – repitió, y
sin poder contenerse, el hombre, a solas, lloró.
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