PRESENTACIÓN
La novela de suspenso siempre ha tenido un carácter de juego
mental, racional. Una forma de elaboración estructurada
en ciertos cánones que buscan ir descubriendo pistas, deduciendo
situaciones y desenmascarando una verdad a través del entendimiento
de los hechos.
Sin embargo, la novedad en la novela de Agnes Stranford es justamente
partir de una vereda distinta: los sentimientos de una mujer
confundida, Josefina, que, a una edad mediana, asume su infelicidad
y sus dolores. Y que, poco a poco, a partir de un evento familiar
como es su cumpleaños
cincuenta, y una conversación inesperada que contiene una
confesión
angustiosa, destapa una caja de pandora desde donde afloran demonios
internos que la hacen deambular desde el desequilibrio psíquico
hasta la iluminación de hechos terribles que revelan la
verdad de su vida. El camino del relato es a través del
monólogo
interno del personaje y de los diálogos con los fantasmas
y los recuerdos que emergen.
Agnes Stranford, seudónimo de Claudia Quintanilla, no es
una novata en la escritura. Ya había participado en talleres
literarios de escritores importantes. Abogada, aunque retirada
de los mundos legales, por opción personal, pudo ver en
su tiempo de ejercicio de la profesión un mundo duro de
mujeres abusadas, ignoradas. Pero, su pri6 mera novela breve, tuvo
que ver con un paisaje más amable, el campo Colchagüino,
donde vive. Las haciendas olvidadas y rescatadas por el relato
oral de sus personajes, y un proyecto de rescate patrimonial en
el que participó, la llevaron a escribir “Mi vida
fue Huicana”.
Sin embargo, definitivamente lo suyo es la novela negra, y
pudo despegar en un ámbito que le costó asumir, una mirada
oscura al mundo de las injusticias, de los crímenes, de las
mentes complejas
de sus personajes, pero donde su pluma avanza como una telaraña,
atando situaciones angustiantes y poderosas.
Su Josefina seduce desde su fragilidad y su locura. Poco a poco
se empodera de su destino y busca venganza, yendo desde los recuerdos
de su pasado infantil, de su adolescencia tímida, pasando
por su
adultez sumisa, hasta desembocar en los laberintos del pensamiento
acelerado de quien va descubriendo
la verdad oculta por tantos años. Para eso nos hace reir
nerviosos, nos hace ver la cruda realidad, nos hace desesperarnos
con sus cambios de humor y nos impide no querer seguir leyendo,
despertando
nuestra curiosidad voyerista de quienes somos sus cómplices
en sus planes.
Estoy seguro que Agnes Stranford seguirá en esta senda de
novelas inquietantes, denunciantes, porque hay muchas cosas que
están mal y deben ser desenterradas. No aflojes. La palabra
es un puñal profundo.
Claudio Gudmani