Matías Rafide o Muy lejos del olvido


por Juan Antonio Massone

A veces la palabra nace de un sacudimiento total a partir del don con que mentamos la vida. Y ese nacimiento se intensifica, más aún, cuando la persona enfrenta una experiencia que le inunda de congoja: el morir. Entonces la palabra es llevada hasta el extremo de la consciencia. Vibra en ella, entumecido, el ser más genuino y, en su estupor, trasunta el desborde del vacío, la paradojal presencia ausente, los confundidos sueños que, si bien, son fantasmas, no cesan de tributar a un forcejeo librado por la contundencia de lo evidente y el rechazo en que porfía la lenta asimilación de la realidad temporal.

Los pre-textos, o sea, el suceder biográfico que antecede a la escritura colabora en la comprensión de la palabra estremecida; pero no explica jamás, del todo, aquel florecimiento manifiesto en aluvión de centellas y en sobreabundantes significaciones que tanto conocen de reiterar fulgores.

Amor, temporalidad y morir constituyen un trío que se renueva, en este libro, a base de evocaciones, de acopios ponderables, de regocijos pretéritos y sus contrastes de un presente despavorido. Perplejidad de la vida en grado sumo.

Matías Rafide (Curepto, 1929) es poeta, porque antes ciñe humanidad sin eximirle de probar el acíbar, aunque tampoco queda despojado de untar su palabra en los afluentes de la noche, la evocadora lluvia, la plural memoria, la volátil luz de las luciérnagas, los sueños que no olvidan, la fugitiva sombra que dejan los relámpagos. Un clima, una atmósfera, una luminaria tan solo para hendir lo inexorable.

No pretendo explicar los poemas; aunque me gana compartir el deslizamiento de una conmoción que los sacude. Para enterarse de ella, nada mejor que la lectura de los textos. Junto al sufrimiento existen hallazgos felices—poéticamente--, insistencias que comprueban afines repertorios de alusiones y consternado lenguaje. Más que siempre, el yo lírico se identifica con el tú: le necesita en su orfandad, pues de ella se desprende una semántica inédita.

“La vida es ciertamente

extraña pasajera

como el vuelo de un

ángel que ha perdido

sus alas…”

Lo que se identifica en clave de realidad: evidencia de la ausente y tribulación solitaria ante signos desbandados, conoce aquí de varias reacciones. Al pasmo sufrido como efecto de lo indeseado, síguele la reconstrucción de lo pretérito, la hiriente experiencia del presente y, también, la posibilidad de edificar una quimera. Cada una dispensa su propia magnitud expresiva desde un núcleo común: el dolor agudo de la muerte. Orfeo, otra vez, hace el periplo del íntimo dolor en busca de restituir el antes, la vitalidad de la persona amada, neutralizando los zarpazos de lo funesto. Pero la comprobación puede más que lo ilusorio:

“A veces la muerte

se enamora de un rostro

o de una calle,

con ecos de historias

legendarias. Imposible

la trampa del olvido…”.

Y esos puntos suspensivos en los que desembocan muchos de los poemas de Rafide quizás representan un pálpito desprendido del vocablo, franqueando el paso a la sombra, al devenir, a un complemento del silencio.

Tornasol es la palabra poética. No se detiene en la letra, ni en la página, ni en la previsible astucia cuando esparce el cromatismo de sus luces. Pero tal vez sea aceptable concebirla con carácter predominante de recurso, de recurso de amparo.

Al sopesar, en este libro, la conmoción y el fruto poético que la traduce y acerca, comprobamos que su lectura lleva al encuentro de lo humano en su fragilidad y en la siempre viva admiración de cómo lo más genuino, que son el amor, el sufrimiento yel morir, saben ser transformados en una experiencia relevante capaz de tocar el silencio ajeno y despertarlo.

 


 
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