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La búsqueda de un hijo se puede convertir en una odisea cuando la vida nos pone barreras, mientras más barreras tenemos en el camino, mayor es la ansiedad, frustración y en ocasiones desesperanza. Si todos tuviéramos acceso a las mismas oportunidades en el área de salud, probablemente muchas parejas que hoy luchan a diario contra la infertilidad, ya tendrían a sus hijos en sus brazos, no obstante, la realidad de nuestro país es otra.
Que no exista sistema ni diagnóstico que nos detenga en nuestra aventura, que nada nos derrumbe el sueño; un hijo vale la pena lucharlo.
El arma más poderosa que tiene el ser humano es la mente, si se logra mantener una meta en ella, nada ni nadie podrá detener nuestro andar. A veces Dios nos entrega lo que necesitamos y no lo que queremos, si somos constantes, ese anhelo de alguna u otra manera llega a nosotros y mientras descubrimos nuestros caminos, experiencias enriquecedoras quedan en la historia de cada uno.
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