EL
FIN ULTIMO: EL LECTOR
Jorge Arturo
Flores
Olvidan muchos
eruditos de las letras que el fin último de toda obra literaria es el
lector y no los amigos ni los críticos oficiales ni el grupo literario
que los acoge con aplausos ni los analistas que gustan disecar el texto como
una cosa, quitándole toda humanidad.
Como lo olvidan,
se llevan sorpresas.
Entre algunas,
las que ciertos libros que ellos miran con desdén, son fácilmente
cogidos por el mundo lector, y las obras que éstos mismos elevaron a
las nubes en medio de ditirambos y loas pretenciosas, duermen el sueño
de los justos en los anaqueles de las librerías, siendo adquiridos únicamente
por amigos del autor, algunos parientes y ciertos sabihondos que gustan de las
oscuridades.
Sobre este punto
ciertamente hay posiciones contrarias.
Hay quienes se
interesan en algo tan añoso como el nudo narrativo, la tensión
dramática, el desenlace, etc. Algo así como la configuración
principio, medio y fin. Si eso lo atrapa, no dejan el libro y se sumergen en
un cosmos admirable y maravilloso, haciéndolos soñar, haciéndolos
pensar.
¡Qué
mejor!.
En cambio, los
doctores que toman el texto y comienzan una vivisección de él,
apartando, cortando, analizándolo por partes, buscando causas y analogías,
encasillándolos en escuelas y modas, investigando cada detalle, cada
palabra, cada asociación, ¡qué placer encontrarán
!. Ciertamente lo hallan en su tarea, pero ¿dónde está el
brillo de los ojos de alguien que lee ensimismado, dónde el extásis
de quien se arrebata por el interés de un libro, donde está la
mística, el gozo, la alegría de leer?. Sí, seguramente
también podrían tenerlo, pero nos mostramos escépticos
con su naturalidad.
Esto, porque el
lector es natural, recibe los embates de la lectura en forma normal. En cambio
ellos, los eruditos, los académicos, los estudiosos, los investigadores....
El tema es complicado
y admite matices. Evidentemente. Pero sostenemos que el fin último de
toda creación literaria es el lector y hacia debe caminar el escritor,
no desviarse.
Los que encuentran
placer, si lo encuentran, asesinando, perdón, auscultando fríamente
el texto, allá ellos. Respetable posición.
Nos alineamos,
sin duda alguna, en el bando de los que gozan, sufren, lloran, ríen,
se emocionan con los libros.
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