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SUSTENTO TEÓRICO

Este capítulo resume los principios que definen la grafología como un instrumento de exploración y descripción de tendencias profundas de personalidad, a través de la escritura. Se revisan los planteamientos que “des-cubren” la cualidad del acto de escribir como manifestación psíquica. Dada la primera premisa con base neurofisiológica que establece a la escritura como una conducta aprendida e intencionada, siendo un comportamiento con participación de la lógica racional, en la cual participa específicamente el STNC; por ende, la neocorteza, se establece una segunda premisa: la escritura como onda gráfica presenta un patrón estable de comportamiento repitiéndose todas sus manifestaciones cíclicamente con cierto número de frecuencia, grado de predominancia y tics, no sólo en una muestra escritural, sino en varias obtenidas a través del tiempo de un mismo sujeto. Estudios longitudinales de algunos personajes famosos exhiben tendencias gráficas evolutivas o involutivas de las características manifestadas, en correlación con los sucesos históricos vividos; pero, manteniéndose siempre un núcleo típico independiente del transcurso del tiempo y la contingencia, lo cual podría interpretarse como la “esencia” del escribiente.

Este factor estable, ya enunciado en el artículo escrito por esta autora en la Revista de Psicología de la Universidad de Chile (2004), al cual acuña como Factor T se puede resumir en una ecuación que, a la vez, brindaría la definición operacional de la personalidad, desde el punto de vista grafológico. Este factor T aludiría entonces a estos ciclos finitos escriturales, con características autodeterminadas por el mismo escribiente, quien experimenta varios tránsitos de su onda gráfica desde los 5-6 años de edad cuando ingresa a la etapa escolar, lugar en el cual se le instruye en un modelo caligráfico predeterminado por la cultura societal, y a la vez, se produce una maduración psico-biológica de sí. Durante la adolescencia, se produce la autodefinición del individuo, el cual busca un estilo propio y personal que lo diferencie de los demás, tanto en la escritura como en otras áreas de su vida hasta llegar a la adultez, momento en el cual ya se ha forjado un modo de escribir particular.

En este mismo capítulo se compilan 4 principios que sostienen a la dinámica escritural como reflejo de las tendencias profundas de personalidad, entre los cuales se tendría como factor común con el test de Lüscher, el principio de autorregulación psíquica, desarrollado por el autor del mismo nombre. También se menciona el principio gestáltico aplicado a la grafología a principios del siglo XX por Ludwig Klages. El principio de relatividad de los significados de los índices, postulado por el padre de la Grafología Moderna, Jules Crepieux Jamin, y el principio que converge los hallazgos del sustrato neurofisiológico y otras investigaciones, que permiten que la escritura, como los estímulos cromáticos escogidos para la proyección de la personalidad, evidencie un nivel estructural y funcional. Es claro el compromiso neuropsicovegetativo que evidencia un significado fisiológico y psicológico objetivo; y que a la vez, existe un significación subjetiva de los rasgos escriturales del momento que un adulto escoge en forma personal qué estilo, forma, espacio y profundidad otorga a sus letras, lo que es acorde al propio estado neurovegetativo, psicológico, anímico y estructural forjado por diferentes factores que definen y diferencian a un individuo de otro.

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