LA
PRIMERA VEZ
Aquella tarde a Irene solamente la entretenía el tejido.
Pero su marido al verla y tomándola de la mano, con
voz sensual le dijo:
Deja el tejido a un lado y ven, hagámoslo como la primera
vez. Con pasión, con lujuria y con ingenuidad, como
la primera vez. Donde los besos y las caricias parecieran
esperar por años, donde los cuerpos se entregaran cómo
pájaros a su nido, donde los suspiros se hicieran intensos,
donde la pasión hizo su atardecer.
En ese valle, en ese auto, en esa noche. Una noche llena de
estrellas y emociones, porque cada una de tus caricias me
hicieron vibrar hasta el infinito, porque cada una de tus
miradas transformaron mi desnudez y porque cada una de tus
palabras endulzaron mi corazón. Ahora, tus manos están
más bellas, tú mirada florecida, y tus palabras
serenas.
Pero ven, vamos y hagámoslo como la primera vez.
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