Por
Eduardo Embry
(M. Phil, Universidad de Southampton)
Resumen
La poesía de
Pablo Neruda comenzó a conocerse en Europa a partir de la publicación,
en el año 1930, de tres poemas de su libro, para entonces todavía
inédito, Residencia en la tierra. El propósito de este trabajo es
comentar y destacar, en su primera parte, dos momentos importantes
de la temprana recepción y popularidad en Inglaterra de la poesía
de este joven poeta chileno, que, a los veintiséis años de edad,
se hallaba ya sirviendo como cónsul de Chile en las remotas tierras
de Batavia (Java). Estas dos aperturas del mundo de las letras de
habla inglesa a un poeta chileno, adquiere mayor relevancia si se
observa que durante las conflictivas décadas de entreguerras del
siglo pasado, son pocos los autores hispanos que logran estampar
sus firmas en publicaciones periódicas, o en impresos en Gran Bretaña
.
Espaldarazo
de la prensa madrileña de 1927
Después de este
breve resumen, y antes de pasar a reconstruir la temprana presencia
imaginaria de este poeta chileno en Inglaterra, conviene recordar,
que, casi al final de la década anterior, en 1927, habiendo pasado
por primera vez por Madrid y pernoctado sólo tres noches en aquella
capital, en tan poco tiempo, Pablo Neruda, siendo un desconocido,
recibe una gran atención de la prensa madrileña.
En efecto, entre agosto y diciembre de aquel año, cuando el poeta
recién comenzaba a establecerse como Mr. Reyes, cónsul de Chile
en Rangoon, los principales periódicos literarios de Madrid iniciaban
la publicación de sucesivos artículos en los que sus autores, desde
ángulos diversos, en general, destacan la obra de Neruda conocida
hasta entonces, ubicándolo en su juventud “A la cabeza de la actual
promoción lírica” de su país . Sin embargo, pese al interés del
momento, esos comentarios madrileños sobre la obra juvenil de Neruda,
no aportan mayormente nada nuevo a lo que ya se había escrito en
Chile. En estudios recientes se puede hallar una visión general
de los comentarios críticos de aquellos cuatro años previos a la
primera salida de Neruda al extranjero .
1930,
la gran noticia: inminente publicación en España de Residencia en
la tierra
En 1930, la
gran noticia sobre Pablo Neruda, no es su traslado como cónsul desde
Colombo (Ceilán) al consulado de Batavia (Java), tampoco lo fue
—por lo menos para su poesía— la noticia de su matrimonio, en los
primeros días de diciembre de ese mismo año, con una dama holandesa
de Java, María Antonia Hagenaar . Desde el punto de vista literario,
la gran noticia ocurre a comienzos de aquel año de 1930, cuando
aparentemente se había filtrado el rumor de la inminente publicación
en España de su libro Residencia en la tierra.
Una prueba de esa positiva percepción la estampa el Secretario de
la Embajada de Chile en Madrid, Alfredo Cóndon, el mismo que, en
el año 1927, había escrito en la prensa madrileña positivos comentarios
sobre algunos libros juveniles del poeta. Él era el único contacto
en Europa en quien Neruda podía confiar para buscar un editor en
España; es también quien, a finales de 1929, había recibido de primera
mano, una copia manuscrita de Residencia en la tierra con el fin
de iniciar diligencias con Rafael Alberti y éste con Pedro Salinas,
y así, en cadena, hasta lograr que ese libro llegara por fin al
escritorio de trabajo de José Ortega y Gasset, uno de los más importantes
intelectuales y editores del momento.
En esas conversaciones andaban sus amigos con este afamado e influyente
intelectual madrileño, fundador (en 1923) de las ediciones de la
Revista de Occidente, cuando al parecer, en vista que todo parecía
ir bien, se filtró el rumor de la inminente publicación del aquel
famoso libro de Neruda. Más basado en esa intuición y no por certeza
editorial, es que Alfredo Cóndon se adelanta y edita una formidable
nota en la revista Bolívar , y en ella da aviso público de aquel
rumor.
En tanto, en el Extremo Oriente, el poeta se debatía entre dos urgentes
anhelos: uno, buscar a todo coste, dentro del servicio diplomático
de su país, urgente traslado, más cerca de Europa, o “donde sea”,
para huir de la angustiosa soledad y aislamiento en que vivía, y
dos: cumplir con su obsesivo interés de publicar su nueva obra en
España .
Volviendo a la nota mencionada de la revista Bolívar, Alfredo Cóndon
destaca sin reservas la resuelta vocación barroca de Neruda, con
ello lo ciñe “a la más íntima, auténtica sensibilidad moderna”,
haciendo hincapié en la tendencia dramática del poeta, con lo cual
lo desmarcaba y lo apartaba resueltamente del surrealismo, o más
exactamente, dice Cóndon, “de casi toda la literatura exquisita
que está envenenando la actualidad poética. La obra de Neruda está
llena de sobresalto, de preocupación y angustias humanas, y abre
con persistencia su herida metafísica” . Luego, en un párrafo final,
Cóndon subscribe un verdadero aviso publicitario dirigido al mercado:
“Las minorías españolas van a conocer, dentro de poco, a este poeta
chileno. Su deseo es editar en España su último libro, Residencia
en la tierra, sin duda, una de las obras más importantes de la poesía
moderna” .
Residencia
en la tierra se confunde con Tentativa del hombre infinito
Este breve panegírico
de Alfredo Cóndon, además de venir ilustrado con una mascarilla
del poeta, fotograbada en blanco y negro , muestra también, otro
interesante y curioso detalle: se incluye un titular en negritas
“Un poema de Pablo Neruda”, y cuando el lector esperaba hallarse
con una muestra del libro que se había recientemente comentado,
se timbra en cambio un poema de Tentativa del hombre infinito, aquél,
cuyo primer verso comienza “A quién compré esta noche de soledad
que poseo”, y que termina en el verso dieciséis con “apresura el
paso, apresura el paso y enciende las luciérnagas” .
Esto parece un involuntario equívoco, o quizá, signo didáctico trasmitido
al oído del amigo, desde Oriente, por el propio Neruda, o tal vez
sea una sutil y admirable intuición crítica de Cóndon, que hubiese
querido decir sin decirlo: que en aquel frustrado poema cíclico
de Tentativa del hombre infinito (1926) se hallaba la cantera oscura
y luminosa e inacabable de Residencia en la tierra, coincidiendo
de esta manera con el mismo Neruda, que desde muy temprana edad
tuvo conciencia crítica del desarrollo de su propia poesía y, en
especial, de haber hallado en aquel libro del 26, su propia personalidad
estilística .
A pesar de tanta diligencia y publicidad de Alfredo Cóndon y sus
amigos, especialmente, de los esfuerzos del poeta Rafael Alberti
, aquel libro de Neruda, definitivamente, no será publicado en la
España en aquel año de 1930. Tendrá que esperar tres años más, cuando
el poeta retorne por segunda vez a España, después de haber publicado
en Chile una edición limitada de la primera parte de aquel famoso
poemario .
Diligencias de amigos nunca son del todo un fracaso
Pero aquellas
diligencias solidarias de los amigos de Neruda en Madrid no fueron
del todo fallidas. La editorial de José Ortega y Gasset, en vez
de dar a luz aquel libro completo, muy posiblemente por razones
económicas, decide dedicar cinco páginas de la Revista de Occidente,
en el número de marzo de 1930, donde se timbran tres poemas del
vate chileno: “Galope muerto”, “Serenata” y “Caballo de los sueños”
. Hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta si fue José Ortega
y Gasset, como editor de la revista madrileña, que seleccionó, del
conjunto mayor, estos mencionados textos, o si, Neruda mismo haya
querido precisamente enviar para Madrid su propia selección. Según
el profesor Hernán Loyola, se trata de tres poemas que Neruda había
escrito antes de salir de su país en misión diplomática. El primero,
según Neruda, data de 1925; el segundo, según Loyola, es del mismo
año, de 1925, y el tercero, de 1927 .
“Ha
visto usted mis versos en el último número de marzo de la Revista
de Occidente?”
La primera reacción
que se conoce después de la aparición de los poemas de Neruda en
Madrid, viene del propio Neruda. Desde Batavia, después de recibir
varias copias de la Revista de Occidente, escribe con no poco entusiasmo
una breve carta a su amigo Héctor Eandi:
“Ha visto usted mis versos en el último número de marzo de la Revista
de Occidente?
Le gustan?
“Galope muerto” es lo más serio y perfecto que he hecho (1925)
Como ningún otro amigo latinoamericano, el escritor argentino Héctor
Eandi tuvo el privilegio de haber recibido algunos meses antes,
un puñado de poemas inéditos de Neruda , de modo que de inmediato
pudo fácilmente comparar éstos con aquellos publicados en Madrid.
Esta es parte de su severa, pero sincera respuesta a la inquietud
del poeta: “Aún a riesgo de causarle quizá una tristeza, le diré
que estas composiciones (las de Revista de Occidente) no me han
agradado tanto como las anteriores: “Tango del viudo”, “Juntos nosotros”,
“Ritual de mis piernas”. En mi carta anterior le hablaba con algún
detenimiento de esta última poesía, y le decía todo mi entusiasmo
por ella” .
Con respecto a “Galope muerto” (que Neruda había señalado como “lo
más serio y perfecto que he hecho”), Eandi responde sin rodeos:
“encuentro todo su poderoso mundo de imágenes, todo ese universo
que usted ha creado y que es tan suyo, en el estado de absoluta
libertad, casi de caos. (Pero) El espíritu de estructuración, a
imagen de nuestro mundo común, que presidía la composición de las
poesías anteriores, no existe aquí” .
Con mucha delicadeza, Eandi, había querido explicar su preferencia
por los poemas más narrativos. En esa carta anterior que él mismo
menciona, le hizo saber que había encontrado en aquellos textos
preferidos las huellas universales de grandes poetas europeos, como
Baudelaire y Rimbaud, por la forma que Neruda entraba, le decía,
“en la turbulencia a veces oscura de su alma en la exasperada ansiedad
de su sentir y de su decir palabras que interpretan nuestros sentimientos
mudos, que aclaran rincones de nuestra propia alma; es decir, el
valor de su obra es universal, y, excepción hecha de los cretinos
que lo encontrarán “imbécil” —esto también es necesario, por razones
de equilibrio— todos los que lo lean le agradecerán el momento desconcertantemente
suyo que usted les hará vivir” .
Opinión
definitiva viene de Chile: “Consagración de Neruda en España”
Por otra parte,
desde el extremo sur del mundo, desde Santiago de Chile, un conocido
comentarista literario llamaba la atención, con no poco sarcasmo,
sobre el estilo editorial poco abierto a colaboraciones americanas
de José Ortega y Gasset, y señalaba que desde la fundación de su
revista, se había notado poco abierto a colaboraciones americanas,
aun cuando su primera editorial de 1923, prometía lo contrario .
Por eso, ante un medio de difícil acceso, las cinco páginas dedicadas
a la obra del poeta chileno en aquel famoso número de marzo de 1930,
constituyen más que un acierto. La exigente crítica chilena daba
a conocer su definitiva opinión: “La excepción que se ha hecho en
este caso significa, pues, una consagración”. El crítico de El Mercurio
de Santiago en su comentario del primero de junio de 1930 firmaba
con el seudónimo de “Bibliófilo”. Según aclara Edmundo Olivares
en su magnífico trabajo sobre Neruda, quien firma, es Raúl Silva
Castro, uno de los literatos chilenos más ilustrados de su tiempo
.
La Revista
de Occidente cruza el Canal de la Mancha. Sorprendente recepción
de Neruda en Inglaterra.
Los amigos de Alfredo Cóndon en Madrid, que habían hecho tanta gestión
para promover al poeta chileno en España, ni su fiel amigo por correspondencia,
en Buenos Aires, Héctor Eandi; el poeta en Batavia, ni tampoco la
prensa chilena pudieron imaginarse la sorprendente recepción que
tuvieron aquellos famosos poemas de Pablo Neruda en Londres.
En efecto, una copia de la revista española en cuestión había atravesado
con éxito el Canal de la Mancha hasta llegar al despacho del poeta
inglés T.S. Eliot, que para entonces editaba en Londres su famosa
revista The Criterion , una especie de empresa personal, que, a
pesar de ello, alcanzó, desde su primer número en 1922, un gran
prestigio en el mundo de las letras de la Gran Bretaña de entreguerras
.
Durante sus diecisiete años de existencia, esta revista londinense,
bajo la dirección única de su fundador, se distinguió también por
haber sido la primera en publicar en Inglaterra trabajos inéditos
de reconocidas figuras del arte y de las letras de Europa, tales
como Marcel Proust, Paul Valéry, Jacques Rivière, Jean Cocteau,
Ramón Fernández, Jacques Maritain, Charles Murras, Henri Massis,
Wilhelm Worringer, Max Scheler, E. R. Curtius, y otras firmas famosas,
que ya habían aparecido en otras publicaciones, como es el caso
de la de Pirandello .
Neruda, pues, cuenta con el mérito —no registrado en su bibliografía
escrita en español— de haber sido el único poeta “veinteañero” y
latinoamericano, que pudo estampar su nombre y su trabajo, originalmente
escrito en español, en esta revista. Por lo demás, Así, como Eliot
había iniciado su obra editorial en Londres al frente de las ediciones
de The Criterion (1922), le seguía en Madrid, al año siguiente,
Ortega y Gasset con su Revista de Occidente (1923); ambos editores
llevaron a sus respectivas revistas las mejores firmas del momento.
Ese parece haber sido su mayor interés. Ortega y Gasset lo señala
claramente: “Atraeremos a estas páginas la colaboración de todos
los hombres de Occidente” .
Neruda
entra a la principal corriente literaria de Gran Bretaña
La entrada de
Pablo Neruda a la principal corriente literaria de Gran Bretaña,
coincide con el especial momento de colaboración editorial mutua
y voluntaria de algunas revistas de aquella Europa próxima al advenimiento
de una gran crisis . Aunque no existen muchos datos sobre este interesante
tópico, afortunadamente el mismo T. S. Eliot en su último editorial
escrito en el año 1939, con motivo del cierre definitivo de su revista
The Criterion, adelanta algunos pocos detalles sobre aquel “convenio”
de colaboración .
El único registro que prueba la existencia de aquel intercambio
o colaboración mutua, es el lanzamiento mancomunado de un concurso
internacional de narrativa, donde el jurado estuvo constituido por
miembros editores de por lo menos cuatro revistas europea de la
época . El objetivo que se perseguía con esta competición y así,
con la idea general de aquella “asociación”, era descubrir nuevas
e importantes firmas, ya que la crisis social del momento (desempleo,
restricciones de correos, control de fronteras, persecución de minorías
étnicas y políticas) había hecho disminuir notoriamente el flujo
de colabores o escritores de revistas .
“Foreing
Reviews”: primer comentario crítico sobre Neruda en Inglaterra
T. S. Eliot
y sus colegas editores, no sólo ayudaron a difundir el quehacer
literario y científico de la región y del resto del mundo, a través
de artículos, entrevistas, fragmentos de obras mayores, escenas
inéditas de obras de teatro, partes de adelantos de novelas, y otras
formas tradicionales del mundo editorial. Tuvieron, sobre todo,
una idea clara: promover “The European mind”, y para captar lo que
sucedía en otras latitudes, también crearon secciones informativas
especiales donde se revisaba y comentaba el mundo editorial.
En el caso de The Criterion, a partir del no. 3, de abril de 1923,
Eliot creó la sección llamada “Foreign Reviews”, que ofrecía a sus
lectores un vistazo general del movimiento editorial de Alemania,
Italia, Francia y España.
La sección española estuvo a cargo del editor que firmaba con las
iniciales de sus nombres y apellido: C. K. C. , quien, al revisar
y comentar los tres ya célebres poemas del poeta chileno, sorprende
por la precisión con la que describe la poesía de Neruda, y, sobre
todo, por la relación que establece con la mejor tradición francesa.
Apunta C. K. C.: “Tres poemas de Pablo Neruda presentan problemas
de versificación e interpretación que pasan desapercibidos, gracias
al hermoso lenguaje de su redacción. A primera vista, el primero
de estos poemas, “Galope muerto”, pareciera tener alguna parentela
lejana con el “Bateau Ivre” de Rimbaud. El segundo, “Serenata”,
es un ejercicio impresionista de técnica verbal. El tercero, “Caballo
de los sueños”, introduce su temática en la última estrofa, donde
surge el hablante, sin adornos, descalzo y reluciente, con luz brillante
que le lleva por campanarios y cuarteles desguarnecidos, perseguido,
supuestamente, por el ejército que allí se alojaba, y que caracteriza
con el sorprendente epíteto “impuro”. Al leer solamente esta estrofa
final, se compensan muchos de los puntos menos claros que existen
en otras estrofas del poema” .
Releyendo en nuestros días estos breves, pero adecuados párrafos
del crítico inglés, vienen a la memoria dos autores contemporáneos
de aquella época y que corresponden también al momento de la escritura
y edición de Residencia en la tierra. Uno, es el escritor argentino,
Héctor Eandi, en Buenos Aires, y el otro, Michael Roberts, poeta
y editor, en Londres. El primero, adelantándose casi un año al crítico
inglés C. K. C, al comentar otros poemas de la misma colección y
familia de aquellos a que se refería The Criterion, pero de estructura
narrativa diferente (“Tango del viudo”, “Juntos nosotros”, “Ritual
de mis piernas”), en su debido tiempo, había escrito a Neruda, como
ya lo señaláramos: “usted, como un Baudelaire, como Rimbaud, constituye
una de las excepciones admisibles y deseables quizá. Y que conste
que al avecindar su nombre al de aquellos poetas franceses lo hago
deliberadamente” . Por su parte, Michael Roberts, en 1935, había
dicho y con razón, que los poetas ingleses de su tiempo se dividían
en dos grupos: aquellos cuya poesía era ante todo, reivindicación
de los valores culturales existentes, y, por otro lado, los que,
sirviéndose de las virtualidades poéticas del idioma inglés, intentaban
crear poesía a partir de las realidades implícitas en su lengua.
Los primeros, decía Roberts, poseen “una sensibilidad europea”;
son aquellos que han conocido y hacen suyas las voces de Baudelaire,
Corbière, Rimbaud, Laforgue y los simbolistas tardíos. Se sienten
más dispuestos a evocar a Dante que a Milton, o se interesan por
algún movimiento francés, como el surrealismo”, pero de ninguna
manera —apuntaba— podrían inspirarse en el maravilloso mundo de
Through the Looking Glass y otras obras ya clásicas del estilo ,
o de en la vena popular de Edward Lear , maestro del “nonsense”,
de los versos de sin sentido, creador de los limericks, textos breves
de cinco versos, y de los famosos personajes infantiles el Búho
y el Gato (The Owl And The Pussycat).
De aquella sensibilidad europea que describe Roberts sin duda participaba
T. S. Eliot, y por lo visto, también su ilustrado comentarista de
la sección española, pues, en cuanto tuvo al frente los poemas en
español del poeta chileno de inmediato reconoció en ellos lo mismo
que había descubierto Eandi en Argentina: la sensibilidad europea
de sus hablantes y sus bellos y extraordinarios juegos lingüísticos,
donde prácticamente no existen sujetos:
Como cenizas,
como mares poblándose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde el alto de los caminos
cruzar las campanas en cruz,
teniendo es sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo,
en el mismo molino de las formas demasiado lejos,
o recordadas o no vista,
y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente verdes.
De este modo, Pablo Neruda recibe, en 1930, el primer espaldarazo
de la crítica inglesa, como una recepción en familia: la revista
The Criterion, editada y dirigida por T. S. Eliot, le abre sus páginas,
como a uno de los suyos.
“Walking
around”: el poema más popular en lengua inglesa
Pero la fama y popularidad de Pablo Neruda en lengua inglesa, no
vinieron de este gran espaldarazo crítico que se ha descrito anteriormente,
sino de la primera edición en inglés del poema “Walking around”
, traducción hecha por A.C. y Andrew Boyd, publicada en la revista
londinense New Verse por el polémico poeta y editor Geoffrey Grigson
.
Para aquel año de 1936, la crisis mundial que había asomado la cabeza
en 1929, no había disipado sus efectos, especialmente en Inglaterra.
Desde septiembre de 1931, la libra esterlina había abandonado el
patrón oro; su objetivo era la devaluación de la moneda, la alta
inflación y el desempleo, comprometían igualmente la estabilidad
social de la mayoría de los países de la Europa Central.
El temor a la guerra, la inseguridad y el surgimiento del terror
nazista, habían puesto de moda la lectura de “El paraíso perdido”
y “La divina comedia”. Los versos de “Tierra baldía” recordaban
los horrendos paisajes del “Infierno”, semejantes a los de muerte
y destrucción para aquellos ciudadanos de Londres que durante la
Guerra del 14 conocieron la amenaza de bombardeo de la ciudad por
la incipiente fuerza aérea alemanes, que, en efecto, se produjo,
sin los desastrosos efectos del bombardeo que debió enfrentar durante
la II Guerra Mundial.
El hablante lírico predominante de aquel poema de Pablo Neruda,
desde su primer versos hasta el final, rememoraba en su voz, la
voz profundamente desencantada del mundo de la época, “Sucede que
me canso de ser hombre”, coincidiendo con un tono de pesimismo desesperado,
de alguien que deambula, de un sitio a otro, sin esperanza. La sombra
del desencanto y cinismo que se desprende del estado de ánimo de
su hablante, fácilmente se identifica con la voz del habla común,
de la gente que andaba por las calles —como lo hacen hoy— abrumada
por el desempleo, la desorientación política, por el peligroso bombardeo
verbal de los titulares de los periódicos en las esquinas, acompañados
por discursos revanchistas, amenazantes de guerra y destrucción.
La sensibilidad social era muy intensa en Inglaterra de los años
treinta cuando aparece el hablante poético de “Walking around” deambulando
por las calles del mundo, del mismo modo que el hablante poético
de Tierra baldía, publicado casi una década antes. Ese famoso poema
de Eliot fue visto por algunos poetas jóvenes, no tanto como un
poema social, pero sí como un texto verdadero visionario de una
sociedad capitalista en vía de su propia destrucción.
Se cuenta el caso de Auden, el gran poeta que iba a ser conocido
en los años treinta, de sabida tendencia “comunista” cuando todavía
cursando sus estudios universitarios, que después de haber leído
la poesía de Eliot, decidió romper toda su poesía juvenil. Es de
mayor relevancia la historia que se cuenta del poeta radical de
izquierdas, John Cornford, uno de aquellos que decide marchar con
las brigadas internacionales y que finalmente muere en España, precisamente,
en los primeros días de septiembre de 1936, luchando contra el fascismo
que amenazaba la democracia en toda Europa: siendo también un escolar,
se hizo comunista leyendo “The Waste Land”, (Tierra baldía), negando
que hubiese en ese poema alguna implicancia religiosa. Por el contrario,
para aquel muchacho, los versos de T. S. Eliot fueron “como una
anatomía de la sociedad capitalista en decadencia”, y, en general,
para muchos poetas de la generación de Auden, ese famoso e intrincado
poema fue “el perfecto retrato de la desintegración de una civilización”
.
En aquel verano de 1936, cuando aparece el mencionado poema de Neruda,
toda Europa se hallaba conmovida por una atmósfera bélica y de amenazas
revanchistas de invasiones, sobre todo por el temor de la propaganda
del fanatismo totalitario; por las noticias del avance de la Unión
Soviética y el comunismo, y sobre todo, por los alarmantes titulares
del inicio de la guerra civil en España, después del alzamiento
del general Francisco Franco contra el gobierno republicano. A comienzos
de aquel fatídico septiembre, se conoce el fusilamiento del poeta
y dramaturgo Federico García Lorca, prácticamente el único escritor
español que para entonces se conocía en Inglaterra .
Coincide también la edición londinense del “Walking around”, con
la radicalización del mismo Pablo Neruda, quien —por tomar partido
en defensa de la causa republicana contra el fascismo— es destituido
del cargo de cónsul de Chile en Madrid. En el plano familiar, para
el poeta es otro desastre: quiebre de su matrimonio, separación
de su esposa María Antonia Hagenaar y de su hija enferma, Malva
Marina Reyes .
Junto a escritores franceses y latinoamericanos, especialmente con
César Vallejo, cuando ya ha caído el gobierno republicano, Neruda
realiza encuentros solidarios, funda en Francia el frente de escritores
antifascistas. Con su nueva pareja, Delia del Carril, y su amiga
inglesa Nancy Cunard, lanza la revista “Los poetas del mundo defienden
al pueblo español”, allí colabora con el poema “Canto sobre las
ruinas”, 1936.
Lo referido es parte del ambiente socio cultural en el que aparece
en Londres la poesía de Neruda de los años treinta. Con una escritura
personal y un consumado dominio del lenguaje, en el que incorpora
todos los elementos de la naturaleza, objetos y circunstancias humanas;
todas las actividades del cuerpo y del espíritu, sin censura, penetrante
y sensual, de modo que en cuanto su hablante romántico toca los
objetos, se deshacen en el aire, se pulverizan.
Por otra parte, he de apuntar que no es casualidad tampoco que la
poesía de Neruda haya aparecido campeando por las calles de Londres,
de la mano del más irreverente poeta y editor del momento: Geoffrey
Grigson. Era uno de aquellos que defendía en la calle, a puño limpio,
sus principios editoriales, no pocas veces escritos con venenoso
sarcasmo contra cualquiera que no coincidiera con su mundo iconoclasta.
Fue un severo crítico, se burló de modo sutil del mismo Stephen
Spender, porque alguien (Norman Cameron) había dicho que éste era
“el Rupert Brooke de la Depresión” (Rupert Brooke fue un magnífico
poeta de comienzo de siglo pasado que, siendo él mismo un soldado
en la Gran Guerra del 14, hizo sonar la campana de alarma sobre
la carnicería de jóvenes británicos en el frente). También se cuenta
de una paliza que le propinara en el centro de Londres, el poeta
católico y admirador de Franco, Roy Cambell; de hecho, éste fue,
que yo sepa, el único poeta británico residente en Londres —era
de origen sudafricano—, que simpatizó y marchó para España adhiriendo
a las filas nacionalistas.
He de anotar también que en aquella edición de “Walking around”
en la revista New Verse se observa una interesante y oportuna nota
de advertencia que dice: “Neruda es el poeta-laureado de Chile.
Se halla en este momento en Madrid, como representante consular
de su país. Su más importante libro de poesía es Residencia en la
tierra, 2 vols, Madrid 1935. Neruda no se considera como un poeta
surrealista”. Una nota de esta naturaleza, parece no haber sido
escrita por el editor Geoffrey Gigson, sino por quien mejor conocía
a Neruda, Alfredo Cóndon; esto se deduce por la coincidente semejanza
que hay entre esta nota que se estampa al pie del poema traducido:
“Neruda no se considera como un poeta surrealista”, con aquella
otra, escrita por él mismo A. C, seis años antes, para la revista
Bolívar .
Por último, si hemos de aceptar la apreciación teórica de Michael
Roberts sobre la dualidad de la poesía inglesa de los años treinta,
podemos concluir que estas dos tempranas recepciones de la poesía
de Pablo Neruda en la principal corriente literaria inglesa de aquellos
años, muestran, la coincidente sensibilidad europea de la poesía
del chileno con la sensibilidad europea de una parte importante
de la poesía inglesa del momento, y principalmente, con la apreciación
lírica de T. S. Eliot. También ha de destacarse la coincidencia
y popularidad del hablante ficticio de “Walking around”, con la
sensibilidad social imperante en la Europa de entreguerras, de angustia
y desesperanza real de la gente común ante la desastrosa situación
de caos que experimenta el mundo, ante la inminente amenaza de guerra
y destrucción .
Este contacto de Eliot con la poesía de Neruda, que se ha visto
aquí, es el único acercamiento científico entre ambos poetas, o
que se pueda considerar como verdadero. Dos grandes poetas del siglo
XX, dos campeones mundiales de dos culturas y mundos diferentes.
Uno, con su “Tierra baldía” y el otro, con su Residencia en la tierra,
dos grandes obras; uno, confeso católico y realista, y el otro,
desde los años cuarenta, confeso comunista chileno; Eliot, un humanista
cristiano y convencido europeísta, y el otro, un humanista de otra
estirpe, latinoamericano. El único acercamiento posible entre ambos:
Eliot, como editor y Neruda, el joven poeta latinoamericano del
año 1930, que a través de la sección española de revistas y libros
de The Criterion, recibe el primer espaldarazo del mundo anglosajón,
en Gran Bretaña.
Southampton,
Inglaterra, febrero de 2015