Nuestra historia naval, tan regalada de acontecimientos
gloriosos, a la hora del balance no es precisamente justa con quienes tuvieron
un sitial preponderante. Existe un olvido ex profeso de algunos héroes
que las ganaron todas y encumbraron el nombre de Chile en el concierto de
las victorias navales.
Nombres hay muchos, pero siempre nos ha llamado la atención ese desánimo,
ese olvido permanente de tres hombres de mar que ganaron sus combates, no
murieron en la batalla y llenaron de gloria la bandera chilena.
Nos referimos a Thomas Cochrane, Juan José Latorre y Carlos Condell.
Todos ellos son ganadores natos, con amplio margen de gestión, con
sabiduría y conocimientos tácticos y estratégicos, rápidos
para discernir frente a las dificultades que fueron muchas. Tienen muchas
otras cualidades...
Juan José Latorre, a quien Grau nunca pudo vencer y casi siempre huyó
(difícil que venciera cuando se está huyendo permanentemente),
permitió el dominio de Chile en el mar y la derrota de la armada enemiga.
¿Se recuerda el combate de Angamos como el de Iquique?. Por otra parte
Carlos Condell, vencedor de Punta Gruesa, abatió a un enorme barco,
la mitad de la escuadra peruana, mediante la astucia y tranquilidad, al mando
de un pequeño buque. ¿No es acaso Punta Gruesa el pariente pobre
del combate de Iquique?. ¿Acaso no se recuerda todos los años
el martirio, la derrota de Prat y sus valientes y se olvida a Punta Gruesa
y Angamos?.
Por supuesto que sí.
¿Razones?. Aparte de haber vencido, tuvieron un grave defecto: murieron
en la cama, no en la batalla.. Y eso a los historiadores, parece, no les agrada...
Un Lord inglés de Chile
Al llegar Cochrane a Chile, de acuerdo al
libro de Enrique Bunster (Lord Cochrane Editorial Sudamericana 2001), se le
dio innumerables banquetes y agasajos. Mal que mal, era un Lord. No sabían
dónde colocarlo. Hubo fiestas y boato. Mucha recepción final.
El lord era observado con la curiosidad propia de quienes están tan
alejados del Mundo Viejo.
Posteriormente, le fue entregado el mando de la escuadra nacional y se le
confirió el título de Almirante. No olvidemos que Chile, entonces,
era un país pobre, recién naciendo a la república y no
contaba con medios ni experiencia.
Thomas Cochrane, estuvo al mando de la escuadra libertadora al Perú,
le dio disciplina a los marinos chilenos, “les sacó el jugo”,
en otras palabras y los hizo participar en acciones bélicas digna de
ejemplo. Al igual que Latorre, venció al enemigo y permitió
la soberanía de Chile en el mar.
Todos contra Cochrane
Cuando Cochrane empieza a organizar la incipiente
escuadra, surgen las primeras (y no las últimas) dificultades.
O’Higgins, San Martín, Monteagudo y Zenteno le pusieron todas
las trabas posibles para hacer más dura su tarea. Es decir, además
de luchar contra los españoles, tuvo que hacerlo con quienes lo contrataron,
especialmente José de San Martín, a quien las historias han
elevado en un pedestal de barro.
Hubo hasta murmuraciones
Sin embargo, el hombre era terco cuando tenía la razón.
Y se enfrentó a Zenteno y a San Martín, especialmente este último.
Las grandes victorias
La primera victoria, la primera “ gran
victoria” mejor dicho, de la Armada chilena al mando de Cochrane se
realizó en el sur de Chile: fue la toma de Valdivia. Este puerto fluvial
era un enclave español que, junto con el de Chiloé, hacía
ondear en suelo patrio la bandera de España. La empresa para conquistarla
era inmensa y O’higginis siempre pensó que para ello necesitaba
de un gran ejército y muchos barcos.
Cochrane no.
A fuerza de ingenio, esfuerzo y valentía, con trescientos hombres,
puso en jaque la guarnición española, la venció totalmente,
apoderándose de cada uno de los fuertes que protegían el río
desde Corral y tomóse Valdivia. Los ecos de su victoria fueron amplios.
Caía el primer reducto español en Chile, restando solamente
Chiloé.
Se anexaba a la naciente república nuevos territorios.
La segunda muestra de heroísmo, ingenio y decisión la tuvo Cochrane
en el puerto peruano de El Callao, en manos españolas. Allí
se encontraba la Esmeralda, fragata de 900 toneladas y cuarenta y cuatro cañones,
orgullo del virrey. Ubicada en medio de la rada, protegida por los cañones
de El Callao y por el resto de la flota. Allí, en medio de ese infierno,
una noche, en esquifes, Cochrane se internó con sus hombres y, a sangre
y fuego, se apoderó de la presa.
Fue un triunfo brillante, pocas veces visto, lo cual acrecentó la admiración
del pueblo chileno por el almirante y aumentó en la misma medida el
odio de San Martín hacia quien le robaba los laureles de la gloria
al través del combate. Recuérdese que San Martín se tomó
Lima sin disparar un tiro, no antes de evitar a toda costa el enfrentamiento
y dar largos rodeos alrededor de Lima, sin atreverse a entrar..
De ahí partió la definitiva ruptura con el Protector del Perú.
De ahí, también, surgió la supremacía de Chile
en el Pacífico, al igual como lo fue, años más tarde,
de la mano de Juan José Latorre.
Enrique Bunster y su Lord
Enrique Bunster (1912-1976), periodista, escritor
y dramaturgo, dio en el clavo con su libro, reeditado el año 2001.
Es un texto aclaratorio, que eleva a la altura debida al almirante inglés,
sale al paso de las perversas intenciones de quienes obstruyeron el paso del
marino y, con documento en mano, aventa cualquier duda sobre la honorabilidad
y temple del gran almirante.
Con una prosa sencilla, rápida, breve y sintética, Bunster nos
ofrece una imagen clara del personaje en cuestión y es, a todas luces,
uno de los mejores, si no el mejor, libro que se ha escrito sobre el marino
inglés que tanta gloria le dio a Chile y que nuestra patria, sin embargo,
no le retribuyó de la misma forma, puesto que los gobernantes de entonces,
se esmeraron, desgraciadamente, en hacerle complicada su permanencia en nuestro
suelo.
También, hay que decirlo, los historiadores, no fueron ni han sido
ciertamente objetivos e imparciales, como se acostumbra a calificarlos, cuando
se refirieron al ilustre ingles.
Más bien lo contrario.
Ejemplar de colección, necesario para airear el paisaje de la historia
fría, estática e interesada, que es la historia oficial de Chile.
Estos libros ayudan a desmitificar.