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A la Lumbre de la Ciudad Oncena.

(Capítulo VI de la novela "A fuego eterno condenados")

...en una ciudad otra, desconocida como un mal sueño, de mismas casas y mismas calles...idéntica bajo otro cielo, recordaría, otra niebla, así amaneció Santiago para el Nicomedes un día y fue y vino por esa pesadilla...de sombras y fantasmas...estuvo en Vicuña Mackenna, recordaría, en la Universidad, en bares desolados, en una Peña, estuvo, quién sabe donde estuvo...arrancando de sí mismo, de su aspecto, del pelo largo y los bigotes, si hasta sentía que llevaba los pensamientos estampados en la cara y que la bronca y el susto se le veía, de días antes se le veía, sumido en otra ciudad, ciego y ajeno como en un vientre, recordaría, los ojos anegados, otro, sin duda otro cuando dijo :

- ¿ Dónde estoy ? - y se vio en un rincón de altas paredes y malezas húmedas.

- ¡¿ Dónde estoy ?! - gritó.

- ¡ Alto !

- ¿ Dónde estoy ? - repitió encandilado por un foco.

- Te estamos alumbrando - advirtieron.

- Pero yo no estoy acá - dijo - Esta es otra ciudad. Ustedes no saben que ésta es otra ciudad.

- Estamos alumbrando la ciudad - respondieron - Te estamos alumbrando a ti.

- ¿ Dónde estoy ? - insistió.

- Aquí - y a los empujones lo invitaron a subir a un camión verde.

Fue en Cerrillos al pie de una fábrica de lozas, en Rodrigo de Araya junto a una bodega de vinos, fue en Independencia... fue...hasta allí llegó perseguido por lo equívoco, recordaría... se escuchaban disparos...

- Déjenme ir - dijo. Le dolían las costillas y la cara.

- Yo no soy de acá - insistió - Hace días que busco la Alameda y la liebre Tobalaba.

Alguien lo alumbró con una linterna.

- Señor - explicó - Salí de la casa y me encontré con otro Santiago...

- ¿ Otro ?.

- Sí. Otro - respondió y la linterna se apagó al punto.

Sobre el camión daba tumbos por la ciudad a oscuras.

- ¿ Dónde estoy ? - volvió a preguntar.

Algo lo golpeó en la cara.

El ruido se hizo ensordecedor, un aviso publicitario tras otro, se liquidan muletas y prótesis...no se permitirán mujeres con pantalones...y recuerde, no huya...el bien de todos depende de que usted se detenga...pero que sea frente a supermercados Armac, Armac y Carnicerías Triple C... junto a la reconstrucción... Coma pollo, coma pollo, guarde pollo... con la joya de los tiempos, los buenos tiempos que regresan y...cuente con nosotros, lo mucho que tiene que contar si lleva el pelo largo... comprométase, cuente, lárguese... porque la paz y la tranquilidad no tienen precio, Parque del Olvido, el campo santo a la medida de sus huesos... y de su bolsillo... se abrirá fuego a los que osen asomarse a la ventana... nutrido fuego con cocinas Resplandor...

Fue en Camino Agrícola junto a un laboratorio, en El Pinar frente a una fábrica de tejidos, fue en la Estación Mapocho... fue... hasta allí llegó perseguido por lo equívoco, recordaría... se escuchaban disparos... aviones y disparos... y creyó ser una gallina en ese caos, caminando con sospecha, un pasito y otro para luego mirar lo inentendible con atención, cocorocó, quién habla, de qué, y esos camiones y los tanques y la gente contra la muralla, de qué están hablando en la oscuridad, recordaría...voces y órdenes...disparos...cocorocó, correteando asustada y loca, desbocado...en Rodrigo de Araya junto a una bodega de vinos...como una fisura en la luz... oscuro...brillando de oscuro en otra ciudad, de mismas casas y mismas calles... idéntica bajo otro cielo, recordaría, otra niebla, reversada en el silencio...como un laberinto...ciego y ajeno...recordaría...los ojos anegados, temblando en el viento y en el fondo como en un vientre...un toro caótico avanza en dos pies...lleva un garrote...alguien ocupa la cabeza, otro piensa...adivina...

- ¿Dónde estoy ? - dijo y se vio en un rincón de altas paredes y malezas húmedas.

- ¿Dónde estoy ? - insistió.

El ruido se hizo ensordecedor... daba tumbos por la ciudad a oscuras.

- ¿Dónde estoy ? - volvió a preguntar.

Algo lo golpeó en la cara, recordaría... lo oscuro lo encandiló.

Sintió que lo sacaban arrastrando del pelo. Le faltaban varios dientes y forcejeaba.

- ...cuente con nosotros...- le dijo alguien - El bien de todos depende de usted...

Ahora lo arreaban por un suelo de pavimento.

- Gánese una suculenta recompensa - dijo otra voz - No sea huevón...- y de un empujón lo arrojó contra un escritorio.

- ¿ Qué andabas haciendo ? - le preguntaron entonces.

- Andaba...- alcanzó a decir cuando seco lo derribó un golpe en los tobillos.

- Andaba buscando la ciudad - dijo poniéndose de pie - Ahora busco la ciudad y mis dientes...¡ Dónde están mis dientes !.

- ¿ Qué andabas haciendo te pregunto ?.

- Andaba buscando la ciudad...

Un nuevo golpe lo hizo caer.

- Incorpórese - lo instó al oído una voz - Adhiera a los beneficios - y le clavó un puntapié en el riñón.

-...yo y mi compañero...- continuó.

- ¿ Tu compañero ?.

- Sí. Mi compañero...pero nada es igual que antes...

- Levántate.

- Mire el escritorio..., es igual...pero...

- ¡ No te acerques !.

- Es distinto - dijo, recuerda que dijo - Parece igual pero es distinto...está como enrevesado, de goma vuelta al revés, por detrás y por dentro torcido...

- Entonces...¿ Qué andabas haciendo ?.

- Buscando la ciudad...iba por Camino Agrícola...No. Por Independencia iba cuando mi compañero escuchó disparos, aviones y disparos...

- ¿ Sonaban disparos ?.

- No sé. Yo no los escuché.

- ¿ No los escuchaste ?.

- No. Nunca.

- ¿ Y tu compañero sí ?.

- Exactamente. El dijo que venían de la otra ciudad y que pasaban aviones.

- ¿ Cómo se llama tu compañero ?.

- Nicomedes Froilán Mateluna.

- Ese es tu nombre. A ver. Partamos de nuevo : ¿ Dónde fue ?.

- Fue en Cerrillos al pie de una fábrica de lozas, hasta allí llegué perseguido por la oscuridad...avanzaban las sombras...y los árboles, las casas se volvían del revés, inconsistentes... y eran las mismas y no...y sonaban disparos...

- ¿ Sonaban disparos ?.

- No sé. Yo no los escuché.

- ¿ Cómo te llamas ?.

- Nicomedes Froilán Mateluna.

- ¿ Dónde estamos ?.

- No sé.

- ¡¿ Dónde estamos ?!.

- No sé.

- Vuélvete - le indicó.

- Este es el estadio - dijo y vio la inmensa mole a oscuras. Junto a las paredes distinguió los cuerpos, uno arriba de otro, un alto, y más allá otro y otro...y otro...

- Avanza - le indicaron.

El flaco caminó lentamente.

- ¿ Dónde estamos ? - le preguntaron a gritos.

- No sé - respondió y le vinieron arcadas - Parece el estadio, pero...

Tras de sí escuchó el pasador de los fusiles.

- ¿ Dónde estamos ? - insistieron.

El flaco se volvió :

- Aquí - dijo - En el estadio - y vio las sombras apuntándole y sintió los meados escurriendo por las piernas al tiempo que destellaban los fusiles, la noche se iluminaba, recordaría, durante muchos años lo recordaría, mientras tiritaba con los ojos blancos y en lo alto el fogonazo como una foto hacía brillar las paredes del estadio.

En el fondo la oscuridad refulge, escuchó, la intención es lo único que cuenta, la gente va de reverso, una y otra al mismo tiempo, agazapada allí donde el cuerpo es sólo sombra y contorno, el mundo se duplica, se triplica...oh...las intenciones bajo la luz negra son siempre otras, un árbol... una sombra que se desplaza, tal vez nada, una brisa, un perro...¿ algo que se abalanza ?...quizás...la luz negra nos pone alertas, llena el espacio de posibilidades...pone la espalda al descubierto...un leve brillo puede ser una hoja temblando en el viento, también un cuchillo y detrás de él... ¿ quién ?...un desconocido acechando o el mejor amigo...un dilema sin respuesta, sin embargo, si te acostumbras a ella, jamás expondrías así el pan de tus hijos, la oscuridad brilla, sólo tienes que acostumbrar la vista.

- Matehuevas - gritó una voz por la boca del túnel.

El flaco se levantó.

- Una muda de ropa - le dijo - Tienes diez minutos para bañarte.

Al salir le dieron el nombre : Nicomedes Froilán Mateluna, le dijeron y le entregaron los documentos.

Cruzó los pilares y a lo lejos vio la gente asomada a la reja. Flameaban banderas y por los parlantes se escuchaba una tonada:

" Mi bannnderita chilena, banderiita tricooolooor... Colores que son embleemas, embleemas de mi naciooón...".

Quiso acercarse a los que vigilaban desde los arbustos pero se contuvo, ¿ dónde estoy ? se preguntó, dónde estoy y apuró el paso hasta la reja.

La Marta lo agarró del cuello, lo abrazó como queriendo acurrucárselo contra el pecho y muy apretado se lo llevó hasta el borde de la calle.

- ¿ Qué te hicieron, flaco ? - le dijo - Cuéntame qué te hicieron.

- Nada - respondió.

La Marta lo miró a los ojos.

- Flaquito - le dijo - Ya vamos a llegar a la casa.

El flaco volvió la cabeza. Miró el estadio, las banderas, le apretó una mano y le preguntó :

- Marta...¿ Tú sabes dónde estamos ?

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