Suena raro contemplar las Obras Completas de un poeta que está plenamente vigente, aunque ya pasó los 90 años. La expresión Obras Completas es más justificada cuando el escritor fallece y se quiere retener en el tiempo todo su quehacer.
Pero Nicanor Parra es, evidentemente, distinto.
El primer tomo (de dos) de las obras referidas fue publicado en España a través de Galaxia Gutemberg (2006), bajo el cuidado de Ignacio Echevarria y con la anuencia del poeta. Va desde el año 1935 a 1972, es decir desde “El Gato en el camino” hasta los “Artefactos”. El segundo nos traerá desde “el Cristo de Elqui” hasta “Discursos de sobremesa”, si es que el poeta chileno no se le ocurre publicar otro libro…., con lo cual la expresión Completas comienza a perder su real significado. Debería publicarse un tercer tomo de las Obras Completas, que incluya necesariamente toda la tarea inédita que aun posee Parra en los cuadernos que habitan su casa.
Ahí podría cerrase el círculo y hablar con propiedad de Obras Completas.
Cuenta Echeverría que lo más difícil fue obtener el beneplácito de Parra para tamaña empresa. Siempre se negó a realizarlo, como intuyendo que la palabra completa (¡por Dios que la hemos repetido!) es en el fondo una limitante, un final, una muralla definitiva. Y al artista de por si jamás le agradan los limites, más aun cuando las fuerzas mentales todavía están frescas. Pero al final se consiguió y hétenos aquí con el voluminoso texto en nuestras manos.
¿Por qué leer a Parra?.
El antipoeta, al menos en Chile, tiene más admiradores que detractores. Pero, como sabemos, de la sábana blanca lo que más resalta es el punto negro, es necesario a veces deducir algunos comentos respecto de la importancia del poeta y por qué leerlo.
La originalidad de este primer tomo de Obras Completas es la morosa y extensa presentación de Echeverría, una no menos larga introducción de Niall Binns, y, como si aquello fuera poco, Federico Schopf se lanza a hablar, eruditamente por cierto, sobre el trabajo de Parra, en su lenguaje nada simple ni menos agradable. Mucho academicismo, mucho tic estilístico ( la reiteración de los paréntesis para darle doble estándar a una palabra en su sentido literal al final cansa), mucho enredamiento literario,etc. ¡Por qué no decir lo mismo en palabras más simples!. Era lo que pedía Alone. “Llaneza, muchachos, llaneza.” Es lo que hace Parra en la generalidad de su tarea, por algo él razona con el lenguaje de la tribu.
Schopf, al parecer, nunca lo entendió y parece que no tiene vuelta.
Pues bien, en la Introducción de Niall Binns surge el titulo del por qué leer a Parra y este escritor extranjero, con otra mirada, más distante del cuchicheo nacional, propone varias respuestas que nos han parecido interesante citarlas.
¿Por qué leer a Nicanor Parra?.
1. Nicanor Parra es la figura más importante en la historia de la poesía Hispanoamérica contemporánea.
2. Es el último gran vanguardista de la lengua.
3. Es la urgencia vital que subyace a sus búsquedas formales
4. Es una de las máximas expresiones de la condición contemporánea.
5. Con el se inició la democratización de la poesía en lengua española.
6.- En su obra las inquietudes contemporáneas de la ciencia y la literatura se funden
7. Parra se ha convertido en el gran desenmascarador, el gran desmitificador.
8. Es un gran poeta político que nunca se ha dejador caer en el dogmatismo
9. Es uno de los primeros poetas ecologistas de la lengua.
10. Ha vuelto a dignificar el papel del humor en la poesía.
11. Es un autentico poeta popular
12. Es uno de los grandes poetas visuales de la lengua.
Felizmente sobre Parra se ha escrito mucho, tal vez demasiado. Hay libros por doquier que versan sobre la obra parriana, analizándola desde diferentes ángulos y posiciones, tratando de llegar al meollo del asunto, discurriendo comprender lo que el artista quiso decir.
Un escritor chileno, gran ensayista, dijo alguna vez que los libros se publican para ser leídos, no para ser explicados. Sabia expresión que hoy nos parece certera, pero que faltaremos una vez por el camino de la excepción.
Tanto texto erudito sobre la tarea parriana debe desconcertar aun más a sus fieros detractores, que no le encuentran gracia alguna y lo tratan hasta de payaso. Tanto escritor que se interna en los vericuetos de su trabajo, ya sea en Chile como especialmente en el extranjero, sin duda que debe pasmar a sus enemigos literarios, incapaces de comprender el barullo en torno a su poesía. Ahora si mencionamos las tres veces que ha sido postulado al Premio Nobel de Literatura, seguramente se tomarán la cabeza a dos manos, hundidos o furiosos frente a tanta estulticia.
Para no provocarles un paro cardiaco, preferimos omitirles la publicación de estas Obras Completas…
Así es el arte, así el gusto, así funciona todo.
Nos parece que lo anteriormente señalado por el escritor norteamericano es lo que mejor calza a la tarea parriana, sin desmerecer por supuesto, los incontables ensayos que se han tejido alrededor del antipoeta.
El prologo de Federico Schopf
Después de la presentación y la introducción aparece en escena Federico Schopf con el prologo. Suena hasta curioso que un libro tenga tantos prolegómenos para comenzar a leerlo: una presentación, prefacio, introducción, prologo y cronología.
Luego, los poemas.
El escritor hace un seguimiento de la génesis del antipoema y de los textos publicados por Parra. A las dificultades propias de un registro nuevo, se unió una serie de ataques, tanto políticos como literarios, por parte de sus connacionales. Ciertamente resultaba difícil entender el cambio, tan acostumbrados estaban todos a Neruda. Indica que provocó “la atención la introducción del lenguaje corriente, de frases hechas, de dichos populares, de lugares comunes”, además de la desacralización del poeta y la poesía. También nos habla del ya indicado acápite del humor y “la escenificación del acto comunicativo de sus palabras”.
Mucho de su comentario ya estaba expresado en la introducción y las reiteraciones sobre puntos específicos de la poemática parrania, mil veces analizado, no agrega nada nuevo, salvo la particularidad de estar escrito en un lenguaje que se aleja de la claridad y el interés.
Sin embargo, sus apuntes son eruditos, el hombre domina el tema y, lo mejor, desde su perspectiva academicista, se nota que Parra lo atrae en su concepto artístico.
Nobleza obliga.
Lo más importante de su prologo es que constituye un juicio profundo sobre los antipoemas de Parra y dado su espesor académico y su peso intelectual, es un buen argumento para desenmascarar a sus siempre agresivos detractores.
Los agresivos detractores de Parra
Tanto la publicación de sus Poemas y Antipoemas como los Versos de Salón provocaron reacciones encontradas en el medio literario. Sorprende en todo caso la virulencia de los ataques, los cuales reflejan cambios humorales, discriminaciones sociales, intolerancia absoluta, descrédito inmediato, sin permitir siquiera el asomo de alguna palabra agradable en torno a la aparición de esta forma nova de poetizar. Véase por ejemplo el caso del sacerdote capuchino (no le vamos a decir padre) Prudencio de Salvatierra. Su acerba crítica no tiene nada de prudente y está lejos del espíritu cristiano, por más que las artes estén separadas de la religión. Dice el comentador de marras:”Según iba leyendo, la repugnancia me invadía hasta alcanzar grados de nauseas. ¿Puede admitirse que se lance al publico una obra como esa, sin pies ni cabeza, que destila veneno y podredumbre, demencia y satanismo?”
Se vuelve a leer Versos de salón y buscamos signos de locura, satanismo, podredumbre y algo que provoque nauseas y la verdad cuesta encontrarlo. ¿Qué leyó el bendito capuchino, que hizo que olvidara la prudencia, el respeto, la mínima cortesía?. Porque a la luz de estas expresiones, su calidad intelectual queda a la altura de un troglodita y, al parecer, su instrucción es tan amplia como la de un mosquito.
Destaca la acritud, el odio, la descalificación más temeraria.
¿Era para tanto?. ¿Propio quizás de una época encorsetada, limitada intelectualmente, moralmente hipócrita y socialmente cínica?
Es posible.
Por otra parte un critico que hizo fama de moderado, sapiente y conservador, incluso hasta benévolo, Hernán del Solar, también las emprende contra el antipoeta: “esto no sido jamás poesía ni la será mientras el mundo no reviente y ya no nos importen un comino ni la poesía ni la prosa”.
¡Y tan caballerito que se veía!.
Sin duda alguna que los vanguardistas abren el camino y ello importa el costo de ser el primero. Podrá reunir admiradores, pero los renuentes al cambio se resisten y, ante la carencia de fundamento o frente a su propia ignorancia, develan al cavernario que habita en todos y recurren a los más fácil, la violencia, aunque es lo más bajo.
Las ventajas de las Obras Completas
Hay una que salta de inmediato a la vista: es la fácil exposición de todo lo publicado por un escritor. Eso permite dos cosas: poder leer toda la producción, evidentemente, y apreciar en toda su magnitud el desarrollo que ha tenido a través del tiempo el trabajo artístico.
Esto último a veces puede ser contraproducente.
La lectura de todos los libros puede constituir un peligro para el autor, por cuanto ese tipo de lectura difiere de la otra, independiente, sin correlato, solamente considerando los libros en su morosa publicación. Ahí no se notan las fallas, porque la memoria es frágil. Sin embargo, al leer todos los libros de una sola vez se pueden apreciar las grietas en la obra gruesa y asoman los detalles oscuros que la primera leída no consideró. O simplemente lo contrario: se acentúan las virtudes y los comentos que alguna vez terminaban en elogios, acá se consolida, con lo que el autor puede respirar tranquilo.
Son los riesgos que se corren.
En el caso de las Obras Completas de Nicanor Parra podría pasar un poco de esto último, aunque en espesores mínimos. Como el antipoeta está constantemente variando y buscando nuevas formulas, el lector salta de un abismo a otro o de una cima a otra, dependiendo el gusto estético.
Eso en el caso de los peligros.
Las ventajas son mayores: tener toda la producción a la vista, reiteramos, y, lo mejor, poseer acceso al conocimiento de la obra inédita, esa que nunca se publicó y que hoy pierde tal categoría. Ahí comprobaremos si el afán del poeta de encargarlas al olvido era meritorio o bien valía la pena ser conocidas.
En este primer tomo hay poemas inéditos, conocemos sus poemas antologados, miramos el Quebrantahuesos, se asoman los “ejercicios respiratorios” y contemplamos el discurso de bienvenida de Parra a Neruda. También frecuentamos la faceta traductora de Parra tanto de poemas como de artículos específicos de su materia, lo cual no es menor.
Termina el voluminoso texto con acertadas notas respecto de la edición de los libros elegidos.
Por consiguiente, este tremendo libro le hace justicia sin duda al renombre de Parra en el mundo y es una fuente inagotable de conocimiento de su quehacer artístico.
Antología personal de su obra
Lo que quisiéramos, visto desde nuestra perspectiva, es bosquejar una suerte de elección de la tarea de Nicanor Parra.
Nos parece que sus cumbres en la antipoesia parten, por cierto, con la publicación de Poemas y Antipoemas, que es su gran obra y la génesis de lo que vendrá más adelante. Resaltamos también la impresión de El Cristo de Elqui y Hojas de Parra, sin desconocer en que La Cueca Larga, Versos de Salón y Canciones Rusas hay mucho de su impronta. El Cristo de Elqui siempre nos ha parecido una esplendida expresión de la poesía parriana, tanto por su fundamento artístico, enmarcado en la antipoesia, como por ese sustrato sutil que utilizó para hablar durante la dictadura pinochetista. Es una genialidad y pasó absolutamente inadvertido para los censores oficiales.
Después viene la fragmentación de su poesía, en esa búsqueda incesante de nuevas formas: los artefactos y los chistes para desorientar a la poesía, donde la agresividad y la ironía son sus herramientas fuertes. Los artefactos se publican en el periodo de la Unidad Popular, que no fue gentil con él, debido a la independencia ideológica del vate, asunto imposible de concebir en mentes absolutamente estructurada sobre la base de la intolerancia y el dogmatismo. Pero tampoco tuvo simpatías por el lado de la derecha. Ya se ha dicho que es un poeta político que abjura del dogmatismo. Con el advenimiento del golpe militar (ha quedado claro que no fue pronunciamiento militar), el rector de la Universidad de Chile almirante Jorge Swett (uniformados a cargo de una casa de estudios: otra de las curiosidades chilenas), mandó a quemar las cajitas de tarjetas por considerarlas una prueba de la degradación de la democracia (El dando lecciones donde debiera recibirlas, diría Alone).
Los Chistes para desorientar a la poesía (policía) es el desenfado del bardo para disparar contra la dictadura en forma irónica, sarcástica, sutil, sin mostrar totalmente la cara, sino entre líneas.
Los artefactos, los chistes y El Cristo de Elqui nos muestran la cara política del vate, una faz que no estuvo exenta de agresividad, humor y donde el poeta desenmascaró muchas fallas de la contingencia política, intocables entonces y que persisten, lamentablemente, en la actualidad.
Al parecer las cosas funcionan así.
Paralelo al trajo poemático, Nicanor incursiona en otra tonalidad y deviene una nueva aventura, tornándose poeta visual, con sus exposiciones que terminan con el libro de fotografías Obras Publicas. Tampoco estuvieron ausente de crítica sus exhibiciones especialmente la culminación en 2006 en el Centro Cultural de La Moneda, donde incluso provocó la renuncia involuntaria de la encargada del centro en cuestión. Posteriormente la tormenta arreció al considerar algunos que la obra era magra, sin fundamento, sin arte y otras lindezas. El ahorcamiento de los Presidentes de Chile fue el punto cúlmine. No obstante ello, en las presentaciones anteriores (en Chile y España), sus trabajos visuales y prácticos sólo conocieron loas. En todo caso, no todo fue agraz. También tuvo el dulce respaldo de muchos comentarios periodísticos y, lo mejor, el gran aplauso del publico.
Lo último es traer del pasado el humor y la originalidad de los Discursos de Sobremesa, que si bien están insertos en la antipoesia, los notamos diferentes y vemos en ellos una nueva forma de poetizar con lo cotidiano.
Para el final dejamos su traducción de El Rey Lear, notable trabajo que no tuvo el impacto que se esperaba.
Tal vez en Chile no leen mucho a Shakespeare.
Lo expresado anteriormente es un registro personal de la obra de Parra, contemplado desde la altura del lector, que es a fin de cuentas, el verdadero fin de todo trabajo artístico. Posiblemente otros estudiosos del tema, con expresiones más extensas, enrevesadas y prolijamente oscuras, digan otra cosa, pero en este momento hacemos prevalecer nuestro derecho de lector.
La poesía de Nicanor Parra
La poesía de Parra, a diferencia de otros, se disfruta, cuestión de suyo inquietante para los doctos en el tema, por cuanto el entretenimiento o el placer debieran estar ausente de toda obra, especialmente de la poesía, donde los caminos corren necesariamente por la oscuridad, el hermetismo, la cuestión filosófica o teosófica, el afán por parecer hondos y vastos,etc.
En la simplicidad de su lenguaje, que no es lo mismo que superficialidad, está el gran logro del poeta que, con sus textos, logró despabilar la poesía chilena, aliviándola, desacralizándola, haciéndola más accesible al publico, dando un aire fresco a la atmósfera recargada, ruidosa y oscura, permitiendo sentirse identificado con la lengua y logrando obtener risas, sonrisas o carcajadas a medida que se interna en la producción del poeta.
Por algo es un vanguardista.
Como diría Benjamín Subercasseaux: “Tanta gente no puede estar equivocada”.