La entrevista: Diálogo de almas.Reflexiones de un lector
 

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Por Juan Antonio Massone
Nace en Santiago en 1968.titula de Ingeniero Comercial enlica de Chile.

 

Preguntar es una necesidad fundada en el carácter curioso del ser humano. El artículo desarrolla, a partir de dicha actitud, una serie de consideraciones, ofreciendo un vistazo de algunos tipos de preguntas y de alcances obtenidos por el periodista, en su trabajo de entrevistador. Resalta, en este caso, el carácter de labor reveladora que podría deparar la aquí llamada, entrevista-encuentro; se postula que el arte de preguntar debe ser ejercido en el sí propio para mejor saber inquirir de otro; al mismo tiempo se recuerda el nombre de varias periodistas chilenas destacadas en este formato.

 1. Si hemos de confiar en la lucidez aristotélica como fundamento inicial de esta ponencia, estamos obligados a recordar la afirmación que abre su Metafísica: “Todos los hombres, por su misma naturaleza, desean saber”.

No existe quien pudiere eximirse de curiosidad. Aun la más pedestre de las realidades anima por alguna averiguación que responda a un cierto vacío que desasosiega. En camino ascendente, el ansia de enterarse de una peripecia, o el conocer de una materia, de un hecho, de un asunto, hasta culminar en el saber integrador de una verdad que permanece latente, pero oculta, mueve la voluntad y aligera el ingenio humano.

Preguntar es señal de inquieto anhelo en demanda de una respuesta satisfactoria. Necesitamos de algo más que de hechos para experimentarnos vivos. En consecuencia, la pregunta supone un movimiento complementario al categórico estar. Como una saeta, la interrogación busca dar en el blanco de aquello que se concibe necesario de conocer. Aquélla pretende alguna certeza, aunque sea provisional, a propósito de algo o de alguien que, en lo presente, permanecen inalcanzables, oscuros, incógnitos.

Nadie preguntaría si el universo restringido o vasto en el que se halla le ofreciera sólo un plano cerrado en sí mismo. Pero vivir es palpar la incertidumbre y lo incompleto, entonces el enigma de lo existente y la inquietud de escuchar la creación mantienen alertas las facultades indagatorias lo mismo que las admirativas. Es preciso integrarse al coro de las entidades, participar en el devenir de los sucesos y comprender aquellos motivos y razones seminales que originaron los efectos de que se es testigo absorto o en estado de estupor.

Naturalmente es distinto interrogar el silencio, la vastedad de la memoria o el misterio de Dios que formular una seguidilla de preguntas a alguien en vistas del trabajo que ocupa sus talentos. “¿Qué es lo que amo cuando amo a mi Dios?”, pregunta San Agustín (354-430), y su esfuerzo de ahondamiento existencial y de elevación consciente lo corona con la plegaria. Ni qué decir de aquel enigmático y conmovedor inicio de las “Elegías del Duino”, cuando Rainer María Rilke (1875-1926) escribe: “¿Quién, si yo gritara, me escucharía en el coro de los ángeles?”. O bien, la pregunta mistraliana (1889-1957) de “¿Por qué las rosas tienen espinas?”, la endilga a través de consideraciones en que se palpa el silencio de los pétalos. En estos casos, la pregunta viaja íntima, dentro del alma, a horcajadas de lo inefable que consiente alguna parcialidad de lo escondido y misterioso en vocablos certeros o en sugestivas imágenes.

2. Cuando un periodista interroga a su interlocutor reconoce varios planos eventuales como respuesta a su inquisición. Podrá conformarse con un monosílabo escueto, o hurgará en pos de más abundantes elementos. Al preguntar lo hace desde sí teniendo presente a otros. Es un intermediario entre las respuestas del entrevistado y los numerosos receptores que esperan leer o escuchar esa versión que aventaja a lo ya conocido.

Con todo, el trabajo de la entrevista supone una preparación especial: conocer del entrevistado aquellos signos que lo identifican, especialmente del trabajo en el que vive el día y obtiene un puesto en el mundo de los quehaceres. Así, la entrevista quiere ser gesto de vislumbre, un entre-ver en los claros del bosque de las respuestas, aquellas tonalidades y cromatismos de la voz que, al par, son también silencio, mantenimiento de zonas replegadas, porque mejor se allanan al silencio que a la caminata pública.

Al repliegue natural del pudor o al embuste de lo mitomanía en que pudiera blindarse una persona, lantrevista despliega la intimidad del retraído o deja al descubierto su neto espesor veraz.

Quien pregunta lleva a cabo una pesquisa, aunque sometido permanentemente al ritmo dialógico de expresión y de ocultamiento que es todo acto comunicativo interpersonal. Es éste el motivo de que una pregunta intencionada puede despertar en el aludido cierta reticencia y deslizar sólo una respuesta incompleta. De ello se deriva el carácter azaroso de esta labor, y, también, una potencial apertura de las sombras.

Creo conveniente esbozar una clasificación de los niveles de ahondamiento de la entrevista, en el sentido aquí expuesto.

Entrevista incidental: aquella que entrega algún complemento en vistas de un tema o asunto general, en la que se recaban opiniones varias.

  • Entrevista de actualidades: la provocada por un hecho reciente, en cuyo caso la indagación pretende aportar nuevos acopios al hechonoticioso.
  • Entrevista interrogatorio: se centra en una persona atendiendo a su calidad de protagonista o de testigo importante respecto de un quehacer o de una trama noticiosa. La persona adquiere relevancia en función de un esclarecimiento parcial o circunscrito a una zona de lo real más o menos específica.
  • Entrevista-encuentro: aquella que desafía estereotipos y funcionalidades laxas para asomar el alma del entrevistado. Sus palabras ya no serán, en este caso, mero informe, sino confesión personal.

3. Estimo que el ideal de una entrevista-encuentro demanda afinidad coloquial de verdades que hurgan,recíprocamente, entre los actores involucrados, a partir de la introversión de quien es interrogado, tanto como del aporte esclarecedor de sus dichos, en primer lugar. Mas no todo acaba en la autoexposición. Quien interroga a otro lo hace con más óptimas posibilidades de tocar médula ajena, en la misma medida en que esa función apelativa la practica consigo. Preguntar a otro de un modo fecundo es haberlo hecho al sí propio. Es decir, menos cuestionario categórico—lo que semeja más un interrogatorio—que un camino desbrozado. En consecuencia, una entrevista en profundidad es aquella en que se divisan dos almas, a través de un gradual procedimiento de tornar inteligible lo abstracto, presente lo remoto, concebible lo imaginado y verdadera desnudez cuando asoma lo íntimo.

Cierto, para conseguir en medida satisfactoria algo de lo anterior, es indispensable, por parte del entrevistador, un conocimiento solvente o alguna afinidad con la materia que pretende poner en el tapete,y, mejor aún, con la “confesión” del entrevistado. Sin embargo, las condiciones laborales que suelen acompañar a los periodistas rara vez deparan tiempo y serenidad muy largos para acometer la preparación de cada tarea de sus agendas.

Reservo, pues, la posibilidad feliz de conseguir los mejores efectos de entrevista a los casos en que esta labor despierta en el entrevistado una suerte de movimiento ondulatorio, animándole a definirse o a secretear vocablos en los que desnude zonas clave de su humanidad, ora de las motivaciones del quehacer personal, ora de convicciones y dudas, o acaso de fragmentos biográficos decisivos, todo lo cual habita en la base de una forma de ser.

Aquel movimiento dual ejercido en la entrevista corresponde al de dos personas encarnadas en sendas biografías—entrevistado y entrevistador--, hechas, a su vez, de caminos formativos, de predilecciones, deexpectativas y de la conformación de elencos crecidos de logros y de vacíos que han impresionado sus respectivas memorias y, también, sus singulares olvidos. Quiero decir que la cita de la existencia a través de las palabras --requerimiento y cauce de una entrevista--, es la meta más deseable. Columbrar el silencio y aguardar una dosis de elocuente revelación son esperas concebibles, hasta cierto punto.

4. Las periodistas ostentan lugares de privilegio en el formato de la entrevista. Desde Lenka Franulic, son muchas las profesionales que han ejercitado sus dotes de averiguadoras públicas, en Chile. Mencionaré sólo a unas pocas, con el ánimo de ilustrar una tarea riesgosa y desafiante: Raquel Correa, Faride Zerán, Malú Sierra, Rosario Guzmán Errázuriz, Maura Brescia, Blanca Arthur, Carolina Abell Sofia, María Teresa Alamos, Maité Armendáriz, entre tantas.

Carolina García-Huidobro sigue la pista de esta materia en su libro: Los secretos de la entrevista en Chile. (1999)

Afirmo que, con frecuencia, ellas han sabido enfrentar a sus entrevistados sobre la base de un hecho sustantivo, como es el carácter personal de cada uno. Las periodistas privilegian—con las excepciones debidas-- esta modalidad por encima del ejercicio de otras formas: crónicas, meditación breve, por ejemplo. Es un hecho irrefutable, hasta el momento, a la vista en diarios, revistas y grabaciones.

A manera de ejemplo citaré algunos fragmentos de una entrevista que hiciera Malú Sierra a Borges (1899-1986). Pienso que resalta lo que llevamos dicho.

“¿Qué es para usted lo peor de la realidad?

--Por ejemplo, querer y no ser querido. Eso es bastante duro, ¿no?

¿Le ha pasado?

--Claro. A quién no le ha pasado. Abandonar y ser abandonado son los lugarescomunes de toda vida humana. Yo pienso en tal mujer y trato de recordar: ¿y por qué la dejé? O ¿por qué me dejó ella a mí? Y nunca estoy seguro de cual de las dos cosas ocurrió.

¿Resulta el amor?

--Muchas veces resulta. Pero yo creo que la mayoría de las veces no resulta. Creo en aquello que decía Bernard Shaw, que hay dos tragedias en el mundo. Una, que es la de no obtener lo que el corazón anhela. Los deseos más íntimos. Y la otra tragedia es la de obtenerlos.

¿Ha amado usted muchas veces?

--Sí, claro, como todos los hombres.

No sé como aman todos los hombres.

--Todos los hombres han amado muchas veces y a lo largo de la vida ha habido mueres únicas. Mujeres--digamos—sucesivamente únicas. Porque no eran la misma”. (1)

5. Un pensamiento platónico asevera, de modo insuperable, el efecto de auto- revelación que depara la cercanía activa de un semejante, siempre y cuando ese otro sea concebido y esperado en calidad de alguien. A su turno, la elocución personal en movimiento de reciprocidad y, mejor aún, en el diálogo afín de lo humano, se resuelve a favor de la presencia vivísima.

Entre las modalidades y las modulaciones que pueden experimentar las personas, la afinidad animada de asombro, de admiración, de respeto y curiosidad, sin dejo de hastío, cumple cabalmente las condiciones en que puede fundamentarse una entrevista-encuentro. El ir y venir de las palabras trae aires matinales de quien deja de ser mero pretexto, en razón de que su funcionalidad de instrumento ocasional acaba por franquear el claroscuro de una persona plenamente viva, interesante.

Muchos lo saben por experiencia a partir de un coloquio. También la entrevista-encuentro es un diálogo de humanidades, tejido de trasuntos, sospechas y sugestiones. Al fin, alguien comparece más prístino porque otro fue capaz de animarlo desde la palabra inquisitiva. Y ese ejercicio de ahondamiento culmina en auto-revelación. Entonces puede cumplirse, otra vez, lo dicho por Platón: “Y si un alma quiere conocerse a sí misma, en otra alma ha de contemplarse”.

 

 

(1)“Jorge Luis Borges: una gloria cansada de vivir”. Santiago. Revista Ercilla nº 2098, 15 a 21 de octubre, 1975: 41-46

 

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