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Portada

 

 

escritor al banquillo

 

JORGE MARCHANT LAZCANO

 

1. ¿Qué es para usted la literatura?
A estas alturas de mi vida, la literatura es un poco la razón de seguir adelante. Pocas cosas me van entusiasmando lo suficiente como planificar una próxima novela. Lo supe de alguna forma desde que estudiaba periodismo en la Universidad de Chile, al advertir que el periodismo no sería lo mismo, sino esas primeras páginas de ficción. En términos generales, la literatura como razón de vida, es revisar permanentemente el mundo en que nos ha tocado vivir, revelarse frente a ello, vivir a contrapelo (algo que pocas personas comprenden), por lo que es un ejercicio progresivo de soledad. Uno escribe porque no sabe hacer otra cosa, porque sólo al ordenar la vida en historias, en la construcción de un lenguaje, ésta adquiere un poco más de sentido.


2. Opinión acerca de la literatura chilena actua
l.
Tengo poca opinión - o casi ninguna - sobre la actual literatura chilena, porque al pasar tanto tiempo fuera de Chile, en estos últimos años, he reducido mis lecturas nacionales. De cualquier forma, y aunque parezca una majadería, sigo creyendo que lo mejor de nuestras  letras en el siglo XX ha sido José Donoso. Ningún otro escritor chileno supo captar la chilenidad desde tantos puntos de vista y convertir aquello en una profunda y dolorosa materia humana. Creo que, de alguna forma u otra, todos los escritores que vinimos después, le debemos algo a Donoso. Desde Wacquez, pasando por Couve, a Bolaño o Lillo. Incluidos, también, por cierto, los quisquillosos miembros de su taller literario.


3. ¿Cómo se relaciona con los escritores de su generación?

¿De qué generación me habla? Yo nací a la literatura en uno de los peores momentos de la historia chilena. La dictadura de Pinochet había partido unos años antes cuando publiqué en 1977, en Buenos Aires, "La Beatriz Ovalle". Tenía 27 años y ese fue mi tiempo. El panorama literario era entonces confuso, oscuro - por aquello del apagón -, injusto, porque muchos intelectuales en el exterior, miraban con sospecha a quienes se habían quedado en Chile. Fue lo mismo que  le sucedió a Marco Antonio de la Parra, a Dario Oses, a Ana Maria del Rio, por nombrar a algunos. Pero no compartíamos proyectos. No teníamos voluntad alguna para comprendernos. En un escenario tan desalentador, sin la presencia de las actuales editoriales transnacionales, hicimos lo que pudimos, y debo confesar con desaliento, que, en mi caso, fue poco. Me queda claro que en otro momento histórico, "La Beatriz Ovalle" habría recibido un  reconocimiento mucho más amplio. Pero lamentablemente apareció en Chile en una editorial mediocre y se desvaneció tras siete ediciones, porque vivir en Chile por ese tiempo era como vivir fuera del mundo. Después vino mi larga incursión en la televisión, porque de algo había que vivir, y la llamada Nueva Narrativa Chilena nos puso la pata encima.

4 ¿Cuáles son el poeta y el narrador vivos más importantes en Chile?

Una pregunta tan obvia, merece respuestas obvias: Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Oscar Hahn. Narradores como Collyer, Lillo, Marta Blanco, Patricio Jara, Jose Gai, Antonio Gil, Nona Fernandez. No tengo mi biblioteca a mano para revisar mas nombres en las estanterias.

Me niego a dar un sólo nombre, y me niego a incluir a Diamela Eltit, porque no la  he leido nunca.


5 ¿Qué opina de la institucionalidad cultural?
Todo lo que huela a institucionalidad cultural en Chile es un desastre.  Los escritores serios - y los artistas serios en general - trabajan al margen de concursos, y verdaderas rifas seudo-culturales. No es posible que escritores profesionales, ampliamente publicados, reconocidos, deban postular a fondos junto a principiantes o a proyectos fortuitos. Deberia existir una cierta instancia que apuntale a los creadores con fondos monetarios, partiendo de la base que una vez publicada, la obra no dará el suficiente rendimiento económico para que el autor viva de ella. No al menos en Chile, o en cualquier país de América Latina. Pero en Chile las artes parecen importar cada vez menos, y en un país regido por la empresa privada, el producto "libro" sólo importa si se vende en grandes, grandisimas cantidades. No importa su calidad literaria. Importa tan sólo que se venda.


6. ¿Tienes planes de publicar próximamente?
Acabo de publicar mi novela "El ángel de la patria" hace apenas un par de meses, lo que significa que deberá pasar un par de años antes de que aparezca un nuevo libro. Durante la pasada década he trabajado en forma constante, publicando cinco novelas. Pero siento que este impulso no tiene la respuesta necesaria, y eso lo he sentido con más fuerza ante esta última novela. El fruto de nuestro arduo trabajo se desvanece con suma facilidad. No es posible que novelas trabajadas con pasión, honestidad y rigurosidad, sean tratadas con tanto desprecio por algunos críticos de pacotilla de nuestros pobres medios de comunicación. No estoy hablando sólo de mi. Es lo que le sucede a gran parte de los creadores chilenos. Tampoco las editoriales y los lectores asumen un compromiso real con sus autores. Hay una tendencia frívola a minimizar cualquier impacto literario, como si profundizar en nuestros dolores, nuestras raices, nuestra letra, fuese un acto que hay que evitar a cualquier precio. Entonces dejamos el libro de lado, miramos apenas las listas de best-sellers y encendemos la televisión

7. ¿Cuáles son sus tres virtudes y tres defectos más sobresalientes?
Me vienen más rápido a la mente mis defectos: mi más absoluta inseguridad frente a todo lo que realizo, mi pesimismo (que es casi lo mismo), mi pánico escénico. Virtudes a mi juicio... Entregarme fácilmente, querer a poca gente pero quererla mucho, vivir bien con poco


8. ¿Existe la crítica literaria?
El ejercicio de la lectura seria, rigurosa, académica, se pierde cada vez más en Chile,  y la que existe es exclusivista, muchas veces prejuiciosa, poco objetiva. Existen críticos con un sentido del tiempo que estamos viviendo, - un tiempo en que la lectura en general se desvanece -, que tienen interés en difundir las obras  de autores nacionales, como es el caso de Camilo Marks, con argumentos sólidos  y estimulantes. Existen otros que llenan pequeños espacios en periódicos de poco interés, con comentarios fundamentalmente insustanciales, deformados, de muy mala leche.  Hay interesantes voces en blogs que se están convirtiendo en la nueva crítica y en el nuevo periodismo, pero para que ello ocurra, deberían ser más regulares en sus publicaciones. De tal forma, la crítica en Chile en relación a otros paises, como Argentina,  Estados Unidos o algunos paises europeos, está en muy mal pie.

Octubre 2010


Jorge Marchant Lazcano, nacido en Santiago en 1950, se recibió de Periodista en la Universidad de Chile en 1974. Su primera novela, "La Beatriz Ovalle", apareció en Buenos Aires en 1977 por Ediciones Orión, y luego en Chile donde alcanzó siete ediciones. Publicó posteriormente la novela corta "La noche que nunca ha gestado el dia" (1982) y el volumen de cuentos, "Matar a la dama de las Camelias" (1986).

En 1999, estrena el drama “No me pidas la luna” y en 2002 aparece su amplia novela histórica “Me parece que no somos felices”, seguida por “La joven de blanco” (2004) y posteriormente “Sangre como la mía” (2006) con la cual gana el prestigioso Premio Altazor (Premio de las Artes Nacionales). Continúa con "El amante sin rostro" (2008). Su más reciente novela es "El ángel de la patria" (Grijalbo, 2010).

Aunque reside en Santiago de Chile, en los últimos años pasa largas temporadas en Nueva York, dedicado por completo a escribir, disfrutando como siempre del cine y el teatro, y más recientemente, convirtiéndose en un entusiasta del género operístico.

 

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