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El libro objeto de César Valdebenito
por Marisol Montero
“Pensé en todas las cosas que podría haber dicho y hecho, y que no había dicho ni hecho, en los momentos amargos y humillantes en que pedirle a una mujer que deseabas hacerle el amor era rebajarse más que un insecto o un gusano. A pesar de estar completamente ebrio todavía me molestaban aquellos insultos y agravios. Todavía sentía aquel azote en el culo, por supuesto eso sólo era una leccioncita de baile, podría decir. He vagado por todos los tugurios de esta ciudad. La misma historia en todas partes. No me inclino, pero ¡te saludo, oh mundo!”
Seducida por este epígrafe comienzo a recorrer el libro titulado La Muerte de Bukowski, el libro mítico de Valdebenito, un libro que fue tachado en su tiempo de aberración literaria, el libro que irritó a tantos personajes del mundillo literario, haciéndolos reaccionar en forma airada con comentarios destemplados e implacables para mi gusto. ¡En fin, escándalos más escándalos menos me imagino la sonrisa del autor y cierta satisfacción en su rostro! Pienso, que es genial cuando esto ocurre con algunas obras que, de una u otra manera, marcan una época y provocan tanto revuelo ya que generalmente son una invitación a provocar un cambio en nuestra manera de observar el mundo y nuestra propia vida. Tales reacciones, sólo demuestran que ciertas ¨equivocaciones¨son magníficas. Los que creemos en el riesgo, valoramos y celebramos que surjan ideas y atrevimientos que nos golpeen y estremezcan, para bien o para mal, pero que nos remuevan de nuestro letargo cultural, intelectual, tan limitado y muchas veces escaso.
Tengo la certeza que La Muerte de Bukowski nace del arrojo y lucidez de su autor y eso legitima, sin lugar a duda, la forma y estilo, tan particular de esta obra que desde el comienzo nos estremece. Lo primero que vemos en la tapa y contratapa es un viejo aberrante, una botella de alcohol, un vaso semi vacío, un micrófono; de fondo: una bahía, todo en un color añoso, luego se lee el gran título como si fuera un cartel de propaganda y más abajo en letras pequeñas un premio, la edición norteamericana del New York Times… y así me sigo sorprendiendo con cada página que veo y leo. Puedo decir que se divide en dos partes, utiliza el recurso fotográfico, el epígrafe, la ficción, hay ironía de principio a fin, es un libro festivo y pagano. Profundo y con bellas palabras, un libro que en más de una de sus páginas nos interpela. Extremadamente agudo, a ratos cómico…¡en fin! es un libro vital e innovador imposible de encasillar. En una de las solapas me llama la atención el comentario incisivo y certero de Hans Mafort. ¡¿Quién es Hans Mafort?!...El prólogo me da otras luces, dice algo de una recopilación de textos inéditos de un afamado escritor ya muerto…¿ficción, realidad? ¿Cuáles son las dos almas de este libro? Entro a él desde otra mirada y me pregunto ¿Qué es esto, frente a qué estoy? ¿Qué nos dice en concreto el libro? ¿Qué nos cuenta, nos poetiza, nos relata? Remitiéndome a un concepto más cercano al arte, siento que lo que hizo el autor fue poner en escena el objeto poético, o sea: el libro como intervención, como obra de acción de arte.
A partir de la reflexión de Hans Mafort, reflexiono: “Valdebenito o el personaje de Valdebenito o “su alter ego” como siempre parece estar ajustando sus cuentas con la vida o indicándonos que, quizás esto era una farsa, o por lo menos estaba muy cerca de serlo, que nada valía la pena, que un incidente anulaba a otro…”
Quiero terminar este comentario con las palabras que el autor expresa en el apéndice del libro:
“Esto lo escribo principalmente en mi propio beneficio. No espero que se entienda. Tú no has visto nada de esto y, aunque lo intentaras, jamás podrías imaginártelo. Me gusta mi vida ahora: me muevo, respiro el aire que se me concede y como lo menos posible. No importa lo que digan los demás; lo único que importa es dar el primer paso y luego el otro, respirar, mantenerse en pie”.
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