La cuarta de estas ideas es:
NO IDENTIFICARSE
El no identificarse implica una separación. Un tomar distancia, de un evento exterior o de un estado interno.
Para ello primero hay que tener conciencia de lo que uno se quiere distanciar. Por eso es tan importante el auto-observarse diariamente y descubrir por medio de la observación de sí, cuales son los pensamientos y emociones que nos ocupan.
En el caso del hombre, o la mujer, que es víctima de traumas de su pasado, como en el ejemplo de quien se ponía a temblar cada vez que se encontraba con un perro desconocido, el problema radica en que éste se identifica con su miedo, con las imágenes de su memoria. Y, como no puede tomar distancia, no puede ver tampoco las nuevas posibilidades del presente. Dicho de otra forma, ver que es posible que ese nuevo perro en su camino no sea un animal peligroso.
Otro ejemplo es el de la ira. Cuando un evento externo, cualquiera sea éste, produce en nosotros la ira, si nos identificamos con ella experimentaremos esa ira en plenitud. Sin embargo, si logramos tomar distancia y desidentificarnos, ésta perderá parte de su fuerza y disminuirá.
Por otra parte, la identificación con nuestros estados imaginarios, de sueño, suele acarrearnos problemas innecesarios. Sobre todo si estos estados internos son negativos, porque estos estados lo succionan a uno y le nublan la vista.
Es el caso de la depresión donde se está tan identificado que no se es capaz de ver otra cosa. Esta es una constante identificación con estados negativos de los cuales parece imposible escapar.
El no identificarse es otra llave maestra en este grupo de ideas.
