Electroshock, Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Toro

 


por Jorge Etcheverry

 

Este libro de poemas de la poeta, periodista y docente Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Soto viene a confirmar una línea y concepción poéticas cuyas raíces y elementos—formales y de contenido—se pueden encontrar en etapas iniciales de su obra. En este libro continúan apareciendo el compromiso y la crítica social con un importante componente de defensa, lamentación y porqué no promoción/celebración, de lo femenino, elementos que se contextualizan en la realidad social del contexto del Chile contemporáneo. La dimensión social y feminista de la obra de esta autora la conozco personalmente desde la primera obra suya que leí, Mil veces mujer a pesar de todo, una colección de cuentos publicado por Editorial Gráfica Euclides, San Miguel Santiago, Chile, en 2001.

La poesía social o “comprometida”, tiene larga trayectoria en Chile, pero este libro agrega a este componente básico su adscripción a la poesía testimonial, o documental, parte de una tendencia hacia el documentalismo y el registro en la literatura no tan solo en Chile. Esta tendencia atraviesa por un nuevo impulso en un clima mundial de movimientos hacia la equidad/igualdad etnocultural, genérica, de orientación sexual y de minorías marginadas y marginalizadas. El papel documental de la poesía no es nada nuevo y quizás sea una de sus funciones fundamentales. ¿Qué eran los poemas épicos como la Ilíada, La Odisea, y más cerca La Araucana? La misma autora define los poemas que forman este libro como poemas-crónicas. Este papel documentador, de registro, testimonial, de la poesía lo podemos encontrar, por ejemplo en figuras como Ryszard Kapuścińsky: en 2008, al presentar la segunda edición de sus Poesías completas, se dice “Píldoras mortales que merecen una nueva etiqueta: los cronipoemas”.

Pero lo que más destaca a este libro de la mayor parte de la poesía comprometida y testimonial, es la presencia de un experimentalismo poético, que acoge a otros géneros, y presenta diversos estilos y voces hablantes poéticas, además de documentación de variadas fuentes y citas intratextuales de variada procedencia. Ya en su poema Apuntes de mujeres, Rosa Alcayaga, texto con el que concursó al Premio de poesía de Vanguardia El Alba Volante, que organicé años atrás, introducía la siguiente nota a pie de página: “Este poema recoge palabras de conversaciones de la calle (micro) y un fragmento de una nota de prensa con las declaraciones del femicida arrepentido. La Cuarta, 27 de noviembre 2004, pág. 6”.

En poesía, lo “social”, en su sentido más tradicional de compromiso social, en general, y no tan solo en Chile, no suele aunarse con la aventura o el experimentalismo de la expresión lingüística, más bien se los suele considerar casi opuestos. Ya en el mencionado concurso, ella consideraba que cabía presentar este texto que aunaba el compromiso, específicamente feminista, y el experimentalismo, cosa no muy frecuente en Chile o en el idioma castellano, o quizás en cualquier poesía, pero que en la tradición poética chilena ha dado obras únicas, como el libro poema de Gonzalo Millán La Ciudad.

En los poemas que constituyen este libro, los elementos documentales son un componente estructurador. Se puede ver esta obra cómo la realidad social de los desposeídos se combina con la del sexo discriminado y reprimido y la forma combinatoria y excéntrica, respecto a la convención poética, proporciona el distanciamiento o mediación necesario para atraer y fijar el interés del lector no amodorrado y vuelto cómodo por los medios virtuales y su incansable demanda de facilidad formal y entendimiento inmediato.

El electroshock, que titula el libro y que es el nombre del último poema, era una práctica habitual en los establecimientos psiquiátricos, y era un tratamiento extremo que a veces descapacitaba a los pacientes de por vida. Ya el primer epígrafe del libro señala la vocación testimonial de estos poemas. “A mí sólo me importa el testimonio”. El primer poema Radiografía, que inicia la primera parte del libro, Cuarenta metros cuadrados, se inicia con una crítica con visos paródicos de la izquierda parlamentaria que aparece como conexa a la globalización, “al regreso del exilio/atrincherados en sus palacetes”(p. 24), “Y ofrecen promesas envueltas en celofán/Adobadas en el club Bilderberg” (p. 23), que “entregan las llaves/Del infierno/Cubierto de barro/Y oliendo a excrementos” (p.24). La contraposición es obvia, y lo acontecido en los marginales Bajos de Mena, a que aluden los últimos versos citados no se revela directamente ni de una sola vez. A pie de página se menciona una crónica periodística:

El infierno en Bajos de Mena
La Cuarta, 11 de junio 2012

que es una fuente de lo dicho en los cuatro últimos versos citados que conectan a parlamentarios chilenos con el mítico centro decisor del capitalismo mundial, Bildergerg. Así, el texto poético mismo es una capción, un enlace a la información de otros medios, situación detallada y contextualizada (y sesgada), cosa que se irá repitiendo a lo largo del libro, que de alguna manera es un comentario o elaboración poética de la información contenida en las fuentes, de manera análoga a como se hace clic en un enlace que aparece en la pantalla. La referencia ausente, pero accesible a voluntad, se hace así parte del poema, el lector se hace partícipe potencial de diversas posibilidades de lectura, según su interés o desgano. Se trata de una obra abierta. El mundialismo global está presente en el contexto chileno, lo macro afecta lo micro de los Bajos de Mena. El sistema capitalista global se expande y se asienta, los actores que lo implementan—en este caso descritos como retornados que trajeron de vuelta capacidad experta y contactos internacionales para contribuir a la implementación local—pueden tener cualquier ideología, hacerlo con cualquier discurso.

En el poema largo que sigue, Niño con 8 balas en el cuerpo se parafrasea, o reproduce una combinación de informe patronímico y noticia virtual, se inserta un coro teatral, se combinan componentes de horóscopo, hechos históricos, genealogía, la noticia periodística virtual, la alusión a personajes de la mitología clásica (Moiras), la ironía y negación de la poesía lírica, y en general se acoge el contraste que marca a la nueva urbe para o infra desarrollada, “Quiero hablar de las pocilgas/Y de los letreros luminosos que venden/Medio kilo de mentiras” (27), pero no está ausente la expresión lírica personal “Un nudo en la garganta/Disuelve el cansancio de la tarde” (p.27). Además hay una actitud negativa hacia Dios, la religión cristiana, principalmente católica, sus personajes e instituciones, que aparece en otros poetas contemporáneos chilenos, “Trituro el diccionario hoja por hoja/Y no encuentro ninguna palabra que calce/Con los diez mandamientos” (p.27), se vincula, otra vez a la la circunstancia local con la global y su imagen en la pantalla de los medios sociales “Don Francisco eufórico/Atrincherado en Miami” (p.27) “Pulgar hacia arriba diciendo me gusta” (p.28); se efectúa la retroproyección del estado de cosas actual al pasado, la reactualización del pasado para hacerlo mimético, reforzando así con esa base histórica la circunstancia actual: “Yo/Soy Espartaco” (p.28); aparece el tópico habitual latinoamericano y chileno de que el estado de cosas actual se origina en el descubrimiento y la conquista “Y entregamos a ese dios/Que llega en 1942/ A un niño/ Con 8 balas en el cuerpo” (p.28); se da la noticia del asesinato presunto de un líder sindical, cuya fuente es un enlace que se entrega, se reproduce un diseño virtual y una cita de la revista The Clinic. Un elemento formal o estilístico interesante en este poema que examinamos brevemente como ejemplo, es la presencia de los coros, a la manera del teatro griego primerizo:

CORO:

Yo soy Espartaco
Yo soy Espartaco
Yo soy Espartaco

Los coros representaban la voz social, colectiva y a la vez el aspecto fáctico en el teatro griego, un buen ejemplo de su funcionalidad en este libro se puede ver en el poema Valparaíso ardiendo. Estos coros son otro ejemplo de la pluralidad de voces en este poemario, que va desde la expresión lírica desgarrada a la exposición escueta, las intervenciones colectivas, citas de varios personajes vivos e históricos, diálogo en que participan los autores citados en los epígrafes y los ya mencionados medios variados a que aluden notas, enlaces, citas y referencias. En la introducción al libro, la poeta Eugenia Toledo Renner dice “Si bien la temática abordada es el presente histórico de sucesos concretos, en el texto, éstos rebasan otras dimensiones, como la opresión, la pobreza, las mujeres, los niños, la fragilidad del ser humano, la violencia” (p.119).

Dentro la esta temática presente en este texto multifacético, destacábamos más arriba el tema de Dios, la divinidad, como trasfondo histórico social y cultural, de alguna manera la esperanza personal y colectiva frustrada, quizás en un trasfondo implícito, de un mundo sin dios o con un dios remoto o diabólico, un poco a la manera gnóstica, mito que asoma preferentemente en la por así decir “conciencia colectiva” de países de tradición cristiana en profunda crisis o transformación: “Acostada mirando a dios/Titulado de médico electricista” (p.77); “Y los chiquillos/Piden a Jesús/Que cuente marcianos muertos” (p.33) “María, Juana de Arco, María Magdalena aprietan sus dientes, muerden” (p.45) :

“Dios hizo a los negros
Para el trabajo físico
Por eso tienen músculos” (p.499),

dice un personaje en este libro de poemas que de algún modo asume a veces el carácter representacional, colectivo del teatro.

“…Sacro-santo país pierde
Su virginidad….”(p.57)
“Promete y firma:

Sor Juana Inés de la Cruz” (p.78)

Dentro de lo que podría esperarse, o dictaminarse como el componente más característico, teorizado o no, de la poesía comprometida, real socialista o posterior, es la simplicidad, la universalidad de su alcance, la sencillez, a lo que se vienen a sumar ahora las exigencias que hace el nuevo lector de la era virtual, más o menos en el mismo sentido. Este libro atenta programáticamente contra estas asunciones y prácticas dadas por supuestas, debido a su multiplicidad formal, textual y discursiva que se organizan en un producto vanguardista, pero en el que se refiere y lamenta dolorosamente un estado de cosas social, contenido que titila a la luz de la singularidad que la poesía experimental le brinda. Así el dolor existencial y la marginalidad brillante del poeta, sujeto quizás fatal e ineludiblemente de los “Cincuenta electroshock”, cierra el libro. La poeta le recuerda al otro poeta, ya clásico, que padeció ese tratamiento “Antonin Artaud siempre adviene el día”.

 

 
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