Recordando a Luis Lama

 

Por Jorge Etcheverry

 


Entre los autores chilenos, en su mayoría poetas, que llegaron a Canadá después del golpe del 73, y que formaron parte de uno de los núcleos que en muchos lugares del mundo congregaron al exilio cultural chileno, Luis Lama es una de las figuras más—y aquí vendrían los calificativos posibles—especiales, o polémicas, controvertidas, aunque no se podría decir excéntricas, ya que contó con una cierta difusión y algún público lector, no solo en la comunidad chilena y latina que leía o que lee en Canadá, sino a nivel del público anglófono. Pero no tan solo local, de esta ciudad de Ottawa en que trascurrió la mayor parte de su vida, sino incluso en Estados Unidos. Su poesía, sus textos intergenéricos y su prosa se pueden calificar de experimentales, o con rasgos neovanguardistas. El que este tipo de escritura se haya producido, o se haya configurado en su —por así decir—producto final, se debe a una conjunción de circunstancias que se dieron en el exilio poético chileno en Canadá, principalmente en la provincia de Ontario.

En los diversos países que ofrecieron una morada transitoria o más permanente, o definitiva en la tierra de acogida—Luis se quedó en Canadá—se dieron diversas imbricaciones con el ambiente local y las comunidades chilenas y latinas, etc., una de las cuales, entre las variadas y paralelas en el caso de Canadá, hizo que aparecieran los libros de poemas de los autores de la Escuela de Santiago, en versión bilingüe. Fue una agrupación poética chilena neovanguardista de los 1960 y comienzos de los 70. Tres de sus cuatro miembros terminaron en Canadá y participaron en Ediciones Cordillera, la que publicó sus libros, que fueron la primera publicación en forma de libro de estos poetas. Se trata de Erick Martínez, Naín Nómez y el que habla. La presencia en Toronto del poeta y artista visual surrealista chileno Ludwig Zeller, llegado unos años antes, contribuyó a esta atmósfera o presencia vanguardista poética chilena en Canadá, básicamente en la provincia de Ontario, donde residían los autores de la Escuela publicados por Cordillera, y también Luis. En un primer comienzo sorprendió a la crítica y lectores canadienses la combinación entre el compromiso político y la denuncia de la dictadura con elementos vanguardistas o experimentales de la Escuela de Santiago, pero una vez aceptado este hecho, se echaron las bases para una literatura “de izquierda” con elementos “surrealistas”, lo que de alguna hizo más posible la recepción de los libros de Lama.

El primer libro de Luis, The History Teacher in Ecstasy (1989), lo publiqué en Split/Quotation/La cita trunca, un libro suyo posterior en inglés—ya que él había llegado a ser casi bilingüe —suscitó por ejemplo este comentario: “Luis Lama le da a la poesía una gran libertad, la hace elevarse con imágenes provenientes de diversos campos, antes de que logren reconciliarse en una unidad vivaz, posible y desafiante. Aquí, el sentimiento que controla es el desplazamiento, una separación de lo que se desea, un inevitable encuentro con una barrera que frustra la conexión, la experiencia de un fantasma con una voluntad indomable de vivir la realidad” Keith Ellis, nota sobre Casandra orthe Seven Doors, Ottawa, Bronco Press, 1991, nota aparecida en un número de la revista canadiense ARC, dedicada a la poesía chilena en Canadá en 1995 y compilada por Luciano Díaz. La Bronco Press fue una editorial del propio Luis—práctica micro editorial bastante expandida entre los autores del exilio/inmigración no tan solo chilenos. El libro The History Teacher in Ecstasy, fue objeto de una crítica que a veces se tiñó de un escándalo tácito. La nota sobre el libro que hace el destacado crítico canadiense Robert Colombo lleva el título de “Surrealismo impregnado de erotismo y manía” (Surrealism suffused with erotic, manic),o este otro título de una nota crítica sobre otro de sus libros: “poemas vanguardistas chilenos preñados de bravuconería y sexo” (Chilean avant garde poems laced with bravado, sex), elementos que en otros caso se combinan en una mirada crítica que destaca la vitalidad ínsita en esa disrupción ‘surrealista’: : "Las ideas y las imágenes compiten en una escala gigantesca, un gran remolino que cae o un conflicto creativo ... Este libro se incendia ... La yuxtaposición surrealista se inyecta en un marco de ciencia ficción",(Steve Lehman,Zimergy n. 8 Autum 1990,) Yendo un poco a la cosa biográfica, Luis era de ascendencia palestina, tenía un doctorado en Filosofía de la Universidad Católica, obtuvo una maestría en Literatura Comparada en la Universidad de Carleton, en Ottawa, plantel que vio pasar por sus aulas a Manuel Jofré, Naín Nómez, Erick Martínez, Leandro Urbina, Gabriela Etcheverry, Luciano Díaz, Nieves Fuenzalida y el que escribe, Luis Además, entre sus diversos trabajos, aficiones y ocupaciones, fue Sensei de Aikido, instrucción que ejerció hasta poco antes de morir hace un par de años. Pero una de las instancias más conocidas de su actuar cultural fue el haber dado a conocerla la figura, obra y desdichado final de Víctor Jara, al poeta canadiense Patrick White, fallecido hace unos años, y que fue poeta laureado de Ottawa, capital federal de Canadá. Patrick hizo un libro poema dedicado a Victor, que se tituló Hommage to Víctor Jara, publicado en edición bilingüe, con la traducción al español del poeta cubano canadiense Juan O’Neill, y que lleva un prólogo de Luis y otro mío.

Quizás el libro más controvertido de Lama sea El diario del gato negro, también publicado en Bronco Press, libro de alguna manera intergenérico pero en prosa, y que se sitúa a medio camino entre dos tipos de autobiografía ficticia: la autobiografía literaria del Trópico de Capricornio de Henry Miller, por ejemplo, y la autobiografía poética de  Los Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont. Se trata de una prosa en general rápida y a veces rítmica, matizada con ocasionales bajas de tensión, un detallismo exagerado, divagaciones, dentro de un flujo que sin embargo sostiene sin esfuerzo la atención del lector. Lo más probable es que, desde un punto valórico, el o la que lee no estarán siempre de acuerdo con muchas de las opiniones, declaraciones de principio o de deseos del narrador ficticio de esta historia, que muchas veces parecen no rebasar el estrecho marco de la reivindicación personal de este narrador ficticio un poco alucinante y alucinado, voz subyacente de esta obra. Pero como trasfondo de esta voz, en este paisaje urbano, de alguna manera aparecen los gatos, que simbólicamente y desde siempre han encarnado el impulso vital, la resistencia a la domesticación, la gracia inconsciente y la supervivencia, asumiendo aquí también el papel de vagos portadores de una rebeldía básica contra un sistema y una sociedad todavía sujetos a la unidimensionalidad marcussiana, a la incomunicación y la alienación. Todos estos matices son las hebras muchas veces ambivalentes de la urdimbre de un libro bastante único.

Si embargo, otros han visto que en la obra de Luis Lama no está ausente el humanismo, así, el crítico y profesor chileno residente en Canada, Fernando Veas cita a algunos de sus aforismos: “Un pensador es una persona que está concernida por cosas por las que nadie más se siente concernido”. Veas califica esta caracterización, casi romántica, diríamos, como anti romántica: es una misión que el poeta en este caso se apropia, pero que es inherente a todo hombre: “El único sentido de la vida es darle sentido a la vida”. Al mismo tiempo, censura a los que combaten al hombre y la poesía: “Hombre, el insaciable vándalo del universo”. Ante eso, la persistencia: “No había lugar para la poesía pero la poesía sobrevivió”.Según el mismo crítico “Acompañan a estas reflexiones todas las expresiones vitales y sensuales. La explosión en la poesía de Lama…proclama lo que en nuestra poesía siempre fue tan tímido y pacato: el amor sensual y sexual que no es simple regodeo sino manifestación, en otro nivel, de ese anhelo y defensa de la vida”.

Terminaremos esta nota con unos poemas de Luis Lama

Eco Cero

 

La Estrella diosa jugó su azar
Los milagros en las estepas me recordaron que el silencio de la nada es mejor que la muerte
Y que esta es mejor que la soledad.

La casa de los leones gigantes, la aurora roja, incandescente.
Las vertientes de las luces disipándose en la neblina y mi rostro y tu rostro reflejados en nubes viajeras de otras tierras, otros hombres.

La búsqueda del silencio, la amargura de existir sin amor. El deseo de entregarse a la naturaleza.
La diosa del viento vibrando en tu mente y el tiempo asesinando hombres.
Los cuatro caballos comenzaron el galope.

La niña ciega al amor
La doncella ignorante de su pasión
La princesa alienada en deseos de libertad y prisiones de puertas abiertas.

Los ecos trayéndome el retumbar de las patas de los caballos.
La memoria como ausente
La vida derritiéndose y tú ignorando a los caballos.
Los cuatro caballos comenzaron el galope. Iban desesperados a cumplir una misión.

Las llamas incandescentes del sol se vaciaron sobre los lomos de aquellos caballos.

 

Los remolinos del Adriático

 

Se cansó de esperar. Entre las luces y las esferas de las luciérnagas las luminarias de gatos pardos y leones vivían en un acceso siniestro de luz y sombra en el cual el ser ciegos denotaba una cierta tranquilidad y estabilidad de ser y si no me equivoco las mozas risueñas de las callejuelas in¬cendiarias aquellas me motivaron a seguirte y te esperé y no me equivoqué, los remolinos de tus cabellos semejaban en toda forma a aquellos del Adriático y tu lengua breve y silenciosa meticulosa amantes de troncos gigantes escalándolos con paciencia, con pureza, sinceridad y fuego.

y el torbellino de tu mente se arrimó a mis faldas y descansaste tu pelirrojo fuego sobre mis piernas y te sentí respirar y de ese calor de luces desperté gimiendo que quería más y más y que era mejor mentir y así salimos de esta batalla con muchos caídos y muertos y un solo pensamiento en el alma: verte.

La delicada marea bañaba tus manos transparentes, translúcidas de vigor y euforia y siempre siempre caminamos de la mano con las espadas listas y los enemigos suspirando con rencor de angustia malsana inspirando vértigos al vernos trotar y galopar con aquellos bri¬osos alazanes turcos que barrían la costa con su sonoro galopar.

Y tu vida cayó en mi iluminada ventana y cerró para siempre con su pasionario sellar la verdadera clase de amor que me esperaba en tus manos, morir de amar era mejor que morir de muerte.

 

 

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