A
través de la historia de aquella casa desfila la vida de sus habitantes.
Días felices, de fiestas y veraneos al igual que días de tristeza,
de duelo y destrucción. Es una familia chilena que vive su tiempo.
Adriana Lassel recrea su propio trayecto personal y esboza, en
grandes líneas, los hechos de su época. “Aquel invierno del 74
fue triste y sombrío. Ya a mediados de mayo empezó a llover y
la lluvia no cesaba de caer sobre Santiago. «_Hace tanto frío,
me contaba Manuel, que hasta ha caído nieve en la parte alta de
la ciudad_» ¿Te acuerdas, Manuelito, cuando yo era chiquilla liceana
y tú llegaste una vez corriendo a buscarme a casa para que fuéramos
a ver la nieve en el barrio de Las Condes y más allá aún, donde
la ciudad empieza a subir por la cordillera? Pero en este invierno
en que los diarios titulaban a grandes letras «_Diluvio en todo
el país_» ya no tenías ánimo para ocuparte del tiempo. A tu oficina
llegaba gente recurriendo al abogado para que los ayudara a salir
del país. Llegó una mujer joven con su hijo pequeño que necesitaba
la autorización del padre para partir. Solo que el padre estaba
desaparecido.