“13 poetas hispanoamericanos de origen árabe”, de Matías Rafide

 

Por Juan Mihovilovich

La influencia de la literatura árabe en Latinoamérica, especialmente, es de larga data y bástenos ir hasta el nicaragüense Rubén Darío para constatarla. Darío sentía respeto y admiración por el universo árabe y oriental lo que reflejó en algunas de sus obras como Tierras Solares, por ejemplo, al hacer explícitas referencias a Tanger. Lo mismo puede decirse en el ámbito narrativo con García Márquez en su novela Crónica de una muerte anunciada al tomar como protagonista al hijo de un inmigrante árabe Ibrahim Nasar. Otros como Carlos Fuentes en México en su obra La cabeza de Hidra resalta la presencia de libaneses en la capital, como igualmente el insigne José Martí, al escribir Haschich y Abdala la perla de la mora.

De ahí que el tema de la inmigración da cuenta de que los árabes no fueron ignorados o marginados, sino que procuraron instalarse en sus nuevas realidades sociales y destacaron en diversos ámbitos como la política y la economía, entre otros aspectos relevantes.

En esa perspectiva muy general es que debe inscribirse este trabajo acucioso de Matías Rafide, quien ha sido y es un incansable trabajador de la poesía, sea en la producción de sus propios poemarios como en la recopilación de autores de diversa índole y catadura, que se han traducido en ingentes libros, artículos, investigaciones, ensayos, etc.

Tal es el caso de esta antología que reúne a 13 poetas de origen árabe, muchos de los cuales han sido valores indiscutidos en sus respectivos países como fuera de ellos: Mafhud Massis, Andrés Sabella, Naín Nómez, y el propio autor, Matías Rafide,(chilenos); Jorge Enrique Adoum (ecuatoriano); Eduardo Mitre, Juan Yaser y Carlos Duguech, (argentinos); Fayad Jamis , Jaime Sabinés y Gabriel Zaid (mexicano); Giovanni Quessep Esquerra (colombiano); Tony Raful Tejada (dominicano).

Y es que realizar una antología como la presente requiere de una selección rigurosa que, quiérase o no y como suele ocurrir en estas concentraciones sintéticas de la poesía, dejan a un lado a otros que pudieron ser o estar. Aun así, la selección está acotada a aquellos poetas que revelan una calidad innegable, que destacan por sus versos cortos y precisos (Rafide, Said, Sabella, Mitre Canahuati) o por la morosidad de sus textos (Mafhud Massís; Adoum; Fajad Jamís; Raful Tejada).

Con todo, las palabras se suceden en la idea de trasladar lo ancestral como una vertiente explícita o implícita de cada autor, de hacer patente que está en los orígenes, en las procedencias, el sustrato de sus sentimientos, creencias o convicciones más profundas. Así Andrés Sabella, el gran poeta nortino, emerge con una construcción poética digna de su sello personal y transmite con fuerza y belleza su vínculo con lo trascendente: /Camino entre las tumbas con el viento/ ¡a dos trancos de mí ríe la costa!/ Si raspara la angustia de estos huesos/ encontraría al mar, de sombra a sombra/ (Cementerio abandonado, pág. 16). O los notables versos de ese místico y esotérico poeta ecuatoriano, un autor casi de culto, Jorge Enrique Adoum: / Tengo una palabra de varón rota/ en sílabas por el beso, o sólo pelo/ y liquido? ¿Y el resto, es mío el resto/ de vivir cada día todo el día, toda/ la oscuridad de la frente y el comienzo?/ (Mestizaje, pág. 32). Y en una secuencia vinculante surge Matías Rafide: /Suenan voces en medio/ de naufragios, ruinas/ de una ciudad deshabitada/ Oh, rostro prisionero/ de la muerte que pasa/. (Amaba el mar, pág. 54). O el clamor identitario de Naín Nómez: / ¿Quién es ese yo? / ¿Es el tú o el nosotros?/ ¿Yo soy él o ella soy yo?/ Fue otro sueño desatado en la madrugada penosa y estéril/. (Marginalias, pág. 88). O el perdón anticipado de Mafhud Massís, ese gran poeta semi olvidado de nuestra tierra: /Nadie leyó en mi corazón en la ciudad enterrada/ Perdonadme por lo que fui, por lo que seré aún todavía/ por lo que no podré ser sin enviar al mercado mi alma/. (Poema 1 de Elegía bajo la tierra, pág. 24).

En fin, una recopilación indispensable y meritoria de Matías Rafide, que rescata la esencialidad del pueblo árabe inserto en la literatura hispanoamericana, que ubica a sus autores en el sitial destacado que les corresponde y que contribuye, con justicia, a que estos poetas dispersos se concentren en estas páginas y puedan ser leídos o descubiertos, en algunos casos, por quienes reconocen o han de reconocer la importancia de una inmigración árabe vital y pujante para el desarrollo formativo de una lengua común en sus respectivos países, sobre todo en estos tiempos en que la cultura ancestral de la que proceden tiene una preeminencia capital para entender el conflictivo mundo contemporáneo.

 

 

 
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