NOVELISTA Y ANALISTA INTERNACIONAL
Centro
de traducciones francesas, Santiago, 18 de marzo 2004
por Felipe Moncada
André
es chileno, aunque gran parte de su vida la ha pasado en el extranjero.
Es doctor en letras y ciencias humanas con mención en semiología
de la Universidad de París-Sorbonne. En el año 2002 publicó
su primer libro llamado “Semiología del Mensaje”. Hoy
está promoviendo su primera novela “La Guarida”, donde
relata el destino de seis jóvenes, marcados por la vida política
de la Unidad Popular y el posterior gobierno militar.
Analista
político y escritor ¿De alguna manera se filtra el tema
político en la invención?
Espero que no, aunque dicen que si, pero de lo que uno espera a lo que
uno hace, siempre hay alguna diferencia. La idea no es analizar políticamente
lo que ocurre, sino que sentirlo, y más aún: hacerlo sentir.
Me
viene a la mente la literatura de ciencia ficción, en los clásicos:
Bradbury, Asimov, siempre hay una metáfora social en los cuentos...
Eso siempre, no nos podemos escapar. Un analista y creador (fundador?)
de la escuela de sociología de Bruselas Lucien Goldmann, decía
que el ser humano es incapaz de crear una estructura que no exista, entonces
uno puede repetir, pero inventar una estructura que no existe, según
Goldmann es irrealizable.
¿Cual
es la estructura de la novela?
La Guarida son seis personajes, que tendrían hoy más o menos
50 años, entonces tenían 13, 14, 15 años en los comienzos
de los 70`s. Son de diferentes orígenes sociales, geográficos,
políticos y económicos: hay una chica de Valparaíso,
dos jóvenes del barrio alto de Santiago, una joven que llega de
Chiloé, un joven que viene del norte de Chile, de manera que ven
y comprenden las cosas de manera diferente, pero la vida hace que estos
6 jóvenes cohabiten en una casa que ellos llaman La Guarida, y
en esa casa que es una casa totalmente normal en el barrio alto de Santiago,
ellos cohabitan y empiezan a vivir las diferentes experiencias que se
vivieron a comienzos de los años 70 aquí en Chile, primero
con el gobierno de Salvador Allende, luego con el golpe militar. Llega
el golpe de estado y este núcleo de la guarida se desintegra: hay
exilio, desapariciones y prisión. Se vuelven a encontrar más
tarde y la novela dura hasta ayer, en que estos jóvenes se acercan
a los 50 años y han vivido experiencias diferentes, éxito
en la vida diferente, pero marcados por estos tres años de intercambio
que hubo entre ellos.
Cada
personaje lleva una carga social distinta en sí, quizás
eso sea lo que enriquece la relación entre ellos ¿qué
te parece eso de los reality Show? hubo un programa acá en Chile,
en que se juntaban jóvenes de una misma clase social, e interactuaban
dentro de una casa. Me recordó un poco la metáfora de “La
Guarida”, como la casa donde se encierran.
Puede ser una experiencia, tal vez estructuralmente parecida, con la diferencia
de que en el interior de estas casas de reality show se vive fuera de
la realidad exterior, la regla del juego es que la realidad exterior no
debe influir, salvo cuando la gente tiene que votar para decidir quien
es el que se va, pero fuera de eso puede estallar una guerra en Irak,
puede haber un atentado en España y la regla del juego es que eso
no debe influenciar lo que ocurre en el reality show. Aquí no,
este es un reality show que recibe permanentemente vida del exterior.
Antes
de esta novela había escrito otro libro, que se llama “Semiología
del Mensaje”, que es un trabajo científico acerca de la comunicación.
¿Por que vino esta variación hacia la narrativa?
Por que la historia estaba ahí y alguien tenía que contarla.
Creo que es una deuda que tenemos los 15 millones de chilenos con el país:
hay que contar la historia. Yo no pretendo contarla entera, lo que ocurrió
merece ser contado, entonces decidí hacerlo a mi manera, con mis
personajes, y como digo yo: es una novela, no es la historia de Chile
en los años 70, es la historia de seis personas que a pesar de
ser inventadas, me tocó conversar después con lectores que
me decían: oye, pero Carmen es una amiga mía, o el personaje
Roberto: ah sí, yo lo conozco, es un amigo mío, entonces
a los seis personajes, finalmente parece que todo el mundo les pone nombre.
Son estereotipos o síntesis de personajes comunes
de la época, quizás ahí esté la clave de ellos,
la representatividad que evocan...
Aparentemente representan realmente a la generación de los chilenos
que hoy tenemos 50 años.
Siendo
el primer libro un trabajo científico, de otro tipo de rigor ¿hubo
una especie de liberación con la escritura de la novela?
Una gran liberación, por que finalmente los personajes escriben
solos la historia. No voy a contar el final, por que sería una
mala técnica, pero mucha gente me dijo que el final los dejó
un poco impresionados, vacíos, pero el final de la novela tiene
una cierta lógica: el protagonista no podía terminar de
otra manera que como termina; es su lógica, no es la mía,
es la del protagonista.
¿Cómo
es el encuentro posterior de los personajes?
Cada uno de los encuentros que se producen después son verdaderas
frustraciones, y creo que cada uno de los personajes hubiese deseado no
encontrar al otro, sin embargo, se encuentran. En un momento el protagonista
decide visitar a uno de los personajes de La Guarida “Roberto”
y para eso toma un avión, y finalmente creo que hubiese deseado
no hacerlo.
Había
diferencia entre los propósitos de la juventud y los resultados
de la edad madura...
Pos supuesto, los personajes van evolucionando siempre marcados por lo
que ocurrió. Se encuentran después de un período
de prisión, de exilio, hay una de las chicas que desaparece, la
detienen en algún momento y nunca más se tiene noticias
de ella y el resto de los personajes continúa su vida. El protagonista,
por su parte, conoce un éxito importante en su vida, un éxito
profesional, económico, se desarrolla realmente y comienza a mirar
este período de los 18 años como una ilusión de la
juventud, sin embargo queda marcado por esto.
El
abandono de ese idealismo también llevaba consigo una especie de
traición a los valores que se formaron durante ese tiempo.
Hay un abandono total de los valores. Lo único que no abandona
el protagonista es la búsqueda de su novia o polola que está
desaparecida, pero no existe ahí la motivación del protagonista
en una lucha por encontrar a los desaparecidos, ni siquiera una militancia
por los derechos humanos, sino lo único que quiere es encontrar
a su novia.
¿El
ser humano tiene derecho a cambiar sus propios estatutos?
Yo creo que eso no se puede medir por derecho, sino pensemos en honorables
diputados y senadores que estaban en funciones en el año 73 y que
ahora solo guardan el mismo nombre y apellido que en aquella época.
Yo creo que forma parte de la vida, siempre uno se pregunta: ¿que
hubiese hecho yo si la cosa no hubiese sido así?, a veces son tan
extraños los parámetros que te hacen cambiar, imagínate:
simplemente un accidente automovilístico, si en el cruce anterior
hubiera estado la luz roja, entonces yo hubiera llegado al punto dos minutos
después, y..., hay tan pocos parámetros y si vemos los estudios
sociológicos de hoy, no depende de uno la ideología que
se abrace, o de los principios morales que uno abrace, tal vez dependen
más de los medios, de la comunicación, de la influencia
de otras personas.
Hay
gente que habla de cambiar de opinión, pensando en que hay un dinamismo
en la sociedad y las personas, pero hay otros que ven eso como una traición
a los valores, en el mismo caso de senadores y diputados, gente que fue
vaciada completamente para asumir otra ideología...
Todo depende del peso que tenga el cambio de opinión, voy a dar
dos ejemplos: cerca de la ciudad donde vivo en Estado Unidos hay otra
ciudad donde el que es alcalde hoy, se presentó en las elecciones
pasadas, hace cuatro años, con la etiqueta de demócrata
y perdió, tuvo cuatro años para cambiar de idea y antes
de que se presentaran los candidatos para las nuevas elecciones se hizo
republicano, ganó y ahora es alcalde..., bueno, eso es casi un
juego, tal vez algunos demócratas de ese pequeño pueblito
lo acusen de traidor, pero es un juego. Diferente es si yo participo como
adulto, donde capto militancia joven y que en algún momento la
historia, le pide a esos jóvenes que entreguen su vida por la ideología
por la que yo los capté, ahí es donde estoy condenado a
mantenerme en el mismo camino, aunque ya no lo piense, o bien irme a plantar
papas al campo y olvidarme de la vida política.
Por
que el peso de esa vida que se involucra, obliga...
Muchos dirigentes de la izquierda chilena captaron militancia, por que
era un período de captación de militancia, y dentro de esa
militancia captada hay algunos que pagaron con la vida por haberse dejado
captar. Para mi, el captador está condenado a no ejercer una actividad
política en un campo alejado o contrario, tiene que quedarse en
la línea para la cual él captó gente, a las cuales
en algún momento pidió que dieran la vida.
Sería
muy fácil, pedir la vida a cada rato...
Por otra parte, es la historia de la humanidad, si pensamos en toda la
gente de la resistencia francesa en la segunda guerra mundial, que dieron
su vida por combatir al nazismo y luego en el momento en que Francia se
libera del nazismo, es cierto que su memoria queda, pero los principios
que ellos abrazaron muy rápidamente se olvidaron.
Ahora
hay un discurso del “Futuro”, del cambio, por ejemplo Lavín
que siempre evade y apunta hacia el futuro, hay una especie de “futurización
del discurso” y eso ayuda un poco a ese “cambio de chaqueta”,
esa muerte del pasado que parece útil, práctico.
Es absolutamente útil, por que si hablamos solamente del futuro,
entonces condenamos al pasado al olvido, desgraciadamente los pueblos
que olvidan su pasado, están condenados a cometer los mismos errores,
entonces yo creo que es una técnica, va quedando muy poca gente
que quiera hablar del pasado y vemos a unos políticos que necesitan
borrar esto y que hacen mirar a la gente hacia un futuro que se anuncia
esplendoroso, olvidando un pasado que está muy cercano. Hace poco
yo daba un ejemplo y lo voy a repetir: a veces los jóvenes miran
el golpe de estado como algo muy lejano, “30 años, mucho
tiempo”, y los comprendo, por que el día en que fue el golpe
de estado hacía menos de treinta años que había terminado
la segunda guerra mundial y mi generación la veía muy lejana,
como algo que nunca más se iba a producir, pero así como
se dijo nunca más a la segunda guerra mundial, y aquí el
nunca más no fue respetado, hoy también se dice nunca más.
No creo que haya que hablar permanentemente del tema, pero es bueno dejar
algo de lo que ocurrió. Yo no soy historiador, ni quiero entrar
en la polémica de lo que ocurrió y de lo que no ocurrió,
lo tengo muy claro para mí, yo simplemente lo estoy contando como
lo sintieron seis jóvenes que no existieron por que fueron inventados,
cuales fueron las vibraciones y los sentimientos que ellos tenían
día a día durante esta experiencia, y a su vez como esa
experiencia fue de alguna manera destruyendo sus vidas, o transformándolas
en vidas complicadas, a pesar de que el protagonista conoce un gran éxito
profesional. No se puede hablar de un fracaso en la vida, pero es complicada
con todo lo que ocurrió, entonces la idea es mostrar como sintieron
ellos esto y tratar de que el lector también lo sienta.
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