Las voces de mis primas arden
en dirección a un
/ enero que se fue.
Todas reencarnadas, pequeñas leyendas,
ubicándose en el agua donde eran más duendes
/ que mujeres:
Imitaciones vagas, un cuadro de Renoir,
carreras en el patio donde devorábamos el asado
/ navideño.
Vuelve a repetirse el mismo sol en sus muslos
después de doce años,
esa lucha por parecernos a parientes remotos
como si nada hubiera sucedido,
y eso de usar siempre los mismos disfraces.
También una danza que ya no recuerdo
y afiches religiosos,
con los magos que regresan de una historia
/ diferente cada día,
con imágenes de leones muertos
y ese bombardeo en los órganos sexuales,
y el mismo final en boca de hijos imaginarios:
Fotografías viejas que empiezo a destrozar en el
/ cuarto
de una húmeda pensión en calle Diez de Julio en
Santiago de Chile en 1981,
reteniendo el aire,
mientras miro, inmóvil, los huesos en la pared.