Por
José Osorio
El
“Himno Nacional”
Fernando
Jerez pertenece a la generación literaria de "Los novísimos"
y en sus obras se reflejan los días que ha vivido Chile en las
últimas décadas. Dirigió la revista "Objetivos"
y ha tenido una constante preocupación por la literatura y la vida
ciudadana. Director de la Sech durante varios períodos y Columnista
del diario las Ultimas Noticias entre 1996 y 1997, sus libros le han llevado
a recibir premios como el Municipal de Santiago en 1984. Su vida ha estado
marcada por constantes aportes a la cultura, la defensa de la libertad
y la democracia, participando y organizando innumerables encuentro de
escritores tanto en Chile como en el extranjero.
Conversamos con Fernando Jerez sobre su último libro, “El
Himno Nacional”, una novela que no tiene dedicatoria, pero que basa
su historia en un hecho del Chile de la dictadura.
Con esta
entrevista, y en estos días de recuperación de la memoria
de nuestro país, queremos rendir un homenaje en la distancia a
otro creador: Santiago Nattino. Los lectores entenderán, y dejemos
que las palabras y la novela de Fernando Jerez nos trasladen a otra época.
-¿Cómo
nace El Himno Nacional?
Creo que la idea se gestó en la calle Ahumada, un mediodía
camino a la Plaza de Armas, donde la gente se reunía a protestar
contra la dictadura cantando la canción nacional. Y allí
me encontré con mi amigo Santiago Nattino. Fue la última
vez que lo vi: tiempo después lo asesinaron los esbirros. Entonces,
me dije: quiero hacer un cuento en homenaje a Santiago Nattino. El personaje
tiene que ser un pintor. Así es que la novela comenzó siendo
un cuento que no pasaría de las ocho hojas tamaño carta.
Pero pronto supe que la cantidad de ideas y personajes no cabían
en un soporte tan pequeño. En algún momento me dije: todos
estos seres merecen un desarrollo exhaustivo.
- ¿Por
qué, tu novela está centrada en una época histórica,
la dictadura, que para muchos es cosa del pasado?
La dictadura chilena fue larguísima y de una crueldad extrema.
Duró 17 años. Pero la memoria va a prolongar este abominable
período quizás por cuánto tiempo. Diría que
todas las vidas han sido afectadas. Porque el hombre está hecho
de experiencias pasadas y también de sueños, es decir de
lo que desea que suceda con su vida. Y el punto de partida de esos sueños,
para una enorme cantidad de chilenos, o el desarrollo de sus vidas ocurrió
en un escenario atormentado por los horrores increíbles que cometió
el poder omnímodo.
-Algunos
dicen que se ha escrito demasiado sobre la dictadura...
Hay, tal vez, un número infinito de historias que sucedieron en
esos 17 años, Historias de amor, de nobleza, de bajos y sórdidos
instintos, y que sucedieron en las casas, las oficinas, las escuelas de
un país llamado Chile.
Pero lo
más importante es que la literatura es arte, es un mundo nuevo
creado a punta de palabras. Y tendrán valor las historias que posean
humanidad, belleza y estructuras artísticas, capaces de estimular
la sensibilidad y la razón. De lo contrario, fracasarán
por mucha información que posean de la realidad.
-¿Se
ha escrito la o las novelas de la dictadura? ¿Cuál es tu
opinión?
La novela totalizadora, abarcadora de todos los fenómenos, de la
historia, de la ética y la estética que ocurrieron en dictadura
tal vez sea el sueño de muchos escritores. Un sueño irrealizable
por el momento. Pero se han escrito muchas, y algunas muy importantes.
Seguramente caería en olvidos involuntarios e imperdonables si
citara sólo algunos títulos. Creo que algún día
se hará un estudio serio al respecto, sin omisiones, amplio, inteligente.
Quedamos esperándolo.
-En
tu novela tratas de ahondar en el perfil psicológico de los torturadores,
escarbando en su historia, sus motivaciones. ¿Por qué esa
mirada?
Creo que la prensa escrita es la encargada de informar la característica
externa de los hechos, a veces demasiado fría y lejana de las personas.
Es notorio el esfuerzo de la televisión cuando intenta dotar de
una pizca de humanidad a la noticia y así vemos como los reporteros
se esmeran por obtener testimonios directos de los testigos circunstanciales.
Pero la literatura más que nada debe comunicar, es decir, establecer
un vínculo más profundo con el lector, llevando emociones,
sentimientos, aquello que las apariencias no dejan ver. Nosotros nos hemos
enterado de muchas noticias relacionadas con los crímenes de lesa
humanidad cometidos por los sicarios de la dictadura, pero no hemos indagado
en lo profundo de las conciencias de los hechores, en la intimidad de
sus rutinas diarias, que muchas veces no se diferencian de la gente común.
Es un ejercicio apasionante, y profundamente humano, porque uno trata
de comprender cómo un hombre llega a comportarse peor que la bestia
más feroz...
-¿Los
buenos y los malos son víctimas de sus circunstancias?
Buebo, es indudable que la suerte juega un papel importante en la vida
de las personas; esa coctelera de circunstancias, Órdenes, accidentes,
sucesos que en un momento dado enfrenta el individuo.
Los científicos
dicen que tanto los buenos como los malos vienen predeterminados a recorrer
ciertas rutas en la vida y a responder a las circunstancias de acuerdo
con el trazado de su mapa genético y la constitución de
su cerebro.
Por tanto,
es obvio que a la gente le toca una suerte muy diversa, circunstancias
al límite. Y algunos llegan a ser héroes; otros, simplemente
villanos. Es lo que yo creo, no dicto cátedra al respecto. Pero
es algo sobre lo cual reflexiono a menudo. La dictadura no sólo
fue repugnantemente perniciosa con las miles de víctimas que lloramos
y de las que hemos oído hablar tanto, sino también con las
circunstancias que creó para que muchos se hicieran soplones, verdugos
y asesinos, con lo cual llevaron vergüenza e infamia a sus familias.
Tanto, que hoy día se esconden e intentan negar su participación
en las variadas formas con qué fueron perseguidos y asesinados
miles de chilenos. Sé de un distinguido general que le imploró
al dictador con lágrimas en los ojos que no enviase a su hijo a
la Central de Inteligencia. Porque ese general sabía que una simple
decisión cambiaría decisivamente la vida de su hijo. Al
final, no obtuvo nada.
-La
vida del pintor que protagoniza El Himno Nacional es la vida de un amante
de su oficio, que aporta como puede en la lucha contra la opresión.
¿Qué relación existe entre el pintor de la novela,
Vinicio, y Santiago Nattino?
El recuerdo, la memoria de Santiago Nattino está presente en la
novela. Es difícil explicarlo porque el personaje se parece a Santiago,
pero no es él: ni es su biografía ni los hechos corresponden
a su vida ni a su martirio. Pero sí Santiago no hubiese existido,
no hubiese escrito la novela.
-Himno
Nacional es un homenaje que se entiende como tal cuando se lee el libro.
¿Por qué no lo dedicaste explícitamente a Nattino
como se acostumbra en algunos libros?
Mi primer impulso fue dedicarle la novela. Pero después de mucho
reflexionar me incliné por evitar que los lectores partieran vinculando
erróneamente la trama de la novela -que es otra realidad, propia
de la literatura exclusivamente-, con la realidad que fue y vivió
Santiago. No quise que de una u otra forma la gente pensara que iba a
leer una biografía de ese hombre buenísimo que fue Santiago
Nattino. Todos los personajes de mi novela están construidos con
fracciones de Innumerables personas que viven o vivieron en el mundo en
que nos desenvolvemos a diario. Para configurar al pintor Vinicio tomé
pedacitos de muchos pintores, rincones de muchos talleres, la pasión
amorosa, los sueños, aciertos y desviaciones de muchos artistas.
Por eso la literatura conforma mundos tan Interesantes. Para hacer a los
agentes de la represión y la barbarie tomé pequeñas
piezas de personas que conocí muy jóvenes, cuyas personalidades
estaban en plena formación y que con el tiempo se transformaron,
para gran sorpresa mía, en agentes.
-¿Tuviste
que vencer aprensiones o dificultades para escribir la novela?
En esta novela se adopta el punto de vista de una cámara fotográfica
que muestra los acontecimientos de una época, pero que esencialmente
es capaz de introducirse en el alma de los personajes. Por tanto, el lenguaje
fue un escollo serio a vencer porque uno trata situaciones que en cierto
modo masificó la prensa y la misma gente en su conversación
diaria. Las palabras utilizadas sufrieron un desgaste progresivo hasta
quedar completamente ineficaces. Entonces, al momento de querer ilustrar
el escenario donde ocurren las historias, debía renunciar a ciertos
tópicos y buscar otras expresiones. Por ejemplo, Unidad Popular,
comunista, militares, dictador, opositor, etcétera. Caer en la
caricatura también era un gran peligro, en la exageración
y ridiculización de los personajes, cosa que en literatura no es
fácil evitar. El escritor elige los materiales sobresalientes de
su narración, las características más desarrolladas
de sus conductas.
-En
tu extensa labor de creador has estado, también, ligado a la actividad
gremial en la Sech. Además, participas en la Corporación
Letras de Chile. ¿Cómo ves la situación del país
en términos culturales, de políticas culturales?
Indudablemente, mejor que en dictadura. Aunque en dictadura no se dejó
de producir nunca, casi siempre con miras a ejercer resistencia al opresor.
Pero yo creo que, ahora, la participación del gobierno como mentor
de actos culturales favorece la formación de camarillas de poder
en el terreno artístico y cultural. Y pone en práctica el
repudiable ejercicio de la genuflexión, el quiebre de cintura.
Me consta que muchos escritores han sido sistemáticamente marginados
de todos los programas masivos organizados por entes del oficialismo.
Por eso, le tengo temor a un órgano oficial, todopoderoso, con
pretensiones de administrar los recursos y el talento de los artistas.
Temo que impere la idea de los autofinanciamientos, de los desfiles de
moda, de las exposiciones de muebles y línea blanca en los lugares
que exhiben rótulos que presuntamente favorecen la cultura. Que
se imponga el requisito de pagar para mirar las escasas esculturas que
embellecen nuestras plazas.
Creo que
así como a la gente hay que darle parques de recreación,
campos deportivos, playas donde puedan disfrutar con libertad, a los artistas
hay que darles espacios adecuados para desarrollar sus actividades con
entera independencia. Hay que vincular más intensamente el arte
y la literatura con los colegios y así se llenarían los
espacios inútiles de largas jornadas. Abrir cauces, presentar opciones,
sin dirigismo.
-Hay
muchas carencias en el país, la formación y el cultivo del
espíritu no está en la prioridad del sistema actual. ¿Qué
valor le asignas a generar espacios e iniciativas propias como formas
de resistencia cultural en la actual situación?
Creo en la independencia de los actos artísticos y culturales.
Y creo que a la gente hay que resolverle primero sus problemas de subsistencia,
su hacinamiento, sus padecimientos de salud y educación. El problema
del financiamiento de la educación y la salud es grave en el país.
No voy a caer en el tópico de culpar cien por cien al gobierno
de estos grandes males. Creo que hay que crear una corriente ciudadana
que luche por estas conquistas, en lo posible aportando soluciones posibles.
Los medios de comunicación, por ejemplo, han sido pródigos
en divulgar otras manifestaciones, perrnifiendo que" artistas"
extranjeros llenen los estadios con espectadores que nunca han protestado
por el IVA u otros recargos. Basta de pedir por pedir. Nosotros también
debemos asumir nuestras responsabilidades. Exigir nuestra participación
efectiva.
-¿En
qué proyectos literarios trabajas actualmente?
Estoy en la fase final de una novela. Soy muy supersticioso así
es que no diré nada más al respecto.
|
|
|