Tío,
¿mi mamá es una puta? Sorpresivamente el menor preguntó a Elías,
mientras se aprestaban a tomar desayuno, escoltados por una mañana
gris y lluviosa en el comedor diario, en medio de la amplia cocina
del caserón emplazado en pleno Llano Subercaseaux. Al pequeño
Gaspar le rondaba la inquietud hacía días. Por cosas de la casualidad,
a la salida del colegio alcanzó a escuchar una breve conversación
sostenida entre un par de señoras, ciertamente madres de algunos
de sus compañeros. - Tú sabes, de la Soraya no volvimos a saber
nunca más. Dejó todo botado, en especial a su necesitado hijo.
-Una le confidenciaba a la otra. Con evidente soberbia, aquella
replicó tajantemente. - Si, la pobre no es más que una puta. Haberse
ido a encamar con un gringo al Carrera, como si nadie lo hubiera
notado. La María de Los Ángeles los vio esa tarde ingresando al
lobby como dos animales en celo, fíjate tú.