Poco a poco, esta relación se fue afiatando a tal punto que ella se
sentía una mujer plenamente feliz. Pero algo malo intuía en
los comportamientos de su amado esposo. Cada vez que ella le hablaba de tener
un hijo él la evadía con una gran cantidad de excusas de las
cuales ninguna tenia un real sentido. Un día Marcelo(el sacerdote)
llego a las 3 de la mañana a la casa y María muy angustiada
lo esperaba despierta en el living. Cuando ella creyó justo una explicación,
él súbitamente se largo a llorar desconsoladamente y le confeso
que ya no la amaba y que se arrepentía de haberse casado. El señor
eran su único y verdadero amor, a quien le dedicaría el resto
de sus días.
María
ante tales palabras quedo desconcertada y muy angustiada, se sentía
culpable del sufrimiento del aquel religioso que se dejo dominar por los placeres
carnales, que sin duda ella había ocasionado. Aquella noche, después
de mucho de pensar, decidió renunciar a su gran amor a cambio de la
felicidad de éste. Al alba se levantó y sin hacer ni el mas
mínimo ruido abandono la casa para siempre.
Transcurrieron
2 años sin que ninguno supiese de la vida del otro.
María,
sumergida en el dolor y los sentimientos de culpa, empezó una lenta
sentencia dictada por su corazón. Se negó a toda posibilidad
de encontrar una pareja. Los apuros económicos le pesaban mucho y la
primera oferta de trabajo la aceptó, ahora paso de ser la esposa de
un ex - sacerdote a ser una prostituta. Así la vida de esta mujer se
dilataba paulatinamente ya no era la misma mujer sensual y alegre de años
anteriores, se transformo en un ser sin sentimientos, carente de sensibilidad
y llena de odio.
Un
día estaba trabajando en su oficio, iba en un auto muy lujoso por las
calles de Apoquindo, cuando sintió un fuerte dolor en la cabeza, recobro
el conocimiento cuando unos enfermeros la recogían después de
que un extraño vehículo la arrojara en las puertas de la Posta
Central. Luego de Extensos exámenes de toda índole descubrieron
algo fatal, María tienes SIDA- dijo el medico- y no sabemos cuanto
tiempo te queda, sal de aquí y aprovecha tu tiempo.
Para
ella la noticia fue determinante, sucumbió en una lenta agonía
que parecía gustarle, consideraba que era un justo castigo por todo
lo malo que había hecho.
El
día final llegó y María pidió a una de sus compañeras
de trabajo que llamara a un sacerdote para que le diera la extremaunción.
Marcelo su antiguo amor llegó guiado por las huellas del destino. Su
sotana era la misma con la que conoció María y la cual arrojo
implorando el amor de esa mujer, que ahora la tenia enfrente de él,
postrada en una cama famélica y moribunda. El VIH había hecho
bien su trabajo y ya no quedaba ni un solo rasgo de esa mujer llena de esperanzas
e ilusiones que cedió al amor de un religioso. El sacerdote hizo su
trabajo lleno de congoja y dolor, poco a poco, la culpabilidad se apoderaba
de él. No lograba familiarizar a la María de la cual se enamoró
con aquella prostituta que yacía en un cama de mala muerte. Ella murió
en sus brazos amándolo más que nunca. Su paso a la otra vida
fue el momento más hermoso de su vida. Lo ultimo que vio fueron los
ojos de su único y gran amor, Marcelo.
El
se retiró de aquella pieza con un dolor inmenso y la culpabilidad ya
lo había atrapado completamente. Rezó por oras y le imploro
al Señor que lo perdonara por sus errores y debilidades. Pero al parecer
Dios no lo escuchó o al menos el no sintió lo contrario. Al
otro día lo encontraron arrodillado, en la cama de María, en
posición de oración, sus piernas estaban rotas, rodeadas de
llagas. Un fulmínate ataque al corazón termino con su gran dolor
para reunirse a María y al Señor sus dos grandes amores que
jamas pudo tener juntos. Solo la muerte despejaría las dudas de Marcelo
respecto a María, aun la seguía amando.