Biografía

Jacqueline Lagos nació el 4 de abril 1965, en Osorno, Región de Los Lagos. Su ciudad la ha visto crecer y descubrirse a sí misma como un miembro activo de la comunidad. Desde niña expresó sus pensamientos en el papel, no obstante hace algún tiempo ha dado cuenta pública que esa es realmente su verdadera vocación. Alumna del Liceo Comercial de esa ciudad, egresó con el título de Publicista con mención en marketing. Ha participado como jurado de varios concursos literarios en establecimientos educacionales de la Región, y en Instituciones públicas de la comunidad. Es asesora pro tempore (un año) de un Taller Literario Comunitario Coordinadora Provincial del Proyecto LibrolibreChile, Osorno; Columnista del Diario Digital ColumnaSur, del Circulo literario “La Bohemia” de Osorno; Directora de la Corporación Cultural Mistral-40Sur. Hoy cuenta con dos publicaciones, Mis Primeros Años... (2003) y la novela Una Bruja emplumada en el Tzolkin (2005).
 

 

Merezco vivir…

Quizás no sepa de poetas Rusos y del pecado que significa decir: que la gallina de huevos de oro puso en Osorno.
Quizás mi partido sea de la XYZ, porque las otras letras la ocupan los carteles de la calle y la solapa del Alcalde.
Quizás sea pecado no saber de un libro amarillo, empastado en papel “couche,” lleno de fotos de gente que no conozco y organigramas presentados por cubitos tricolores.
Pero ya sé... “debería leerlo”
Quizás estoy condenada de antemano por los pecados capitales de no saber quien o quienes llevan hoy los galones en el hombro...
¿Quedará un lugar donde pueda reír fuerte y colgar de la puerta mis disfraces?
¿Quedará alguien para soportar el humo de mi cigarro rebelde y de las miles de preguntas que van conmigo?
Me retiro, es lo último que escribo...
Me relego.
Vuestras conversaciones del futuro de la poesía en Chile no las entiendo...
Me retiro, Sí, ahora, que aún no me duelen las piernas y puedo seguir caminando con mis confesiones a cuestas que a nadie interesan...hay otras preocupaciones, como el Apocalipsis que viene, la ambigüedad de la sociedad, la moral y las leyes, del amigo andrógeno que tengo...etc...
¡Me cansé!
No saber de grandes autores, Presidentes o Países...
Si hay daño con esta rebeldía me retiro. Me voy al desierto entre cactus a leer mi correo, a reír de las propuestas decentes e indecentes que recibo, que me nutren, acompañan...
Si tengo que endosar mi risa por la mujer “sabelotodo” pido anulen mi firma en esa carpeta.
Yo, seguiré por el mundo colgándome del cuello, llorando sin tapujos, porque también me conmueve el hambre, la injusticia, la miseria...
Pero no me pidan que sea como tantos...
He leído y he escuchado a cientos, que Uds. no conocen.
Son guerreros anónimos, han dejado cicatrices, amores, batallas, sus rabias, su bandera...
Pero esto que escribo no interesa...sensiblerías.-Dicen.
Porque es pecado decir que Isla Negra hoy es un negocio.
Por eso me retiro...
Yo, escribo desde el abismo, de la utopía de cuando seamos todos Uno. De cuando mi cielo abrace al tuyo, sin sentirme delincuente con la mirada de los viejos o de la “mina” que me ve como amenaza. Porque vuelo cada vez más lejos....
Por eso me retiro. A mi sucucho, a acariciar el lomo de mi gata, donde re-invento, donde hago zurcidos a vestidos viejos.
A prender inciensos y velas como a mi me gusta.
Donde escribo a Sutano y a Mengano, de mis baúles viejos...de palabras recortadas con un beso...
Quizás sea pecado no saber el último acuerdo estratégico de la ciudad donde vivo.
¡No me interesa!
Por eso me retiro, me desgasta la presión, las burlas, el frío...
Pueden arrancar páginas de mi libro si lo que escribo no gusta.
Pero no me pidan estar a la moda con argumentos y películas de gobierno.
Déjenme indecisa, seguir viviendo esta marcha irresponsable apostando al zócalo del Amor, donde caben todos... esa aventura de vivir los sueños...la magia de sabernos buenos...sin nada que perder esa la plena incertidumbre de crear siendo eternos...

 

 

Osorno

Una puerta pintada por indios es Osorno, un poema tallado del ayer que espera acurrucado ser leído por los que vendrán mañana, un lugar de campos verdes y pieles negras bondadoso, un tren cuyo equipaje espera en el anden junto a piedras que se yerguen para recordarnos que también el sonido del tambor vino por los ríos, que los bosques crecen inocentes y mueren cada día en manos de hombres carcomidos por el avance del progreso. Un cielo blanco, azul y rojo, acentuado en Septiembre como en cualquier pedazo de Chile, pero, que aquí se acrecienta con los ¡ cuatro puntos buenos!, en la atajada maestra del novillo.
Así es Osorno, un espacio donde vemos madurar el trigo bajo la premura de un sol esquivo entre las lluvias del verano, donde las manos tejen el boqui, el mimbre y el tinte de lanas crudas en el copihue que adorna el manto de la mujer huilliche.
El “pangue” crece de alimento, los chilcos a la vera del camino, el notro pinta rojizo el conjuro. Carretas tiradas por bueyes aún suben y bajan; las tradiciones, la música, los juegos de esta tierra barrosa que me acuna.
Osorno, dormitorio de colonias venidas de lejos, urdieron identidad, somos un equilibrio entre las “delicatessen” y el “milcao con chicharrones”, entre la ruca y la casita alemana de alerce indiscutida. Aquí se abrazan los mirlos, entre días de pasos urbanizados o la aventura extrema de buscar el altar del “Tata Huentellao”. Donde la inercia del invierno hace que aparezcan Brujas como esta que les escribe...mientras los ángeles se esconden en naves donde arrodilladas las otras buscan las respuestas, a la miseria, la injusticia, al hambre, los silencios...
Aquí donde las vacas no son sagradas, ellas son las que paren, crían, amamantan y comparten la sagrada hilera de nuestras vidas. Así veo a este Osorno, entre mares y castillos, entre, multitudes y los mismos de siempre, luchando por el equilibrio. Aquí donde el queltehue tiene su reino y el paralelo 40 Sur bendice el cochayuyo en invierno, sí, aquí donde la murtilla se sabe única, entre el chocolate suizo, el muday, la cazuela o los mariscos...
Este es “mi” lugar, aquí nacieron mis viejos, mis hijos, no sé mis nietos...mientras tanto, escribo sin retórica para ustedes, sepan, conozcan de esta cuna que también es vuestra, una ciudad que anhelo sea producto del abrazo sincero, comulgado en los afectos, donde mañana pueda ver sus rostros en este telar que no tiene nombre, pero yo he bautizado “telar cibernético”.
Dejo en vuestra mesa, los sabores y olores de esta fotografía empapada en lluvia de Enero, pulsada en el botón “acortar distancias”.
Respiren, sientan por ese día que no habrá mas fronteras y el cielo será Uno y tu hijo y el mío cobijados a la sombra de los árboles, debatan las quimeras de los hijos de sus hijos..
.

 

Alicia, “la cartonera”

Se levanta de madrugada, varios niños esperan por el sustento que traerá cuando termine el día, cada objeto de la pequeña habitación, trae recuerdo de algún trajín por alguna calle de la ciudad.
Su figura desconoce tratamiento de belleza, su cara atisba surcos que han sido marcados por inviernos, las uñas de sus manos desconocen la existencia de barnices que usan las “estrellas” que ve en televisor blanco y negro, ese que alguien fue a dejarle en el último temporal, mientras el río se llevó las pocas cosas que había reunido.
La batea está llena de ropa que lavar, enciende una fogata para calentar agua, en una tetera italiana, llena de saltas, recogida en una de esas casas del barrio alto. Ella, Alicia “la cartonera”, se impregna de una ducha improvisada, con un balde oxidado, limpia su pellejo para echar andar el nuevo día que dibuja esperanzas en el rostro ya marchito.
"Hoy puede ser..." piensa mientras termina de preparar un té moribundo y un pedazo de pan añejo, deja a los niños en la cama y cierra una puerta tosca de una mediagua que la municipalidad le donó por su condición de mujer "jefa de hogar". Un techo para Chile, dicen...
Así comienza escarpado el día, tirando una carretilla de mano, enfilándose al centro de la urbe, para estar de las primeras, antes que pase el camión recolector y pueda hacerse del preciado material que sale de las tiendas, ella lo aprecia y con una paciencia infinita desarma corta y apila en el pequeño vehículo, pasadas las horas del día se hincha de cartones nacionales e importados.
Arrecia el calor del mediodía y la pileta de la plaza, sirve para beber el sorbo que dará fuerzas para hacer el último intento antes de llegar a tocar las puertas de la "Recicladora de Papeles y Cartones".

 

Ella

Ella ocupa un mundo social inepto, entierra placeres soñando el manjar de los días hambrientos, es irrefrenable en sus instintos, ha olvidado su llanto de niña huérfana.
Trabaja el cariño y adopta lealtades, es limosnera en puertas ajenas, poluciones en corazones insensibles, ignorancia y nimiedad que no reconoce.
La angustia, los temores, han sembrado insensibilidad en su alma, arrogante, camina sin razón, jadeando hijos, una noche de Pascua... manantial de vidas.
Crece en la urbe de hermanos grandes, perseguidos por el intelecto, la torturan, la niegan, discriminan su talle, su forma...
Ella es magnánima, desabrigada de amor, no comprende la lucha, es cruel, las bocas que piden el sustento caerán bajo la excusa de que son muchos y el alimento, poco.
Es madre, camina por la vida, sin conciencia, por un mundo que la olvida, la maltrata, la seduce, la deshecha...
Con horizontes que promueven las angustias.
Quedara sola, le arrebataran la descendencia, no cabe su estirpe en los que tienen la suerte del abolengo, olerá penumbras en los ciclos del progreso, ella es cualquiera, quedara oculta su entereza, recorrerá destinos añorando el amparo de una mano dulce.
Siente que pide afectos, o un regazo generoso que revestirá añoranzas para cuando los años sean viejos.