Al hablar de
la modernidad en Chile, como en Latinoamérica y España, surge
la confusión con una palabra análoga, el modernismo, tendencia
literaria de fines del siglo XIX y comienzos del XX. La palabra 'modernidad'
casi no se usó en Latinoamérica y en cambio se utiliza 'modernismo'
para referirse a la modernidad. Si bien el término modernismo referido
a modernidad casi no existió en la crítica chilena, la presencia
de su hijo abortivo, el postmodernismo, es por el contrario abundante. El
modernismo latinoamericano incluyó figuras como José Martí
y Rodó además de Darío. Pero la versión dariana
del modernismo, que no es la más radical en su 'afrancesamiento', es
la que avasalla el continente, diseñando el destino del modernismo
chileno y la poesía futura del país, y comprometiendo a la cultura
y literatura hispanoamericanas. De hecho, los grandes autores chilenos de
la modernidad crean su propio estilo luchando por desembarazarse del modernismo
luego de haberse formado en él. Se trata de un proceso continuo.
Entre América
Latina y Europa hubo una relación original de dependencia, que definió
desde sus orígenes a América Latina como área colonial
en relación a una metrópoli. La identidad latinoamericana y
la relación con la cultura y sociedad metropolitana, europea primero
y norteamericana después, estará presente como problema en los
autores modernistas y de la modernidad. Este carácter problemático
de la identidad cultural latinoamericana y chilena forma parte de una concepción
de mundo modelada por la dependencia, manifiesta no sólo en la idea
subyacente de la identidad nacional y cultural, sino también de la
subjetividad, del 'yo', brotadas de esa ubicación inicial de América
Latina en el polo colonial de la relación.
La identidad
en términos culturales, sociales y psicológicos van aparejados
en la modernidad hispanoamericana. La subjetividad es un tema típico
de la modernidad, así como la indeterminación y la búsqueda
de un lenguaje adecuado para expresar esa realidad contradictoria y compleja.
La situación de dependencia acentuó ciertos rasgos de la modernidad.
Su hincapié en ciertos temas, como la mencionada identidad problemática,
coincidió con áreas sensibles en el marco cultural chileno.
La exacerbación de la subjetividad da paso en los autores chilenos
y latinoamericanos a una puesta en entredicho de la identidad misma: Si la
dependencia abortó el desarrollo económico y social, y por ende
cultural, y si el 'yo' moderno es producto del desarrollo de una clase burguesa,
la subjetividad y la identidad, la misma idea del yo, serán frágiles
en Hispanoamérica y Chile, donde no se desarrolló plenamente
una burguesía. Se manifestará así en los productos culturales
del nuevo mundo cierta inestabilidad de la 'identidad' 'individualidad' y
subjetividad', en un ámbito sociocultural formado bajo la égida
de la metrópoli moderna y una sociedad burguesa, pero sin la infraestructura
que posibilitó la modernidad en Europa.
La aparición
de la burguesía moderna conlleva la noción del 'individuo'.
Al situar a la subjetividad en el centro de su problemática, la modernidad
abre esta caja de Pandora, lo que se manifiesta en la poesía y la prosa.
La voz subyacente a una narración o expresada en un poema, enfrentada
a un 'tú' que incluye al lector, se resentirá en su intento
de delimitarse frente a un mundo ficticio, una materia narrativa, un lenguaje
expresivo, aumentando así el nivel auto reflexivo y metalingúistico
de la modernidad, poniendo en entredicho los géneros y acentuando el
fragmentarismo propio de la modernidad.
En el proceso
de desarrollo y culminación de la modernidad chilena, la vanguardia
y dentro de ésta la poesía fueron puntos culminantes. Si bien
no hubo revistas que agruparan y cohesionaran a los vanguardistas chilenos,
como Proa y Martín Fierro en Argentina, Voces en Colombia, Contemporáneos
en México o Amauta en el Perú, la vanguardia chilena tuvo movimientos
importantes y plumas señeras. Las figuras de Vicente Huidobro, Pablo
Neruda y Pablo de Rockha encabezan una lista de grandes poetas de la vanguardia
chilena. Muller-Bergh enumera las principales revistas de la vanguardia chilena:
Claridad (1920-1924), Elipse (1922) Nguillatún (1924) la Mandrágora,
Caballo verde para la poesía (publicada en Madrid por Neruda en 1935),
Caballo de fuego y Orfeo (Klaus Muller-Bergh. De agú y anarquía
a la Mandrágora, Actas del IX congreso de la asociación internacional
de hispanistas, Vervuert Verlag- Farnkfurt am Main, 1989, P. 649).
En Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Pablo de Rockha, hay elementos de un movimiento
centrípeto respecto al centro metropolitano, diferente en grado o nivel
en cada caso. Indudablemente que el cosmopolitismo de Vicente Huidobro y su
cercanía al dominio europeo-francés presentará diferencias
respecto a la obra de Neruda, cuyo Canto General no se propone como tema la
esencia humana universal sino la del 'hombre americano', sin que puede objetarse
el carácter vanguardista de ambos autores, que manifiestan el doble
carácter de la vanguardia hispanoamericana. El universalismo es un
rasgo de la modernidad. La vanguardia se inclina más hacia su vertiente
cosmopolita y universal en la figura poética vanguardista más
importante de Chile, en términos programáticos y por su contacto
con-- y quizás influencia sobre --la vanguardia europea: Vicente Huidobro,
que vanguardiza la vanguardia con la publicación de El espejo de agua
(Buenos Aires, 1916) y Horizon carré (París 1917). Al comienzo
adscrito al ultraísmo y luego expositor polémico del creacionismo,
Huidobro se debatió entre el deseo de sobrepasar o desenmascarar la
institucionalidad literaria y política de su época, llegando
a un público amplio, y la negación de que fuera posible comunicar
la Poesía con mayúscula, que se iniciaría con el creacionismo
y su propio trabajo, que sería la semilla de la verdadera poesía,
comunicable sólo a unos iniciados, quintaescencia del saber y el conocimiento.
Este esoterismo coincidía con su radicalismo político, algo
característico de las vanguardias europeas y que él representó
en Chile y quizás Latinoamérica en forma pura.
En Altazor,
Obra máxima de Huidobro hay autorreferencialidad, intertextualidad
y una problematización del yo, la identidad y la subjetividad, lo que
se da también como desequilibrio entre los tres elementos que forman
la relación entre subjetividad, alteridad, mundo, que opone a las intercambiables
primera y segunda persona (yo-tú) a la tercera (él), no personal,
si extrapolamos la concepción linguística de Benveniste. Podemos
asumir como punto de partida una estructura relacional 'normal' de estos tres
elementos; la relación equilibrada de un yo con un tú en el
marco de un mundo, al menos en términos occidentales, es decir que
la separación entre hombre y mundo, que es objetividad, entorno o circunstancia,
se da por supuesta. La preponderancia de uno de los elementos de la tríada
(que en realidad es una oposición persona-no persona) sobre los otros
dos es síntoma de alteración de la relación equilibrada.
"Cuanto miren los ojos creado sea" "Sólo para nosotros/
Viven todas las cosas bajo el sol", dice Huidobro en su Arte poética.
En este poema el yo lírico se ‘come’ al mundo. El 'tú'
interlocutor "Por qué cantáis la rosa ¡oh Poetas!"
se restringe a los poetas "sólo para nosotros/Viven todas las
cosas bajo el sol", lo que mantiene al poema en la órbita del
yo, ya que "nosotros" es la figura en primera persona plural, aquí
indicando al colectivo de los poetas. El fragmentarismo de su poema clave,
Altazor, junto con la identificación del poeta con el personaje en
su prefacio, ofrecen una unidad/pluralidad de voces y perspectivas, presentes
en las figuras señeras de la modernidad chilena durante todo el siglo
pasado y hasta nuestros días. El gigantismo del yo lírico Huidobriano,
que se extiende a espacios divinos y proféticos, propone en el creacionismo
una imagen taumatúrgica e iniciática del poeta.
La poesía
de Neruda, especialmente en Residencia en la tierra I y II, presenta esta
problemática de una manera distinta. En los poemas de la primera Residencia
en la tierra, podremos ver cómo las aglomeraciones objetivas presentes,
materiales, se extienden y contaminan a los atributos del yo. En estos poemas
tiene lugar un proceso de objetivación, que se correlaciona con los
puntos culminantes del predominio del lenguaje más distanciado, es
decir de la 'función poética', dimensión autorreferencial
que corresponde a una instancia de 'materialización' y 'objetivación'
del lenguaje. En el Arte poética de la primera Residencia en la tierra
hay una representación de la objetivación, un proceso de cosificación
del yo, su solicitación por una materialidad abrumadora que posee las
características de un en sí sartreano. La subjetividad se ve
desbordada por el 'él' representante del mundo, la materia, que abruma
a esta conciencia que pugna por nacer:
Entre sombra
y espacio, entre guarniciones y doncellas
dotado de corazón singular y sueños funestos,
precipitadamente pálido, marchito en la frente
y con luto de viudo furioso por cada día de vida,
ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente
y de todo sonido que acojo temblando,
tengo la misma sed ausente y la misma fiebre fría
un oído que nace, una angustia indirecta,
como si llegaran ladrones o fantasmas,
y en una cáscara de extensión fija y profunda,
como un camarero humillado, como una campana un poco ronca
como un espejo viejo, como un olor de casa sola
y hacia el final:
y un golpe de
objetos que llaman sin ser respondidos
hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.
La descripción
de atributos y el predominio de verbos pasivos como "acojo", o "bebo",
atenuado por 'soñolientamente', objetivan la subjetividad del hablante,
frente a la proliferación sin sentido de lo material.
El mismo Canto
general (1950), considerado como producto del cambio ideológico del
poeta, mantiene sin embargo el lenguaje de la materia abrumadora y denuncia
la precariedad del yo, la subjetividad, la identidad. El yo abrumado por una
materialidad negativa y menoscabante se redime y encuentra en la asunción
de un yo colectivo, histórico y testigo de la humanidad americana en
gestación, y de una universalidad regional americana. Las circunstancias
de la modernidad chilena acentúan la carga de la individualidad/subjetividad
e incrementan el carácter 'salvador' de la identidad que ofrece el
compromiso político.
La figura de
Pablo de Rockha se encuentra ligada a la vanguardia de una manera más
clara que Pablo Neruda, si consideramos su relación frente a la institucionalidad,
sobre todo literaria, y su experimentalismo. En él se advierte la doble
dimensión que adquiere el compromiso político para los poetas
chilenos vanguardistas y modernos. "Así como el Yo Poético
aspira fundirse en el Yo Colectivo, la realidad histórica alienada
representada en los poemas aspira a convertirse en una superrealidad mítica
e intemporal en donde se realice la utopía revolucionaria", afirma
Naín Nómez, (Naín Nómez. Pablo de Rockha. Una
escritura en movimiento. Documentas, Santiago de Chile, 1988).
Así subyace
a esta poesía la noción de la falta de solidez y justificación
de un yo que necesita comprometerse y rescatarse en una empresa colectiva
histórica y/o ideológica que lo fundamente y justifique. Además
de esas grandes figuras, otro núcleo central vanguardista, algo posterior,
lo constituye el grupo surrealista Mandrágora; Braulio Arenas, Jorge
Cáceres, Enrique Gómez-Correa Teófilo Cid y Eduardo Anguita.
El primer número de la revista Mandrágora aparece en 1938. Braulio
Arenas, cabeza del grupo "contrapone el reino de la lógica, la
razón, el dominio de la realidad objetiva - tal como la conocemos en
la vida cotidiana y convencional - a la parte incontrolable, o inconsciente
de la realidad y la experiencia del hombre" de manera muy ortodoxa en
términos surrealistas.
Quizás
resulte fuera de lugar referirse a un vanguardismo en la antipoesía
de Nicanor Parra. Sin embargo lo vanguardizan elementos de una fuerte repulsa
a la poesía y literatura tradicionales, al establishment en general,
la profunda reflexividad e intertextualidad presentes en su obra, su inmersión
en la polémica en torno al 'yo' que recorre la poesía chilena
contemporánea y la autorreferencia de sus textos. Su filiación
moderna es por supuesto indiscutible. En general, una actitud vanguardista
variable con diversas posibilidades de concreción e intensidad marcó
a la poesía chilena casi hasta fin de siglo. Raramente un poeta logra
reconocimiento, sobre todo entre sus colegas, si no introduce elementos de
novedad a nivel de la expresión, aunque su temática sea tradicional.
A nuestro juicio, 23 de los 39 poetas antologados por Manuel Jofré
en la antología de la poesía chilena joven de los 80 En el ojo
del huracán: Una antología de 39 poetas chilenos jóvenes,
poseen características 'vanguardistas' y este vanguardismo no se contrapone
sino que se integra con el compromiso político o la rebeldía.
No hay que olvidar que se trata de poesía publicada en Chile bajo la
dictadura. Es interesante destacar algunos rasgos presentes en estos poetas
que se encontraban en la poesía 'vanguardista' y que marcan la 'modernidad'
chilena:
"Se trata
de un sujeto irregular, desquiciado y escindido. Se percibe como una pérdida,
un vacío, una fragmentación....el sujeto hablante reúne
restos de discursos ajenos...que sumados a los discursos autorreferenciales,
que priman, contribuyen a dar una visión fragmentada del hablante que,
sin embargo intenta constituirse en sujeto ordenador por encima de las múltiples
voces...La marca del experimentalismo de vanguardia está dada por la
alteración de casi todas las circunstancias de escritura", expresa
Manuel Jofré en la introducción a esa antología de 1991.
Las más
importantes obras en prosa producidas en Chile en el curso del siglo XX parecen
confirmar la validez de los parámetros que caracterizan a la modernidad
en general. Esto no es extraño en el caso latinoamericano, en que la
vanguardia influye en sus momentos iniciales en el nacimiento de la prosa
y la novela. Se puede concluir que la modernidad chilena, insita en el marco
de la modernidad hispanoamericana, tiene su momento más intenso en
la vanguardia y evidentemente en la poesía. Que las características
de la modernidad se ven configuradas por la relación de dependencia
respecto a la metrópoli o metrópolis sucesivas. Que junto a
la problemática de la identidad latinoamericana se da en estos autores
la de la identidad 'personal' y que los elementos e intención referenciales
políticos se articulan con una actitud y factura vanguardistas y modernas.