Por H.
ORTEGA-PARADA
Nace en Santiago en 1968.titula de Ingeniero Comercial en la Universidad
Católica de Chile.
La bolaño-manía es cierta en lengua inglesa y en
español. Su obra es ineludible para los que leen y para los que
escriben.: al final, un considerable porcentaje se rinde ante el
arte del narrador. Dicho sea de paso, me parece críticamente que
su poesía es epígona de su prosa y, por lo tanto, forma parte del
total de una obra. En “La Belleza de Pensar” (C. Warnken), Roberto
Bolaño expresa: “La poesía es un gesto de adolescente”,
dicho ambiguo que acepta varios sentidos; uno: que su poesía fue
un peldaño importante; dos: que la poesía es un elemento primigenio
en todo arte. Y él recuerda a Van Gogh, y a Leautréamont. También
declara que la gran poesía está en la escritura de Proust y de
Joyce, como si pudiera aplicarse esta ley a su trabajo personal
para que nosotros nos expliquemos a qué se debe, grosso modo,
el encanto de su prosa.
Para los que entendemos que la creación literaria es inseparable
de la biografía del creador, ponemos mucha atención en las informaciones
que circulan principalmente en la web y en algunos artículos
de prensa. Aparte del placer de la simple lectura de los poderosos
textos de Rimbaud, llegamos a la posesión total cuando investigamos
en su formación como ciudadano y como artista; a partir de lo cual,
cuando sabemos que él se leyó la totalidad de la poesía ubicable
en la Francia de su tiempo, y escribió poemas en latín para varios
de sus compañeros de colegio sin que el profesor atinara a sospechar
que tras ellos había una sola mano, un solo cerebro, comprendemos
por qué se atrevió a exigir que “el arte precisa de formas nuevas”.
¿Tiene Roberto Bolaño Ávalos algo de Arthur Rimbaud? La pasión
por la lectura a tempranísima edad, sí los une. En lo que además
es cierto, Roberto también bajó a los infiernos en su vida; refiriéndome,
por cierto, a los años y al trabajo intelectual que él devoró antes
de asomar su rostro a los cielos.
Hablemos de precisiones novísimas para el caso: Roberto Bolaño
nació en un hospital de Santiago de Chile el 28 de abril de 1953.
Muy niño, comenzó a leer y a jugar fútbol en las calles de El Retiro,
Quilpué, lugar que conozco como un viejo paraíso que ya no existe
(ese edén sombreadoy tranquilo).Su madre, Filia María Victoria
Ávalos Flores, que en efecto era profesora (todavía no sé si de
primaria o de secundaria), nació en Tacna el 31.07.27; es chilena
por cuanto el dominio de esa plaza se dilucidó recién en 1929 (Tratado
de Lima). Ella casó con León Bolaño Carne, de familia establecida
en la región del Bío Bío, un año mayor, transportista y boxeador
aficionado, el 10 de marzo de 1953, en El Almendral, Valparaíso.
María Victoria falleció el 2008, en México. De esa información
sólo deduzco razonablemente que Roberto viola luz en la capital
por circunstancias ocasionales y que su existencia adquiere memoria
y experiencias recién en Valparaíso y en Quilpué. La cercanía a
la costa se produce en parte porque una abuela vivía en Viña del
Mar.
El circuito temprano y cronológico de nuestro personaje, es, en
definitiva: Santiago, Cerro Placeres de Valparaíso, Quilpué (El
Retiro), Cauquenes, Mulchén, Los Ángeles (allí cursa primeros años
de la secundaria). Alguien asegura que en este último lugar está
apareciendo el escritor.
La última vez que yo había paseado por El Retiro, fue en 1958.
Por supuesto que en bicicleta, restaurando una afición que me venía
de muchos años antes por esas calles polvorientas. Y con prontor tomé
una foto al pie de un estanque elevado de agua. Casi sesenta años
después, febrero del 2013, me animaban otras inquietudes pues siempre
pienso que los amores de antaño no deben ser revividos. Por supuesto:
ahora, calles pavimentadas, casas y más casas, una plaza enorme
con canchas deportivas y maquinaria surtida para ejercicios.
Los motivos del lobo: la Junta de Vecinos El Retiro, con su presidente
Gustavo Rojo, y rastrear in situ huellas de mi admirado
escritor. Así conocí a Guillermo Bravo Cortez (n.1950), que fue
amigo del personaje, que vivió también su segunda infancia en ese
barrio.
Encendí la grabadora ante don Guillermo, pues las emociones y
la memoria suelen tergiversar los testimonios verbales.
“Lo conocí más o menos el 58 ó el 59, pues
mi familia vivía en calle Independencia 390, casa que mucho después
se quemó. Los Bolaño estaban en la esquina del frente, Roosevelt
829, en unaquinta grande con una casa que tampoco existe ahora,
pues hay cuatro casas.” (El lugar exacto, correspondeen nuestros
días a San Enrique Nº1890, donde la casa primitiva ha estado
sometida a cambios) “La familia de Roberto estaba constituida
por León y Victoria, sus padres, y por su hermana María Salomé.
Los mayores trabajaban, lo que no era común en esos tiempos:
él como camionero y ella como profesora, por lo tanto nunca estaban
en casa durante el día. Los niños eran cuidados por Mariana,
una muy buena nana. Todos ellos trataban muy bien a los amiguitos
de Roberto, que éramos muchos. Don León, ex-boxeador, era alto,
fornido, crespo, con bigote. Como en esa esquina terminaba el
pavimento, más allá seguía La Rinconada, teníamos allí nuestra
cancha para jugar: fútbol, las bolitas, trompos, a los pistoleros,
a los indios. Íbamos a los cerros cercanos, un día Roberto se
cayó ladera abajo y quedó todo rasmillado. En otra ocasión, ya
oscuro, se cayó de cabeza a una alcantarilla sin tapas. Roberto
tenía buena salud, no usaba anteojos. Íbamos al fundo San Jorge
a robar uva. A veces nos metíamos a otras quintas pues nos gustaba
la fruta. En la suya, cogíamos unas tunas rojas muy ricas, que
vendíamos para tener monedas para comprar dulces. Había diferencias
entre esa familia y la mía: yo tenía un caballito de palo y él,
un caballo de verdad llamado Zafarrancho, el cual montábamos
dentro del sitio; yo tenía un autito de madera y él (su padre)
tenía un camión grande; además, un perro, Duque. Jugábamos mucho
fútbol, con toda la pandilla: él se creía Lev Yashin, y también
se vestía de negro para ese puesto; gustaba siempre del arco
y le decíamos el Araña Negra, igual que al otro, pues se creía
el cuento. Y nosotros lo agarrábamos a pelotazos. Conoció a su
ídolo en el Balneario El Retiro, en 1962, que estaba a una cuadra
de distancia; allí íbamos siempre. También estuvo la selección
brasileña, con Pelé. Era el Mundial del 62 y su mayor orgullo
era el penal que Yashin le atajó a Pelé. Además pasábamos jugando
en la cancha de tenis de ese club de El Retiro, donde llegaban
muchas delegaciones de fútbol, como el Wanderer, Colo Colo, la
U, la selección chilena, la brasileña. Niño introvertido, era
muy inteligente, llevado de susideas. La señora Victoria nos
decía los domingos: Guillermo, Ricardo, Alejandro, vayan a mi
casa a tomar onces. Roberto tenía en su dormitorio una gran biblioteca,
leía mucho y nos pasaba libros paraque leyéramos; él se destacaba
en el grupo por su vocabulario educado para tratar a todas las
personas y nosotros éramos, por decirlo así, la parte malula,
porque usábamos palabras diferentes. Me siento orgulloso de haberlo
conocido a él y a su familia, pues nos invitaban con frecuencia
a tomar onces. Otros amigos: los Ahumada, los Silva, los Pizarro,
que vivían cerca; y todavía nos vemos, porque somos la Comunidad
del Chavo. La profesora que tuvo en la escuelita, dice que Roberto
era disléxico, eso no es cierto, hablaba muy bien, aun cuando
era introvertido cuando no jugábamos. Estuvo sólo un año en esa
escuela y después se fue al Colegio Alemán de Quilpué. Tampoco
es cierto que anduvo de cobrador en góndolas porteñas; a lo mejor
fue una broma de él y nada más. La familia vivía muy bien económicamente.
Siempre hablaba de Angol o de Mulchén. Lo dejé de ver en 1965,
cuando se fueron a Cauquenes; nunca más nos encontramos.”
Veamos el tema de la “dislexia”, citado en todas las biografías:
es posible que, en la mini-escuela de El Retiro, Roberto se haya
sentido desubicado, incomprendido.El establecimiento educacional
era un pasillo lateral a la entrada de una casa antigua, con amplias
ventanas y nada más. Tengo la foto con la profesora. El testimonio
del señor Bravo es contundente. Más, a Roberto se le recuerda también
como un niño nervioso, hiperactivo. La dislexia es un trastorno
del aprendizaje de la lectoescritura. ¿Eso tiene importancia en
la vida de Bolaño? Las debilidades y fortalezas de nuestra niñez
ocasionan conductas posteriores muy poco mecánicas; es decir, las
debilidades pueden ser transitorias y generar después lo contrario,
ciertos caracteres desafiantes. Por lo tanto, citar con insistencia
morbosa aquel “defecto”, es ya una desmesura, algo impropio.
Ahora bien, esta pequeña historia me estremece aun consciente
de las tremendas distancias que cubrió Roberto y de los escasos
metros de mi currículo. He estado revisando anotaciones y cuadernos
desguañangados que guardo desde 1945, con miserias y sueños de
niño lector. Y vuelvo a recordar al poeta lárico Jorge Teillier
que, después de leer a Rimbaud, le dijo a su mentor literario,
Claudio Nostradamus Solar (en Victoria): “Yo quiero ser
Rimbaud”. Y nadie puede discutir que cumplió la orden de su espíritu.
Roberto Bolaño hace fe de igual pasión al decidir ser escritor,
en México, también a los quince años de edad. Si yo hice la misma
promesa –está escrita-, ¿por qué hice tantos cambios de intereses
(elección, en el fondo) justamente postergando una y otra vez los
deberes de un escritor? Y aquí estoy, tarde pero divertido. No,
no oso compararme, sino que marco las diferencias cuando existe
una vocación y ésta se lleva adelante a todo riesgo. Esta es la
lección profunda de Bolaño para nosotros, escritores chilenos y
quizás de todo el mundo, cuando ha señalado con el dedo de que
hay infinidad de poetas mal iniciados (incluso en sentido hermético).
La literatura, como otras carreras, es exclusivista hasta el delirio
y produce el abandono de muchos deberes o convenciones sociales.
Y es válido este decreto de la naturaleza para comprender el destino
de un artista como Bolaño: primero, tuvo el DESEO; segundo, adoptó
una ELECCIÓN; tercero: se ató a un COMPROMISO. Las fracciones o
resultados totales exhibidos por cada poeta o artista corroboran
el aserto.
Repitamos la secuencia vital de nuestro escritor: Santiago, Valparaíso,
Quilpué, El Retiro, Deutsche Schule, Cauquenes… ¡qué coincidencias
–autocomplacientes- con mi carreteo de vida!Sólo un cambio: dicho
circuito comienza para mí en Cauquenes, mi ciudad natal y un viñedo
que todavía existe.Mi primera memoria es de Santa Filomena, en
la capital; después, intensamenteQuilpué, el mar y lo demás.
En mayo de 1962 Robertito pichangueaba con Pelé, Garrincha y Vavá
en la íntima cancha del Hotely Balneario Bancodel Estado, en El
Retiro. Días después yo presencié cómo Brasil vapuleaba al equipo
de Chile en el Estadio Nacional. Así es la vida.
Al 28 de abril del 2017, Roberto Bolaño pudo haber tenido 64 años.
Acordémonos de él. Releámoslo. Vale la pena.
(Refugio Huelén, Olmué, abril 2017)
En un pasillo de la casa ubicada en calle Granada Nº1072, funcionaba
la Escuela Básica Nº 98, a la cual asistió Roberto Bolaño, en 1963
(m/m). La profesora era doña Eliana Honores, viva al momento de
la entrevista con Guillermo Bravo. Ahora en 2017, la fachada es
distinta