Al atardecer
            
                                   al P. Agustín Martínez, O.S.A.
                             In memoriam
            
Como habitantes de un antiguo bosque
los amados muertos no cesan de allegar
su levedad premonitoria y el callado labio
del adiós sigue penando. Contigo permanecen
en el balcón de unas horas que regresan
hasta donde la infancia no soportaría
dejarlos marchar, aunque una flor
brotara del bolsillo y el amor ofreciera
sus mejillas a la luna de los montes.
            
Debo confesar la compañía de mis muertos;
ningún motivo hay para desoir sus compasiones,
aunque toda palabra ruborice en la ausencia,
así el póstumo honor o la caricia  esperada.
Para hablarles, un poco de rocío es lo que falta.
Acaso olvides renancientes brotes
que el adiós albergara alguna vez
y  para siempre.

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