“CHILE
ES UN PAÍS DE BONDADES”
Por Joel
Zilahy Bello.
.
“La
Escuela de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California
es punta de lanza de la cultura latinoamericana donde comienza la lengua
anglosajona”.
“Veinte
años después de la independencia de Chile, Bolivia aún
no nacía. Históricamente se la llamaba Alto-Perú,
y jamás tuvo mar”.
“Entre
los hielos antárticos y las fosas naturales andinas, Chile tiene
la mayor reserva de agua limpia del planeta, nuestro mayor bien”.
“Dedico
mi premio de Crónica 2003 a los habitantes de Magallanes y la
Antártica chilena, otro mundo en este mundo.”
Nació en Santiago de Chile, donde vive, sin dejar de trasladarse
a dictar su taller de letras en ciertas épocas del año
a países como Guatemala, Estados Unidos o México, donde
residió entre 1980 y 1990, desempeñándose como
jefe de redacción de revista VOGUE y escritor independiente en
Ciudad de México, lo que le permitió construir una sólida
base de relación con los escritores de nuestro país, e
imponer su sello propio a la primera edición en español
que se hizo de la legendaria revista, donde se iniciaron autores como
Truman Capote y Ernest Hemingway, y que en México en su etapa
pionera de casi una década en nuestro idioma dejaron su firma
escritores como Guadalupe Amor, Lorenzo Favela, Elena Poniatowska, Margo
Glantz, Beatriz Espejo, Tomás Pérez Turrent, Nancy Cárdenas,
José Antonio Alcaráz, Sergio Romano, Carlos Monsivais,
James R. Fortson, Carlos León, Alaide Foppa: la intelectual española-argentina-guatemalteca-mexicana-latinoamericana,
quien luego de desaparecer misteriosamente en Guatemala se la mantuvo
siempre en la lista de colaboradores, entre quienes también estaban
los argentinos Tununa Mercado, Mempo Giardinelli, Luis Guillermo Piazza
y David Viñas. Los escritores chilenos José Donoso y María
Luisa Bombal concedieron su última entrevista formal a VOGUE
en español, donde Waldemar también entrevistó a
personalidades como la Madre Teresa de Calcuta, Jorge Luis Borges, Salvador
Dalí, John Huston o Andy Warhol. Ha dictado clases de Literatura
en el Instituto Tecnológico de Monterrey y es profesor-fundador
de la Escuela de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja
California Norte, el principal centro intelectual que existe en toda
la frontera con Estados Unidos, que desde la década de 1980 hasta
ahora se ha ganado el prestigio internacional del que ahora goza. Como
profesor-fundador de la Escuela de Humanidades de la UABC, comenzamos
preguntando a Waldemar cómo recuerda esa época:
“Trabajando
para VOGUE en ciertas épocas en California, desde Los Angeles
solía viajar a Tijuana para recabar información en el
mundo latino de la frontera, para lo cual habíamos abierto una
sección de Tips en Baja California, lo que ya habíamos
iniciado en Guadalajara con éxito. Amigos comunes nos presentaron
con Gustavo Almaraz Montaño, senador de la República,
que ha sido secretario de Educación de Baja California y fue
el primer Director que tuvimos en la Escuela de Humanidades. Su segunda
directora fue María Dolores Sánchez Soler, cuyo ímpetu
siempre fue decidido a enriquecer lo hecho, donde se trataba de levantar
una Escuela que preservara no solamente lo mexicano, sino lo latinoamericano
en general por encontrarse justo en la frontera con el norte anglosajón,
sin otro centro de estudios semejantes en todo lo largo de la zona divisoria,
miles de kilómetros donde existían millones de habitantes
hasta ese momento con sus hijos obligados a estudiar humanidades al
otro lado de la línea, en otro idioma y, aún más,
estaban obligados a leer autores norteamericanos. Tomé a mi cargo
las clases de Investigación y Literatura Latinoamericana, y comenzamos
de cero. Siempre recibí apoyo del profesor Rubén Vizcaíno
Valencia, uno de los forjadores de la Escuela y en esa época
a cargo de Extensión Cultural de la Universidad; el profesor
Vizcaíno fue discípulo de Germán Liszt Arzubide
y Rufino Tamayo, pero es de gran orgullo suyo el haber sido chofer de
Gabriela Mistral durante la última estancia de la escritora chilena
en México, cuando ya había recibido el Premio Nobel; luego
estudió Derecho y Filosofía en la UNAM; es uno de los
fundadores de la Universidad Autónoma de Baja California, de
quien depende la Escuela de Humanidades, que es otro de los logros del
profesor Vizcaíno y un grupo de maestros iluminados de la Baja
California. Cuando nos conocimos
con el profesor Vizcaíno, me dijo cuando llegué: “aquí
tenemos los programas tomados con agujas. Necesitamos darles una costura
sólida”. Fue una responsabilidad enorme y me acercó
a mis propias raíces literarias, enseñé los mismos
autores que aún son la base de mi taller: Gabriela Mistral, Jorge
Luis Borges, Juan Rulfo y María Luisa Bombal. La Escuela nació
con cuatro Licenciaturas: Literatura Hispanoamericana, Literatura Inglesa,
Historia y Filosofía, y fue el respaldo oficial que necesitaban
los estudiantes en la frontera bilingüe para acceder a las humanidades
en su propio idioma. Ahora creo que la primera generación de
egresados de la Escuela de Humanidades se merecieron todos por parejo
un diez en su nota final, los alumnos pioneros eran todos magníficos,
animosos, bien dispuestos y colaboradores, en un proyecto que se convertiría
en las vidas de muchos como su razón de ser hasta ahora, porque
algunos egresados son hoy quienes dan clases, con especializaciones
múltiples que los hacen un excelente plantel de maestros.
.-¿Qué
le parece la literatura que se escribe en Baja California?
-Es muy
rica, hay muy buenos poetas, narradores y dramaturgos. Tienen excelentes
revistas y fuentes literarias: una de ellas se arrastra desde 1988,
la Revista de Humanidades, cuyo primer director fue Alfonso René
Gutiérrez, y la inventamos con apoyo de la Escuela; recuerdo
que venían en ese número artículos de Jesús
Ortíz Figueroa, Ilan Stavans, Víctor Soto Ferrel, Ruth
Vargas Leyva, una entrevista que Rosina Conde le hizo a Esthela Hussong,
una crónica de viaje del historiador David Piñera Ramírez,
un buen amigo y profesor-fundador de la Escuela; también venía
una traducción de Alfonso René Gutiérrez de “Little
Gidding, I”, el poema de T.S. Eliot. En ese número pionero
de la Revista de Humanidades recuerdo haber publicado “La cólera
de Aquiles”, un apunte para teatro. Por supuesto, la publicación
señera en Baja California es “Identidad”, el suplemento
cultural de El Mexicano, con casi treinta años de permanencia
en el periódico de mayor tiraje en lengua española que
se difunde en California; debo decir que hace unos quince años,
desde el lugar de América donde he estado, he sido su colaborador,
debiendo rescatar la labor del editor Eligio Valencia Roque, uno de
los impulsores editoriales pioneros en esa parte tan importante para
la cultura latinoamericana. Hoy, afortunadamente, es enorme el número
de publicaciones culturales, de los más diversos temas, que con
mayor o menor permanencia hacen de Baja California un verdadero polo
cultural. Sin embargo, lo más notable es la crítica literaria,
y no se diga que lo cito porque siempre me han tratado mejor de lo que
merezco, pero son mejores críticos por varias razones: son casi
todos escritores, con buena formación académica, bilingües,
en un lugar de América con bastantes más medios de publicación
que en otros sitios no existen, según he visto, y sin dudas más
cerca de todo. Son críticos comprometidos con su oficio y sobresalen
por sus conocimientos, como Gabriel Trujillo Muñoz que también
es novelista, Sergio Gómez Montero que es un notable ensayista,
o Humberto Félix Berumen que pertenece a la generación
pionera de estudiantes de la Escuela de Humanidades, cuando ya entonces
era un respetado líder de la cultura bajacaliforniana, donde
hay excelentes escritores (sus referencias principales son Octavio Paz,
José Lezama Lima y Nicanor Parra); mucho le deben a la tradición
poética anglosajona (Yeats, Eliot, Pound). No puedo apenas nombrar
a cada uno de ellos porque necesitaría un libro entero, sin embargo,
debo citar la decidida lucha por los derechos de la mujer y los marginados
en la poesía y narrativa de Rosina Conde, así como la
seriedad de la obra de Patricia Vega, que es reconocida en todo México
desde la década de 1990 cuando obtuvo el Premio Bellas Artes
de Literatura. He leído con gusto narraciones largas de Federico
Campbell, Cristina Rivera-Garza, Luis Humberto Crosthwaite, Daniel Sada,
Juan Antonio Di Bella y Martín Romero. El escritor Roberto Castillo
Udiarte tradujo, en 1983, la mejor antología de Charles Bukowski
que tenemos en lengua española: “Soy la orilla de un vaso
que corta, soy sangre”. Debo citar también a Raúl
Rincón Meza, Sergio Romel, María Ediria Gómez,
Oscar Hernández, Raúl Navejas, José Javier Villarreal,
Elizabeth Cazzasús, Angel Norzagaray, Estela Alicia López
Lomas. Con orgullo debo decir que fui amigo de “Sor Abeja”,
Olga Vicenta Díaz Castro, con quien mantuvimos correspondencia
durante una década, autora de “Leyendas de Tijuana”,
obra que fue llevada a la televisión por la maestra Carolina
Aubanel en excelentes producciones. Diría que los escritores
de Baja California tienen en común la maestría formal,
son
lógicos en sus historias y el desarrollo de la vida de sus personajes
y ricos en imágenes. Tienen a su favor vivir a orillas del mar.
La literatura bajacaliforniana no es una literatura enraizada en lo
fronterizo; aún cuando muchos escritores encuentran en el tema
fronterizo inspiración, no es el tema principal de su creación.
Es la suya una literatura forjada a la luz del trabajo nuestro de cada
día: son profesores, maestras, guardias de la frontera, músicos,
madres y padres que escriben su poesía teniendo como telón
de fondo el punto exacto donde se juntan las culturas latina y anglosajona.
Hoy, sin dudas, para cualquier estudiante latinoamericano, aprender
en la Escuela de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja
California es un privilegio.
-Un
escritor chileno como tú, con lectores en varios países
nuestros, americanista, ¿cómo explica que su país
le niegue salida al mar a Bolivia?
-Chile
jamás le ha negado salida al mar a Bolivia; no importa el gobierno
que sea, siempre ha estado dispuesto a entregar garantías para
que los productos de Bolivia tengan una salida segura por un puerto
chileno. Históricamente ha sido así, por la sencilla razón
de que Bolivia jamás ha sido un país marítimo.
Es un hecho histórico, está escrito en la piedra desde
las fundaciones de los países andinos, y después en las
Crónicas de los conquistadores. Bolivia nunca tuvo mar. No existe
una sola referencia histórica que indique que Bolivia tuvo mar
alguna vez.
-¿Y por qué el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
acaba de solicitar en un foro internacional que Chile restituya su mar
a Bolivia? El propio secretario general de las Naciones Unidas, Kofi
Annan, señaló que ponía a disposición sus
"buenos oficios para promover una arreglo".
-¿Restitución marítima? ¿Arreglo de qué?
¿De qué hablan? Es algo inexplicable para nosotros los
chilenos la ignorancia de algunos políticos, al menos luego Kofi
Annan se apuró en precisar que él no hablaba de una mediación,
declarando que sólo se ponía a disposición para
“promover una solución”. ¿Solución
a qué? Para Chile todo es claro al respecto. En Venezuela tienen
muy buenos historiadores como lo fue Antonio Arellano Hernández,
que nos legó excelentes tratados de Límites en América
del Sur; Hugo Chávez debía informarse de los propios historiadores
venezolanos antes de expresar algo tan importante con tal ligereza.
Ningún historiador venezolano, boliviano o extranjero alguno
podría afirmar que Bolivia tuvo mar alguna vez. Al contrario,
siempre se ha confirmado su calidad de pueblo de cordillera arriba.
Por supuesto que Chile tiene en Los Andes una permanencia de pueblo
marino notoriamente más antigua. Los primeros Incas llegaron
a Bolivia en el siglo XII. Ya entonces existían allí los
Aimaraes, que desarrollaron la elevada civilización de Tiahuanaco,
a orillas del lago Titicaca, una sociedad de cultura religiosa que mantenía
un intercambio comercial primitivo a manera de caravanas con pueblos
de la costa frente a los Andes chilenos, donde diez mil años
antes de Jesucristo existían pobladores en sitios que hoy son
zona arqueológica y conservan, por ejemplo, las momias más
antiguas de la humanidad, tesoros que brotan en los oasis de la zona,
que siempre fueron chilenos. En 1796, al asumir el Virrey del Perú
don Ambrosio O’Higgins, el saliente Conde Gil de Taboada le dice:
“Quedas en Perú que confina en el Sur con el Reino de Chile”.
Bolivia aún no existía. En más de tres siglos desde
la conquista española, se menciona a Bolivia en las crónicas
sólo como “Alto-Perú”, sin acceso al mar,
como lo confirman los historiadores posteriores hasta ahora, desde André
Bellessort, Federico Blanco, Luis Guzmán, Monje Ortíz
Zacarías... En 1790 el rey de España trasladó el
gobierno de este Alto-Perú del Virreinato de Lima, poniéndolo
bajo la juridiscción de la real Audiencia de Buenos Aires. En
1806 es ocupada Buenos Aires por las tropas inglesas al mando de Beresford,
lo que repudiaron todos los gobiernos andinos de la zona y, como en
el caso de Bolivia, serviría como parte de su ánimo de
independencia. Historiadores como Alcides Arguedas llama en 1809 a luchar
por esa aspiración vaga de libertad desde el “centro del
continente”, como nombra al Alto-Perú. El mismo Simón
Bolívar declaró que el Alto-Perú carecía
de desiertos y litoral, y tuvo que movilizarse por mar “en una
escuadra que con justicia da a Chile el dominio del Pacífico”.
El acta de Independencia de Bolivia está firmada por “diputados
de Alto-Perú”.
Continúa
diciendo Waldemar: “Apenas en 1825, cuando Chile tenía
décadas de era colonial, nace “Bolivia”, según
citan historiadores bolivianos como Gabriel Rene-Moreno, cayendo en
el olvido su nombre de “Alto Perú”, y siendo utilizado
el nuevo invocando a Bolívar. Pero cambio de nombre no significa
cambio de geografía, sin embargo, los políticos oportunistas
de siempre para inflamar violencia innecesaria y utilizar al pueblo
cegado por el engaño, y robarles el estaño y sus riquezas
minerales, porque, digámoslo, el oro blanco boliviano ha servido
para crear las más altas fortunas personales imaginables, estas
gentes envían cientos de personas a un territorio chileno frente
a la costa y les indican: “ese mar es suyo”, eran personas
que no sabían leer ni escribir, y así fue que a partir
de ese año 1826, según está escrito y han rescatado
historiadores ilustres como don Optaciano Villalobos Riquelme, quien
me contó que ese año 1826 bajaron de la cordillera hasta
la costa chilena de Antofagasta grupos exaltados de bolivianos manipulados
por políticos de su propio país que los querían
distraer de su pobreza, quienes les patrocinaron el viaje intentando
posesión de tierra ajena; el gobierno chileno les indicó
diplomáticamente que se fueran, según citan los documentos
de la época; así, cuando algunos de estos afincados oportunistas
entendieron que legalmente debían volver a su país, en
1879 intentaron vender en remate, y a firmas extranjeras, propiedades
y sitios chilenos con miles de años de asentamiento, donde más
del noventa por ciento de la población era chilena, así
como sus industrias, porque otras no había; así las cosas,
simplemente se les expulsó. Desde que esto ocurrió, en
1879, tomaron en Bolivia la costumbre de decir que perdieron el mar
que nunca tuvieron. Esto, hasta hoy sigue siendo utilizado por los políticos
bolivianos y algunos oportunistas como Hugo Chávez cada vez que
quieren distraer a su pueblo de la pobreza y el atraso feroz en que
viven. Bolivia es un país hermoso y muy rico dentro de sus fronteras
en el altiplano, sin necesidad de distraerse en tierra ajena, el problema
que tienen es su alto índice de analfabetismo porque un pueblo
que no sabe leer ni escribir es fácil de manipular por los políticos
de turno. Los líderes campesinos bolivianos, en vez de apoyar
causas perdidas debían exigir educación para su pueblo
y no dejarse utilizar.
-¿Qué
solución le parece acertada para este problema?
-Chile
no tiene ningún problema al respecto. Un cruce para ellos al
mar por territorio chileno siempre será seguro, pero que Bolivia
obtenga un acceso “soberano” al mar chileno jamás
será posible. Por lo demás, siempre están las puertas
abiertas, siempre será posible para Bolivia una salida al mar
con propósito de transporte dentro del territorio chileno.
-Artistas chilenos populares en toda América como La Ley o Los
Prisioneros han pedido una salida al mar para Bolivia...
-Estoy de acuerdo con ellos. Una salida al mar es distinto a una salida
“soberana” al mar. Yo entiendo que los artistas chilenos
son inteligentes, lo que ocurre es que en las conferencias de prensa
a que están sometidos es difícil explicar bien las cosas.
Los chilenos siempre hemos querido ayudar a Bolivia, nuestros caminos
al mar nunca han estado cerrado para ellos ni para ningún otro
país.
-Se ha criticado en foros internacionales que Chile tiene sembradas
de minas antipersonales su frontera con Perú, Bolivia y Argentina,
para impedir la llegada masiva que se produce de inmigrantes al país
desde hace dos décadas.
-Es cierto que por más de tres décadas nuestra frontera
estaba marcada con minas activas, pero con la firma de Chile en el Tratado
de Otawa de 1997, se inició ese mismo año el desmantelamiento
de las minas anti personales en nuestras fronteras, lo que no es un
trabajo fácil y es muy costoso. Enterrar una mina antipersonal
cuesta un dólar y desactivarla cuesta mil, e implica un considerable
riesgo humano. Sin embargo, ya se han desactivado todas las minas antipersonales
en la región de Magallanes y Antártica fronterizas con
Argentina. Es cierto que han ocurrido algunos accidentes en la frontera
norte colindante con Perú y Bolivia, donde quedan algunas enterradas
en los desiertos, pero nuestros caminos están perfectamente señalizados,
y se siguen quitando minas antipersonales en un proceso que culminará
el 2007, de acuerdo a los tratados internacionales suscritos apoyando
la apertura de fronteras en la región.
-Qué
piensa de la salida del gas de Bolivia por Chile?
-El gas
de Bolivia no es vital para Chile, porque tenemos otras varias fuentes
energéticas que incluso en algunas zonas hacen prescindible el
gas. Desde mediados del siglo XX hemos comenzado a aplicar energía
nuclear especialmente en el área de alimentación, por
ejemplo, para procesos de congelado, y múltiples otras aplicaciones
en que el gas es innecesario. También se trabaja con energía
solar: a lo largo de Chile tenemos industrias y, especialmente residencias
particulares, cuya energía es solar; nuestras posibilidades de
utilizar esta energía es incalculable, especialmente en el norte
chileno, que es uno de los cinco lugares del mundo de mayor radiación
solar, la de mayor intensidad y mayor duración anual. A partir
de la crisis del petroleo de 1973 se otorgó prioridad en Chile
a despertar estas otras energías dormidas que tiene el país,
como importantes reservas de carbón por los desechos vegetales
de bosques vírgenes aún y, muy en especial, su fuerza
hidroeléctrica. La energía hidráulica que produce
el agua es un recurso muy abundante, especialmente en la zona austral
del país, por la abundante lluvia que presenta, la formación
de lagunas glaciares y la creación de múltiples embalses;
en todo Chile las fuertes corrientes de los ríos que bajan desde
los Andes y de las cadenas costeras constituyen ricas fuentes de energía
hidroeléctrica; pero que aún no pueden ser mejor utilizadas
por las dificultades para acceder a dichas fuentes, lo que también
corresponde al proceso de desarrollo. De hecho, el país cuenta
con su propio petróleo. El primer pozo petrolero entró
en actividad en 1945 cuando se inició la extracción de
petróleo y gas natural en el Sur del país, donde los yacimientos
más significativos se encuentran en la ribera norte del estrecho
de Magallanes, entre otros, Punta Delgada y Pampa Larga, y en la Isla
Grande de Tierra del Fuego, cuyos principales yacimientos son: Manantiales,
Sombrero, Catalina Sur y Flamenco; el último sector en incorporase
en 1976 a las actividades es conocido como Costa Afuera, ubicado en
la boca oriental y alrededor del Estrecho de Magallanes, sus principales
yacimientos son: Posesión, Mejillones y Anguila, entre otros,
donde el hidrocarburo se extrae mediante plataformas que operan casi
en forma autónoma, cada una de ellas recibe en principio el producto
de 9 a 12 pozos y estas surten a través de cañerías
submarinas conectadas a la Isla Grande de Tierra del Fuego o al continente.
En la década de 1990 se inició la explotación de
las reservas submarinas de carbohidratos de esa zona; hoy la industria
se halla en pleno proceso de expansión y aporta un tanto por
ciento importante del gas que necesitamos; también se han estudiado
manifestaciones superficiales de hidrocarburos en Tarapaca, Antofagasta,
Atacama, Arauco, Llanquihue y la Región de Los Lagos, que están
en estudios básicos. En 1994 se inauguró el oleoducto
transandino Neuquén-Concepción como proyecto binacional
chileno-argentino. Su objetivo es el transporte del petróleo
crudo desde yacimientos ubicados en la cuenca de Neuquén, Argentina,
hasta el terminal situado en Talcahuano, desde donde abastece a ENAP
y es exportado hacia Norteamérica, Perú, Taiwan, Brasil
y El Salvador. De esta forma, por acueductos subterráneos que
también benefician a Argentina y le permiten salida por el Océano
Pacífico, podemos comprar y abastecernos de acuerdo a nuestra
propia producción que no es poca: el propio petróleo chileno
en diversos momentos de estas dos últimas décadas ha logrado
abastecer el cincuenta por ciento de nuestras necesidades de consumo.
El resto que necesitamos lo compramos, además de Argentina, a
países tan diversos como Nigeria, Angola, Venezuela y Ecuador.
En verdad, el gas de Bolivia para Chile no es necesario. Sin embargo,
para nosotros es importante que toda la región florezca, y cualquier
persona que sepa las cuatro operaciones matemáticas les indicará
que para ellos lo más conveniente es sacar el gas por Chile porque
otra cosa sería quitarle recursos al propio pueblo boliviano,
que con gastos inflados para su transporte por otro lugar, solamente
seguirá su práctica de no utilizar un recurso económico
que el pueblo boliviano necesita, especialmente para elevar su nivel
de educación que los saque del atraso que permite a los políticos
de turno utilizarlos en su propio provecho.
-¿Cómo ha recibido la sociedad chilena el alto número
de inmigrantes especialmente sudamericanos que han llegado al país?
-Son todos
bienvenidos. Para Chile es una experiencia muy interesante. Eramos a
comienzos del siglo XX un país inaccesible para el resto del
mundo, incluso para nuestros vecinos inmediatos, separados de todos
por el desierto, el mar, la cordillera y la nieve infranqueable. En
comparación con otros países sudamericanos, Chile tiene
una población más bien homogénea; los primeros
colonizadores fueron en especial españoles durante doscientos
años y muy pocos inmigrantes de otras nacionalidades europeas;
la mezcla racial en el país es muy poca, y principalmente fue
con los pocos araucanos apresados cuyos poblados antes del río
Bío-Bío fueron arrasados; el mestizaje de ambos pueblos
constituye más del 92% de nuestra población, en verdad
somos más que nada chilenos. Por su lejanía, la inmigración
europea a Chile no fue tan importante como en otros países de
América; sólo a partir del siglo XIX inmigrantes ingleses
y alemanes han representado una importante influencia, especialmente
en la zona sur a partir de Santiago, donde también llegó
población de Italia, Suiza, Yugoslavia y Francia, que han hecho
aportes importantes, especialmente arquitectónicos. En la actualidad,
menos del 2% de los habitantes son de origen europeo y sólo el
6% es indígena, en su mayoría araucanos concentrados en
la región meridional de la Araucanía. Siempre fuimos una
sociedad en que no tenía cabida alguna el vecino indígena;
con la llegada de peruanos, bolivianos, ecuatorianos con sus vestimentas
singulares, su música, su historia tejida en sus vestimentas,
con orgullo bien puesto, nos obligó a volcar la mirada en lo
nuestro, lo Araucano, surgiendo con fuerza un movimiento de rescate
de lo chileno naturalmente expresado, en primer lugar, por la legalización
de derechos que se han efectuado en estas últimas dos décadas
y que fueron ignorados durante quinientos años, ha sido un proceso
lentísimo aún en marcha. Sabemos que los pueblos araucanos
chilenos fueron únicos entre los pueblos originarios de América
al no permitir en trescientos años la entrada extranjera en sus
dominios, desde el río Bío Bío hasta la Antártida;
su espíritu está bien retratado por Alonso de Ercilla
y Zúñiga en su poema épico “La Araucana”,
el mayor homenaje que ha hecho escritor alguno a un pueblo originario
americano. Su cultura y mitología se arrastra al pasado oscuro
de la humanidad; tienen artesanías únicas, tejidos inéditos
con su propio lenguaje de grecas en lanas fuertes del sur, tienen su
propio estilo cerámico y una joyería en oro y plata que
utiliza siempre la piedra nacional chilena: el lapislázuli. En
gran medida, las artes y el sistema educativo chileno por su lejanía
de los grandes centros poblados del planeta, ha tenido su propio desarrollo,
pero con influencias de modelos europeos (Inglaterra, Francia y Alemania),
gestándose una tradición cultural propia que a partir
del siglo XX combina elementos de los pocos grupos étnicos que
tenemos en relación al resto de América, cuya integración
está terminando de completarse por esta expansión de las
fronteras nacionales que nos ha obligado a mirarnos a nosotros mismos
para ofrecer de lo nuestro lo mejor, y por supuesto lo araucano es uno
de nuestros fundamentos.
-Chile ha tenido un desarrollo que lo ha llevado a firmar tratados de
comercio y culturales con todas las potencias de nuestra época.
¿Dónde radica la causa del alto crecimiento de su país?
-En el país mismo; Chile es un país de bondades. Para
una crónica económica que acabo de terminar de escribir
para una revista, tuve que actualizar mis propios datos numéricos.
En que salta a la vista de inmediato, por ejemplo, la calidad de potencia
marítima que tiene Chile. Con más de 4 mil kilómetros
de litorales, el mar le proporciona una importante fuente de recursos
marinos renovables; así, uno de los sectores que registró
el desarrollo más dinámico a finales del siglo XX fue
la actividad pesquera, que estimulada por la Ley Central de Pesca en
1991, también asegura la protección de recursos hidrobiológicos
y previene la sobre explotación, con marcados acentos de protección
a las especies en extinción. Por ejemplo, Chile exportó
salmón por primera vez en 1984, un total de 100 toneladas. En
1997 las exportaciones alcanzaron casi 110 mil toneladas. Hoy, cinco
años después, Chile es el primer exportador del mundo
de salmón, superando este año 2003 a Noruega, que mantenía
el sitial. Aparte, el país exporta otros alimentos marinos como
la trucha, el jurel, la anchoveta y el congrio, merluza, bacalao de
profundidad, mariscos y crustáceos como el camarón y el
langostino, ofreciendo algunas especies únicas como el loco chileno,
que aquí en California se conoce como abulón, las langostas
de Isla Juan Fernández y las ostras de Chiloé. Una gran
cantidad de ciudades importantes del país son puertos, lo que
facilita la extracción y el acceso a la infraestructura de explotación
y procesamiento; parte importante de la pesca se destina a la producción
de aceites y harina de pescado, y a la conservería y productos
congelados de los cuales el país es líder en el mercado
mundial, en un momento en que las empresas chilenas cuentan con alta
tecnología y un elevado grado de especialización, lo que
les permite operar a gran escala y con altos rendimientos, ofreciendo
productos de elevado nivel. Chile cuenta con una serie de recursos naturales,
explotados y no explotados, los cuales junto a un adecuado desarrollo
tecnológico cada vez más han permitido acercarse a una
mayor independencia económica y mejores condiciones de competencia
en el mercado mundial. Nuestra producción nacional incluye variedades
de cereales, patatas, aceite, vino, legumbres y frutas todo el año;
excelentes maderas, ganado lanar, vacuno y caballar; el subsuelo es
muy rico en cobre, oro, plata hierro, manganeso, azufre, nitrato, mercurio,
plomo, estaño... Chile es el primer productor de salitre y litio,
y segundo en yodo y molibdeno. Se ubica entre los diez primeros países
productores de plata y oro. Aproximadamente un tercio de la producción
de oro chilena es subproducto de la refinación de los concentrados
de cobre, pero tiene yacimientos importantes como El Indio en la zona
de Coquimbo, que hacen del oro el segundo mineral de exportación
chileno, conformando un 3.6% del valor de todas las exportaciones del
país. En el ámbito de los minerales no metálicos
destaca el Salar de Atacama, con cuantiosas reservas de Potasio, Boro
y Litio; el Litio es el mineral metálico más liviano que
se conoce; fuera de su utilización en diversos procesos industriales
de sinnúmero de productos como vidrio, aluminio, lubricantes
y productos farmacéuticos, el litio se utiliza en reactores de
fusión nuclear y en baterías. En la Segunda y Tercera
región, Chile posee las reservas de litio económicamente
explotables más grandes, equivalente en un 40% del total mundial.
También existe Uranio, que es el material radioactivo fundamental
en la generación de energía atómica. Las investigaciones
indican que en Chile hay uranio en estado natural y también como
subproducto de otros minerales. En principio se han ubicado vetas de
uranio en Chuquicamata, Salar Grande y Bahía Inglesa; con seguridad,
Chile cuenta con reservas que las prospecciones llevan a unas 2.800
toneladas métricas. También podemos ofrecer un mármol
tan fino como el de Carrara y tenemos algunos productos únicos
como la piedra lapislázuli, el árbol de sándalo
y la araucaria. El país cuenta con excelentes vías de
comunicación, carreteras, vías férreas, aviación
comercial y flota mercante. En 1968 comenzó a operar la estación
terrestre de Longovilo que comunicó todo el país vía
satélite, hoy las escuelas están conectadas a Internet,
y hay un alto nivel de exigencia educacional: los primeros doce años
de estudio son obligatorios y existe el menor índice de analfabetismo
de América, y quienes existen son pobladores de zonas poco accesibles
aún por falta de caminos que viven en las islas del sur o en
oasis de nuestros desiertos andinos del norte. El analfabetismo, por
ejemplo, de inmediato invalida para competir en el mercado formal a
los inmigrantes que llegan sin saber leer ni escribir, en especial de
Ecuador, Bolivia y Perú, que llegan con sólo su mano de
obra: para ellos están abiertas nuestras escuelas nocturnas y
para sus hijos a disposición los mismos beneficios educacionales
que se brinda a un niño chileno. Debemos decir que este factor
educacional ha sido fundamental para atraer a inmigrantes, que buscan
al final sólo bienestar y futuro para sus hijos. También
encuentran seguro social y varios sistemas de pensiones de asistencia
estatal accesibles a todos según sus necesidades. Para los profesionales
que llegan hay una oferta importante de trabajo en los servicios públicos,
es así como tenemos, por ejemplo, médicos cubanos, ecuatorianos,
peruanos, argentinos, quienes luego de revalidar sus títulos
en la Universidad de Chile, pueden ejercer sin problemas, abriéndose
para ellos un campo enorme de trabajo por la cantidad de consultorios
médicos existentes a lo largo del país.
Continúa
Waldemar: “Por supuesto, estas ventajas atraen inmigrantes a un
país que también se ha hecho legendario por poseer entre
los hielos antárticos y las fosas naturales andinas la mayor
reserva de agua limpia del planeta, además de su riqueza en cobre,
el mineral con que naturalmente se asocia al país, porque Chile
está formado de oasis que brotan en las faldas de montañas
de cobre, que lo han convertido en el mayor productor y exportador de
este metal en el planeta. Una de sus bocas de mina, El Teniente, clavada
a dos mil metros de altura a tan solo 60 kilómetros de la ciudad
de Rancagua, con más de 100 años de trabajo ininterrumpido,
es la mina subterránea más grande que existe, y camino
a sus entrañas se pueden ver las míticas cavernas de cristal
dorado que citan las leyendas, que son grutas enormes formadas de piedras
brillantes de cobre y oro y metales cristalizados hexagonales de 4,5
millones de años de antigüedad; las primeras aparecieron
en 1973 y no se han dejado de descubrir otras hasta ahora: algunas parecen
ser de puro cristal, azul, blanco, plateado, debido a un efecto de grandes
bloques de minerales similares al cuarzo como mica, chalcantita y pilares
de selenita: todas las cavernas camino al cobre son consideradas por
los mineros como templos subterráneos donde el que logra llegar
puede estar a solas con su otro yo y verse en los reflejos desde todos
los puntos por sí mismo. Así es Chile, como el tam-tam
que arranca del tambor de nuestras machis araucanas, que tiene en su
sonido todos los sonidos, el primordial tam-tam-tam.
-A
usted le acaban de conceder el Premio de Crónica Regional de
Chile 2003, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,
por su obra “Crónicas de Antarktos”, que reúne
sus escritos de la Antártica chilena (jurado: Virginia Vidal,
Miguel Eduardo Godoy y Roberto Merino), ¿para un escritor chileno
que significa un reconocimiento de esta índole?
-Es un
enorme orgullo. Fuimos este año tres los premiados y es un honor
ser reconocido junto a historiadores tan notables de Chile como son
Fernando Emmerich Leblanc, autor de “La Tirana del Tamarugal”,
y Dante Montiel Vera, autor de “Crónicas de Castro en llamas”.
Quiero dedicar estas “Crónicas de Antarktos” como
apoyo en la promoción de las regiones de Aysén y la Patagonia,
como Patrimonio Cultural de la Humanidad ante la UNESCO, por su reserva
de la vida y en defensa de su flora y fauna. La región de Aysén
es por sus características geográficas y climáticas,
una de las regiones más frágiles de Chile, esto debido
a su reciente y complicada formación geológica, cultural,
demográfica y socioeconómica. Es una de las regiones con
mayores valores ambientales, transparencia, fauna y flora únicas
y contiene una de las importantes reservas de agua dulce del planeta.
Por estas y otras razones dedico este premio al sur de Chile.
-Gracias.
©
Joel Zilahy Bello,
ARTEINC-México, Noviembre de 2003
CRONICAS DE ANTARKTOS
Por Waldemar Verdugo Fuentes
Premio Consejo Nacional de la Cultura de Chile 2003.
http://waldemar.tripod.cl/cronicasdeantarktos/