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Alejandra Basualto


Selección de poemas de Alejandra Basualto


© EL AGUA QUE ME CERCA (1983).

PÁJAROS

El cielo está sangrando pájaros.

Muchos pájaros de un raro color,
desmadejados,
las alas yertas,
los picos deshechos.
Sólo soplos grises
cayendo desde lejos.

Pájaros de dónde.
Tal vez despojos de ciertos ángeles
caídos de la secreta casa.
Cientos de pájaros
con el grito roto en la garganta
y los ojos vueltos.

Todos serán sombras.
Para que los olvidemos.

ELECTRA

Mi padre ha plantado su cetro
en el fondo mismo de la casa:
tú ves cómo le crecen sombras
todas las mañanas.
Yo no temo a los muertos
que no ha sembrado mi mano.

Tú, el origen de la negra fortuna,
vives el fuego de las bodas felices
y tus besos ya olvidaron
al que yace trizado en su leyenda.

Guardo ramos de hierro en mi garganta,
secretos como los infortunios de mi hogar,
y en las noches, los cuerpos del cortejo
abriremos puertas en la espera:

lentos los pasos de mi venganza.


© LAS MALAMADAS (1993)

PRÍNCIPE AZUL

no desmontes de tu brioso corcel
ni me tomes en tus brazos
ni roces mis labios
con tu boca delicada

porque
si te miro de frente
con mis ojos de bruja verde
y te beso como se debe
y me sueño todo el cuento
entre tus sábanas de holanda

mucho me temo

QUE DESAPAREZCAS

------

Te prefiero
los amores

IMPOSIBLES

son
más
S
E
G
U
R
O
S

-----


Luciérnaga
encerrada en espejismos

me vieron
fragmentada


-----


Yo la poseedora de tus manos
de tus largos silencios de ojos y de años
yo la bruja recortada en tu garganta
me equivoqué de estación
y de frontera



© ALTOVALSOL (1996)

(libro de la infancia)

II

La sombra cae
la casa la ve caer
el único pimiento al pie del monte la provoca y disemina
arde el cerro encendido
de luz vertical
y todo qieto
salvo
esos ojos
alzados
para despegar
desnudos

la casa se llama Cutún
la tierra se llama Cutún

aún

VI

En la rodilla izquierda del abuelo
soy la más pequeña de las amazonas
sorbiendo en cuchara de plata
la dorada esencia del té
la genealogía
y el vaivén

VII

Pero yo no era la niña de falditas plisadas
Rosario Ferré

Oigo que tu lengua inspira
temerosos resultados supe
que para mí creaste
un territorio cercado una glorieta
para tomar el té con mis muñecas
que cambiaste mis besos
infantiles
por perfumadas demoiselles de bocas
rojas
Decían que tu férrea disciplina
me goteaba por el pecho y las mejillas
clausuraba mi garganta
hasta el silencio Sé
que yo te amaba
con esta devoción petrificada que sostengo
todavía con mis manos amuletos
para bienamar

Dicen que me parezco padre tanto a ti


© CASA DE CITAS (2000)


CARTA PARA JORGE TEILLIER

No es fácil contar sólo con una sonrisa rota y tu letra diminuta
dibujando un poema que aún no logro descifrar,
y tus nueve gatos ¿o eran trece?,
tampoco decirte adiós.

No vayas a creer que puedes huirte ahora
de la efímera gloria entre comillas
aunque te repugnen los fuegos de artificio
y resoplen con furia los remedos
del último verano en la Frontera.

Pasajero de este tren desvelado,
acaso regreses en la estación que se aproxima
para recolectar todas las manzanas
expulsadas del paraíso.

Te mando un beso esta mañana de abril
la última de tu encierro, la primera
del molinero amable que serás.

El sur te espera con sus frías monedas de plata
para cubrirte los ojos como al angelito del velorio,
aunque hayamos perdido las alas de nuestras infancias.

Ahora, un poco de viento
otro poco de árboles cargados de lluvia
y ya nos veremos.

LETZTER FRÜHLING* (* Ultima primavera)


Sé que un día de éstos / acabaré en la boca de alguna flor.
Blanca Varela

Cegadora y arbitraria entró como un torbellino
para destriparme, la primavera.
Me succionó la médula,
forcejeó con mis aprensiones hasta metérseme dentro
y tuve que verla en su verdor inexcusable,
tuve que olerla hasta la náusea,
y ella hubo de arrebatarme
hasta mis nubes más ocultas.
Quedé con el corazón en descampado, desprovisto
de telarañas y puñales / calato en su calabozo.

Engañosa luminosa
me humilla con su mascarita de flores
y sus pajaritos recién brotados,
pero el memorioso que llevo dentro no cesa de gritarme
que no le crea / que se irá de un día para otro
con su risueña costumbre de madreselva.
Y luego tendré que construirme pabellones y huesos
y costillares y verjas de feroz apariencia
para guardarme y protegerme
de sus besitos pintados.

EN ESA ESQUINA


La muerte está sentada a los pies de mi cama
Oscar Hahn


La muerte estuvo sentada en esa esquina desde antes que yo naciera.
Silenciosa aguardaba resultados con un ojo rojo
y el otro colorado de puro cansancio.
Cuando vio que mi madre no estaba dispuesta a entregarme tan fácil
echó una par de ojeadas más
y se durmió.
Luego se conformó con un gato blanco.

La muerte ha estado sentada toda mi vida en aquella esquina.
A veces cabecea y murmura cosas raras,
otras, bosteza y se estira como queriendo despertar,
más tarde se hunde en la oscuridad de su rincón torcido,
satisfecha de oírme llorar.

Cuando mi padre se despidió
la muerte me besó en los labios.
Años después me miró muy hondo desde los ojos amarillos de mi madre
y pude verla sonreír con ella.
Comadres de viaje / me dije,
qué bueno, mi vieja no va tan sola.

En noches como ésta vuelvo a verla,
atisbando desde la esquina / en su sillita pintada
y con el sombrero bien calado sobre los ojos negros.
No es hora / le digo afectuosa,
todavía no puedo viajar, pero no te preocupes:
aquel domingo
cuando por fin decidas abandonar tu esquina
y acompañarme hasta la puerta,
tendré mi maleta lista,
también un bolso de mano
por si hay encargos
de última hora.

del libro de cuentos DESACATO AL BOLERO, 1994:

 

 

 

 

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