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La Historia inconclusa

Continúe usted con la historia.


EL ASCENSOR


Siempre le había temido a los ascensores. Ese miedo era en él un miedo atávico. Temblaba casi al enfrentarlos, y los abordaba siempre, cuando era estrictamente necesario, con una oración en los labios. Por eso prefería evitarlos y usar, sin pensarlo dos veces, las escaleras. Había llegado a subir y bajar hasta 10 pisos, sin problemas. Y no lo había lamentado. Para ejercitarse había arrendado un departamento en el cuarto piso de un edificio de cuatro pisos, sin ascensor. Eso lo obligaba a mantenerse en forma.
Los ascensores simplemente no le agradaban. No soportaba el hecho de estar encerrado en una caja, aunque fuera por un segundo. Menos todavía la sensación de vacío espantoso que le revolvía el estómago cuando se ponían en movimiento.
Había intentado varias veces vencer esta verdadera fobia, pero era inútil. Arriba de un ascensor sentía el irremediable deseo de salir corriendo. Así que había desistido y adoptado definitivamente los peldaños de cualquier escalera alternativa.
Ese día, sin embargo...

 
Usted puede continuar esta historia escribiendo lo que sigue en la vida de este personaje. Puede hacerlo partiendo desde el texto del principio (arriba) o simplemente continuando la historia total. Le deseamos suerte y que se entretenga ejercitando su imaginación. Los textos serán publicados en esta misma página.  

 

Envíe su historia a : webmaster@escritores.cl

 

Continuaciones

El enorme paquete que llevaba lo hizo pensar seriamente en tomar el dichoso ascensor. Pero antes, debía mentalizarse en que el miedo no lo afectaría.
Estuvo más de quince minutos concentrándose, diciéndose a sí mismo que podía hacerlo, que era capaz de hacerlo, que algo sin vida no podía con él, un hombre, ser pensante, inteligente... Un, dos, tres y agarró el paquete nuevamente.
Cuatro, cinco, seis, caminó decididamente hacia el ascensor.
Siete, ocho, nueve, pulsó el botón que llamaba a aquella habitación móvil, se abrió la puerta casi al instante, levantó un pie para entrar, estaba a punto y...
Diez. Retrocedió.
El sudor perlaba su frente, la respiración era agitada y el corazón le hacía paca-paca en el pecho.
¿Qué hacer ahora? Se sentó en el suelo, frente al ascensor, con la barbilla entre las manos...

Yamila Huerta Serrano


A pesar de sus temores estaba obligado a entrar en un ascensor, los tacos en el centro de la ciudad le habían provocado llegar solo unos cuantos minutos antes, de esa impostergable cita que le significaba poder lograr ese objetivo que por tanto tiempo esperaba. Para colmo en informaciones le señalaron que la reunión se llevaría a cabo en el piso número 25 del edificio, estaba condenado, no había otra forma de llegar allí que la caja insoportable, se encomendó a cuanto santo conocía y emprendió lo que él consideraba un verdadero calvario, al mismo tiempo en que las puertas se cerraron, cerro sus ojos con la ingenua esperanza de que su viaje terminara lo antes posible. Al llegar al 8º piso, lo envolvía la necesidad de escapar de allí como fuera, pero sabia que sus obligaciones no se lo permitirían, no sabía como iba a soportar los otros 17 pisos que faltaban para llegar a su destino, de pronto en el piso 12º se abre la puerta, y en entre el grupo de personas que ingresan al ascensor, estaba ella, él penso “lo que me faltaba, además de tener te aguantar este tormento personal, voy a tener que compartir este lugar con ella, que podría ser peor”


Verix


Se encontraba en un edificio corporativo de 20 pisos, lo que lo obligaba a ir a ese lugar, era una entrevista de trabajo que le permitiría optar a un puesto mejor en una gran empresa. Había optado como siempre el subir por las escaleras (la verdad no le importaba tener que subir hasta el piso 18 en vez que usar el ascensor, cosa que por su buen estado físico no le sería difícil )
Lamentablemente para el, las escaleras se encontraban en reparaciones, y no tuvo otra opción que subir al piso 18 en ascensor. Cuando entro en el se sentía con las mismas sensaciones de siempre, las puertas se iban a cerrar cuando casi por magia se abrieron nuevamente.

La persona que entraba en el, era una mujer, de aproximadamente su misma edad, él para nada noto que aquella mujer le sonreía y se dedico a preocuparse por su mayor lamentación.

Al llegar al piso 18 salió prácticamente corriendo del ascensor, incluso olvidando las normas de educación básicas de un caballero para darle el lugar a una dama. No se volvió a mirar para atrás y entro a la oficina, después de 5 minutos, la secretaria lo hizo entrar a la oficina contigua, donde se encontraba la dama del ascensor...

Alejandra Valle


sin embargo .... ese día decidió que ya era hora de perderle el miedo a los ascensores.Pálido, y con la cara llena de sudor apretó el botón que lo llevaría al infinito. Con la mano temblorosa, alargó hasta topar el botón y alcanzó a ver su rostro en el borde de bronce extremadamente brillante del ascensor. Tenía que romper con ese miedo que lo ataba , que lo inmovilizaba, las puertas se abrieron con un tremendo ruido, ya que se trataba de un edificio constrído a comienzos de siglo y no estaba del todo en buenas condiciones. Puso si pié derecho en el piso del ascensor, y notó que este se bamboleaba con su peso, intentó por un momento retirarse y dejar para otro momento este ataque de valentía. Pero el mismo se obligó a vencerse, se dijo" lo que mas cuesta en esta vida es el oficio de ser hombre" por consiguiente hacerse hombre incluía perderle el miedo a estar en esta caja metálica. Puso el otro pié y se miró al espejo, no era el quien estaba allí, era solo una palidez de cera la que lo miraba.....pero había que continuar.Se dió la vuelta lentamente para quedar frente a las dos puertas, solo altaba apretar el botón quye lo llevaría a su piso, y siente una carrera desenfrenada de una niña y su perro, como bólido se meten al ascensor, y ella le mira y se ría , y le pregunta" apuesto a que te dan miedo los ascensores" el le contesta " como lo sabes? " es cosa de verte... pálido como papel transparente, por eso. La pequeña apretó el tercer piso y al darse vuelta empezó a transformarse en una fea vieja bruja canosa, espantosa, llena de verrugas, las manos peludas, los dientes rotos, y salidos y empezó a apestar a lodo descompuesto.El en su deseseración da un manotazo, y despierta..... el gato se le había cagado cerca de su cama, y eso apestaba.

Norma Patricia Molina


Espere que viniera alguien mas y sentirme mas acompañada, sentía como si fuera un lugar mágico e intrigante, como las historias de la mente confusa, nadie venia, solo yo y esas puertas mudas que de pronto se abrían, como si se burlaran de mi temor, trate de racionalizar mi estado, y solo era metal gris, y cuerdas muy fuertes que me conducirían.
Las puertas de vidrio se abrieron, mire quien venia, y era un hombre bajo, con un abrigo largo que le quedaba muy extraño, de lentes grandes para la cara delgada, me miro, y sonrió. Entro al ascensor y sin darme cuenta me pegue a el para ingresar, el aparato dio una zamarreada y se corto la luz, era la oscuridad, el hombre y yo sin vernos... era lo que no me imagine nunca, sola en un ascensor, a oscuras y un hombre extraño conmigo.
Me apoye al muro y me sentí con frío de metal gris, no lograba ver donde estaba mi acompañante, pero de pronto sentí ese cuerpo cerca, no habló, pero su presencia era intensa, lo escuche respirar , y jamás lo imagine, me quede muy quieta al sentir su mano acariciar mi pierna, sobre mi vestido largo, la sentí acariciar suave metiendose entre mis piernas, levantó mi pollera, y sentí sus dedos en mi interior, y yo no me movía, me quede esperando, sin darme cuanta separe mis piernas y esperaba una gran sensación, sus dedos eran especiales y geniales, me estaba quejando en su oído, mi mano lo toco, y descubrí una grana promesa...... era el cielo, nunca había sentido tan intenso ese deseo especial, y llego la luz, se abrió la puerta y salí, sola, estaba sola, nadie me acompañó en ese aparato. Pero ya no temo entrar a un ascensor.


María María


Sintió un deseo repentino de sentir aquella sensación casi olvidada de su infancia
Oler aquel cubiculo en su interior, sentir aquellos olores dejados por las personas que subian y bajaban o aquel perfume extraño que lo seducia a viajar hacia un tiempo extraño en su memoria, Imagenes entrecortadas, imagenes blancas y un brillos metalicos

Tenía que hacerlo...No era una fuerza interior lo que lo incitaba en ese momento. Era mas que eso, era su vida misma...era una fuerza vital que lo empujaba a entregarse sin regreso a introducirse en aquel carro de sube y baja. Lo haría sin reflexionar, En un impulso sin regreso, solo, moveria su pieran derecha y ya bastaba para entrar y encontrar . Sabia que en su interior encontraría la respuesta.

Sin embargo......

Rayen Sol


Por su mente comenzaron a surgir, como en un reguero imparable, muchos momentos antiguos de valentía. Recordó cuando, sin pensarlo dos veces, salvó de morir ahogado a un hombre mayor que él y mucho más gordo. Nunca supo de dónde sacó agallas para eso.

Nítido apareció el día en que en un acto de arrojo se lanzó a la calle para sujetar a un niño que, literalmente, estaba bajo las ruedas de un camión. En sus oídos sintió el bocinazo y su cuerpo tembló como si fuera ese el momento mismo en que casi muere atropellado por aquel camión enorme..

Y mientras recordaba que era valiente, en su mente se agolpaban unas ideas de frustración y cobardía que aumentaban su sudor.

La puerta del ascensor estaba ahí, desafiándolo, pero él seguía asido a sus temores y al enorme paquete que le servía de protección frente a las miradas curiosas de quienes entraban y salían del infernal ascensor.

Supo, en un instante, que algo iba a cambiar en su vida, en ese día, en ese lugar.

Ramón Gutiérrez Pavez


...los tacos eran bastante incómodos, como si a un hombre se le pudiera asociar con ese malestar, pero así era, las plantas le molestaban como si hubiera practicado cuerda floja en un alambre filudo. La única solución entonces le alumbró como un comercial: quedarse ahí, jugar con el tiempo o desafiarlo, comenzó luego el viaje nuevo y viejo de tantos seres humanos, primero se detuvo como frenando en un bloque de paja, luego serenó la respiración y desde su piel se fue a los músculos, continuó con los órganos internos, así pudo sentir como la rosa del corazón le parpadeaba perpleja comprendiendo sin comprender la presencia de su vida, también viajó por su sistema digestivo lugar sacro de su organismo en que se resuelven las energías que quedan y aquellas que deben irremediablemente salir.

Así estuvo viajando por el ascensor durante un minuto.Cuando salió de si mismo estaba curado se dijo, pero....


Sandra Silva O.


...... comenzó casi en silencio, los ruidos de la calle se filtraban levemente por el ventanal que daba a la calle, estaba todo en penumbras, trato de ordenar las ideas en su cabeza, ¿qué había pasado?, respiro hondo pensado que aquello le traería el recuerdos del día anterior, pero nada, se quedo ahí tirado en su cama, inmóvil, pensando en cada parte de su cuerpo, ordenándoles que se movieran, que saltaran de la cama y lo sacaran de esa semioscuridad, al cabo de un rato abrió los ojos y sus recuerdos se agolparon con furia, primero en desorden, incomprensibles, y luego todo se aclaro, la pena lo inundo profundamente y comenzó a llorar silenciosamente, luego entre largos sollozos fue entendiendo por qué toda su vida había odiado los ascensores, ¿por qué? aquel espacio representaba la desesperación, ese deseo incontrolable de salir corriendo.

El día anterior había estado hasta muy tarde hablando con su tía abuela, no la veía hacia muchos años, desde que decidió alejarse de todos y se fue a vivir en un remoto pueblito sureño, de regalo ella le había traído licor de oro de ese que se hacia en Chiloe, del autentico como le repitió cada vez que hacían un brindis, debe haber sido el licor de oro que aflojo los recuerdos de la tía abuela, pues sin darse cuenta comenzó a relatarle la historia de cuando el había venido a este mundo y de cómo diosito santo había permitido que el se salvara, en un principio no puso mucha atención a ese relato, pero al ver unas pequeñas lagrimas que empezaron a mojar la arrugada cara de su tía abuela lo intrigaron y guardo silencio, ella mirando el infinito le contó en breves palabras que su madre cuando lo estaba esperando vivía en ese departamento que hacia muchos años atrás decidieron vender, aquel que estaba en el sexto piso trato de recordarle, bueno! dijo su tia abuela, ahí vivian tus padres y el día en que tu decidiste llegar a este mundo, ella estaba sola tienen que haber sido como las diez de la mañana de un día domingo, fue uno de esos día en que nadie despierta antes de las 12 de la mañana, tu mamá comenzo a sentir dolores muy fuerte y se asusto mucho, como pudo salio a golpear la puerta del departamento vecino, pero se había olvidado que alli no había nadie, entonces decidio irse por sus medios a la clinica, tomo la maleta que había arreglado hacia mucho y se dirigio al ascensor, pulso el boton y la puerta se abrio de inmediato, en ese momento le venian las contracciones cada vez más fuerte dio un paso dentro del ascensor y sintio que flotaba, trato de afirmarse de algo inexistente, pero solo sentía que caía, gritó con todo su ser hasta que un golpe fuerte ahogo aquel grito, la llevaron de urgencia al hospital más cercano, pero cuando llega sólo alcanzaron a rescatarte a ti, un sollozo ahogo el relato y se quedaron ahí mirando la nada, suspendidos en algún lado, ella con un viejo y gastado dolor, el con algo más grande que el dolor y la agonía juntas.

Consuelo Contreras Mancilla


…era un tipo con imaginación y los colores lo motivaban excesivamente, los ascensores eran sus enemigos de luz, no transaba. Escribía continuamente en su agenda de ascensores no subidos “ellos están encerrados en un espacio cuadrado sin contrastes de sombras ni música distinta” creía firmemente en que no eran vivos sino antinaturales que vencían la ley, hasta que un día los comenzó a llamar los “anti-graves”, su obsesión fue tal que comenzó a visitar los ascensores mas altos de la ciudad, sin embargo no los abordaba, los miraba hasta que algún extraño con risa amable y bufanda lo montaba mientras él deseoso y de manos temblorosas, transpiradas a tal punto que debía secar sus manos para volver a escribir en su agenda “Ascensor de 25 pisos: en el primer piso observo con atención los números de tu ascensión, grave ascensor, te admiro mientras mi cuerpo me estorba y no me permite aceptar tu invitación gratuita , deberías darle la posibilidad a mis ojos o a mis dedos, pero mi estomago no te tolera…” Un extraño día visito Valparaíso y no podía creer la cantidad de anti-graves que lo acorralaban contra un cerro, se dio cuenta que eran distintos y anoto “ ¡¡¡¡Anti-graves de colores fuertes me han desafiado!!!!, ¡¡¡¡no me permiten entrar sin pagar!!!, ¡¡¡no puedo mirarlos desde su puerta!!!, estoy deseoso por mirar desde esas ventanas, tendré que entrar mañana” Esa noche en una cama de hotel con techo alto y lámparas de cordeles largos, pensaba en su hazaña que el siguiente día tendría la suerte de ver, el amanecer fue lento y frió se puso unos zapatos, camino al baño y lavo su cara frente a un espejo conversador, la mente cada vez mas en blanco mientras ropas vestían sin combinación alguna su cuerpo nervioso, salio del hotel camino cerro abajo miro al anti - grave elegido por azar algo necesario para este día que no debía desviar al atención del acontecimiento, un par de flores, unas hormigas en caravana y una señora robusta de carácter opaco presenciaban el esforzado acto; puso un pie, luego un pelo para después poner el corazón y la mente, la quinta estrella que contó la noche anterior conocía la angustia, un ruido espantoso inicio su viaje de manos húmedas y mente enrollada en color, la ciudad fue apareciendo y sus ojos comenzaron a ver, el paraíso de vida se mostraba en tiras colgadas y perros voladores con gatos policías de techos tapa viento, la belleza lo enamoro, nunca había sentido tanta emoción y fue así como el anti –grave en conjunto con los ojos le ganaron al estómago de miedo, que murió de hambre cuando el hombre se hizo ascensorista.

Chica


ese día sin embargo... Vi aparecer , en la puerta del edificio, una chica que me deslumbro...creo que jamas en mi vida habia visto a alguien igual... era un reflejo de la hermosura misma, sus grandes ojos, su nariz respingada , sus labios finos y rojos,su pelo negro, esa chasquilla coqueta que era como una barrera a su mirada , mirada que distraia la atencion de cualquiera. venia caminando a paso lento, observando detenidamente un papel que traia en la mano. Yo quede statu cuo por unos instantes, casi petrificado por la belleza de aquella chica, por mi mente divagaban ideas confusas, me preguntaba si ella visitaba el edifico por alguna diligencia o probablemente a mi suerte, la chica vivia no muy lejos de aquel lugar, en verdad los segundos se pasaron demaciado lentos, pero mi actitud tambien fue lenta, por que antes que me diera cuenta, la chica estaba entrando al ascensor, y yo por un lado, impulsado por mis impulsos y por mi curiosidad , estaba casi decidido a entrar al ascensor , junto con ella. pero por otro lado, mi fobia , no me lo permitio...

En ese momento me di cuenta que mi problema era mas serio de lo que yo me imaginaba, y decidi subir las escaleras, como siempre lo habia hecho, corriendo y muy nervioso, cuando llegue al primer piso no habia nada, en el segundo tampoco, el ascensor seguia subiendo y yo seguia corriendo por las escaleras, el cuarto piso y ¡nada! , cuando estaba subiedo los escalones para llegar al quinto piso, resbale y cai en el piso de semento , lo cual me hizo perder el conocimiento...


Cuando abri los ojos, estaba en un hospital , tenia la cabeza vendada y estaba mi amigo Diego, quien me conto, que me habia encontrado tirado en el piso, con la cabeza sangrando y me dijo no tardo en traerme al hospital en su auto. Yo en ese minuto aun no recordaba muy bien lo que habia sucedido, pero, cuando comenzo a oscurecer y me dieron de alta comence a recordar ... recorde haber visto a la criatura mas hermosa que he conocido y haber
corrido mucho para alcanzarla.
Al estar ya en mi casa, en compañia de mi amigo Diego, logre comentarle hacerca de la chica que habia visto, y tambien hablarle a el sobre mi problema con los ascensores, lo cual , me estaba pareciendo un problema realmente serio.Cuando Diego oyo mi historia, no pudo controlar las risas que brotaron de su boca, probablemente a el le habia sonado muy absurdo lo que yo le habia contado y creo que estaba en todo su derecho.
Esa noche dormi solo unas cuantas horas.. mientras dormia, soñe con aquella muchacha, soñe que llegaba hasta mi casa y estaba con el papel que llevaba en las manos, y me decia que me andaba buscando , desde hace mucho tiempo, yo le sonreia y la invitaba a entrar, luego aparecian imagenes confusas del ascensor , del movimiento brusco del ascensor, y de pronto me veia atrapado entre aquel espacio pequeño, , aquel maldito lugar, aquella via, aquel ascensor, y comenzaba a ahogarme y gritaba y gritaba, y desaparecia el aire... de pronto desperte de un salto y comence a
reflexionar...

Nathaly Flores


Ese día, sin embargo, todo cambiaría. Vió a la mujer que tanto le gustaba, su vecina, a quién conocía sólo por referencias de sus amigos. Nunca le había hablado, llevaba diez años queriéndola en secreto, siempre la miraba por el ojito de su puerta. Se sabía los horarios en que llegaba, y acada vez que podía la saludaba con un tímido hola, sólo eso.

La vio pasar a su lado, ella le dijo "Buenos días", esperando el ascensor.

ÉL, que era bastante tímido, tembló un poco, y agrego, sí, voy al trabajo y estoy muy apurado.

Ante la presencia de ella y la oportunidad única de hablarle, venció el temor inmenso que le producía el encierro y se subió al ascensor.

En el trayecto iniciaron una conversación que marcaría el curso en la vida de ambos..
.

Ana María Luksic


Meditó unos segundos .Miró de reojo aquel recinto de hierro compacto,dió una pitada al cigarrillo y caminó cautelosamente por el estrecho pasillo iluminado difusamente de un color azulino brillante.
El lugar..est aba desierto.Una quietud sepulcral reinaba en el cuarto piso del elegante Majestic Hotel.
Su corazón parecía salírsele por la boca y un sudor pejagoso comenzaba a vislumbrarse en su frente.Después del accidente..se había prometido no poner jamás los pies en un ascensor.
- Es una locura! - murmuraba a reganadientes -en un intento infructuoso por acomodar sus pensamientos a la situacón presente.
Cinco pasos más adelante..estaba la escalera.. amplia..lujosamente revestida por una alfombra de terciopelo roja cuyas huellas en ella solo podían dejar los poderosos para la posteridad
Cúantas veces subió y bajó por alli? Tuvieron que ser muchas paraproducir el efecto no deseado y vergonzoso:
el dolor lascerante punzando sus srodillas, la mirada extrañada del elegante conserje al verle arribar a recepción con el rostro desencajado y las manos transpiradaschasqueando nerviosamente el portafolios con el agregado de tener que pronuciar las palabras de siempre: el ascensor demoró mucho..claro que ni {el se lo creía.. al menos funcionaba como válvula de escape..
En un mundo civilizado en elque la tecnología se imponía ferozmente con sus altsímos rascacielos acariciando las nubes,resultaba rídiculo imaginar que él ,un hombre de negocios respetable ejecutivo.,padre de dos ñiños con una personalidad arrolladora,se dejara vencer así...tan burdamente.
Cúantos cigarrillos fumó? no lo recordaba..
Cúantas terapias hizo? a quíen le importaba . Lo cierto..es que allí estaban los dos:
Mr Williams y su archi enemigo el ascensor..deslizándose chillonamente por los cables engrasados en un amague triunfante y hasta perturbador invitándolo a montarse a el cuan jinete en un pura sangre.
- Qué esperas? sube..-era la voz de su conciencia que lo desafiaba una vez más -
-Ven.. juntos seremoscomo dos aves surcando el cielo!- insistía- mientras las puertas de lo que representaba al mismísimo demoniio,se abrían y se cerraban intrepidamente generando un ruido sórdido y aterrador en sus oídos.
- No - no lo haré- alegó angustiado -

- Oh! si lo harás - dijo la voz de su conciencia -míra a esa viejita con su bastón..subió sola,nadie está con ella- lo único que tienes que hacer es llamarlo,oprimir un botón y listo,en minutos habrás llegado a tu despacho.

-Es verdad - respondió más resuelto- aunque el estupor eclipsaba la respiración paralizando todos los músculos de su cuerpo.Sacó un pañuelo del bolsillo de su saco azul y lo pasó presurosamente por la frente húmeda.
El sonido más estridentetodavía de su archi eneigo..iba aproximándose..Súbitamente..ambas puertas se abrieron y su delgada figura se fió reflejada en el espejo del espacioso cuadrilatero.
Sin dudarlo..ingresó a el..oprimió el provocativo botón,tragó saliva y cerró los ojos.Había llegado finalmente a destino..merced a una frase muy sabia :

AL MIEDO SE LO VENCE HACIENDO TODO LO CONTRARIO..NO TEMIENDOLE..
..

Marion


Ese día, sin embargo... !Sucedió algo inesperado! Acababa
de abandonar su apartamento y al llegar a la calle, tropezó intempestivamente con una hermosa joven que, apresurada
caminaba tratando de estar puntual en su oficina. La cartera
de ella voló por los aires y su contenido quedó esparcido sobre el piso. Él se disculpó de mil maneras y procedió a recoger uno por uno los adminículos que toda dama lleva en su bolso; al devolvérselos a su propietaria, se cruzaron sus miradas. Contempló extasiado unos ojos radiantes y profundos y la sonrisa tierna que suavizaba cualquier malentendido.
Además del pánico hacia los ascensores, evitaba también cualquier relación con las féminas, quizá por temor al rechazo; pero esta vez se llenó de valor. Una sensación de ternura invadió su ser y como si no fuera ésta la primera vez que se encontraban, le pidió le permitiera acompañarla hasta su oficina, a lo que accedió complacida.
Apenas caminaron juntos un par de cuadras, en ese lapso trataron de saber el uno del otro y, así, al despedirse ya habían hecho el compromiso de reunirse por la tarde para tomar el café.
Fue puntual en la cita. Estaba impaciente por volver a verla.
No podía apartar de su mente le imagen de la que, hoy se daba cuenta, le había robado el corazón.
La vio acercarse como en un sueño. Pero no, !era real! Allí
estaba presente y llena de vida y de alegría. Ella le propuso
tomar el té en su casa, que quedaba muy cerca. Aceptó encantado.
Se acercaron a un elegante edificio. Lo invitó a entrar y luego.. EL ACENSOR. !Vivía en el octavo piso!
Olvidó su miedo atávico, sabía que estando a su lado no le importaría encerrarse en esa caja que tanto había odiado.
Se abrió la puerta, ella, con cariño lo tomó de la mano y
juntos iniciaron el ascenso.
! EL AMOR TODO LO PUEDO!

Hilda Marina Interiano


sin embargo aquel dia estaba decidido a subir, hechar por la borda todo malestar....alzo el dedo indice para tocar el boton para que se abriera la puerta ,mas apenas lo habia tocado cuando se produjo como un flash en su mente ..haciendolo retroceder , a su niñez cuando aun era un niño inquieto que gozaba jugando en el sube y baja en aquella cosa que ahora le teme tanto,pues recordo porque le tenia tanta fobia ....un dia cuando hacia mucho calor en la ciudad y el se encontraba jugango en el ascensor , la caja metalica paro en medio del edificio exactamente en el piso 4 ; cuando un hombre entra y lo queda mirando con una sonrisa diabolica , él no le presto atencion , pero si persivio su olor atraspiracion maloliente que lleno cad espacio del pequeño lugar en el que se encontraban, Aquel dia no pudo olvidarlo jamas por mas que se empeño en hacerlo ,fue el momento mas aberrante que jamas vivio , aquel hombre lo toco de una forma prohibida para niños , ese olor asqueroso se quedo almacenada en se pequeña cabecita .... es por eso que evitaba los ascensores ya que al cerrarse la puerta surgia ese olor nauceabundo, que le revolvia el estomago y sentia que se ahogaba entre las cuatro paredes.......Mas aquel dia quizo vencer el miedo y aquel pasado ...-ya soy , todo un hombre y subire , matare aquel recuerdo, hoy, para siempre..................

Yanira Contraras


Ese día, sin embargo, impulsado por una fuerza extraña decidió que era necesario enfrentar de una vez por todas ese temor irracional en él heredado de su padre. Nunca se había detenido a escudriñar en las causas que pudieron haber originado esa aversión inexplicable: se limitaba a eludir simplemente el encuentro con los secretos, imaginariamente tenebrosos, que lo intimidaban, supuestamente encerrados en esa caja misteriosa,
Fue, en ese momento, cuando se aferró al pasamano de la escalera para no utilizar el temido elevador, que una luz fugaz se cruzó de pronto por su mente y su resplandor se detuvo bruscamente y se adhirió, sin explicación, férreamente a las paredes de su cerebro. Era, sin lugar a duda, como más tarde lo pudo comprobar, el inconsciente que había despertado en él a la razón, hasta ese momento dormida, sometida ante el ataque avasallador y sostenido de las enigmáticas sombras de lo desconocido.
Se detuvo, entonces, sin alcanzar a descender al primer peldaño, y tras un instante de vacilación se volvió con rudeza hacia el ascensor que parecía observarlo sonriendo burlonamente, con ironía, desafiante, con sus puertas correderas abiertas, invitándolo a entrar en sus dominios.
- ¡Eres un cobarde! – escuchó que le decía con desprecio.
- ¡No! ¡No soy un cobarde! – masculló entre dientes, y avanzó con decisión, trémulo, al encuentro con el pasado oculto de su padre, que el dolor había anidado en las recónditas profundidades de su alma impidiéndole emerger.
Cruzó el umbral y, antes que oprimiera el botón que lo llevaría al primer piso, el ascensor cerró sus puertas, ronroneó un instante y comenzó, lentamente, a bajar.
Las paredes lisas de la hermética caja estaban pintadas de un color gris perla, sin ningún adorno que entorpeciera la atención de sus íntimos pensamientos. Nada lo invitaba a distraerse del aparentemente infundado temor que lo invadía. Los segundos, que el ascensor tardó en descender hasta el tercer piso, le parecieron largos minutos que se extendieron excesivamente en el tiempo, prolongando su inquietud. Con una ruda oscilación el elevador se detuvo, las puertas se abrieron en busca de algún nuevo pasajero, pero no había nadie en el piso. Pensó que tenía la oportunidad para huir, como tantas veces lo había hecho en ocasiones anteriores, pero permaneció, en contra del reflejo instinto que lo empujaba a escapar, inmóvil, pegado al suelo.
Después de unos segundos las puertas del ascensor volvieron a cerrarse, ronroneó, otra vez, y reinició, de nuevo, lentamente, el descenso. La oportunidad de correr la había perdido, y era tarde para arrepentirse, pero se sintió satisfecho de haber vencido por esta vez al instinto de conservación dominado por el temor.
De pronto, cuando creía haber salido vencedor, el desafiante ascensor lo contradijo: se detuvo, con una violenta sacudida en medio de un ruido quejumbroso de cadenas, y las luces se apagaron sumergiendo a la caja en la más completa oscuridad. El ruido finalmente cesó y el elevador quedó quieto y en silencio. Abrasado por la lobreguez de las tinieblas todos los miedos infundados irrumpieron en tropel y volvieron a aflorar ahora con fuerza arrolladora, acompañados de suspiros, de susurros y luego de gemidos, de voces implorantes, de lamentos y de quejidos que surgían desde todos los rincones. Fue, entonces, cuando el fulgor de la luz que se había adherido a su cerebro hizo explosión, y los rayos de la realidad liberadora invadieron todo su ser dejando al descubierto la dolorosa tragedia que su padre le confió moribundo haber sufrido y que el padecer de su yo hijo casi adolescente había encadenado en el inconsciente, sumergiéndola artificialmente en el olvido.
En ese momento comprendió que los recuerdos de las aterradoras experiencias vividas por su progenitor en oscuras celdas de ominosas y tétricas prisiones, sometido a condiciones infrahumanas y a torturas brutales a que condujo la irracionalidad humana, habían sido bloqueados y que en su lugar se había erigido el temor a la estrechez del ascensor como una barrera para impedir que asomara la dolorosa experiencia paterna que quería olvidar.
La luz se encendió, regresó el ronroneo arrullador de los motores y el elevador descendió con rapidez el último tramo. Luego, en el primer piso, se abrieron las puertas y un sol primaveral, anunciador de un prometedor verano, inundó la caja y tiñó con sus rayos el gris perla de sus paredes con un verde claro de vida y de esperanza, disipando definitivamente los temores.

Víctor Catalán Polanco
vcatalanp@yahoo.es


Ese día, sin embargo, pensó que debería enfrentar de una vez aquella fobia que lo hacía depender del uso de escaleras. Decidido entonces esperó el ascensor con nerviosa paciencia. Las puertas se abrieron, intentó entrar calmadamente y presionó el botón –1, para trasladarse al estacionamiento del subterráneo. Las puertas se cerraron, al igual que sus ojos, y entonces el ascensor comenzó a descender desde el piso 5° en que se encontraba, hasta el 4°, 3°, 2°, 1°, -1°, el ascensor no se detenía en ningún piso y continuaba bajando al –2°, -3°, -4°, pisos extraños, desconocidos. Comenzó a desesperarse más de lo que estaba, y el ascensor continuaba en su viaje eterno, el marcador indicaba –15, luego –20. - Esto es una pesadilla viva – pensaba -, mientras se revolvía su estómago. Tal vez todo podría ser imaginación, se restregaba los ojos, miraba nuevamente el marcador y creyó estar loco al ver el número –55. Comenzó a golpear las puertas herméticas, sentía mucho calor, se sentía acosado de si mismo. Gritaba pidiendo ayuda, pateando las paredes, hasta que de pronto el ascensor se detuvo y abrió las puertas al infierno.

Silvana Espinoza


El momento de angustia al no lograr subir a un ascensor se fue mostrando por causas insospechadas, el destino siempre encaminaba la realidad, esta no era fantasía, más bien era una fiel cercanía con el mecánico y movil ascensor. Este medio de transporte para subir y bajar pisos se fue transformando progresivamente con el tiempo en un desafío, no obstante el miedo era algo que lo invadía y lo atrapaba en este sentimiento que no podía superar.

Con el paso del tiempo y las continuas renuncias a subirse a un ascensor, este hombre fue semillando un mar de angustia en su espíritu. Un día este joven hombre encuentra en un baúl antiguo de la bodega de su hogar unos papeles de color amarillo, este color se manisfetaba posiblemente por la cantidad de tiempo que estuvo en el interior del baúl. Al revisar e inspeccionar hojas como si fuera una revista de farándula, descubre quizas la respuesta de su tormento al temido ascensor. Si se escucha redundante lo que acaban de leer no importa esa es la idea, es que el protagonista de esta historia una y otra ves sentía este miedo que no lo dejaba avanzar por la vida y era un peso enorme que incluso se comunicaba en situaciones muy distintas al hecho de subirse a un ascensor.

Oscuridad, vida, metas, mujer..., ojo !, estas palabras son claves para este joven, de hecho son palabras que vuelan y encaminan la vida de este joven aproblemado.
Que curioso cuando hablamos de romper con estancamientos, probablemente surgan frases como: ¡ Revolución, dar pasos importantes, ideas sin límites, etc !

El protagonista de esta historia le pasó algo increíble, ni el pensaba que le podía ocurrir algo así, es más su fantasía ni siquiera permitía ver algo tan fabuloso como lo que van a conocer a continuación en esta historia.


Michelle, en simples palabras, esta mujer que ya conocen por el nombre informado en lineas anteriores le cambia por completo la vida al joven lider de esta historia. Ella desordena la vida de este joven, lo descoloca, fue un cristal visualizado en lo más infinito de las profundidades, esta fue la reflexión del joven temor,sí ! ese era el apodo de este estrambótico personaje que emerge ahora con nosotros y que nos llevara a sentir que hay algo que puede mover masas, civilizaciones, gobiernos, creencias religiosas, etc.


No tengo que escribir mucho para hacerles entender que ocurrió, quizas ya lo descubrieron, él joven temor se enamoró, nunca había vivdo algo así. Su frialdad por la vida y las pocas ganas de ver con ojos distinto lo que había a su alrededor impedían sentir algo por una persona, sin embargo esto fue distinto, su rostro, su cabello, sus labios, sonrisa y la mirada cercana de Michelle y religiosa en sentido romántico hacen volver loco de amor al joven temor.

No hay mucho espacio para relatarles más de esta historia, en todo caso la vida del joven temor cambio por completo; su miedo al escensor fue desapareciendo, esto se provocó con la ayuda de las mágicas manos de Michelle. Bella y encantandora, Michelle invita a su departamento al joven temor, este no se le resistía, sabiendo los riegos de su fobia por el ascensor ygual se decide a visitarla.

Al llegar al departamento de Michelle, se baja del taxi y la ve a ella, hermosa, angelical. Se saludan y en el momento de llegar al ascensor, el joven temor sudaba, él le confidencio su miedo a Michelle y le habla de la caja - Nombre el cual le otorgaba al ascensor -, ella sonríe y le da mucha confianza, lo toma de la mano y saca de una mesa ubicada en el pasillo del edificio un papel amarillo - Este papel sería la visión que intuyo el joven temor al encontrar hojas amarillas en un baúl de su hogar -, el papel lo posa sobre el rostro del joven para así impedir la vista, acaricia su mano y lo lleva lentamente al ascensor, cuando faltaban solo centimetros para encontrarse con el unicornio del protagonista, el joven temor no aguantaba su espanto y gritó no lo voy a lograr !, ella grita tambien y dice confías en mí ! , él contesta sí !, Michelle dice: Vas a dar el paso junto conmigo y superaras este miedo que solo es inseguridad de un momento poco afortunado en tu vida, ella da un paso y otro, finalmente logran cruzar esa linea de fuego para el joven temor, se cierran las puertas del ascensor y joven temor se vuelve otra persona, comienza a reír y a entender que todo esto era mentira, nunca este ascensor le iba hacer daño.

El joven temor fue feliz con Michelle, no se casaron pero si tuvieron una relación que lo hizo aprender de la vida y a entender que para vencer y conseguir cosas importantes en el tiempo terrenal, hay que enfrentarse a los temores y no dudar en arriesgarse, de otra forma nunca sabras si realmente lo podrias haber conseguido.



PD: " TU VIDA ES COLOR, ES SAGRADO, HAS DE ELLA ALGO HERMOSO Y NO PIERDAS EL TIEMPO EN TEMORES MENTIROSOS "

Marcelo Rojas Martínez.


había algo diferente en el aire. Con paso seguro se dirigió a la entrada de aquella detestada caja y, sin dudarlo, oprimió el botón para subir hacia un piso no determinado. El se desplazaba como siguiendo una orden superior e imperativa, a la cual no era capaz de decir que no....
Su dedo toca, imperceptiblemente, el botón de llamado, cuando -como un rayo- se abre la puerta plateada, ingresa con paso seguro, se observa en los espejos y gira. Cierra los ojos, como elevando una oración al altísimo. De pronto siente un aroma conocido, casi olvidado. Abre los ojos y encuentra frente a él un rostro moreno, sonriéndole. Se abrazan y se diluyen tomados de la mano, justo cuando el ascensor se detiene en el piso 37.....

Jeannette Alvarado Serón


Sin embargo ese día, el de sus cumpleaños, decidió hacer algo distinto, cambiar, salir de la maldita rutina que lo estaba matando. Al llegar al edificio de su oficina, sin pensarlo, se dirigio hacia las escaleras, pero algo lo detuvo de golpe, una hermosa mujer esperando el ascensor, pensó que era el momento para hacer algo distinto y decidio seguirla, el ascensor se abrió, ella entró, él entró, ella apretó el botón "6", él no apretó ninguno, el asencor siguió su cursó, se abrieron las puertas en el piso "6", el bajó, ella bajó, él ahi recién se dió cuenta de que había andado en ascensor, la hermosa mujer había logrado que su fobia desapareciera. Se dió por conforme, algo en su vida ya había cambiado.


rosario


Ese día, sin embargo, se sentía tan abstraído conversando con Macarena (había algo en su voz , algo en sus ojos , en el suave movimiento de su cuerpo enviándole sutiles mensajes de apareo... su cercanía lo había hipnotizado por completo ) que se encontró de pronto atrapado en esa caja metálica a punto de cerrarse como una tumba , darse cuenta y lanzar un grito fueron dos hechos simultáneos. En un acto casi reflejo él se arrojó con
maletín y todo hacia la salida. Nunca los segundos habían sido tan largos.
Vio su propia mano huesuda pasar frente a sus ojos. Sintió el crujir de sus vértebras sorprendidas con la brusquedad del movimiento. Quiso que los músculos de sus piernas reaccionaran más aprisa aún. Se sintió formando parte de otra dimensión ,en la cual él podía verse a sí mismo moviéndose muy
lentamente, abriendo la boca para dejar salir ese grito aterrador, sentía como las gotas de sudor brotaban y resbalaban parsimoniosamente por sus
sienes. Se preguntaba qué era aquello. Por qué podía verse flotando en el aire rodeado de una extraña aureola blanca y arrojándose contra las puertas
del ascensor así, en cámara lenta, como había visto muchas veces imágenes de películas. Entre el pánico y la extrañeza , se dio cuenta que ya no habría ninguna posibilidad de conquistar a Macarena, ella caía golpeándose muy lentamente la cabeza en una de las paredes del ascensor. Casi no le importó. Lo único importante era salir de allí. Salvar su vida a como diera lugar. Evitar que aquel monstruo lo encerrara en sus fauces metálicas y casi estaba a punto de lograrlo cuando escucha la estruendosa alarma del teléfono celular que había dejado programado para sonar a las siete de la mañana.¡ Uf! Había despertado de aquella pesadilla.

Jenny Fuentes


Ese dia Horacio debia cumplir la apuesta. Era el dia y la hora señalada. Horacio se encuentra al pie del edificio más alto de la ciudad. Allá arriba, en el piso 50 está alguien para constatar que llegue las "diez veces" tal como señala la apuesta. Abajo, con el, está otro de sus "amigos" para atestiguar también su valor.
Horacio resignado va a cumplir con su palabra; pues se trata de un tipo honesto, amigo de sus amigos. En su interior preferiría no hacerlo; sin embargo es demasiado tarde para desistir. De lo contrario siente que perderia el respeto de ellos y lo que es peor, el respeto por si mismo. La fobia, su temor excesivo, inevitablemente le ha ido royendo la capacidad de autodeterminarse. Perfectamente pudo evitar este trance que para el resto no pasa de ser algo nada más que divertido.
Horacio esta presionando el botón del elevador para subir. En estos momentos está experimentando sentimientos encontrados: temor, rabia, injusticia, tristeza, despecho, desolación, en fin. El mismo no lo sabe, desea de una vez acabar con este asunto.
Ahora está presionando el botón para subir, sus verdugos estarán aguardandolo cada vez, no podrá escapar.
La espera y luego los ruidos tétricos de esta cosa lo están haciendo sudar. La morbosa lentitud de las puertas para abrirse y luego, una vez adentro el inevitable ruido de las puertas cerrándose como guillotinas. El siente que no ha cometido ningún crimen.
Comienza el ascenso. El elevador se ha detenido un par de veces con los correspondientes guillotineos cortándole el aliento. Al principio va solo, ahora va con otros tres seres humanos que el destino ha designado para compartir el poco oxigeno que el maldito invento lleva. Ellos van subiendo con la tranquilidad que Horacio no posee, que les importa, ellos no pueden adivinar el mar tempestuoso dentro del cuerpo de este hombre , ni pueden escuchar los latidos de su corazon. Mejor! que podrian hacer ellos.
En el piso 31 algo esta a punto de suceder. La esposa de Horacio esta en el piso 31 pero no está sola. Esta en el departamento de Angel, el mejor amigo de su esposo. Están nerviosos, con el natural temor a ser descubiertos. En el lugar reina el silencio, la tensión mezclada con el excitamiento de ver consumado su plan.
Horacio ha llegado arriba, su verdugo en piso 50 es testigo que ha logrado este primer ascenso. Es hora del primer descenso. Ahora Horacio vuelve a sentir el tedio de revivir el martirio, esta vez con el suelo hundiéndose a sus pies y en su imaginación el aparato pendiendo de un mísero cable, sin concebir el edificio. Esta vez, al horror, le sucede la sensación de la nausea, del vacío infernal. En estos momentos está poniendo en duda hasta la amistad. Es el temor más abyecto que ha experimentado alguna vez.
El verdugo de abajo lo está esperando; sin embargo, esta vez lo va a acompañar y está entrando en el ascensor con él. Este "amigo verdugo" está marcando el número 31. Están comenzando el ascenso, el "amigo verdugo" que estaba en el piso 50 ha desaparecido, pues él sabe perfectamente lo que tiene que hacer.
El ascensor se está deteniendo. Este hombre que dice llamarse "su amigo" le ha pedido que lo acompañe al departamento de Angel. Horacio no sospecha nada, Horacio es amigo de sus amigos y aún confía. Horacio se siente aliviado y a la vez culpable de abandonar el ascensor. Se han detenido ante la puerta del departamento de Angel y están tocando el timbre. Horacio nota a su amigo algo nervioso.
Horacio piensa que Angel no está pues se ve todo muy quieto, oscuro. La puerta se empieza a abrir lentamente, casi con la misma morbosidad de las puertas del elevador. Se ve todo oscuro... Dentro de este departamento hay corazones que laten con el mismo estruendo del corazón de Horacio cuando estaba aún dentro del ascensor. En este momento se escucha a coro un feliz cumpleaños y se han encendido todas las luces, se están abriendo botellas de champagne. Todos sus amigos están alli: su esposa, sus compañeros de trabajo, amigos de la universidad, en fin. Horacio abraza a su esposa y está dichoso de tener una esposa que lo adora, amigos que lo consideran y sobre todo de haber abandonado ese amenazante ascensor... A Horacio le ha cruzado un súbito pensamiento: Y ahora cómo hago para evitar usar el elevador cuando esta fiesta se termine?


Consuelo Martinez
California


Ese día, sin embargo...Se encontraba en una situación muy especial. Debía presentarse en una oficina en un sexto piso; el edificio no tenía escaleras. Entonces él pensaba que tal vez podría comunicarse de alguna forma con las personas de la oficina pero, el dilema era que debía además firmar un documento que no podía sacar del lugar. Así estuvo mucho tiempo analizando su situación y pensando como superar el miedo. Veía como todos subían y bajaban, incluso intento entrar al ascensor muchas veces pero el pánico lo hacía salir inmediatamente. Hasta que por fin obtuvo una respuesta; todo era posible de superar usando la imaginación y así comenzó a pensar en cual sería la mejor opción, hasta que finalmente entro al ascensor convencido que ingresaba a una nave especial, un observatorio en el cual era observado a través de los espejos del ascensor y él debía parecer seguro y sereno logrando llegar a su destino o sería eliminado por su incompetencia, y no pertenecería a los elegidos para poblar la nueva tierra. Deseando con muchas fuerzas ser un importante representante de la humanidad llego al sexto piso del ascensor y pudo finalmente superar su miedo


Ximena Teillier


Ese dia sin embargo .......Consulto a la recepcionista del edificio ,por que las escaleras se encontraban como si un tanque hubiese pasado por ellas...
La recepcionista le contesto muy amablemente que se ejecutarian algunos trabajos para reparar,daños y grietas en el cemento
de las mismas........
Noooooooooo¡¡¡¡¡¡¡¡ esas fueron sus palabras---y por cuanto tiempo ?--conmsulto otra vez
9 Mese aproximadamente--contesto la recepcionista
Noooooooooooooo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ --dijo otra vez.........


Al dia siguiente la recepcionista entraba a su turno a las 15:00 hrs y se entero de labios de su colega ....que habian estado algunos bomberos bajando muebles por el costado del edificio..... y que el arrendatario habia decidido marcharse ,ya que 9 Meses
soportando el ascensor ,lo hubiesen vuelto loco........

Jorge Rozas Solis


Ese día, sin embargo...
recibió una breve carta que le indicaba que debía presentarse al mediodía en las oficinas de una empresa multinacional de publicidad y que estaba ubicada en el piso 22 de una elegante torre en un sector exclusivo de la ciudad.
La nota decía; "Es hora que el guerrero entre en combate; 12:00 hrs Oficina 2002 ...." no llevaba firma.
La leyó y sin mas la dejó encima de la mesa de arrimo a la entrada de su departamento y salió a sus quehaceres diarios.
Desde hacia tiempo que estaba trabajando adjunto a una oficina de Abogados amigos, en espera de una mejor oportunidad, desarrollando una labor de relacionador público, pero sus intereses estaban en llegar, algún día, ser un escritor famoso.
Alrededor de las 11:00 de la mañana salió como todos los días a tomar un café a una cafetería cercana a su oficina, era como un ritual, ubicado en su rincón preferido bebía lentamente su café y su mente viajaba por laberintos en donde sus imaginarios personajes vivían las aventuras mas inverosímiles, cuando de repente esta situación fue interrumpida por una conversación de dos jóvenes que estaban frente de él, él tema era intrascendente, pero una frase le gatilló; "... cuando los desafíos aparecen sin que se busquen hay que enfrentarlos sin pensar, porque esa puede ser la oportunidad que estabas esperando, pero yo no creo... pero si tu no lo vez así, acepta el ofrecimiento..." terminaron sus sendos cafés y se fueron.
Germán apagó su cigarrillo, bebió lentamente la soda que quedaba en el vaso se arregló el veston y llamó por celular a la oficina avisando que no regresaría hasta después de almuerzo.
Salió a la calle y tomó un taxi para dirigirse a la dirección señalada en la carta... pensando " esa puede ser la oportunidad que estabas esperando".

Entró a la oficina indicada y quedó paralogizado, sólo atinó decir; ¿Tú?

Gustavo Araneda


Ese día sin embargo, debió pensar precipitadamente sobre su vida, había recibido una llamada en su celular que le mudó el habla y entonces ocurrió lo inesperado, saltó y subió más de prisa que nunca por las escaleras, pero luego su mirada se fijó en aquel vacío que adornaban las enredaderas de fantasía y se devolvió secándose la cara por el sudor que le producía el miedo a desaparecer de allí...el celular volvió a sonar, nuevamente no contestó la llamada y se dirigió al ascensor con ese aire sigiloso que lo mantenía despierto, optó por abrir un maletín que llevaba y así entró al ascensor casi con miedo a sentir ese cosquilleo de nuevo en su estómago.
Pero lo alcanzó de improviso una sombra espantosa que lo bañó de garras sangrientas, acuchillándole el alma, era una mujer hermosa, pudo verla y su capa negra se desprendía como si desapareciera vaporosamente en el poco espacio que había, al soltar su celular expiró lentamente en aquel cuarto turbio encontrándose con los ángeles del Señor.

Moraleja: Hay que vencer el miedo o el miedo te vencerá y te llevará a
cuestas, alejándote de lo que más quieres.

Mónica Araya Galleguillos


Ese día, sin embargo... no pudo evitar entrar a un ascensor. Había salido temprano de su departamento y cuando se encontró en la calle, caminó varias cuadras hasta llegar a un edificio que, sin bien no era viejo, tenía varios años. A primera vista podía verse como el tiempo había hecho su trabajo. Se veían algunas grietas que recorrían gran parte del edificio, la pintura estaba desgastada y habían graffitis dibujados por varias partes, que nadie había intentado borrar. Hacía algún tiempo que habían empezado a hacer remodelaciones dentro del edificio. La entrada, por ejemplo, eran unas de esa puertas automáticas que se abren cuando perciben movimiento. Cuando entró al edificio pudo ver el movimiento que había dentro. Personas que iban de aqui para allá, llevando planos, cargando tablas u otros materiales, otros que estaban sobre escaleras terminando de instalar algún sistema eléctrico.

- Vaya - pensó - espero que haya un lugar para mí. Hay demasiados trabajadores, aún así voy a presentarme ante el dueño, pues no tengo nada que perder. Disculpe, señor...

Un hombre alto, con una expresión algo cansada, de grandes músculos y con movimientos un tanto lentos, se dió media vuelta y lo miró de pies a cabeza. Luego fijó la mirada en su rostro.

- ¿Si?, ¿Qué quiere - Le dijo el trabajador con una voz tan ronca, que parecía sacada de una película de terror.

- Estoy buscandó la oficina del señor Powers - Responió lo más tranquilo que pudo, aunque no podía evitar estar nervioso ante aquella persona.

- En el sexto piso - le repondió - la puerta de su oficina lleva su nombre - Y se giró para volver a sus quehaceres.

Luego de esa pequeña entrevista, se dirigió a las escaleras. Ciertamente no tenía ninguna intensión de subir por el ascensor. Cuando llegó a las escaleras, estas no estaban y, en su lugar, estaban comenzando a instalar una escalera mecánica. Se acercó a uno de los encargados que había ahí para saber que ocurría. El tipo era de su estatura, llevaba un casco puesto y se encontraba trabajando en una mesita donde tenía varios planos y algunos instrumentos de medición. Éste le contó que hacía poco habían terminado de instalar el ascensor, así que ahora desarmaron todas las escaleras para poner de las mecánicas. El único modo de subir o bajar era por el ascensor. No tenía otra opción. Se dirigió al ascensor y, con una mano temblorosa, apenas consiguió presionar el botón. Mientras esperaba a que se abrieran las puertas, se ponía cada vez mas tenso. Un sudor frío recorría su espalda y cuando pensó que lo mejor sería que se fuera, la puerta se abrió. Entró muy lentamente y presionó el número 6. las puertas se cerraron y el ascensor comenzó a subir.

- Respira hondo - se decía a sí mismo - no pasa nada, no hay de que preocuparse.

Poco a poco empezó a sentir que se le acababa el aire. Se soltó un poco la corbata, se desabrochó los dos primeros botones de su camisa y el ascensor aún subía. Parecía que habían pasado horas desde que se subió, pero la verda es que todavía no pasaban ni 30 segundos. Iba en el piso 5... por fin saldría. De pronto se produjo un fuerte remezón y el ascensor se detuvo. El cable que lo sostenía se había comenzado a cortar. Poco a poco cedía más y más, acompañado de un fuerte movimiento Que daba a entender que en cualquier momento el ascensor caería. No había nada que hacer. Él estaba seguro de que era su fin. No sólo se sentía desfallecer por el encierro en que se encontraba, sino que ahora lo embargó un miedo tremendo. Que podía hacer...

Christopher Rybertt


Ese día, sin embargo, el frío en primer lugar y la lluvia posteriormente, le impidieron ser puntal y aunque en muy buena forma estuviera, ya de tanto entrenar, no sería capaz de subir los nueve pares de escaleras para llegar al piso de su trabajo, en un minuto.

Por supuesto que se puso en la deseable situación de que el ascensor estuviera averiado, no cupiera pasajero alguno más o ver que de los números sobre este, el iluminado fuese cualquiera del piso quinto hacia arriba, pues significaría una tardanza más o menos equivalente a lo que él demoraría.
 
Y lo que hacía que llegar tarde se convirtiera en el octavo pecado capital no era el hecho en sí; sucedía que justamente esa mañana el jefe mayor les haría una visita. Sí, ¡espléndido! El día que el frío le obligó a su cuerpo implorar por las mantas que le cobijaban; el día en que la lluvia había atrasado el tráfico y que había formado embotellamientos en las autopistas; precisamente hoy venía el jefe a supervisar. Era como si el clima quisiera completar el cuadro del sentimiento de los empleados con la visita de su jefe.
 
¡Que patéticamente irónico sería que justo hoy llegara tarde! Precisamente, cuando siempre se había caracterizado por su responsabilidad... Sin embargo, si el ascensor estuviera averiado, del piso cinco hacia arriba o rebosado de gente, y aunque este factor le obligara a ser impuntual, estaba seguro que llegaría sonriendo a la oficina. 
 
Pero no sucedió.
 
Entrando por la puerta principal de la empresa ve el ascensor cerrado, marcando el piso cinco: estaba colmado de felicidad. Sin embargo, debía recorrer a lo menos quince pasos hasta la esquina donde se imponían el ascensor en una arista y la escalera en la otra. Y dio dos paso pasos y bajó al piso cuarto. Y parece que nadie lo detuvo, pues avanzó al siguiente piso inferior al compás de sus siguientes dos pasos. Allí fue cuando decidió correr, ¡llegaba tarde! Y cuando ya cantaba victoria, cuando veía aún iluminado el "2" sobre el ascensor, resplandece el indeseado número "1" y se abren las puertas de esa pesadilla. No le quedaba más opción que cumplir con sus pensamientos.
 
Entró. Se arrepintió. Se decidía a salir, no quería estar allí, pero entraron dos compañeros más junto a él que cerraron el ascensor con el botón destinado a ello.
 
Al verlo allí, uno de los hombres le habló sorprendido:
 
-¿Qué haces aquí? ¿Superaste tu fobia a los ascensores?
 
-No. Vamos atrasados. No sé si lo notaste.
 
-Sí. Pero, ¿qué importa? No es tanto. Son las ocho cinco.
 
-Hoy viene el jefe a supervisarnos.
 
-¿Avisó?
 
-Sí.
 
-¡Ah! Entonces no viene. ¿De qué te preocupas?
 
-De que por querer ahorrar tiempo se averíe este aparato con nosotros dentro y pierda mi empleo.
 
-Si sucediera eso nos perdonarían llegar tarde, así que reza para que suceda así.
 
-¡Estás loco!
 
-¿Sufres de claustrofobia?
 
Antes de pronunciar ese "sí" en un suspiro, sonó el tan deseado sonido que avisaba la llegada a su piso.
 
Salieron  de la máquina y notó un detalle en el que jamás había reparado desde el ángulo de las escaleras y que sus compañeros, tal vez impuntuales por costumbre, al parecer, tampoco habían notado. Gracias a su vieje en el ascensor supo que todos los días, en los que no sufría eventualidades como las de hoy, llegaba, no diez minutos más temprano, sino que dieciséis.
 
De haberse percatado antes, se habría ahorrado gran parte de los nervios que se apoderaron de él al no subir por las amigables escaleras que respetaban siempre su paso.
 
Y ¡por cierto! El jefe no llegó. 

Pamela Valenzuela


... era uno de esos estrictamente necesarios, su oración de siempre y un miedo inconfesable le estremecía sus piernas. Frente al ascensor esperaba, trataba de convencerse, ¡Esto es una estupidez, no moriré por esto!, tranquilo, tranquilo. Pero cada vez que el ascensor bajaba, su corazón se aceleraba mas y mas, pensó que quizas le daria un infarto antes de entrar, era preferible, pero tenia que subir, ya habia olvidado la razón, pero sabía que debia hacerlo.
   Cuando ya era hora, respiro profundo y subió, una vez adentro presiono 10, el piso de su destino.   El espacio era pequeño, quizá demasiado, ¿Le alcanzaria el aire? Estaba solo, le alcanzaria.
   En el tercer piso, el ascensor se detuvo, se abrieron sus puertas y su pánico regresó mas fuerte que nunca, queria correr pero era tanta la gente entrando que no pudo salir, se lleno el ascensor. Sabía que ahora no le alcanzaria el aire, su corazón se aceleraba, se acaloraba, miedo, mucho miedo, mi corazon late menos, y menos, se me acaba el aire, una puntada en el pecho, ya no respiro. Tenia razón, no debia subir.

Daniela Gutierrez


Ese día, sin embargo...debía dirigirse a una reunión muy importante en un céntrico edificio capitalino, reunión que le permitiría ascender de puesto, lo que siempre había soñado: La gerencia de Marketing de las poderosas empresas San Román.

Debido a las circunstancias, era imposible evitar los ascensores. El miedo atávico debía ser controlado por su mente. Todo lo que alguna vez soñó dependía de una nueva actitud ante las máquinas de lata del mundo feliz.

Gabriel, mientras viajaba en el trasporte, se concentro única y exclusivamente en su miedo, repetía constantemente, a cada instante, a cada segundo: Subiré tranquilo, nada malo pasara, todo está muy bien. Dios puso está oportunidad no debo desaprovecharla. Todo saldrá bien. Seré ascendido. Mientras controlaba su respiración, inspiraba aire lentamente y pausadamente.

Llegaba la hora, entró al edificio, marcó llamando al aparato, el lector marcaba piso 24, 23, 22, 21, 20, 19, 18, 17,16,15,14,13,y finalmente las puertas se abrieron. Ahí estaba frente a sus ojos, podía verse en los espejos del ascensor, pálido, sudoroso, valiente. Su corazón comenzó a latir, bombeaba a mil por hora, “tranquilo” repetía  en voz baja. Subió rápidamente, sin mayor trámite. Detrás dos jóvenes conversaban animadamente, una joven de lindos ojos azules y pelo oscuro, le miraba fijamente. Cuatro pasajeros en el viaje al éxito. El lector marcaba 7, y subió una señora de bastante edad, 12 el pasajero lana de aspecto descuidado. Su destino demoraba. Piso 13, repentinamente la máquina se detuvo. Un sudor gélido recorrió su cuerpo, su mente comenzaba a descontrolarse, imágenes iban y venían de un modo grosero. No es posible, pensaba Gabriel, que destino más cruel. Su cuerpo no era capaz de mantenerse en pie, sus ojos estallaron en lagrimas, sus compañeros de viaje, no sabían que hacer co él. Los jóvenes, tomaron sus manos, limpiaron su cara, suministraron agua, mientras el desperfecto se reparaba: Y le decían: Esto sólo es un mal momento que pasará y luego continuarás tu camino y harás todo lo que tenías planificado. Era como escucharse a sí mismo, repitiéndose frases plácidas y tranquilizadoras. Sintió movimientos, ruidos y luego comenzaron a subir nuevamente, llegando al piso 27, sus destino, bajó y les dio un abrazo fraterno, sus ojos aún llorosos, les miraba fijamente, les agradeció el gesto misericordioso.

Estaba frente a la imponente puerta de madera  y un letrero especificaba “Gerencias Empresas San Román”. Gabriel, se miró a sí mismo un instante, sonrió y camino muy seguro al hall de entrada. Lo había Logrado.

 Monica Sarmiento Fredes


Ese día, sin embargo... decidió que tenía que encarar sus miedos de una vez por todas. Ahí, parado frente a su mayor fobia, de espaldas a la consulta de su médico, con los exámenes en mano y con las órdenes médicas para comenzar su tratamiento, pensaba en tantas cosas que no había realizado en su vida, como saltar en paracaídas, tirarse del Puente Malloco en benji, comprarse una moto, etc.

Con su enemigo de frente, recapacitando en todo lo que evitó por miedo a morir, por temor a sufrir algún accidente, por sus tontos temores…Ahora que le quedaba poco por vivir, decidió que enfrentaría su máximo pavor, dio dos pasos, apretó el botó y llamó el ascensor, cuando se abrieron las puertas frente a él…tomó aire, se animó , dio un paso y las puertas se cerraron frente a sus temerosos ojos, no alcanzado a subir, dio vuelto y casi corriendo se dirigió a las escaleras de emergencias.Pensaba en lo que había sucedido, no entendía nada, cuando sintió un estrepitoso golpe¡Había caído el ascensor!.

El bajando por las escaleras sonrió, había salido de la consulta con un gran peso en sus espaldas por este repentina enfermedad. Había decidido que iba a enfrentar sus temores, pero la suerte cambió y finalmente llegó a la salida del edificio con una gran esperanza, luchar por vivir… el ascensor se encargó de enseñarles a no dejarse morir antes de tiempo.

Valeria Torres


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