A los dos les gustaba visitar las capillas, iglesias y catedrales.
En varias oportunidades se encontraron con misas, bautizos,
casamientos y funerales. El siempre le decía: “si
yo muero antes, no quiero que uses luto el día de
mi funeral, quiero que te vean realmente como eres”.
Pasaron los años. El contrajo una enfermedad que
terminó rápidamente con su vida. El día
había llegado, era el momento para cumplir lo que
tantas veces prometió. Detrás del ataúd
ella avanza, lentamente por el campo santo completamente
desnuda.
Ximena Cancino Cifuentes
|