por Claudio Gudmani
“Cada perspectiva de los hechos,
cada diálogo que
se produce entre los personajes
o entre el autor y el lector,
cada palabra dicha u omitida,
insinúa una teoría posible acerca de
la verdad,
o, al menos, un pedazo de ella.”
La novela policial, o policíaca, es un género derivado de la novela
realista, que narra y muestra un delito que encierra un misterio,
un enigma, acerca de cómo y por qué se cometió. A través de la
presentación de los hechos, que puede ser desde un asesinato, o
una serie de ellos, hasta un simple robo o desaparición, se presenta
un personaje que investiga o trata de solucionar, principalmente
a través de su razonamiento y análisis, y cierto grado de intuición
o genialidad, el misterio en cuestión y al autor del delito, llevándonos
por giros sorpresivos a través de la trama.
Se presentan los hechos y, mientras se avanza en la narración,
se visualizan teorías acerca del pasado, acerca de la vida oculta
de la víctima o de los sospechosos, que concluyeron en el crimen.
El lector pasa a ser un ayudante del investigador, lo que lo lleva
a elaborar sus propias elucubraciones, en forma paralela, incluso
al ayudante literario que casi siempre existe dentro de la novela.
Además de los hechos, se describe un momento y un lugar en el
tiempo, ambientando y mostrando la forma de pensar imperante, y
a través del carácter o personalidad de los personajes, se entra
en la maraña psicológica que derivó en los hechos policiales, delictivos
o misteriosos.
La novela policíaca es, en definitiva, un juego mental entre el
autor y el lector, es un razonamiento acerca de los hechos, un
entendimiento de la psicología de los personajes, y finalmente
una resolución que ata los cabos sueltos que el mismo autor va
dejando a lo largo de la trama, sin dejarse distraer por las pasiones,
los amores y los engaños, que suelen acompañar los acontecimientos.
Sherlock Holmes, Monsieur Poirot, Miss Marple, o el detective
Maigret, han sido geniales personajes de la novela policial que
han salido de la pluma de autores notables y prolíficos como Arthur
Conan Doyle, Agatha Cristhie y Goerges Simenon, que han buscado
por sobre todo la entretención y el conocimiento de alma humana
a través de este medio.
Creo que este género literario es un buen ejercicio de aprendizaje
del pensamiento deductivo, y de la imaginación de teorías y de
respuestas para un asunto, como así también, de concentración en
la palabra leída.
El juego mental en la novela policial como aprendizaje
del pensamiento para el joven lector.
El escritor de novelas policiales, nos propone un juego de razonamiento
literario, a través de la palabra escrita. Su afán es entretenernos,
mantenernos ocupados, y para eso dispone la trama presentándonos
una parte de los hechos, una visión aparentemente objetiva que,
sin embargo, tiene muchos cabos sueltos. Estos cabos sueltos se
nos presentan como pequeños detalles que el personaje principal
investigador, ya sea profesional u ocasional, va notando junto
con nosotros, aunque a veces, sin revelarnos, en el momento, lo
que exactamente piensa. El escritor nos obliga a pensar más allá
y a elaborar nuestras propias teorías. En este sentido somos coinvestigadores
y también podemos ser coescritores.
Luego vamos siendo guiados de la mano por mundos, ambientes, y
personajes que desconocemos, pero que vamos conociendo a través
de los que vemos en nuestra imaginación. Es una forma de conocer
que nos permite la lectura, y que es diferente de lector en lector,
según sea su aproximación y conocimiento de los hechos y de las
relaciones que pueda establecer con y entre ellos.
En este sentido, la iniciación del niño o adolescente en la lectura
de la novela policial o de misterio, invita a que este desarrolle
su pensamiento deductivo e inductivo, y para esto es bueno guiarlo,
enseñarle a ver las señales y luego dejarlo que descubra solo muchas
otras.
Con la novela policial nos adentramos a la psicología de la mente
humana a través de los personajes. El escritor busca sus personajes
muchas veces dentro de gente que conoce o exagerando aspectos de
ellos y, por lo general, se busca un personaje principal muy inteligente,
pero que muchas veces rodea de un aura especial, por ejemplo, el
investigador aparentemente distraído y mal cuidado, como el gran
Columbo, o la anciana bonachona, sencilla y cotidiana, que encarna
Miss Marple. A veces es un personaje excéntrico, extremadamente
lógico, que usa disfraces para interactuar con sus sospechosos,
como Sherlock Holmes, o que tiene un carácter científico en su
búsqueda. El Inspector Poirot es el típico burgués, vividor, que
se jacta de conocer el alma humana, y que percibe los rasgos psicológicos
de los culpables, hasta que los hace caer en contradicciones.
Pero, ¿cómo podemos hacer que el profesor canalice esta herramienta
de la novela policial, hacia el amor por la literatura, el aprendizaje
literario y la creación de pensamiento a través de la lectura y
posterior escritura de sus ideas?...
“Elemental Watson”… debemos guiar la lectura de textos policiales,
fijándonos en detalles, pistas, descripción de situaciones, mapas
de relaciones entre los personajes y elucubración de teorías de
complicidad o de motivos, para llevar a cabo el delito. Aunque
finalmente pueda que el escritor nos sorprenda con el desenlace,
porque generalmente omite algún detalle que solo revela el investigador
al final de la resolución de los hechos, lo importante es tener
opinión, “ver cosas” desde nuestra propia lectura de los mismos,
y poder incluso ser capaces de dar finales alternativos a la novela.
Es entonces que nos sentiremos coautores y habremos dado un gran
paso a escribir como lectores o leer como escritores.
Es bastante útil, pedirles a los niños o noveles lectores que
lleven un diario de ideas en el que puedan escribir, mientras leen,
sus pensamientos al respecto
de lo que van leyendo, por ejemplo al final de un capítulo… ¿Qué
detalle me pareció curioso?... ¿Qué puede sacar del diálogo de
los personajes?... ¿Qué pista pude hallar?... ¿Hay algo raro en
todo esto?... ¿Qué idea se me ocurrió después de leer este capítulo,
incluso aunque sea muy poco probable o extremadamente ridícula?...
Por último, entender que la novela policial es también una alusión
moral en la que el delincuente siempre paga o que el crimen perfecto
no existe, y si vemos que las hipótesis acerca de los “motivos”
del crimen o delito son muchas veces escabrosos, es necesario guiar
a los niños por el camino de la rectitud moral, mostrando a la
capacidad intelectual como un arma poderosa para enfrentar a los
delincuentes, pero esto se extiende también a que el razonamiento
mental, el conocimiento, será un arma poderosa para la vida, para
resolver problemas de todo índole. El héroe de la novela policial
es un ejemplo a imitar y los niños son permeables a estos personajes.
Debemos proponer que ellos encuentren su forma de pensar y de crear
hipótesis, tal cual la tiene, muy distintas unos de otros,los personajes
que investigan.