Fragmento de la novela
CAPITULO 5
Todos
los días cruza la plaza a la misma hora y en el mismo sentido.
Es hermosa. Ni alta ni baja, tal vez un poco común si se
la mira con ojos críticos. Pero es hermosa. Tiene los ojos
tristes, una nariz regular y levemente respingada y una
boca que siempre (o casi siempre) está pintada de intenso
rojo. Boca de fruta madura que azucara el aire, diría después
el gordo, seguramente remedando a algún poeta y todos coincidirían
en que por primera vez uno de sus comentarios era atinado.
Es hermosa y sin embargo tiene un gesto de amargura permanente,
como si la tragedia la siguiera a todas partes. Cuando él
la vio por primera vez, llevaba un abrigo largo y suelto
y parecía esa típica artista de barrio bohemio, ligeramente
descuidada, con el cabello tomado en un moño y ese aire
como ausente. Después él se percató que ella siempre llevaba
ese abrigo, como si fuera parte de su ser. Fuera invierno
o verano, más grueso o más delgado, pero siempre escondida
debajo de ese abrigo que le da el aire de artista decadente.
Alexis la observa mientras se desliza por las callejuelas
aledañas a la plaza, a veces compra algo de frutas, otras
veces vitrinea y los menos entra a una tienda de libros
usados y se queda una hora entera escogiendo títulos que
nadie siquiera mira. ¿Es una artista que tiene vergüenza
de ser reconocida? ¿Le teme a los halagos fatuos o a los
autógrafos inoportunos? ¿Acaso ese abrigo es la fortaleza
de un secreto inconfesado? En su conjunto es hermosa, nada
excepcional, nunca sería portada de revistas magazinescas,
tal vez alguna vez estuvo embarazada o si se la mira de
cerca empiezan a aparecer ciertas líneas del evidente envejecimiento
pero es bella, irradia algo diferente y cuando camina es
un cuadro plástico completo, imposible de eludir. Tiene
elegancia, distinción. Alexis ha estado observándola cuando
saborea de manera descuidada un helado o una fruta, hojeando
libros en la tienda de la esquina. A veces está tan absorta
mirando los libros y otras tantas se le ve distraída, como
acariciando un recuerdo lejos de este mundo. Acaso quiere
sólo ocultar que cometió un crimen. O que pronto lo cometerá.
Y eso excita de manera especial a Alexis, que ha dispuesto
todo para conocerla. Ha estudiado la mejor manera de abordarla,
de entrar en su círculo privado, de irrumpir sin fiereza
en su burbuja. No puede perder de vista a esta mujer que
es como una aparición en pleno mediodía. Y siempre con ese
abrigo largo y esa mirada perdida. |
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