Dos
versiones del Tercer Mundo: El obsceno pájaro de la noche, de José
Donoso y Esperando a los bárbaros, de J.M. Coetze.
por
Jorge Etcheverry
Estas dos
novelas, aunque básicamente diferentes, tienen algo en común.
Ambas han sido concebidas en el contexto de países del tercer mundo
y se pueden leer en ese contexto. Una presuposición de esta nota
es la existencia de una relación entre el fondo histórico
social y la obra literaria. En su momento, la novela del Nóbel de
literatura, J.M. Coetze, recibió el premio Premier South African
Literary Award, en 1977, todavía bajo el aparteid, por su novela
"In the Heart of the Country", premio bastante oficial en el antiguo
régimen sudafricano, aunque la obra era principalmente una denuncia
de sistema colonial. La segunda presuposición de esta nota es que
se basa en mi lectura particular. Por ejemplo, aunque la construcción
ficticia del espacio de la novela Esperando a los bárbaros la separa
de una realidad específica y la hace referirse a situaciones tan
universales como el Proceso de Kafka, la situación del narrador-personaje
es la de quienes viven en complicidad insoportable con regímenes
que ponen su supervivencia por sobre la justicia y la decencia, lo que se
expresa en la obra en un discurso que no es directo, pero que implica la
condena. Este efecto lateral exacerba la calidad distanciada del lenguaje,
que por ejemplo fue abundante en la producción literaria chilena
bajo el régimen dictatorial.
En el caso
de El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso, también
hay un lenguaje distanciado que muestra el tejido de las interrelaciones
sociales y humanas, en un país nacido de la colonización y
cuya estructura social e historia se originan de ese hecho Esta obra también
supera la pura denuncia para crear una obra de arte multirreferencial y
connotativa. En este caso, no hay ninguna necesidad institucional de usar
un idioma oblicuo, ya que la novela se publicó en 1970, tres años
antes del golpe. En este caso la concepción occidental del mundo
y sus categorías se distorsionan al construir una realidad ficticia
cuyo referente es el ser humano chileno, que todavía busca una identidad
como nación e individuo, bajo el peso de la tradición, la
cultura y los estereotipos dominantes, clamando a veces por la identificación
con ellos, como la única manera de llegar a obtener un ser, en un
movimiento de arribismo ontológico.
El personaje
principal, Humberto Peñaloza, es de clase media baja, atraviesa diversas
personificaciones o encarnaciones: secretaria de escritor, mendigo mudo,
imbunche--niño místico con los orificios de todo el cuerpo
cosidos, y guardado en una jarra para ceremonias y funciones rituales--,
y anda en pos de un ser que piensa que sólo le puede venir de su
identificación con Don Jerónimo de Azcoitia, pije, encarnación
de belleza, nobleza, poder y riqueza, que por su lado también necesita
de la admiración abyecta de la masa personificada por Humberto para
poder existir. La rigidez de los roles sociales, valores e instituciones
tradicionales, elementos que adquieren carácter ontológico,
frustran esta búsqueda inauténtica. Ya que el ser es una mercadería
escasa, el mismo Humberto es también el objeto del deseo de una miríada
de otros caracteres. Y cuando el ser es inestable, todo es fluido y el narrador
en primera persona es capaz, --o se ve forzado-- a asumir máscaras
y alter egos diferentes a través de un proceso de encarnaciones.
En cierto
modo, el libro nos dice que la historia y la sociedad no se le imponen a
la gente, que más bien operan en y desde ella, y que el desarrollo
de la nación, frustrado desde sus orígenes por la conquista,
colonización y posterior dependencia, produce humanos acordes a él
mismo. Aquí, la forma ' normal' de la novela se altera; la voz que
narra y describe es básicamente la del personaje principal, el mudo,
Humberto Peñaloza, pero al mismo tiempo la de varios otros personajes
y la del narrador básico, quien eventualmente incluso recurre a hablar
a través de una perra amarilla. En un momento dado, el espacio realista
da lugar a uno imaginario y grotesco," La Rinconada," una granja
en que diferentes personajes monstruosos y marginales enmarañan sus
anécdotas.
En el caso
de la novela de Coetze, y a diferencia de la obra de Donoso, la novela tiene
una forma estándar; el espacio muestra las separaciones paradigmáticas
de un mundo colonial. La construcción de caracteres y su conciencia
también es homogénea. La narración se limita al punto
de vista del personaje principal que básicamente narra sus peripecias,
que son la novela. El problema del ‘ser’ está de antemano
resuelto: el argumento narra la toma de posición progresiva de un
funcionario en un puesto remoto en las fronteras de un imperio, quien, confrontado
con la alteración de su vida habitual, empieza a atravesar la línea
que separa a los colonos y funcionarios de los nativos, expresándose
abiertamente, a su propio riesgo personal. Se debate en una lucha ‘interna’...
“donde encuentra más de lo que la mayoría de la gente
nunca sabrá sobre sí misma” (Nadine Godimer). Al representar
el conflicto social en la colonia, Esperando a los bárbaros es una
alegoría de la relación entre el opresor y el oprimido, y
está concebida a la manera occidental. El personaje es una entidad
preexistente; es mente o conciencia o ser, impulsado a actuar y escoger
por las circunstancias. La noción del individuo como entidad monádica,
en sí, cógito, esencia, previo y constituido antes de la experiencia,
está presente aquí. El punto focal no es, como en el caso
de la novela de Donoso, el ser como problema, ya que el ser se tiene, sino
que es un problema moral, de conciencia. Los eventos tienen lugar para presentar
al personaje ya constituido la posibilidad de su autenticidad. La búsqueda
de identidad es uno de los temas básicos de la novela de Donoso.
En la novela de Coetze, la manifestación de la mala conciencia y
el compromiso, en términos sartreanos, es el problema básico.
En Esperando
a los Bárbaros nos topamos en primer lugar con el encuentro/confrontación
del colono con el nativo. Este conflicto humano se presenta a lo largo de
líneas divisorias en el espacio. Hay el espacio del 'otro' y el espacio
de la guarnición, el fortín, la ciudad. En el caso de la novela
de Donoso, el espacio también parangona las demarcaciones humanas;
la Casa de ejercicios Espirituales, el resguardo de uno de las personificaciones
de Humberto Peñaloza, el Mudo, lugar de marginalidad en el centro
de la ciudad y opuesto a él; la Rinconada, un fundo que es una utopía
invertida, donde el hijo de Don Jerónimo--nacido monstruo--crece
rodeado por una normalidad invertida, a su ‘pinta’.
El predominio
de espacio y la dialéctica entre lo cerrado y lo abierto, lo urbano
y lo, por así decir ‘natural’, tuvieron una gran importancia
en la novela latinoamericana temprana, y operan en toda región brotada
de la colonización. Esta división adoptó en América
Latina la forma de civilización vs. barbarie. Esta oposición
todavía opera en la novela de Donoso, y se manifiesta en Esperando
a los bárbaros, donde adopta una expresión paradigmática
en que lo civilizado es el puesto colonial y la barbarie es el territorio
de los colonizados. El proceso de la mezcla--que no sigue la colonización
o neocolonización anglosajona protestante--, y que también
implica una mezcla cultural, ha llevado en América Latina, a que
la dualidad civilización/barbarie en la ficción, se convierta
en una contraposición entre lo marginal y lo urbano. Pero la diferencia
principal entre el cosmos coetziano y las manifestaciones latinoamericanas
reside en el grado de conciencia. Los novelistas latinoamericanos tempranos
postulaban un extremo, una civilización urbana europea o conectada
con Europa en términos de sus ‘valores’. La construcción
del espacio en Coetze es distanciada y calculada, funcional y correlativa
a los aspectos del conflicto civilización/barbarie, colonizador/colonizado
en su delimitación occidental: “Pero este año ha bajado
una cortina en toda la frontera. Desde nuestros baluartes miramos hacia
la vastedad. Todo lo que sabemos, es que ojos más perspicaces que
los nuestros nos miran de vuelta..." (Waiting for the Barbarians, Penguin,
p.38).
El héroe
de Esperando a los bárbaros está concebido en términos
occidentales. La evolución del ego es lineal y lógicamente
determinada. De una situación de conciencia culpable el personaje
principal evoluciona a un cambio de bando abierto. Se pasa al enemigo: el
imperio se le vuelve la tierra de los bárbaros: "¿Es
que hay algún principio detrás de mi oposición?¿No
es que simplemente he sido llevado a reaccionar al ver a uno de los nuevos
bárbaros usurpando mi escritorio y manoseando mis papeles?”
(Waiting, p.78). Esto se produce mediante la relación con una mujer
bárbara que entra ilegalmente al espacio ‘civilizado’
de la ciudadela, y desencadena en el hombre su despertar y cambio de bando
progresivos.
En el caso
de Donoso, la novela, concebida en un país donde la cultura aborigen
y de los conquistadores se ha fundido sin dar origen a una identidad, el
accionar del personaje principal se desarrolla en una fase anterior; la
lucha y la necesidad de ser, una fase anterior en términos ontológicos.
Los campos de juego principales son la escasez de ser y su necesidad: “Entonces,
al mirarlo a usted, don Jerónimo, un boquete de hambre se abrió
en mí y por él quise huir de mi propio cuerpo...para incorporarme
al cuerpo de ese hombre que iba pasando, ser parte suya aunque no fuera
más que su sombra...no sólo lo tenía todo sino que
era todo...Seguimos caminando sólo porque no podíamos quedarnos
parados ahí, contemplándolo para siempre, que es lo que él
y yo queríamos". (El Obsceno Pájaro de la noche. Seix
Barral, pp. 104-105).
Por consiguiente y provisionalmente: El grado de desarrollo de la aventura
individual del personaje principal, acerca a la novela de Coetze a la novela
occidental per se. La construcción del individuo, el ego, la persona,
son menos estructurado en el trabajo de Donoso. Y a nivel especulativo:
Si la novela nace como producto burgués moderno europeo, en un ambiente
que hizo posible la noción del ego en términos modernos (monádico,
cogitante, como previo a la experiencia), la novela del así llamado
tercer mundo, o del ‘Sur’, como se estila ahora, será
diferente. La dependencia distorsionó el nacimiento de una burguesía
en América Latina. El personaje como elemento de la novela carecería
de la coherencia brindada por un ‘yo’ moderno. La trama, como
recorrido de este personaje, también sería inestable. Lo anterior
resultaría en que el elemento del espacio adquiere relevancia. En
América Latina, la gente se ve como occidental, y no obstante, faltan
las estructuras e historia básicas de una cultura occidental burguesa,
o éstas son embrionarias o dependientes. Entonces podemos asumir
que, bajo el idioma y las formas culturales, la concepción del mundo
es diferente de la occidental, incluso para el artista, que puede profesar
o asumir una relación de pertenencia con el mundo occidental. En
el caso de Sudáfrica, la novela de Coetze muestra las categorías
todavía diferenciadas del colono y colonizador, y da por sentado
al sujeto identitario esencial, inalterable. Este mundo todavía encierra
dentro de sí, y explícitamente, la confrontación entre
colonizador y colonizado, que en cierto modo eso ha sido borrada en gran
parte de América Latina por la mezcla étnica y cultural.