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La Historia inconclusa

Continúe usted con la historia.



EL VIAJE EN AUTOBUS

 

La madrugada estaba fría y se notaba nublada. Cosa curiosa porque cuando está nublado la temperatura suele ser más bien agradable. Pero, hacía frío y levantó la solapa de su chaqueta para abrigarse mejor el cuello. El vapor salía de su boca como una gran fumarola. Se mantuvo en movimiento para entrar en calor. Hasta que llegó el micro que esperaba desde hacía, por lo menos, treinta y cinco minutos.
El micro apareció de entre las sombras matutinas, alumbrando hacia la oscuridad con sus dos potentes focos amarillos. Lo detuvo. Subió a éste por la puerta delantera como es habitual y pagó su boleto.
El micro venía vacío. Ni un alma ocupaba, a esa hora, aquellos rodantes y enormes fierros públicos.
El chofer cerró la puerta, metió el cambio y aceleró para continuar su recorrido. Las luces interiores del micro iban encendidas y por eso no podía distinguirse lo de afuera a través de las ventanas.
Entonces se sentó justo en medio del micro y, como hacía frío, se arregló el cuello de su chaqueta. Así se fue sentado como único pasajero, con las manos en los bolsillos, pensando en una y mil cosas domésticas.

 
Usted puede continuar esta historia escribiendo lo que sigue en la vida de este personaje. Puede hacerlo partiendo desde el texto del principio (arriba) o simplemente continuando la historia total. Le deseamos suerte y que se entretenga ejercitando su imaginación. Los textos serán publicados en esta misma página.  

 

Envíe su historia a : webmaster@escritores.cl


La micro seguía su recorrido y a los pocos minutos iba lleno de trabajadores y escolares. Pero él iba tan enfrascado en sus pensamientos que sólo se inmutó a mirar quién se había sentado a su lado. Era un estudiante, seguramente de 4º o 3º medio, con un aspecto bastante chulo. Llevaba una colita en la parte posterio de su cabeza, teñida de rubio, y un mecho al lado izquierdo de su cabeza rapada. Él no podía creer que los liceos de ahora permitiesen tales cosas, esos mechones tan asqueros y ordinarios que usanban los jóvenes, que le causaba una gran repulsión y criticó a aquel joven,el cual se defendía diciendole que era un viejo anticuado, a tal punto que ya casi era una pelea. Los dos se bajaron en el mismo lugar y el hombre, con una corta pluma, le cortó aquel mechon que tanto odio lo hacía sentir. El joven, al darse cuenta lo golpeó ferozmente en la cara y lo dejó pasmado en la acera. El hombre estaba enfurecido, pero al darse cuenta que aún tenía aquel mechón en la mano, se largo a reír descontroladamente. Al rato, aunque aún eufórico, se levanto y siguió su camino a la oficina de trabajo; pero sentía tanta adrenalina en su sangre que prefirio no ir, y se fue corriendo y saltando hasta la plaza, la cual estaba vacía a aquellas horas, haciendo peligrosas maniobras. Luego de un tiempo cayó sobre el pasto y se sintió deprimido y triste; su vida no tenía sentido, no tenia a nadie a quién amar, había perdido su empleo (por faltar), no tenía dinero, ni siquiera tenía casa propia( de hecho vivía de allegado). Además, con su adicción a la marihuana, no había nada que hacer. Penso que si no hubiese fumado aquel pito en el paradero, no hubiese terminado así, quizás hubiese logrado rehabilitarse, ahorrar y encontrar al amor de su vida. Pero él, que tenía estudios mínimos, sabía que con su curriculum no iba a llegar muy lejos ( era la 8va vez que perdía el empleo por su descontrol), y decidió terminar su vida ahogándose en la plazoleta. Cuando ya se estaba asfixiando, se despertó de este horrible sueño que lo hizo reflexionar a cerca de su vida. Pero aquellas reflexiones no sirvieron de mucho, solo se dijo a sí mismom que nunca fumaría un pito antes de ir a trabajar.

Coté


Entonces se sentó justo en medio del micro y, como hacía frío, se arregló el cuello de su chaqueta,

************************************************************

capeando en parte, el chiflón de viento que entraba por el vidrio que le faltaba a la ventana.

Extraño y peculiar pasajero éste!

Habiendo tanto asiento desocupado, prefería aguantar el aire helado en su cara, que pararse y cambiar de lugar...

Mmmmm

Bueno, de todos modos el escaso tránsito y mi innata habilidad para dominar mi vieja pero querida máquina, han hecho de este viaje, un corto recorrido.

Frene el micro, detuve el motor y al mirar por el gran espejo retrovisor que está sobre mi cabeza, pude observar que mi peculiar pasajero, estaba inclinado hacia un lado y su rostro dejaba notar, la falta de muchas noches de sueño reparador...

Amigo mío! Despierte!

Ya llegamos al paradero...

Bien, ahora mientras espero mi próxima salida y aprovechando la ausencia de Don Francisco, usaré su computador para seguir completando mi singular y rara historia.

Gerardo Pinochet


La madrugada estaba fría y se notaba nublada. ella iba atrasada, sus zapatos negros y con
barro le hacían pensar que seria un día difícil y largo. su bufanda color cafe cubría hasta su nariz, haciéndole recordar los viejos leños en la hoguera de la noche anterior. se sentía sola y algo cansada de su vida diaria, solo la mantenía en pie un antiguo romance, con un desconocido de su misma tierra.

El frio y la niebla eran cada vez mas intensa, las pequeñas gotas de roció le hacían hacer algo agradable ese momento en el paradero. Con solo cinco minutos de espera ella recuerda el olor a tabaco de aquel hombre que un día la hizo gemir y conocer el sudor de un hombre fuerte.

La neblina cada vez mas intensa y las curvas de ripio hacían mas difícil la conducción del micro. sus dos potentes focos amarillos ya no funcionaban bien, mas en una curva el chofer pierde el control y su rodantes y enormes fierros públicos se arremeten contra el paradero donde estaba ella....acordándose de el.

El chofer desesperado detiene el micro, y bajan ambos donde la desesperación y confusión por la neblina vuelve loco al chofer, mientras tanto el queda perplejo al darse cuenta que es ella, único amor, la del amor de un día. Ella aun algo conciente le dice “amor, porque me vienes a buscar en estos momentos de mi adiós, espere tanto tiempo por ti”, un leve gemido sale de ella, y su ultimo respiro también. el cierra sus ojos y le retira la bufanda color cafe, esos aromas jamás lo puede olvidar dice el.

Quedó triste en la carretera mirando al cielo, por su dolor, tratando de pedir alguna explicación, la bufanda se mueve con el viento helado de esa mañana, una leve voz de decía al oído, "yo sabia que hoy seria un día difícil y largo".

.

Lo esencial es invisible a los ojos...solo lo vez con el corazon

Rafael Gonzalez Perez


La monotonia del riudo del motor, el contraste entre el frio y el desamparo que sentia afuera, en la calle, con la calida sensacion de abrigo y seguridad que sentia ahora en el interior del vehiculo; asimismo la agradable sensacion de triunfo que habia experimentado cuando habia visto la micro acercarse despues de tan prolongada espera y mas aun sabiendo que permaneceria aqui sentado en el bus por lo menos, los proximos cuarenta minutos, lo hicieron relajarse al punto de visualizar su propia vida con objetividad.

Sin proponerselo se encontro a solas con sus pensamientos. Diferentes pasajes de su vida desfilaron por su mente y se agolparon en ella a una velocidad vertiginosa pero sin que tanta idea junta lo hicieran sentirse presionado. Estos pensamientos fluyeron espontaneamente y se fueron acomodando, desfragmentando hasta convertirse en formas e ideas mas precisas. Todas estas visiones venian gratamente a su mente como un concierto de musica suave. Algunos recuerdos amargos tambien se le presentaron pero los desechaba inconcientemente con un parpadeo. Cuando esto sucedia sutilmente fijaba la vista en otro punto y continuaba con su ensonacion.

Penso en su familia, penso en su suerte, penso en su ninez, en su vida afectiva e incluso se proyecto a futuro. Se sentia optimista. Le gustaba la idea de haber sido capaz de levantarse tan temprano y penso en hacerlo mas a menudo. Se lleno de buenos propositos. Hoy debia estar positivo pues desde ahora su vida ya no iba a ser la misma.

Saturado ya de suenos y cavilaciones volvio a la realidad, miro a su alrededor y se percato de que ya no estaba solo. Ahora habia bastante mas personas alli, cada uno absorto en sus propios pensamientos. El deseo sinceramente que todos ellos, incluyendo al chofer, tuvieran un golpe de suerte como el. El lleva el boleto ganador de la loteria en el bolsillo interior de su chaqueta, el se dirige a cobrar el premio mayor.


Consuelo Martinez

California


Al cabo de unos minutos comenzó a reflexionar sobre su vida, iba camino a un trabajo que no le satisfacía, aburrido de la rutina diaria, toda su vida había hecho lo que era correcto, pero en este minuto, particularmente en esta fría mañana de julio decidió que su vida cambiaría, que las cosas tomarían un rumbo inesperado, que finalmente despertaría de este desesperado sueño que indicaba el estigma de su pasado, llegar a ser como su padre, despertar un día teniendo 50 años y saber que hiciste lo que todos asimilaban como correcto, pero al fin y al cabo una vida desperdiciada, un vil personaje del teatro de la vida que jamás hizo lo que quiso, que no logró cumplir con sus sueños.
Como un torbellino, sintió un breve temblor en el asiento de la micro, el conductor había desaparecido, el vehículo se elevaba del suelo dando piruetas a una distancia moderada del suelo, no había gente, ni vida a su alrededor, de repente comenzó a elevarse hacia el infinito, llegando a un paraíso celestial, en medio de la nubes se encontraba un valle perdido en el tiempo, suntuosos templos, vegetación por doquier, gente feliz corriendo, saltando, haciendo lo que nadie esperaba que hicieran, la micro paró, algo asustado, pero lleno de entusiasmo, se bajó del milagroso transporte.

Qué este lugar?- preguntó a la primera criatura que observó al comenzar la marcha

Este lugar representa tus sueños - le dijo - aquí eres libre de ser lo que quieras ser, de realizar tus más recónditos deseos, en compañía de todos lo que aquí habitan y tienes una ventaja, este lugar es gratis y puedes recurrir a él cuando lo necesites..

Cómo es eso posible?- preguntó extasiado

Este lugar se encuentra dentro de ti, y es accesible para quien tenga esperanza y amor en su corazón, para quien no a olvidado la magia de la vida y hoy haz tenido la suerte de reencontrarla..

Todo se nubló, sintió el contacto de un frío metal en su frente, acaba de despertar bruscamente golpeándose contra el asiento delantero, la micro hacía la parada en el lugar en que él debía bajarse. Pronto comprendió que todo había sido un sueño, pero antes de poder moverse de su asiento supo que no lo era, que por primera vez en su vida estaba despertando, ese lugar que por breves segundos había visitado estaba dentro de él y dependía de el encontrar su paz y equilibrio en la vida, decidió finalmente bajarse de la micro, pero ya ni siquiera sintiendo frío, con una enorme sonrisa y una alegría profunda en su corazón, por fin había despertado!

Catalina.


De pronto, el autobús se detuvo, y una misteriosa mujer de abrigo negro largo , muy alta , rubia pues entre medio de la solapa se dibujaba un pequeño mechón.Buenas Noches, gracias por parar, es mi obligación fue la respuesta del chófer.
La mujer se sentó en el primer asiento, y más bien parecía una estatua de piedra.
Cinco minutos después se paró y dijo ,¿me puede parar?.
El chofer abrió la puerta y la mujer descendió rápidamente.
Nuestro hombre , se subió rápidamente el cuello de su abrigo y le pidió al chofer que parara, se bajó y sin pensar dos vences corrió hacia la mujer enigmática, no la encontró , pero si en ese lugar había un anciano que leía un diario.¿Señor, le preguntó?, si que necesita? le respondió el anciano, solo quería saber si vio pasar una dama de negro.
El hombre lo miró con una sonrisa enigmática, y tan sólo dijo, otra vez la finada salió en busca de incautos , parece que nunca se conformará con la idea de que está muerta.
Nuestro protagonista , se despidió , pero no conforme con la respuesta del anciano, hizo lo mismo varias noches , con el fin de volver a encontrarse con la mujer.
La misma micro, el mismo chofer pasaron por su mente ese día. De pronto sintió en su brazo la mano de alguien, que lo moví´pía sin parar.Despierta Ricardo, es tarde , vas a llegar tarde al paradero, y esta vez si que te echarán de tu trabajo.
Ricardo se despertó sobresaltado, miró la cara conocida de su mujer, y sólo exclamó, me parece que estoy muy cansado vieja, hoy le diré a don Patricio que me dé un descanso, para poder dormir lo que necesito.
Se despidió de su mujer y ella al darle un beso en su cara le dijo ¿ Ernesto dime la verdad , esa mujer que mencionas en tus sueños , es tu amante? el la miró con una expresión
que iluminaba su rostro, y tan sólo dijo, no te preocupes mujer, es tan sólo un sueño, pero no te puedo negar que me hubiera gustado haberla conocido.

Estela Socías M.


Así se fue sentado como único pasajero, con las manos en los bolsillos, pensando en una y mil cosas domésticas...

...La micro seguía su camino, y, aunque aún no podía distinguirse el paisaje por las ventanas, podía ver como aquellas siluetas borrosas pasaban lentamente. Normalmente una micro andaría más rápido - pensó -, pero esta se tomaba su tiempo. Si seguía así, llegaría tarde al trabajo. Se puso de pie y se acercó al chofer...

- Disculpe - le dijo al chofer - ¿Podría, por favor, ir un poco más a prisa?, llegaré tarde al trabajo.

El chofer de la micro parecía estar ignorandolo por completo. Seguía manejando como si nada.

- Que curioso que la micro vaya tan vacía, ¿no cree?. Normalmente estaría llena con toda la gente que debe ir a su trabajo.

El chofer no ponía atención a sus palabras y eso le causó molestia. ¿Por qué no lo escucharía?, ¿Por qué lo estaba ignorando?

- ¿Sabe qué? - dijo con un tono enfadado - mejor detenga la micro. Me bajaré aquí.

Nada... Al chofer no parecía importarle que su único pasajero quisiera bajarle.

- Oiga!!, detenga la micro inmediatamente.

El chofer no obedecía y él se empezó a impacientar. Entonces sintió como un escalofrío recorría su espalda y la deseperación lo empezó a invadir. Corrió hacia la puerta y trató de abrirla, pero por más que la forzaba, no pudo moverla ni un centímetro. Se volvió hacia el chofer, el cual, lentamente, estiró la mano y presionó un botón. Las luces se apagaron. Por la ventanas pudo ver que ya no estaban en la ciudad. Afuera había un gigantesco desierto, y ya no era de día. Afuera, una inmensa luna, color sangre, iluminaba el solitario paisaje. La desesperación que sentía se convirtió en miedo...

- DETENGASE!!! - Le gritó al chofer -. Si no se detiene...

El chofer giró muy despacio su cabeza, y lo miró directamente a sus ojos. Eran unos ojos de un negro tan intenso y una mirada tan profunda y escalofriante, que acobardaría al más valiente de entre todos los valientes. Desvió la mirada rapidamente, como por un reflejo causado por el miedo, y cuando volvió a ver, el chofer ya no estaba. La micro iba a la deriva sin nadie que la manejara. Intentó pisar el freno pero este no funcionaba. El volante no respondía, ni el botón para la puerta. La velocidad iba aumentando. Corrió hacia la mitad de la micro y cogió el martillo que había en la pared. Rompió la ventana y saltó. Pero no había suelo, sólo la nada... El despertador sonó.

La madrugada estaba fría y se notaba nublada. Cosa curiosa porque cuando está nublado la temperatura suele ser más bien agradable...

Christopher Rybertt


Esperaba la micro ansioso, mirando compulsivo su reloj, atrasado en cinco minutos. La niebla le caía sobre los hombros, el cuello alargado, las orejas grandes, como un balde de agua fría, congelándole la cabeza, las canas, las cejas, el cuerpo entero.
El paradero era una selva de escolares y oficinistas, emplazado a miles de kilometros del centro de la ciudad, en una población cualquiera, de calles abruptamente rotas, erosionadas, prominentes basurales en las esquinas, perros durmiendo bajo el paradero. Más allá, una paloma muerta y fecas de caballo. Él sentíase agobiado. Desplazaba la vista de arriba hacia abajo, pensaba en por qué no lustró los zapatos como lo hace siempre, pensó en el arroz recocido que llevaba en su bolso obrero, el cual había sido preparado con tanta dedicación por su esposa la noche anterior, como preámbulo de ese amor mal hecho, incompleto, aburrido, pensando en sus deudas, en los muertos de su familia, en la portada de las últimas noticias. Durante ese lapsus, en el cual la micro ausente se volvía una ilusión óptica por la neblina y las distancias, habíase quedado observando las piernas de una secretaria joven que tomaba la mano de su novio. Piernas rectas, gruesas, lampiñas, cubiertas de una sedosa panty media negra. Esto le parecía infinitamente sensual, más que las piernas de su señora, claro, peludas, con varices, gordas.
LLega la micro. Los citadinos se apiñan en el borde de la calzada, se empujan, se gritan y menosprecian con miradas odiosas y asesinas. Él, casi resignado, se adelanta por entre unos púberes desordenados y atorrantes. Se abren las puertas, el chofer mira espantado, emanando tedio y cólera, cortando boletos sistematicamente mientras en el interior, los asientos se copan rapidamente de pasajeros, mientras suena el programa de Julio Videla, mientras el halito de las personas empaña de sudor y sopor los vidrios, nublando la vista, dejando ajeno el exterior. Él, una vez arriba, con menos frío pero más desesperado, se acomoda al final de la extensa fila de pasajeros que no alcanzaron a sentarse "-viejas guevonas flojas...están sentadas todo el día y no pueden tener el culo parado por una hora", se decía. A su lado, una anciano sin dientes, que jadeaba y tosía, envuelto en una bufanda sucia y una parka espacial. A su diestra, la secretaria de las piernas sensuales, sujetándose del fierro, posando su vientre plano sobre los hombros de su novio, moviendo las piernas, rosando las de éste pasajero excitado y perverso, casi morboso. "Está buena", pensó. Hubiese querido decirselo, pero eso traería graves consecuencias. Fijó la vista en los vidrios empañados y difuminó el vapor con sus dedos, escribiendo su nombre "Juan". Avanzaba la micro, lenta, estacionándose en cada esquina, recogiendo pasajeros. Juan se había dormido, chocaba con sus pares....
Un frenar abrupto y violento desencajó a los pasajeros de sus puestos, dejándolos caer sobre los otros, como bultos pesados. Se oyeron gritos y garabatos desde el fondo:"¡ya po viejo guevón, apura la carroza!". Adelante, el chofer abría las puertas de su máquina vital. Se suben dos obreros, uno más joven que el otro. El veterano alcanza a poner sus dos pies sobre la pisadera. Juan sigue imaginando fantasías con la secretaria, y con la rubia de mas allá, la que está sentada al lado de una anciana; y a la otra mujer que se ha maquillado durante todo el camino y que se ha dejado los pómulos manchados de rimel; todas le parecen interesantes, distintas a la mujer que ve, manosea, grita y besa todos los días al llegar del trabajo. El chofer acelera la micro, sube la música, salta el autobus tras montar un lomo de toro: Un grito ensordecedor...
"Algo pasa", pensó Juan, mientras le miraba el escote a la secretaria que tenía bajo suyo...

Tatiana Leiva.


Cuantos problemas -pensaba- y tan pocas soluciones. Tan difícil el andar del ser humano, tan arduo camino recorrido por generaciones y generaciones de seres que solo buscan una cosa, el saber el por qué de todo esto.

Y que es lo más cercano, que es lo que nos entrega atisbos sobre esa verdadera realidad, ese es el amor. El amor es lo que mueve montañas, dicen algunos. Y mi corazón es como una montaña, es como una gran deformidad terrestre, es un punto en el cual algo se hace notar, en el cual se crea algo majestuoso, algo impensable de producir, ese es mi corazón.
¿Pero ahora que recuerdo?, ¡Yo no tengo corazón!. El mío fue destruido, fue tirado por algún lugar, fue hecho desaparecer.

Ella, ella lo hizo. -emitiendo el debido liquido lubricante por los ojos cerrados-

Ella nunca me quiso, ella jamás me acerco a la luz, a la verdad, ella nunca me hizo sentir eterno. Ella simplemente se detenía a decir: tal vez.

Ella con sus ojos me cautivó, con sus labios me acomodó y me hizo suspirar hasta quedar asfixiado, con su ternura me envolvió, me vistió nuevamente de niño, me hizo empequeñecerme y volverme simple, tan simple como un infante feliz.

Ahora no puedo regresar y cambiar lo que ha pasado. Sólo me queda ir hacía algún lugar, seguir incomodo en este asiento hacia algún desconocido lugar. Solo, sin poder manejar mi propio andar, siendo susceptible a tantos y tantos sucesos que ya me han golpeado y que en el futuro me harán mucho más daño.
¿Y que puedo hacer?, Nada. Nada puedo hacer, mi vida quedó condenada en el momento en que pagué mi pasaje, y me entregaron el boleto. En este boleto solo dice un par de cosas, "la muerte te espera", y "No hay devolución".

Y lo peor de toda esta situación, es que a mí me tocó viajar solo. Solo.

En momentos el conductor detiene el microbús, y grita: "¡Terminal, todos bajan!".

Horacius.


El chofer cerró la puerta, metió el cambio y aceleró para continuar su recorrido. Las luces interiores del micro iban encendidas y por eso no podía distinguirse lo de afuera a través de las ventanas.

Entonces se sentó justo en medio del micro y, como hacía frío, se arregló el cuello de su chaqueta. Así se fue sentado como único pasajero, con las manos en los bolsillos, pensando en una y mil cosas domésticas. Quizás domésticas para él, un ser de pensamiento ágil, imparable, un constructor de escenarios. Para otros, un torbellino que desborda sus cabezas.

Entre lo que lograba y no lograba ver más allá de los hipócritas cristales que contienen a las almas que día a día se trasvasijan de un lugar a otro en la ciudad, captaba elementos disímiles, pero característicos de un mundo en crisis. Más allá del hálito opacante, vislumbraba lo que algunos señalan como simple falta de esfuerzo y laxitud. Pobreza, así es como la llaman.En la parada 33 abordaron personas de figuras lacias, decaídas, de sombra bajo los ojos, somnolientos, y también afectados por el frío de aquella mañana. Observó uno a uno a los participes del concierto de fierros quejumbrosos, andante de las sendas citadinas.

Qué dolor, qué carencias raerían aquellas humanidades en su peregrinar por la vida. Y así pensaba, pensaba en el trabajo de aquellos, qué labores y jornadas serían las que así les devoraban; qué sería del motivo que les guiaba en su camino, el que les gritaba, sigue adelante; qué sería del amor en sus vidas. Parada tras parada, las almas de aquellos buscaban refugio temporal en el servil contenedor.

Con el andar, observaba los cambios en la ciudad, cual anillos concéntricos que marcan como fueron las épocas vividas por los árboles, cambios que hablaban de tiempos mejores y peores, mas siempre con muchos espacios sobrecogedores.

Entre pensar y pensar, hubo una detención en el corazón de aquel árbol. Un espejo de edificio, de aquellos que nos mienten sobre desarrollo y modernidad, le mostró más allá del autobús, más allá de los hipócritas cristales, más allá del hálito opacante, en un anillo al centro del árbol, otra alma que no se había, hasta el momento, detenido a analizar: él.

Mariano Muñoz C.


Pero repentinamente algo cambió, los pensamientos domésticos fueron tornándose etéreos, abstractos. El micro ya no era la máquina sucia y ruidosa que lo transportaba a diario a su trabajo, era mas que eso, era como un artilugio que lo suspendía en el tiempo y en el espacio, desde el momento que el chofer cerraba las puertas era como entregarse al azar del destino e imaginar donde lo llevaría, a que momento, donde aparecería cuando se abrieran las puertas.

Entregándose a esta nueva lógica entonces ya sus preocupaciones no eran tan inmediatas ya no solo debía ceñirse la solapa de la chaqueta para capear el frío que lo agobiaba, sería aquella gruesa chaqueta el atuendo mas apropiado para el lugar y el momento en el que llegaría?

Repentinamente un murmullo interrumpió sus cavilaciones, no era el único pasajero, un anciano sentado en el último rincón y acurrucado contra la ventana parecía conversar consigo mismo. O desilusión, era un anciano que por su atuendo claramente provenía del mismo mundo y tiempo que él, también se cubría por un grueso sobretodo gris, también exhalabavapor por su boca y lo mas indignante, también tenía la actitud del que se dirige a su trabajo sin mas esperanza que tener un día sin sobresaltos y que termine lo mas pronto posible.

Extrañamente le pareció que el viaje se había alargado mas de la cuenta, lo que habitualmente le tomaba 45 minutos ahora le parecían horas, aún no podía distinguir nada por las ventanas así que no podía ver si estaba o no cerca de su paradero, pero no importaba algo lo hacía volver a sus fantasías espacio-temporales y pensaba en donde se abriría la puerta del micro para él, ese sería su destino. Cuando menos se lo esperaba el anciano de un extraño aspecto familiar lo increpa y le dice- ¿y tu no piensas bajarte de una buena vez?- bueno es que aún no tengo claro cual es mi paradero, el anciano ríe como sabiendo perfectamente de que le hablaba apunta hacia la puerta como diciéndole que debía bajarse en ese momento, velozmente corre hacia la puerta, solicita la parada y se dispone a bajar pero antes de hacerlo voltea hacia el anciano y le dice -…pero como sabe usted que acá debo bajarme. El anciano se levanta del asiento como preparándose a bajar también y le dice- porque he pasado mi vida en este micro ida y vuelta, mañana y tarde, gracias a que nunca te decidiste a bajar de él, ésta mi estimado amigo, es una segunda oportunidad.

Alberto Guajardo


No había notado lo distraído que había salido de su departamento...y ahora que tenía un momento de calma lograba detenerse a pensar en las cosas pendientes que había dejado por hacer en él…: para comenzar había olvidado dejar cortada la llave de paso del gas…!qué horror¡ ¡cuánto iba a subir la cuenta este mes!...eso sin tomar en cuenta que aún debía los gastos comunes del mes de Mayo y la casera ya lo tenía chato de tanto recordárselo; luego estaban las toallas húmedas tiradas sobre la cama, eso sería una discusión segura a la noche con Nicole¡¡, OH sí , eso era seguro¡¡, a ella le gustaba el orden y la limpieza total y a él , debía reconocer le ha costado muchísimo acostumbrarse a ese estilo de vida…para ser bien honesto ¡ extraña su desorden –ordenado, -“se sonríe”- dondesabía exactamente la ubicación de cada cosa¡¡ bueno o al menos eso creía…con ella, ya no es lo mismo¡¡. Estaba en estas cavilaciones cuando el autobús da unfrenazo que lolanza a la altura del conductor…como decimos vulgarmente “para saludar al chofer”, se sacudió su abrigo, se acomodó nuevamente su cuello y volvió a su lugar, sin dejar de mirar con rencor al conductor.

Rosa Aguilar


Como todos los días,el joven pasajero esperaba el bus en la misma esquina; le gustaba observar y escuchar a las personas que llegaban, subiendo con él al micro. Este aún no aparecía, mientras la copiosa lluvia comenzaba a colapsar la ciudad; el agua causaba estragos en el cruce, donde los pasivos pasajeros esperaban el triciclo para llegar hasta el llovido y rayado paradero. Con inquietud miró sus acompañantes habituales, un anciano sonriente y una señora gorda y elegante, poniendo atención en su conversación.

El anciano sonriente le dice a la sorprendida señora que le acompaña:

_ Llevo 25 años cruzando con lluvia este paradero; antes era el papá de Luchito el que hacía esta pega, pero murió de Neumonía. Ahora su hijo sigue la tradición.

La pituca dama entonces dice:

- Pero y la Municipalidad que dice?

- Ah! eso es cuento viejo- contesta el anciano desdentado. -Cada vez que se reúnen es para hablar de la millonaria deuda del municipio con los profesores, de la falta de médicos en los consultorios y cuando llegan a los problemas viales, la mitad de los consejales se han retirado porque tienen más cosas que hacer y el alcalde está mas preocupado de culpar a su antecesor por las deudas que le dejaron.

Luchito, un joven de unos 19 años cumple afanosamente su labor en la esquina heredada, con su traje amarillo, que consiguió con un tío que trabajaba en la Muni. De pronto, éste se hunde en el agua intentando en vano sujetarse de su precario vehículo; la tapa del alcantarillado había cedido sin que nadie lo notara aún, debido al enorme caudal que bajaba, producto del desborde de las piscinas de contención.

La gente que iba en el triciclo comienza a gritar al ver desaparecer a su improvisado conductor y con tanto desorden finalmente se vuelca el diminuto vehiculo, causando una gritadera aún mayor y brindando un espantoso espectáculo con la gente que resbala y cede frente a la fuerza del agua. La señora con guagua llega a la orilla gracias a la cuerda lanzada por el anciano, ayudado por la pituca dama y el empapado joven, logrando rescatarla mientras el nene con los mocos colgando llora a todo pulmón.

La rubia de traje rojo queda frenada gracias a su cartera Gucci, que queda enganchada en un fierro que asomaba entre todos los escombros que bajaban de la quebrada. El regordete que iba junto a ella en el fatídico triciclo, comienza a arrastrarse por el agua,

pero al notar que la deslavada rubia está frenada, estira sus manos para afirmarse de ella, con tan mala suerte para la damisela que las manos del desesperado varón rajan el flamante traje rojo, haciendo que el color suba al espantado rostro de la avergonzada

mujer,que sin soltar su cartera y con el paraguas que sostenía aún en la otra mano, comienza a darle golpes al urgido gordito, que ve como sus lentes se van perdiendo en el agua, mientras trata de aferrarse a las piernas ya desnudas de la desconocida e iracunda rubia. La gente que miraba este espectáculo pasó del asombro a la risa.

Cuando esto ocurría, aparece de pronto, semi ahogado y pataleando, Luchito quien se aferra a un poste 20 metros más abajo y con su pie alcanza a detener el dichoso triciclo, fuente de trabajo temporal, haciendo que la muchedumbre aplauda la proeza del joven transportista ocasional.

Mientra tanto, la cuerda del anciano rescata al gordo y a la rubia; ella no deja de golpearlo con el paraguas y éste todo moreteado, se saca su abrigo gris cubriendo a la desnuda mujer quien al escuchar la risa y los aplausos de los mirones rompe a llorar desconsoladamente.

En la esquina comienza a asomar el micro como siempre dando ya su segunda vuelta del día; subiéndose a la vereda para facilitar la subida de los pasajeros frente a tanto caudal de agua. El bigotudo conductor, se sorprende al ver subir a la rubia tan solo con un abrigo

y acompañada por el gordo lleno de moretones; la señora con su guagua que sigue llorando desconsoladamente, el joven empapado, la gorda pituca y por último el anciano, quien se sienta tras el conductor saludándolo como todos los días y comienza a contarle en voz baja lo acontecido hace unos minutos en el paradero.

Finalmente, diez cuadras más abajo, la rubia y su recién conocido gordinflón, bajan del micro y entran presurosos al motel que estaba junto al paradero, haciendo reir al empapado joven, quien contagia al resto de los pasajeros, generando una risotada general y haciendo de esa mañana una aventura muy poco usual.

Abel Osorio


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