Poesía
y territorio(s) |
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por Jorge Etcheverry
Como su nombre lo indica dice un poema de Poesía Política (1983). La conexión entre el sistema y modo de producción capitalista y la ruina ecológica queda de manifiesto en esos poemas—ecopoemas—, donde aparece además la concordancia—de hecho, aunque no intencional, suponemos—a este respecto, entre sistemas que de hecho son o se pretenden antagónicos. No hay más que recordar eso de "La izquierda y la derecha unidas/ jamás serán vencidas", de Artefactos, 1972, poema que para muchos parecería casi profético aplicado al estado de cosas económico, social e institucional actual. Con variantes programáticas y de principio sobre el aprovechamiento de sus resultados, el concepto de desarrollo económico, que implica la explotación progresiva de los recursos naturales y el crecimiento demográfico, es común a ambos campos. No hay que olvidar que desde una cierta perspectiva, para Rusia y los países de la ex órbita soviética, el período del así llamado “socialismo real” fue un atajo hacia la industrialización y lo caracterizó un desarrollo industrial acelerado con el consiguiente deterioro ambiental. La ecología ha llegado a figurar entre los elementos de la galaxia ideológica de las izquierdas**, mientras que las derechas tienden a negar el cataclismo ambiental cuyos inicios pareciéramos presenciar. La ecología juega un papel cuando la izquierda confronta a la sociedad urbanizada, moderna, colonizadora, metropolitana, imperial, occidental, con la indígena, que es original, natural, y que había vivido en armonía con la naturaleza, o como parte de esta y el medio ambiente, hasta la intromisión de la civilización colonizadora. En general este tema surge en las reivindicaciones territoriales de los pueblos autóctonos de América, por supuesto incluyendo a Chile. En términos básicos se sostiene que la relación del indígena con el territorio ambiental era una de equilibrio, armonía, respeto y consustancialidad, frente a la relación destructiva, consumidora y degradante del medio ambiente que impone la cultura y civilización de origen europeo, que culminaría con el capitalismo descarnado del neoliberalismo globalizante en su versión local chilensis. No faltan soportes históricos y fácticos para esa visión, ni para las reivindicaciones territoriales, sociales y culturales de los indígenas autóctonos de Chile, eco y paralelo de procesos análogos en diversos continentes y en países limítrofes, y esta problemática se ve reflejada en la poesía. Por
ejemplo, en la publicación electrónica “LOF SITIADO, Homenaje Poético
al Pueblo “Precisamente, una de las razones indelebles de la lucha social mapuche ha sido la necesidad de recuperar los territorios ancestrales. La antigua patria de los hombres de la tierra, la prodigiosa y feraz selva fría del fin del mundo, antaño cruzada por caudalosos ríos y cascadas, habitada por pájaros adivinos y animales edénicos, vigilada por dioses y espíritus que aun sobreviven en los nudos de los árboles y en la irreductible memoria de las comunidades urbanas y campesinas es, a pesar de su degradación y expoliación actuales, la madre de los sueños y las esperanzas mapuches.” (JHV). Así se constata que el elemento ecológico aparece como un componente reivindicativo territorial fundamental. Y la poesía se revela como siendo el vehículo de expresión cultural más importante***: En la poesía mapuche el ámbito o hábitat natural en un doble sentido, es lo ausente que ha sido sustituido por una civilización degradante de la naturaleza y destructora. Eso ausente, experimentado como necesario para una regeneración del hábitat, es el estado de cosas caracterizado por la correlación e integración hombre/naturaleza del pasado precolombino, con sus rasgos míticos, que se compara implícita o explícitamente con la fragmentación y degradación actuales, comparación que se inserta en el marco de la reivindicación territorial y cultural, y la utopía, también implícita o explícita, del retorno a ese estado. Así, la versión ecológica y la del territorio se aúnan y entran en conflicto con la noción de territorio nacional, que también es el contenedor problemático de la territorialidad regional que se inscribe tradicionalmente en el continente—y de manera más o menos conflictiva—en la oposición ciudad campo (civilización barbarie), que enfrenta a las provincias y regiones a la capital o la urbe en general. La ciudad se suele asociar de manera más o menos implícita con el occidente colonizador y el campo con lo natural, ancestral primigenio y popular, en una dicotomía que hace vagamente populista e izquierdista a la poesía de las regiones, en contraposición a una poesía urbana, vista como resumidero de influencias extranjeras eurocentristas. Y esta posible poesía urbana quizás asume vagamente una culpa, ya que por lo general no intenta reivindicarse de manera programática. Por ejemplo, en la generación de los sesenta, el único grupo que abiertamente proclamaba su intención de abocarse a una poesía urbana era la Escuela de Santiago, mientras florecían los grupos Trilce, Arúspice, Tebaida, radicados en provincias y semilla de la gran poesía regional contemporánea chilena, en que personalmente destacaría a la del Norte Chico y la del puerto de Valparaíso, cuya cohesividad se ha venido a agregar a la ya establecida del Sur, de larga y fructífera trayectoria. Pero no es extraño que ya se pueda por ejemplo tematizar implícitamente a Santiago, es decir el papel de la urbe, en el título de un libro de estudios sobre la poesía chilena de Magda Sepúlveda Eriz, “Ciudad Quiltra. Poesía chilena (1973-2013)”, publicado en Santiago por Cuarto Propio en 2013. Un Santiago degradado, pero al fin la capital. A estas versiones de la territorialidad sumaria e incipientemente elaboradas se agrega la territorialidad dislocada del exilio/ diáspora, que en algún momento se convirtió en un fenómeno vital en la poesía chilena, cuando prácticamente una generación se exiló luego del golpe de estado de 1973. No en vano el tomo primero de la antología de poesía chilena de Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris se llama “La generación del 60 o de la dolorosa diáspora”. La relación entre la diáspora poética chilena y “el interior” es fluctuante, sistólica y diastólica, tiene altos y bajos, pero de alguna manera se ha hecho imposible no considerar al exilio/diáspora en el mapa de la poesía chilena. No se trata ya de la figura aislada en el extranjero del poeta célebre diplomático, exilado o autoexilado, viajero, aunque de alguna manera estos hicieron más fácil la digestión del hecho de la dispersión de la cultura y la poesía chilenas por el mundo posterior al golpe de 1973. Centros de presencia poética chilena, con una variable conexión con “el interior” han sido y son Suecia, Canadá, Estados Unidos, y en menor medida Inglaterra, España, Francia, Suiza, Italia, y eso sin hablar de América Latina. A lo largo de los años, diversas instancias han considerado a la poesía del exterior, como por ejemplo el evento “Juntémonos en Chile”, de la SECH en 1992 y “La región XIV: El regreso de doce poetas chilenos”, que fue el nombre de un proyecto organizado por Chile Poesía y que reunió en 2005 a nueve poetas chilenos viviendo en el exterior. Poesía y la prosa de la diáspora de hace unos años aparece reunida en la antología virtual “Diáspora, (Antología de escritores chilenos residentes en el extranjero)” en Escritores.cl, y el poeta, investigador Gonzalo Contreras prepara una antología de la diáspora poética chilena.de escritores chilenos residentes en el extranjero). Por último, el ámbito virtual es un territorio casi libre para la lectura y práctica de la poesía, por la abundancia de lectores, cultores, redes y sitios. Lo importante es que esto contribuye a que la expresión cultural y literaria, y por consiguiente la poesía, ya no coincidan con el “territorio nacional” restringido a la cobertura geográfica institucional del estado, y banaliza las afirmaciones territoriales nacionalistas y etnoculturales, quizás una reacción antiglobal postrera. Pese a ser considerada territorio libre de cánones y criterios de calidad—lo que es un invento del mundo editorial dedicado a la comercialización del bien de consumo que es el libro—se impone la comunicación sin fronteras de la literatura virtual, a veces desde espacios e iniciativas de gran calidad. Pero la existencia o detección de todos estos territorios o variantes del territorio, y que inicial y someramente escarbamos, en que se despliega la poesía, no implica que tengan existencias separadas o aisladas, ya que coinciden, se combinan, se superponen y entretejen en las diversas voces poéticas, y son instancias/ espacios de la variada circunstancia del estado de cosas en que se desenvuelve la poesía.
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De la siguiente publicación electrónica: **Término que corresponde más o menos al de “ideological cluster”, en inglés, que sería más bien “grupo ideológico”, pero que en español puede designar a un grupo de personas, no de elementos de una ideología.
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