Entre las
diversas iniciativas de rescate e incorporación de la experiencia
del exilio/diáspora chilenos, no es de extrañar que haya sido
en Canadá, el extremo más boreal del planeta que cuenta con
comunidades chilenas, el lugar donde tuvo lugar este proyecto crucial, no
tan sólo por sus logros concretos, sino por su intención y
lo que representa como intento de reintegrar las voces dispersas al seno
de una cultura nacional y recuperar parte de la memoria colectiva de un
país.
En el mundo
contemporáneo, el desplazamiento creciente de comunidades humanas
es un hecho universal. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados, ACNU, daba a fines de 1999 la cifra de 22,3 millones de personas
bajo su incumbencia, eso sin contar con las cifras mucho mayores de la inmigración
masiva. Por otro lado, se advierte un movimiento opuesto y quizás
contradictorio a las tendencias de la globalización, en tanto “continuación
del control colonial e imperial, que crea redes de leyes y políticas
que siguen integrando el mundo a través de mercados, comercio, corporaciones
transnacionales y a través de tecnologías de la información
y la comunicación”. (Declaración del foro de las ONG
de la Comisión Mundial contra el Racismo). Se trata del impulso hacia
la particularización, movimiento de reacción, que frente a
la homogeneidad que conlleva la globalización, consiste en la afirmación
y rescate de la identidad colectiva, cultural, étnica o nacional
de las colectividades frente a la imposición de patrones universales
económicos, sociales, políticos y culturales. A todo esto
habría que agregar, para entregar el marco general de este proyecto,
la porosidad fronteriza mundial y el aumento migratorio y de desplazamiento
que caracteriza nuestra época, tenga las causas que tenga, ya sea
que se lo considere positivo o negativo.
El proyecto
Adrianne, que duró dos años, consistió en la recopilación
de material literario y documental del exilio chileno y su envío
a Chile, y se enmarca en una problemática de rescate y afirmación
de la identidad nacional y de redescubrimiento histórico y completación
de la imagen nacional. En el caso de Chile, el exilio/inmigración
posterior 73 echó las bases para la existencia y muchas veces el
arraigo de comunidades chilenas en muchas regiones del mundo, y en muchos
casos de una literatura y cultura chilenas trasplantadas, que adoptan diversas
formas y que gozan de un estatus incierto y anfibológico. El proyecto
de que se trata lleva, o llevó, porque acaba de cerrarse, el nombre
de la actual Gobernadora General de Canadá, Adrienne Clarkson, y
se podría decir que se inició el 9 de mayo de 2001 durante
el curso de una visita a Chile que ella realizó, y que en sus palabras,
tenía la intención de “otorgar una faz humana a las
relaciones de Canadá con las Américas. Mi visita a Chile se
centrará en reunir a artistas, escritores y académicos de
Canadá y Chile”.
Durante
la sesión de apertura de las Mesas de conversación entre intelectuales
y escritores canadienses, que acompañaban a la gobernadora, y algunas
de sus contrapartes chilenas, la visitante se planteó varias interrogantes,
como por ejemplo lo que sería importante para definir la identidad
nacional en Chile y Canadá; cuál sería el rol de la
cultura en el desarrollo de nuestras respectivas identidades; cómo
el fenómeno del exilio conecta a ambos países de una manera
profunda; cómo la visión del propio país y cultura
desde el exterior afecta al escritor y el artista; cuál es el impacto
del artista que retorna sobre la cultura nacional y cuál es el impacto
del artista que permanece afuera. Manifestó que “en los años
recientes, Chile había perdido, debido al exilio, a muchos de sus
talentosos escritores, artistas y académicos”, dijo que “Los
países que habían recibido a estos artistas, escritores y
académicos se habían beneficiado enormemente como resultado.
Canadá fue uno de estos países. Durante los años 70,
un número considerable de chilenos emigró o se refugió
en Canadá. Algunos han permanecido para enriquecer nuestra cultura
y expresión, y muchos otros han retornado a Chile”.
La acogida
en Chile de este proyecto se da en terreno ya abonado: existe el concepto
de la catorceava región, que formarían los chilenos en el
exterior y a manera de ejemplos de iniciativas se pueden citar la ONG Reencuentro,
con un mandato precisamente de reencuentro entre los chilenos ‘del
interior’ y los de la diáspora y sus descendientes, el proyecto
de Chile poesía y la antología virtual de escritores chilenos
en el exterior del Portal de literatura chilena en el internet, Escritores.cl.
Desde sus
inicios, este proyecto tuvo dos objetivos que se entrelazan, uno directo
y manifiesto, concretizado en el acuerdo entre las bibliotecas nacionales
de Chile y Canadá para la recopilación, preparación
y envío a la Biblioteca Nacional de Chile, por parte de la Biblioteca
Nacional de Canadá, de obras literarias producidas en treinta años
de exilio chileno en Canadá. El otro objetivo, no declarado como
tal pero subyacente a las actividades del proyecto y el proyecto mismo,
era el de destacar el aporte cultural chileno a Canadá y provocar
una reflexión sobre el mismo, y por tanto sobre el carácter
de la cultura e identidad canadienses, que profita de este tipo de aportes
surgidos de sus comunidades provenientes de todo el mundo, ya que este país
es y se autodefine como multicultural y multiétnico, y se está
convirtiendo en plurilinguístico, contando con el gran centro urbano
más multicultural del mundo: Toronto.
El proyecto,
en el curso de implementación, parece haber sufrido algunas reorientaciones.
La gobernadora se refirió, en su discurso de inicio de las Mesas
de conversación, a los escritores chilenos “con conexiones
con Canadá. Claudio Durán, Jorge Etcheverry, Erik Martínez,
Gonzalo Millán, Naín Nómez y José Leandro Urbina”,
que eran los autores exilados iniciales, agrupados en torno a Cordillera
y publicados antes del exilio. De esas consideraciones se deriva y se concretiza
el proyecto como tal, firmado el 6 de junio de 2002, que implementaría
la recopilación de obras literarias producidas en Canadá por
chilenos exilados. Luego el proyecto amplió su radio de acción
hacia una recolección más amplia de material de cine, pintura,
teatro, documentales, videos, revistas, tesis doctorales, música,
CD roms, artículos periodísticos, manuscritos de autores noveles
o de testimonios personales, obras en curso, etc., lo que si bien desdibujó
el perfil netamente literario del proyecto, lo enriqueció enormemente
para convertirlo en una muestra de los diferentes tipos y niveles del discurso
del exilio chileno en Canadá, desde, por ejemplo las reflexiones
en forma de diario del exilado o inmigrante, hasta la película de
ficción, el libro publicado en inglés o francés en
el circuito de la corriente principal anglófona o francófona,
las obras de autores canadienses traducidas por autores y traductores chilenos,
o que versan sobre Chile, textos aparecidos en revistas extranjeras, guiones
y libretos de programas radiales o de televisión, ponencias académicas,
estudios sociológicos, etc.
Existe
conciencia de la relevancia de este proyecto en la comunidad chilena y en
los sectores canadienses interesados. También despertó el
interés de la institucionalidad chilena, personificada por el actual
ministro de Educación, Sergio Bitar, quien se hizo presente para
la ceremonia de cierre del proyecto, el 30 de octubre recién pasado
en Ottawa, donde la gobernadora general expresó que “Contar
con el Ministro de Educación de Chile en Ottawa para este evento
muestra la importancia que tiene este vínculo cultural para el pueblo
de Chile”, y agregó que “Poder celebrar este hito con
el Ministro Bitar, que fue el miembro más joven del gabinete del
Presidente Salvador Allende al momento del golpe y que vivió él
mismo exilado por muchos años, le otorga a este evento una profundidad
muy significativa”. Por su parte el ministro Vitar se refirió
a iniciativas similares en curso con Alemania y Francia.
Es indiscutible
que este proyecto no es ni puede ser completo: entre el cierre oficial del
proyecto y la ceremonia de clausura ya había nuevas publicaciones
o artículos impresos, o virtuales, notas aparecidas en Canadá
o en otros lados, libros, artículos periodísticos, etc. Por
ejemplo, se pudo incluir a última hora, para la exposición
en la residencia oficial de la Gobernadora, a la revista América
de la Asociación de Profesionales y Artistas Chilenos de Montreal
(PROTACH), con la que se marcaron los 30 años transcurridos desde
el golpe y la muerte de Allende, la publicación recordatorio de El
Dorado, en Ottawa, con el mismo objetivo, esfuerzo conjunto de Split/Quotation
y Verbum Veritas, que incluyo textos de Gabriela Etcheverry, Luis Lama,
Yolanda Duque Vidal, Luciano Díaz, Camila Reimers, Carmen Contreras,
Erik Martínez, Ramón Sepúlveda, Arturo Lazo y el firmante
de esta nota. O la antología Anaconda, de poetas del continente americano,
compilada por Elías Letelier, publicada por la editorial Poetas Antiimperialistas
de América y traducida al italiano por Elisabetta Lasagna.
Dada la
dimensión de la comunidad chilena en Canadá, su productividad
y presencia en tantos aspectos de la vida canadiense, del nivel producción
de sus intelectuales, escritores, artistas plásticos, cineastas,
músicos, periodistas, trabajadores comunitarios, etc. no se pudo
recopilar todo el material. El historiador chileno quebequense Fernando
del Pozo cuenta con un archivo privado de la comunidad chilena en Montreal,
por estos lados (Ottawa) hay gente que tiene otros materiales, y está
surgiendo la inquietud de hacer que este proyecto sea el núcleo de
una recopilación, actualización, clasificación y preservación
permanente de las diferentes manifestaciones textuales y discursivas de
la comunidad chilena en Canadá.
Por otro
lado, la encargada del proyecto, la funcionaria de la Biblioteca Nacional
de Canadá. Nicole Caissy, después de su trabajo de estos dos
años, sigue dispuesta a proporcionar información sobre este
proyecto, que ya es objeto de una tesis de maestría en comunicaciones
en la Universidad de York y que al cierre representaba a más de 90
autores y más de 400 documentos, que esperamos sean el material básico
de investigaciones destinadas a incorporar a este elemento de la cultura
chilena al mosaico o calidoscopio siempre cambiante de la imagen de Chile,
y al rico tapiz de la sociedad y cultura multiculturales canadienses.
Es decir,
ojalá que este material sea utilizado y no termine en Santiago arrumbado
en un sótano de la biblioteca, acumulando polvo y telarañas.