Biografía

Juan Antonio Massone del Campo nació en Santiago el año 1950. Poeta, ensayista, antólogo, bibliógrafo y autor de textos de estudio. Ha publicado 40 libros, entre los cuales sobresalen: En voz alta; Las siete palabras; Poemas del amor joven; A raíz de estar despierto; Pedazos enteros; En el centro de tu nombre y el CD. Le doy mi palabra.
Sus estudios escolares los cursó en el Liceo San Agustín; y los universitarios de pedagogía en castellano, en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en literatura. Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua y Correspondiente de la Real Academia Española.
 

 


UNA INFANCIA

Yo fui un niño que tuvo patio
con un perro que se perdió una vez
y hasta el día de esta tarde no regresa.

Yo era niño que olía tierra húmeda
y fue mío despedirme de momentos
como si el día acostumbrara a morir.

Yo fui niño en un patio y ventolera
con más ladridos debajo de la tierra.
La nieve parece ahora menos blanca.

Yo era un niño que pactó con lagartijas
y queltehues invocando nuevas lluvias
en espera de pan con mantequilla.

Yo fui un niño y, de en medio del patio,
una acacia con nidos fue arrancada.
Los años aún no dicen para qué.

Yo era un niño con un perro
al que asustó la muerte muy temprano
y el pálpito quedó mío sin deseos.

Yo quedé niño de patio sin acacia
ni perro, sin estar seguro de nada más.
En los otros quedaba la alegría.


 

PUEDE QUE EL TIEMPO DOS VECES NO PERDONE

Tú has querido defender
a tantos muertos, aunque demoraste
indefinidamente con los vivos.
En el fondo, nadie pudo
persuadirte de que la vida
era enormemente más que tus rutinas
y estuviste inclinado en pensar
que el mundo cabía en tu ventana.

La obra del vivir no se escabulle
y aprovechando el llanto de los vivos
comprendes por qué ahora
los muertos reclaman su consuelo.
Es tu hora tal vez, quizás la única
que pueda salvarte de imposturas.
No te creas demasiado feliz.

 

ESTAR SOLO

No tengo a nadie
en todo el mundo
a quien hablar de ti,
sino a ti.

No tengo a nadie.


 

VIENDO CRECER EL DIA

Un álamo pequeño
a nadie da que hablar,
apenas sobresale entre la hierba,
pero algún día será más alta sombra.

De pie, esperando
aquel día y creciendo,
aunque escaso de hojas aún
mostrar sabe al invisible viento
y no se inquieta por más
que de seguir alzando el cuerpo.

Sólo espera y crece ahora
en su apenas de hojas
batidas por el aire verde.
A nadie da que hablar,
pero erguido y silencioso,
confía la promesa de sus hojas
al invisible viento que lo mece.

 

LENTAMENTE AGUARDANDONOS

Usted está allí,
en ese sitio donde ahora lee;
yo, un quizás, un tal vez donde
ni yo mismo me percato.
Está allí, aquí, justo en el tiempo
de un sitio en donde yergue
su vida y la dispersa.
Está allí,
como si yo no fuera,
como si jamás,
como si nunca:
la sustracción de un nombre.
Está allí, sin mí,
(eso no importa),
pues siento más benigna
esta distancia.

En una página me olvida,
(eso me gusta),
la palabra es redimida
en privilegio comprensivo
cuando mira y retrocede,
y se conturba y abalanza,
aboliendo y decantando
al saberse adivinado.

Usted sigue allí,
(este momento es único);
tal vez lee distante,
quizás deletrea presuroso,
acaso en esa letra
nos sepamos sin nombrarnos,
y aunque yo siga a lo lejos
es espera de su alma,
y usted siga allí,
velozmente apartado,
he querido decirle simplemente
que allí en donde esté,
de un modo u otro,
en latidud descuidada
y yo, en mi pasión atrapado,
vivimos l e n t a m e n t e
aguardándonos.


 

CONTIGO FUI...

Contigo fui arquitecto de la luna.
Menos importan fechas y tu labio
de escarcha entra en coma.
Me fui yo también. Tardé en decirlo.
No era cosa de hablar a nadie si brotaba
la solitaria flor del jacarandá desnudo.
Ahora ya no hay prisa. Lo mismo da
que tú me escuches o brinde el roquedal
con una acacia. Es lo mismo siendo
diferente. Sin rostro queda tu nombre
en las arrugas de un papel marchito.
Lo que decimos tener está hecho
de algo que no puede ser nuestro.