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Título: MISTERIO, HORROR Y MARAVILLA EN LITERATURA
Autor: HÉCTOR TANCREDO PINOCHET CIUDAD
Comentario de Virginia Vidal 

En las próximas semanas aparecerá el libro de cuentos fantásticos del fallecido escritor chileno Héctor Pinochet (1938-1998) bajo el sello de Simplemente Editores

Héctor Tancredo Pinochet Ciudad procedía de la honorable familia de don Tancredo Pinochet, su tío, de quien llevaba su nombre. Poeta entregado a sus funciones de secretario del Instituto de Investigaciones Marxistas (IDIM) que dirigía el crítico y pintor Carlos Maldonado, el golpe lo obligó al exilio. Vivió de 1974 a 1986 en Italia donde se dedicó de lleno al trabajo solidario y a la defensa de los derechos humanos. Elegante y retirado del fárrago, con una familia muy unida, fraterno, devoto cultor de la amistad, vivíatrabajando duro para costear el ocio creador. Comenzaba a gozar unas merecidas vacaciones, salió a caminar, con esa disciplina propia de quien dedica todos los días un tiempo al ejercicio. Debe de haberse encontrado ante uno de esas callejas o muros de sus cuentos, algo lo tentó para penetrar en otro territorio y abandonó su envoltura corporal, esto ocurrió en Pichilemu el 18 de febrero de 1998. Había nacido en Santiago el 18 de noviembre de 1938.

Durante su estancia en Boloña, creó el sólido conjunto de cuentos fantásticos para los cuales no encontramos parangón en nuestra literatura. Acaso algunos cuentos de Alberto Edwards se aproximen a la sensación del más puro horror causado por la experiencia ultraterrena y también Huidobro profetizando en su novela La próxima (1930) espantos ulteriores para la humanidad, comparables al horrendo despertar de Pietro Tatarquino.

Según José Miguel Varas, Héctor Pinochet es digno exponente nacional de la “literatura gótica”. Con este término se denomina la ficción romántica pseudomedieval que combina racionalismo con misterio, horror y maravilla, con notables cultores como: Horace Walpole (Castle of Otranto), Mary Shelley (Frankenstein), las hermanas Brontë, Bram Stoker (Dracula), E.A.Poe y Howard Lovecraft, cuya elegancia y lenguaje poético alcanzan alta categoría literaria. Sin embargo, en América latina, la literatura fantástica, donde se combina lo realista con lo sobrenatural, sufre un desarrollo bastante ajeno a la europea y estadounidense. Héctor Pinochet, a nuestro juicio, está más cerca del alemán E.T.A. Hoffmann, pero lo más importante es que .tiene como predecesores a Horacio Quiroga (el de El Vampiro, admirable cuento donde un físico enamorado logra materializar el reflejo en la pantalla de la actriz de cine adorada), a Felisberto Hernández, a Adolfo Bioy Casares, a Jorge Luis Borges, a Julio Cortázar. En ellos, lo sobrenatural brota en gran medida de la dramática confrontación con uin mundo caótico donde se destruye la esencia humana. Ya Cortázar afirmó que Casa tomada es la metáfora de Argentina sumida en la dictadura. A Héctor Pinochet, el trastierro lo marcó al punto de considerar sus cuentos “nacidos en los vericuetos de la ansiedad y en el desconcierto del exilio”, y llamarlos: “sueños, angustias y esperanzas del inolvidable exilio”. Todo lo escrito por él carece de rudo y tosco testimonio, pero es tal la intensidad del sufrimiento, tan cabal el dominio de la elaboración de la experiencia profundamente sufrida por él como por los otros —tanto la experiencia individual como colectiva—, que obtiene frutos de auténtica pesadilla, símbolos y representaciones oníricas cuya imagen alcanza la más pura metáfora. Por esto, consigue crear todas las facetas del desconcierto, del desasosiego, el interés, del embeleso sin perder jamás la lucidez, esa suerte de claridad crepuscular que impide zafarse de la pesadilla aunque se sepa que no es sino esto (aunque también puede proseguir después del despertar). Su elegancia y sencillez para dar los acordes de lo sobrenatural y convertir la ficción en auténtica expresión de una experiencia, son sólo algunas muestras de su fantasía e imaginación. Su manantial de tramas surge de lo menos literario.

El Hipódromo de Alicante (y otros cuentos fantásticos) (Michay, Madrid, España, 1986 y Mosquito, 1992) comprende el cuento largo o “nouvelle” dondeHéctor Pinochet consigue un horror que va más allá de lo vivido por El jugador, de Dostoievski:. El lector penetra con el protagonista, para apostar, en un ámbito donde se corren todas las carreras que ha habido y habrá en todos los hipódromos de la tierra, con la sola condición de gastar en una sola noche todo lo ganado; claro que la compulsión de jugar es sed inextinguible. En éste, se desarrolla a la perfección una particularidad no ajena a otros de sus relatos: el tormento que alucina el protagonista sólo es comparable al de una pesadilla y la zozobra sobreviene por el trastrueque del tiempo, la transformación de la materia, la capacidad de traslación más allá de la velocidad de la luz. Semejantes fenómenos permiten a los personajes alcanzar la prodigiosa cualidad de traspasar lo impenetrable para transitar por espacios ultraterrenos, arrastrando consigo al lector. El visitante permitirá adivinar qué hace un hombre enamorado cuando en su insomnio lo acosa el tenue movimiento de una cortina. Los dos círculosrompe las barreras entre la vigilia y el sueño para conocer la tortura y participar en el más atroz de los condumios. El despertar es irrelevante. El Arcel se inspira en acontecimientos de la propia juventud del autor, liceano amante de la justicia inmanente, pero llegan a formar parte del pasado definitivo, tanto como “esa noche terrible y estrellada, esa noche girando tras los árboles, tras nuestros sueños, tras esos Andes que se comían, que se bebían, que se tragaban como nosotros las horas y las sombras”. Beatrice, requiem a cinco voces por una niña muerta, pérdida magnificada por la identificación con la muerta y la muerte. La noche que presté mi sueño, ya este inquietante título anuncia el acontecer en un trasmundo de exilio donde alguien da el recado ominoso: “Chile, llamaron de Chile”. Y la noticia trágica y el no poder evitar el contar el sueño de la noche anterior. En ese sueño, inmersos en supramundos donde hay velocidades mayores que la de la luz y los estadios de la materia alcanzan la perfecta armonía. El sueño prestado y sus riesgos impredecibles. El hombre del sillón refleja toda la atrocidad de un hombre aprisionado por sí mismo.El desaparecido 2051borra toda frontera entre la confusión arterioesclerótica y presuntivos sucesos reales como soez metáfora de un mundo verdadero. La última huída, cuento breve, perfecto en su estructura, síntesis del tormento que alucina ambigüedad de microcosmos y de macrocosmos, revelación de que el verdugo odioso se mueve hasta después de muerto.

Pertenece a La casa de Abadatti (y otras ficciones) (Logos 1989) el cuento Un día Pietro Tatarquino, donde un sencillo habitante de Boloña amanece para descubrir que de la faz del planeta ha desaparecido todo asomo de vida y sólo quedan las cosas. Esa gata que llegó una tarde plasma la angustia de un parapléjico postrado en un hospital, a la espera de... Bueno, ya nada puede esperar cuando todo lo perdió, menos el sentir terror: aquí se da con algo del absurdo de Franz Kafka, sin significado ni destino. Hordaza, la aldea de los hombres impotentes consigue con el más negro de los humores descubrir la mágica fórmula para que una vieja borracha perdida logre recuperar la juventud y la lozanía de cuerpo y alma. Y en la pieza maestra, La casa de Abadatti, un ornitólogo especialista en picaflores (ojo, el picaflor es única y exclusivamente ave de nuestro continente) camina por una calle de una ciudad nórdica y ve en una vitrina una hermosa jaula. Comienza la obsesión por adquirirla, por encontrar a su fabricante, y en el afán, se ve obligado a asomarse a un inmenso secreto. Hasta que se encuentra frente a una pared: “Poco a poco sobre una extensa superficie de aquella muralla, comenzó a emanar un gas neblinoso; una especie de vapor que se movía lentamente y se espesaba hasta cubrir todos los ladrillos (....) Y mientras se esfumaba, en lo que había sido un simple muro empezó a perfilarse la fachada de una casa”. Y se produce la traslación a otro mundo regido por leyes diversas donde el protagonista es atrapado por una realidad inédita cuya atrocidad y belleza se desencadenan hasta el quiebre de la razón.

Revisamos algunas antologías de cuentos chilenos realizadas durante la dictadura e inmediatamente después, dentro y fuera del país, para consternarnos por la omisión de Héctor Pinochet. Fuera de los libros mencionados, autoeditados en ediciones modestas, al margen de todo aparato distribuidor, figura entre los autores de Pícaros y atrevidas (Las Casas — El Azafrán, 1995), con el cuento Marcial y el paraíso, donde lo maravilloso está constituido por dos factores —lo bello y lo horrendo como cara y sello de una moneda—: la sorpresa que depara el amor a un zapatero viudo y la curiosidad malsana de un ser entrometido y afanoso de pensar y decidir por los demás.

Héctor Pinochet logra con su narrativa darnos la más próxima emoción de lo sobrenatural que surge de la oposición entre los más realistas ambientes imaginables en el mundo de hoy, es decir, en un sustento real reconocible por cualquier lector, y de la maravilla del horror. Maestro de la tensión y la intensidad, sus relatos empiezan a provocar interés tanto por las extrañas cualidades de los personajes como por los ambientes de rara belleza cuya descripción no por poética es menos sucinta o por las atmósferas cargadas de una indefinible densidad capaz de causar turbación del ánimo. También demuestra que es irrelevante la sorpresa final cuando ya el lector ha sido atrapado por una gama de emociones que constituyen la red de la trama para experimentar la sumersión gradual en la intriga, con el alma en un hilo, atrapado por el el suspenso, sin percatarse del tránsito del desasosiego a la angustia. Entonces, ya definitivamente agarrado por la ficción, da rienda suelta a su propia fantasía y alucina hasta sentirse víctima de su clarividencia.


Título: Mis Cien Sonetos
Autor: Alfonso Jerez Jerez
Comentario de Jorge Arturo Flores

 

MIS CIEN SONETOS

Alfonso Jerez Jerez es un poeta prolífico, que se ha dedicado con entusiasmo al cultivo de las letras. “Mas de 35 años” acota el bardo. Es reconocida su fecunda labor en talleres literarios y publicaciones artísticas. Tanto en Parral como en Concepción (Taller Literario AZUL) su incesante tarea ha sido fructífera. El resultado de ello ha sido la publicación de varios ejemplares con trabajos de poetas que no tienen oportunidad de editar por su cuenta o al través de editoriales.

Cuando hoy el rey de la poesía es el verso libre, he aquí que nuestro poeta Alfonso Esteban Jerez deja de nadar a favor de la corriente y se interna en los duros caminos del soneto, circunstancia a todas luces envidiable y curiosa, por cuanto la mayoría se deja llevar por el río.
Es que acá se requiere mayor esfuerzo.
El soneto exige un especial esmero. No es cuestión de echarle a la cundidora. Hay que manejar el tema. Para ello, ciertamente, se necesita un gran bagaje técnico y una cultura literaria de amplio espesor. La construcción del soneto obliga a la disciplina del estilo, al adecuado uso de los vocablos y a la vigilancia de las terminaciones, además, por supuesto, del talento para atrapar motivos y circunstancias.
Alfonso Esteban Jerez tiene todo eso y mucho más.

Siempre nos llamó la atención su poemática, más reposada, más contundente, buscando la trascendencia, con temas que abordaban la nostalgia como también la belleza de la forma. También motivó nuestra curiosidad el uso de locuciones que no son de común ocurrencia, como por ejemplo: linfa, arcanciel, estevó, infero, viador, brozal, castálidas, bolle, vernal, gaya, prensil, garzo, horitaña, oteros, plafón, gorfe, etc., lo cual habla por cierto de un conocimiento que, en la coloquialidad actual, “no es menor”.
¿Qué nos trae este nuevo libro del poeta maucho?.

Hay un trabajo dedicado a Parral, que es melancólico, bello, con la venia acostumbrada a Pablo Neruda. Es un regalo de 20 sonetos para Parral. La evocación vuelve y revuelve el alma del poeta, recuerda sus calles, los parrales, las vides, el vino, la alameda, etc. Y se lamenta de haberla dejado. Es la cuarta parte, (Con el Alma en la Piel), con que el autor cierra su libro. Antes, el libro se divide en prologo, Sonetos de Amor, Sonetos de Labranza y Sonetos de Verde y Gualda. Hay fotos del artista, que nos traen el recuerdo de su persona.

Tanto Soneto de Labranza como Sonetos de Verde y Gualda mantienen el tono del poeta en torno a la añoranza, el constante repaso, su mirada sobre el devenir y los apuntes sobre ciertos avatares de la vida: gaviotas, primavera, muertos, sueños, esperanzas, vida, infancia y la reminiscencia ennoblecida de Platero y yo. Un libro consistente, de alto vuelo, donde la pluma del poeta Alfonso Esteban Jerez recrea un mundo ya visitado, ennoblecido con un talento innegable y una pluma que camina con oficio, arte y conocimiento.
Es un texto sereno.


 

Título: Discursos de sobremesa

Autor: Nicanor Parra

Editorial: Ediciones Universidad Diego Portales .

Comentario de Jorge Arturo Flores

   DISCURSOS DE SOBREMESA

En un período de nuestra historia política eran famosos los discursos de sobremesa realizados, especialmente, por los simpatizantes radicales, después de haber comido y bebido en forma, por lo demás, harto entusiasta. Se comprenderá entonces que después de eso las peroratas no eran modelo de brillantez y sus arrestos por arreglar el mundo recordaban mucho a las arengas de Cantinflas. Con posterioridad, estos discursos han permanecido en las costumbres provincianas y no es sorprendente observar a diferentes personas, generalmente achispados por la ingesta de alcohol, levantarse de su asiento en un momento dado y, mirando seriamente alrededor, hablar sobre la importancia del hecho que los reúne en torno al condumio.

Al final levanta la copa y dice ¡Salud!.

En general, no son piezas de antologías ni se presta para el ejemplo, reiteramos, pero es propiodel carácter chileno. Ciertamente a veces resulta soporíferoen especial cuando los oradores se les “pasa el tejo” en esto de irse por las ramas y no finalizar nunca.

En ese instante dan ganas de cometer homicidio.

Pues bien, esta característica del chileno, que es una manifestación de agradecimiento y solemnidad por ciertos actos,se ha transmitido también, de alguna manera,a las esferas públicas, con otra resonancia, por supuesto, pero con los mismos defectos y errores de los discursos de sobremesa.

Son pocos los que dan en el blanco.

En esto concordamos con el insigne poeta Nicanor Parra: “ el discurso ideal / es el discurso que no dice nada / aunque parezca que lo dice todo./ Mario Moreno me dará la razón”.

En su ultimo libro “Discursos de Sobremesa (2006)”, que reúnecinco alocuciones que no tieneninguna relación con banquetes, sino constituye el agradecimiento por distinciones otorgadas, especialmente por universidades y con motivodel premio Juan Rulfo de México, Nicanor Parra se adentra en esta peculiaridad del chilenoque le gusta hablar hasta por los codos cuando tiene la ocasión de estar frente al publico y con micrófono en la mano. Pero sus discursos, incuestionablemente, rumbean por otros campos, donde, entre otras cosas,brota la picardía chilena, el sarcasmo, la ironía,el chiste político, incluso hay alusiones tan curiosas como por ejemplolas referidas sobre Hamlet, el Teniente Bello, Homero, el Papa, Nietzche, Hitler, Don Quijote, Fukuyama, Fonasa, los médicos, Zaratrusta, Adan y Eva, el rey de Itaca, el Chapulín Colorado, etc. transformándose enacertadas simbolizaciones dela cotidianidad.

Eso hace la diferencia.

Dentro de la amplia gama de aristas que el gran poeta coge, hayhomenajes a poetas y escritores chilenos, verbigracia: el excelente dedicado a Vicente Huidobro, el relacionado con Juan Rulfo y otro referido a Luis Oyarzun. En medio de ellos, entre insinuaciones irónicas, pícaras, agudas e ingeniosas, son elegidos diversos intelectuales de algún renombre.

El habla coloquial, aunque no exenta de erudición, hace que la lectura de estos textosse desenvuelva con simpatía e interés, donde la risa y la sonrisa nunca están ausentes, existiendo oportunidades en que la carcajada emerge fácil, cuando, en medio del camino, surge alguna genialidad del insigne poeta. En referencia a la manía discursiva del chileno que no habla precisamente bien, pero que, repetimos,con unos pícaros grados de alcohol adquiere una personalidad bárbara y extensa, Parra dice: “Hasta aquí los discursos han sido buenos /pero largos/. El mío será malo que duda cabe/ pero corto”.

Existe un amplio conocimiento del poeta sobre el carácter nacional, sus tradiciones y costumbres, puesto que en torno a ellos ha elaborado su tarea literaria, marcando distancias con los otros orfebres del verso que prefieren deambular por senderos donde la oscuridad, el enredamiento y un supuesto acervo filosófico, son sus pilares básicos. Nicanor Parra, ya lo sabemos, con sus antipoemas, barrió con varios prejuicios estilísticos,artísticos y poéticos, trayendo una bocanada de aire fresco a la producción literaria, empleando para ello el lenguaje de la tribu. De lo contrario, como él dice, “todavía estaríamos escribiendo sonetos, odas elementales y gemidos”, en clara mención a ciertos poetas que sometían al Parnaso literario.

Es por ello que hoy cuenta con tanta sintonía con el publico, que es, a la larga y a la corta, el único y ultimo fin de quien escribe libros.

Negarlo es impresentable.

Su tarea, en todo caso,no ha estado exenta de ataques, algunos de ellos arteros, donde el rasgo predominante es una escogidamediocridad. Es el riesgo, sin duda,que sufren las cumbres.

Amuchos debe resultarles cansadormirar siempre hacia arriba.

En definitiva, Discursos de Sobremesa nos muestra una nueva facetadel poeta chileno, (la creación del discurso como metagénero o subgénero antipoético) tanto como las publicadas a lo largo de su fructífera tarea,diferenciándose nuevamente, que duda cabe, de muchosde sus connacionales, que permanecen estancados obteniendo el mismo barro del mismo pozo.

No por nada Nicanor Parra ha obtenido tan preciados trofeos internacionales y no por nada ha sido presentado tres veces como candidato al Premio Nobel, circunstancia que pocos pueden lucir.


Título: Los sueños del pintor
Autor: José Miguel Varas

Género: Novela
Editorial: Alfaguara

526 páginas.

Comentario de Marcelo Castillo Badilla

 

  LOS SUEÑOS DEL PINTOR



    Este libro relata las aventuras de un Pintor Penquista, Julio Escames. La pluma del autor es de una línea narrativa muy interesante, ya que se basa en las anécdotas vividas por el pintor, pasando por las distintas etapas de su vida, desde su infancia, adolescencia y adultez. En realidad tampoco tiene el carácter de una biografía del pintor, sino más bien, pone por escrito, basado en los propios relatos del pintor y en las conversaciones sostenidas entre ambos ya que con el autor del libro existe una larga amistad.           

 
El autor logra describir de manera muy íntima, la vida del pintor, considerando que entre ambos, como señalé anteriormente, existía una amistad de años y que el pintor es un hombre de mucha conversación grata, de un humor muy negro y de las muchas experiencias (casi todas catastróficas) y sueños que poblaban las noches del pintor, desde su infancia junto a la Cordillera de Nahuelbuta hasta sus años de madurez en Costa Rica, lo que José Miguel Varas, logra plasmar a través de su propia pluma, desde los diversos acontecimientos que el pintor vivió.   

Por ejemplo destaca dentro de las muchas vivencias, el inicio de su amistad con Neruda, con poetas como Alfonso Alcalde, Pablo y José de Rocka, Daniel Belmar. Su fugaz romance con Violeta Parra y la convivencia con muchos intelectuales de la década del 60. Su amistad con Jodorowsky, cuando imitaba a Chaplín en plena calle Ahumada llena de gente.             

Relata dentro de un estadio anecdótico de letras, una oportunidad donde junto a otros intelectuales, visitaron a una médium y llamaron al espíritu de Leonardo da Vinci, ocasión en que dispuestos con una “Ouija”, la tabla con la que se practica esta sesión de espiritismo, el pintor le pregunta cómo debe trabajar el fresco, cómo debe desarrollar la técnica de la luz en los murales. A lo que el alma del gran Leonardo da Vinci responde que se encuentra pintando un gran mural, el mas grande que se haya creado, el cual contiene la formación del mundo, desde su inicio, lleva muchos años en eso y está muy cansado.           

Destaca también el descubrimiento en la imaginación del pintor desde su niñez, cuando miraba fijamente la imagen de un azucarero sobre la mesa, el cual tenía un dibujado un paisaje. El pintor se quedaba perplejo y se sumergía en aquellas figuras de ilusión y de sueño.                

Como todo artista, el pintor logra cumplir su sueño de viajar al extranjero y comienza una azarosa y difícil vida en países lejanos y diversos como

La India, la China, Austria, Italia, Costa Rica y muchos otros que son testigos de su presencia y de sus vivencias. 

Un libro muy entretenido.

 

           


 

Título: Neruda por Skármeta

Autor: Antonio Skármeta

Editorial: Planeta/Seix Barral

190 páginas.

Comentario de Jorge Carrasco

 

 

                  NERUDA POR SKARMETA                 

 

     Al parecer, Pablo Neruda era amigo de todo Chile. Siempre está saliendo gente que dice que compartió momentos cruciales y la amistad paternal del poeta. Eso les da derecho a publicar de tanto en tanto su biografía, creyéndose autorizados en virtud de sus íntimas relaciones. Esta vez el turno es de Antonio Skármeta.


     Según lo cuenta su autor, Pablo Neruda se convirtió en una obsesión desde que leyó sus primeros poemas cargados de pasión y romanticismo. Desde ese momento su admiración fue ilimitada y no desprovista de gratitud. Dice Skármeta en el prólogo: ¨Este libro es acerca de mi Neruda de décadas, sacudido de los oropeles de la gloria, y deseoso de que lo vean como un hombre ¨. Y aclara que habla ¨de lo que Neruda hizo en mi vida y de lo que yo como escritor hice inspirándome en la vida de Neruda ´: Viene bien la aclaración porque el libro habla justamente de esa relación asimétrica entre Skármeta y el lírico universal. No esperes mucho más que eso.


     Neruda por Skármeta es el último libro del premiado novelista. Un libro que no pretende echar luz sobre ninguno de los episodios de la vida del poeta. Está bajo la agradecida lupa de Sakármeta un lírico que amó profundamente a desiguales mujeres, celebró la naturaleza con entusiasmo de niño y le pagó su tributo a la vida con versos oscuros y claros, graves y lúdicos, superficiales y profundos. Es un libro ameno, sabroso, con ráfagas de profundidad en algunos casos y en otros resentido de la cordial superficialidad del autor de Ardiente paciencia.


     El libro está dividido en dos partes. En la primera, hace un recorrido de la vida del vate, particularmente de sus amores capitales. La información aparecida no presenta novedades, salvo algunas anécdotas del Neruda coleccionista y militante. Desfilan así los enredos amorosos y el rostro fiestero y gregario del poeta chileno, así como el crecimiento caprichoso de sus tres casas. No falta la mención de ciertos intelectuales que compartieron charlas, vinos y comidas con el poeta, como el mexicano Juan Rulfo, a quien se describe como una persona en extremo silenciosa y distante.


        Después del recorrido, uno se da cuenta de que no menciona el último amor importante. La amada en cuestión es Alicia Urrutia Acuña (protagonista de uno de sus libros, La espada encendida). La traba que se autoimpone Skármeta se debe a que seguramente no desea desmejorar la imagen de Matilde Urrutia (tía de Alicia), a quien Skármeta conocía desde sus breves momentos que compartió con el poeta. Otros biógrafos cercanos a Matilde, como Jorge Edwards, también por razones afectivas se vieron obligados a cometer el mismo olvido.

  
     Aparece, además, una segunda parte, en donde Skármeta se dedica a analizar algunos poemas considerados por él esenciales en el universo de la vasta obra. En algunos casos son análisis interesantes, referidos a obras tardías poco estudiadas por los críticos (poemas Otoño, Animal de luz, Con Quevedo, en primavera,  del libro Jardín de invierno). Interesantes son también los comentarios de textos del Neruda alegre y militante (La carta en el camino, El hombre invisible, Oda al aire, Oda al mar). Sin embargo, creo que estos análisis resultan parciales, secos, demasiado personales. 


     Me parece también que es un libro de promoción del novelista. Está continuamente hablando de sus obras, de sus incursiones en el cine, de hechos de su propia vida. Utiliza varias páginas para presentar los avatares de la producción de las películas Ardiente paciencia e Il postino, explicaciones propicias para aquellos que se deleitaron con las películas y no para otros.

 
     El libro tiene algunas contradicciones notorias. Una es aquella que presenta a   Neruda y a Delia del Carril conociéndose en dos lugares diferentes: la casa de Rafael Alberti y la cervecería Correos de la capital española. Afirma que el primer encuentro fue en 1933, pero Margarita Aguirre, una de sus biógrafas (y quien sabe más de esto pues su padre, Sócrates Aguirre, era el cónsul de Chile en Buenos Aires en ese tiempo), dice que Neruda viajó a Barcelona en mayo de 1934 y que ambos se conocieron en 1936. Hernán Loyola, uno de los más serios biógrafos del poeta, manifiesta que se conocieron en 1934, en casa de Carlos Morla Lynch. ¿A quién creerle? Sin embargo, la fecha menos creíble es la de Skármeta.


     Incurre, además, en un error geográfico importante: Dice que Neruda bajó por el río Cautín, llegó hasta la costa de Caragüe (sic) y conoció el mar. Pero en realidad Carahue (así se escribe correctamente y es el pueblo de nacimiento de quien esto escribe) está a treinta kilómetros de Puerto Saavedra, lugar costero bañado por el Océano pacífico, destino final de las travesías de Neruda.
     Neruda conoce el mar porque solía pasar sus vacaciones en Puerto Saavedra con toda su familia, en una casa prestada, perteneciente al agricultor Horacio Pacheco, según cuenta Neruda en Confieso que he vivido. De este lugar es la musa, llamada María Parodi, que le inspiró el poema 19 del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Era la hija del boticario.


     El equívoco se produce porque en algunos fragmentos Neruda habla de los muelles de Carahue. Estos muelles (que se mencionan también en La canción desesperada) son los de mi lugar de nacimiento, en las orillas del río Imperial. En ese lugar la gente se bajaba del tren y seguía su viaje hacia el mar, hacia Bajo Imperial (hoy Puerto Saavedra), en una embarcación que cubría el trayecto de treinta kilómetros. Así aparece en Imperial del sur:
 
     Muelles de Carahue, donde amarran las gruesas espigas y desembarcan los viajeros; cuánto y cuánto conozco tus tablones deshechos, recuerdo días de infancia a la sombra del maderamen mojado, donde lame y revuelve el agua verde y negra.
     Cuando ella y yo nos escondemos en el tren de regreso, aún llaman los viejos días algo, sin embargo del corazón duro que cree haberlos dejado atrás.
 
     También en otros poemas aparece el nombre de este pueblo sureño. En
 
Quiero volver al sur (Canto general, 1950):
                      Enfermo en Veracruz, recuerdo un día
                      del Sur, mi tierra, un día de plata
                      como un rápido pez en el agua del cielo.
                      Loncoche, Lonquimay, Carahue, desde arriba
                      esparcidos, rodeados por silencio y raíces,
                      sentados en sus tronos de cueros y maderas.
 
     En Itinerarios (Estravagario, 1958):
                       Se perdieron aquellos días
                      y en el fondo de mi memoria
                      llueve la lluvia de Carahue.
 
        En El gran verano (Cantos ceremoniales, 1961):
 
                     Hace mil años ya, cuando en Carahue
                    abrí las manos, extendí la frente,
                    y el mar, el mar abría su caballo,
                    entonces el verano era una espiga,
                    duraba apenas un amor terrible,
                    duraba sólo el temblor de una uva.
 
         En El primer mar (Memorial de Isla Negra, 1964) :
 
                       Descubrí el mar. Salía de Carahue
                       el Cautín a su desembocadura
                       y en los barcos de rueda comenzaron
                       los sueños y la vida a detenerme,
                       a dejar sus preguntas en mis entrañas.
 
     En fin, Neruda por Skármeta es un libro que los seguidores de éste último agradecerán con entusiasmo. Pero no sé si los adeptos del ganador del premio Nobel pensarán lo mismo. Después de leer el libro queda la sensación de que el rostro de Neruda no se ha modificado. Ningún aporte, ningún detalle fundamental se ha sumado a lo que ya sabíamos del poeta. Y esto es una muestra inequívoca de que el libro ha quedado en deuda.  

 

 


 

TITULO: LA ULTIMA CANCION
AUTORES: ENRIQUE SYMNS Y VERA LAND
EDITORIAL: AGUILAR
PAGINAS:306
Comentario de Marcelo Castillo Badilla

 

       LA ULTIMA CANCION

 

                   Para los que gustan del Rock, La última Canción, muestra la historia del grupo Los Tres, una de las bandas más exitosas en la historia musical de Chile, junto a Los Prisioneros, La Ley y Lucibell.

                   La narrativa refleja una especie de biografía y anecdotario de cada uno de los miembros del grupo, describiendo los inicios de la banda, desde sus primeras tocatas en el Colegio Francés de Concepción, hasta convertirse en una famosa banda de Rock, tanto en Chile como en el extranjero. Destacando, sus influencias musicales como los Bluer, Check Berry, Los Beatles y otras más.

                   Estudiantes de La Alianza Francesa, un colegio de clase media-alta, donde los padres matriculan a sus hijos para que sean profesionales universitarios, médicos, abogados o ingenieros, pero menos para convertirse en artistas de teatro, pintores o músicos.

El trío va contra la corriente natural de sus pares y con el apoyo de sus propios padres y algunos profesores de la época, comienzan a desarrollar su talento natural, con ensayos en los livings de sus residencias, con los padres de los músicos, turnándose para trasladarlos con los equipos de amplificación e instrumentos, para ir a buscarlos después de las tocatas, generalmente a altas horas de la madrugada.

                   La década de los ochenta, Concepción vivió una actividad cultural y artística muy rica y agitada, se realizaban muchos conciertos de Rock, en salas y al aire libre, como el Aula Magna, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, el auditórium del Colegio Médico, el Foro de la Universidad de Concepción, el Teatro Concepción, principal sala de la ciudad, la desaparecida y mítica Dicotheque “Nervios”, y muchos otros recintos del escenario musical penquista como el desparecido “Cariño Malo” donde el grupo se consolida.

 Esta sala abre un espacio a bandas emergentes, no sólo de Concepción sino también de Santiago y del resto del país. Hasta que un vecino, de tanto reclamar y poner el grito en el cielo, por el estridente ruido, por las noches convertidas en días, el Pub Cerró para siempre. Fueron dos años de ininterrumpida actuación, hasta de la "Jane Fonda", evento que organizan hasta el día de hoy en Santiago, en honor a las fiestas patrias.

                   El libro es en realidad una biografía no autorizada, por lo tanto escarba en pormenores muy personales en cuanto a la personalidad y carácter de los componentes de la banda. Revela detalles íntimos de Álvaro Henríquez, líder y vocalista, Roberto “Titae” Lindl, ( contrabajo), Pancho Molina (Batería) y del cuarto integrante, Ángel Parra (guitarra). A quien Álvaro conoce, cuando integra el elenco del Circo Teatro La Negra Esther.

                   Se describe la amistad entre Jorge González y Álvaro Henríquez, cuando el grupo en sus comienzos, teloneaba a  Los Prisioneros en sus primeras visitas a Concepción. González, se convierte en un ferviente admirador de Los Tres.

                   Se narra también, la intuición o más bien perspicacia de Álvaro Henríquez, en su futuro rol como actor fundamental en la escena del rock nacional. Sabía de antemano que sería conocido; por ejemplo, decía: -me cargan las matemáticas, la ciencia y la química, por eso me cuesta trabajo estudiarla, además cuando sea famoso voy a tener un manager que va a manejar mis platas. También acotaba:- Aprovechen ahora de pedirme autógrafos ya que después, cuando sea famoso no van a poder hacerlo-

                   Los Tres, es una banda eminentemente virtuosa, académica, con músicos de conservatorio; Roberto Titae Lindl, permaneció un año y medio en Austria, estudiando contrabajo, mientras Pancho Molina se perfeccionaba como batero percusionista en los Estados Unidos; mientras tanto, Álvaro Henríquez gitaneaba por Europa con el circo de la Negra Esther.

A todo esto,         Destaca también la presencia de Cuti Aste, otro destacado músico de Concepción, quien sin ser integrante de la banda, toca como invitado en reiteradas oportunidades con su acordeón.

Aste se marchó a Santiago a muy temprana edad, donde llegó a vivir a una casa muy grande ubicada en calle Romero. La casa poseía un  sólo baño, hartas piezas y muchos actores que entraban y salían, como Pedro por su casa. Una casa con mucha actividad artística, ensayos de actuación y de conciertos musicales; entre los asistentes se contaba la presencia de Willy Sembler y María Izquierdo entre otros conocidos.

Después, llegaría Henríquez hasta aquella casa de calle Romero, donde con el correr del tiempo se integraría con Cuty Aste, al elenco de La Negra Esther, bajo la dirección del fallecido Andrés Pérez, quien venía llegando desde Europa, después de trabajar por varios años en el “Cirque du Soleil”.

                   Ambos recorren, como integrantes del elenco, en su rol de músicos, un largo periplo itinerante con el circo de la Negra Esther, a través de toda Europa, con muchas y anécdotas, que vale la pena leer. Por ejemplo, la influencia de Roberto Parra, en la cueca, la que después ejecutarían con mezcla de yazz guachaca y folclore. 

                   Se hace mención además a los conciertos, las giras, los líos de falda, con Javiera Parra, la exclusión de Pancho y Angel en las composiciones y finalmente los desacuerdos que acabaron con la separación del grupo.

Toda una crónica de una generación talentosa, que dejó una huella imborrable en la historia artística y cultural de Chile.

          
 


Título: Fe de ratas ratones y guarenes
Autor: Marcelo Castillo Badilla.
Género: Cuento
Paginas: 110
Editorial: DIANA

Comentario de Carolina González Velásquez

FE DE RATAS, RATONES Y GUARENES

 

Desde la portada es un libro atrayente, dos ratas hacen honor al titulo “Fe de ratas, ratones y  guarenes”, libro que en su edición recibió le apoyo de la empresa de control de plagas ANASAC.

Por el recorrido de sus páginas se encuentran interesantes historias, relatadas en lenguaje claro y a veces hasta jocoso, historias de ratas de distintas especies y de humanos que conviven con ellas. Muchas de las historias (según el autor) reales, recopiladas durante sus años de experiencia en el trabajo de control de plagas, algunas vividas en primera persona y otras relatadas por terceros. También caben entre las historias, algunos datos de interés y otros tantos refranes y creencias populares, lo que dan a este anecdotario, una carácter de agilidad que se agradece a la hora de leer.

Sencillo en su diseño, con simpáticas animaciones de roedores que presentan como complemento a los relatos, pero vistos en forma individual, son una historia en si.

Un libro fresco, apto para todo tipo de lector, con 47 relatos que robarán más de una sonrisa. Es sin duda éste libro, un buen regalo para las tardes de sosiego y un incentivo  para aquellos que recién se inician en el mundo de ser lector.

 

 

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