UNA PALABRA PARA CHILE
IEscúchame Chile
Yo te quebraré los huesos e hincharé tu vientre
para que tus ojos vean lo que niegas.
Yo te arrancaré las entrañas y cortaré tu prepucio
para que entiendas lo que rechazas.
Porque yo estoy a tus puertas
Y tú encerrado entre la nieve y la arena
no me abres
Porque yo he marcado tu frente con un signo imborrable
y eres mío.
Escúchame flaco, orgulloso y aislado pedazo del planeta
Yo te heriré donde menos lo piensas
Y le quitaré después el ruido a tu gemido
Para que en el silencio te revuelques
Y tus mujeres imploren de rodillas que te salve
Y sus ruegos se pierdan sin sonido.
Escúchame Chile, y despierta
de ese sopor en que te sumes
Tienes que dejar de mentirte cada día
O yo te daré la muerte que no acaba
E hincaré mis dientes en tu barro
Y soplaré con furia sobre tu loca geografía.
Escúchame Chile
Yo soy el que te habla
para que mañana tengas vida
Recuerda que aun eres casi un niño
Y que todo padre que ama endereza lo que es suyo
y lo corrige
Cambia o perece
bajo el poder de esta palabra
Madura
Que el siglo se termina y tú aún
duermes atorado
Préndele fuego a tu avaricia y recuerda
a tus pobres y a sus niños
Mira que yo sostengo un puñal
sobre tu corazón
y mi mano ya se cansa.
O yo haré que las aguas de tu océano
te laven la inmundicia
Y ese olor a estiércol que sube de tu tierra
se evapore.
Escúchame Chile
Recapacita
Que el sonido de las trompetas no está lejos
y tu destino se complica.
Un viento de fuego ya sopla sobre tus valles y colinas
Y el dolor que te espera si no cambias
Haré caer de sus huesos toda carne derretida
Y borraré tu nombre de las naciones de la tierra.
IIAbre tus panaderías y obliga a tus banqueros
a derramar sus perfumes sobre los más necesitados
Rechaza el dolor de los tuyos hasta que éste abandone
completamente tu figura
Sé clemente y comprensivo
aborreciendo con furia toda injusticia disfrazada
Y entonces pondré a mis ángeles
para que cuiden tus fronteras
Y el llanto no tendrá más cabida entre los tuyos.
Considera la ola de horror y juicio
que se avalanza sobre el mundo
y sálvate con tus hijos.
Reconoce que yo soy el que te puso
entre el mar y la montaña
Y te regaló la araucaria y el copíhue.
Que tus mujeres griten clamando perdón
hacia los cielos
con sus cuerpos desnudos y cubiertos de ceniza.
Que tus niños oren sin descanso
implorando el favor y el olvido de la ira.
Que tus jueces cumplan como deben
aun a costa de sus vidas.
Y entonces levantaré mi tristeza y mi furia
Y haré que tus pastos reverdezcan para siempre
Y que el agua de la vida recorra
tu estrecho territorio.
Escúchame Chile
Que este siglo ya termina
Y que yo he marcado tu frente con un signo imborrable
y eres mío
Y yo te he hablado hoy para que conozcas mis designios
Y porque sé que en el fondo de tu corazón
tú eres noble y eres apto
para el día de mi cosecha y de mi reino.
Que así sea.