POEMAS:
(Del libro)
Entre el cielo y la tierra
Arden mis manos,
arde mi feminidad toda,
elevándose en los crepúsculos,
alzándose indómita en mi sangre.
Y soy todas las hembras del mundo,
y soy yo, toda yo, más intima y profunda
que el cielo que me respira en cada latido
que le robo a hurtadillas, a Dios.
MUJERES
Somos una obra maestra,
complejas y exquisitas,
llenas, plenas, apolínias,
casi…, perfectas.
Contenemos,
la naturaleza toda en cada poro,
la vida misma en nuestro vientre,
el amor en la lágrima,
el deseo en los labios,
el dulzor en la lengua,
la ternura en las manos,
el cobijo en el pecho.
Somos…, casi perfectas.
La penúltima encarnación,
el exacto complemento.
La matriz de la vida,
la resurrección del hijo.
El universo entero en nuestra sangre,
¡inflamado latiendo!
Ayudantes de Dios, su obra, ¡perfecta!
|
(Poemario Inconcluso)
¿Por qué escribo?
Escribo para el agua
que corre hambrienta por la tierra,
por los dioses que habitan en mis cerros,
aquellos que se empinan en mi sangre,
partiéndome los días con su espera.
Escribo,
por aquello que veo y me duele de la vida,
por el dolor que camina cabizbajo por mi lado,
(aún no siendo mío…)
Escribo, por los pobres, ¡los podridamente pobres!,
aquellos que lloran por migajas de alimento,
los que rompen la palabra con los ojos,
los que mueren en la misma tierra nuestra,
pero solos…, ¡Dios, abísmantemente solos!
¿y el mundo? los mira indiferente,
sentado desde un palco de ironía.
Escribo por aquellos,
que están secos de esperanza.
Con el llanto derretido en las pupilas.
Con el miedo lacerándoles el alma.
Escribo para ti, si, para ti
que juegas con mi piel sin saberla de tus labios,
jamás canela de tus aguas, nunca miel de tus panales.
Y aún así..., escribo para ti.
Escribo en el destiempo de un espacio,
Con un violín emancipándose en mi mano,
con la ira que se frunce en mi lamento.
Escribo en las sombras de la muerte
En la vida que brota de mi vientre.
Por la risa que me entrega un mar ajeno.
Escribo a la mujer,
Para ti mujer que lates en mis poros
a través de siglos de vivencias,
por ti y para ti, hembra, fémina, ¡gigante!
que lates hierofante
en mi vientre de manceba,
en la de fiera herida,
en la de vid inagotable, en la sumisa.
Escribo,
Por aquellas que mueren en manos de sus machos,
los rudos, fuertes, ¡sus hombres!.
En la que arde en su celo por las noches.
La que hurta del lamento, un poco de alegría.
Escribo para ti, mi Dios, que aún sin forma
me mueves por completo.
Por los libros que se apilan en mi estante.
A mis ojos que se gastan
despacio entre las letras,
tan quedos y despacio,
a través de un tiempo inexistente.
Escribo para no morir en la palabra,
escribo porque de otra forma
moriría de tristeza.
|