El orgullo y el odio desaparecen cuando somos flexibles
y cedemos ante el otro, porque no se busca culpables,
solo disminuir la resistencia que nos hace cada vez más infelices.
Se trata de dejar de oponerse a la felicidad que se alcanza
cuando se resuelve dejar atrás las diferencias y se da paso al amor verdadero,
que nos trae la armonía, la paz interior que anhelamos tanto, ese estado de bienestar
que elimina cualquier dolencia, tanto física como mental,logrando la satisfacción y la alegría junto a la persona
a la que nos unimos sentimentalmente.