Por
Adriana Lassel
Manuel Dannemann, eminente estudioso de la cultura popular chilena
es doctor en Literatura con mención en la Literatura Chilena e
Hispanoamericana, Director del Seminario Interfacultades Elfolclore
como cultura y profesor en el Departamento de Antropología
de la Facultad de Ciencias Sociales(Universidad de Chile).
Este departamento, que desarrolla la docencia e investigación en
las disciplinas de antropología social, física y arqueológica,
posee una importante colección patrimonial con material de más
de 10 000 años y una Revista Chilena de Antropología, que
desde 1978 recoge las investigaciones antropológicas.
Manuel Dannemann se especializa en los temas de la etnomusicología,
folclore, cultura y arte popular y en este dominio tiene publicaciones
de gran importancia para la cultura chilena como la obra El
Mester de Juglaría en la Cultura Poética Chilena. Su práctica en
la Provincia de Melipilla. Ed. Universitaria.Santiago, 2011.
Ya desde muy joven,Dannemann descubrió, gracias a la lectura del
libro de Desiderio Lizana: Como se canta la poesía popular que
junto a la producción poética literaria de conocidos autores había
otra, con características muy peculiares. Comprendió entonces que
sólo al conocer las semejanzas y las diferencias de ambas sepuede
llegar a comprender “la existencia global de la poesía como
creación humana” ( Dannemann, 2011:13)
Desde entonces, el antropólogo chileno ha dedicado 50 años de
estudio, de viajes, trabajos de campo, visitas a otras universidades,
de trato y conversación con poetas populares y asistencia a eventos
juglarescos para comprobar y querer mostrar la actual existencia
del Mester de Juglaría en Chile, en especial en la Provincia de
Melipilla.
Se entiende por poesía del Mester de Juglaría aquella que se comunica
y transmite por medio de una vía poético-musical en el interior
de microsistemas sociales donde cumple funciones didácticas y de
entretención. Sus cultores respetan una preceptiva propia y al
participar regularmente en encuentros sociales como cronistas locales,
como entretenedores y aún como actores en controversias entre ellos,
hacen de su actividad un oficio juglaresco. Para los miembros de
esta comunidad social que son sus receptores, la actividad del
juglar está incorporada ya a la vida cotidiana.
Para los que consideran que el mester de juglaría es un arte arcaico,
por limitar sus estudios a los campos literarios, filológicos y
lingüísticos de gabinete, Manuel Dannemann opone categóricamente
la afirmación de que el citado Mester está vigente en el cruce
de los siglos XX y XXl en Chile y América Latina. Al comparársele
con el antiguo juglar hispánico, Dannemann señala dos cualidades
relevantes en la semblanza del juglar nacional: estas dos cualidades
“ en los remotos años de la Edad Media como ahora han debido
ser infaltables en este quehacer: una es la del prestigio, de la
fama, y, en consecuencia, del poder cultural, social y psíquico,
claramente comprobable en los juglares chilenos eximios, el que
bien puede llamarse el poder del cantor,(…) que puede entenderse
como un atributo del juglar de calidad más completa, el juglar
por excelencia, el que reúne las condiciones de autor, improvisador,
memorizador, dominador de un amplio y diversificado repertorio
poético-musical, con grandes virtudes para la comunicación y transmisión
de sus conocimientos y provisto de un elevado carisma. La otra
es el didactismo del ejercicio juglaresco, tanto en España como
en el Nuevo Mundo, vale decir, el permanente enseñar de la juglaría,
un enseñar entretenido, versificado, acostumbradamente cantado
con acompañamiento instrumental, que reúne una gran diversidad
de temas” (Dannemann, 2011:30)
En La Edad Media, las obras literarias en lengua romance
o lengua vulgar se clasificaban en dos grupos: el mester de clarecía
y el de juglaría. El latín era la lengua para las obras serias,
seade tema religioso, crónicas, historias, aunque el tema religioso
estaba también en los dos menesteres y, considerando la época histórica,
caracterizada por las guerras contra los árabes o guerra de reconquista,
los temas naturalmente, trataban de héroes, leyendas y también
canciones sentimentales. Esto gustaba a un público de las más diversas
clases sociales, por eso se habla de poesía popular. El juglar,
además de poseer una técnica literaria debía saber tañer un instrumento
musical.Su arte, hecho para entretener y enseñar no podía existir
sin sus oyentes. Esto lo diferenciaba de la obra de autor, o creación
personal.Generalmente la gente guardaba en la memoria estrofas
de estas obras, formando así el patrimonio de la colectividad.
Esta poesía tuvo su apogeo en el siglo XlV. Para algunos estudiosos
españoles, cuando la literatura escrita se impuso, desapareció
el juglar, que al ser el intérprete y mantenedor del género, éste
también desapareció
Ya algunos profesores y estudiosos chilenos se habían detenido
ante la figura del cantor popular, pero ninguno había hecho un
trabajo profundo, aplicando el método literario-etnográfico y filológico,
que ha realizado Manuel Dannemann, a lo largo de cinco décadas
para afirmar la existencia del Mester de Juglaría en Chile y otros
países latinoamericanos.
Volvamos ahora a la obra de Manuel Dannemann. Para el estudio
de la juglaría en tierras latinoamericanas él parte del Mester
de Juglaría afincado en España hasta comienzos del siglo XlV. Así
nos lo afirma el autor mismo: “Este oficio de la juglaría,
tanto en su temática como en su estilo narrativo-lírico, prolonga
a través de los siglos su arte de recitar, de cantar, de interpretar,
en su doble función de divertir y de enseñar,y en América Latina
llegó a propagarse a través de una poesía juglaresca, hoy de sostenida
y poderosa vigencia en países como Argentina, Colombia, Cuba, Chile,
Ecuador, México, Panamá, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela, y de
alguna manera se practica en mayor o menor intensidad en otros
latinoamericanos, sin que pueda olvidarse el mester de juglaría
en lengua portuguesa, de gran vitalidad y expansión en el Brasil”.
(Dannemann, 2011:43)
Según el autor, esta poesía se manifiesta desde comienzos de la
conquista española, pasando su existencia por tres etapas. Ya hacia
fines del siglo XVlll se fortalece el uso de la décima y a mediados
del siglo XlX comienza a imprimirse, principalmente en México y
en Cuba, caracterizada por composiciones en décimas cuya forma
más propagada es la de cuarteta, glosada por cuatro espinelas (estrofa
de diez versos de ocho sílabas). Algunas de estas composiciones
populares tuvieron tal aceptación que pasaron a convertirse en
bienes comunitarios y llegaron a ser folclóricas. En el siglo XX,
ya en una tercera etapa, esta poesía es mayoritariamente folclórica
y se canta, ya sea en ambientes familiares o de amigos, con un
número pequeño de receptores o bien en ambiente con muchos espectadores
donde, siempre con la forma estrófica de la décima y la cuarteta
se improvisa en el marco de una competencia o un torneo.
Para terminar reproduciremos una composición del poeta juglar
Miguel Angel Peralta, de la población Codigua, de Melipilla. Su
tema es el amor “a lo humano”.