Crónica Literaria
Filebo
o el talento de escribir con decoro y humor
por
Jorge Arturo flores
Extraño seudónimo éste del escritor, crítico,
ensayista y cronista literario Luis Sánchez Latorre. Sin embargo, su
tarea artística y vasta trayectoria en las letras chilenas no tienen
nada de extraño y ha depurado un poco, con su humor, sagacidad y fina
ironía, la mediocridad que embarga, a nuestro juicio, desde hace mucho
tiempo, el redil de los escritores.
Junto a González Vera y Alone (Hernán Díaz Arrieta),
además de Edmundo Concha, todos fallecidos, Filebo representa un poco
el gusto por escribir bien, por respetar el tiempo del lector, por creer que
la escritura debe pasar por ciertos tamices que la depuren, aclaren y llegue
a los ojos de quien lee impregnadas de colores, belleza, dinamismo, anécdota,
pero, por sobre todo, síntesis y brevedad.
Síntesis y brevedad, he ahí el meollo de cualquier escritura
que se precie de tal. Concisión en los pensamientos, brevedad en el
desarrollo, síntesis de lo que se quiere decir.
Luis Sánchez Latorre y los nombrados inclinan la cabeza frente a estas
dos virtudes del buen escribir, circunstancia que no ha tenido, desgraciadamente,
seguidores.
Los
artículos de Filebo
Filebo escribe
en el diario Las Ultimas Noticias de Santiago desde hace tiempo. Sus artículos
son breves, menudos, plagados de un sutil humor y un estilo decoroso. Leerle
es un placer. ¡Qué más pedirle a un escritor!. Allí
no hay tiempo para el bostezo o la mirada para el costado. Nos internamos
en sus columnas con agrado, se deleita el espíritu con sus decires,
nos sonreímos con su humor y esa ironía que corre sesgada a
la seriedad del texto.
Pero no hay que equivocarse con Filebo: su ironía es aguda, a veces
ácida, recubierta siempre con un matiz de humor, de mucho humor, aunque,
claro está, un humor fino, suave, que bordea el sarcasmo y se convierte
finalmente en ironía. Sus alfilerazos son precisos y hasta dolorosos
y esa permanente semi sonrisa permite entrever un caudal de conocimientos
ostensible, una viva percepción de los valores literarios y un trabajo
de orfebre en cultivar el estilo, esto último, una curiosidad en los
tiempos actuales, reiteramos, en que todo parece apartarse del buen hablar
y del escribir con decoro. Además, hay que decirlo, Filebo se expresa
claramente, hasta suele provocar polémicas por sus “decires”
y no se muerde la lengua, aunque, esa es la diferencia, todo matizado con
ironía.
En Chile predominaron un tiempo escritores que lucían estampas de absoluta
seriedad, pero que obligados a llevar sus impresiones al papel, solían
utilizar la pluma como afilado estilete. Divisamos entre la masa a González
Vera, quien era un fino humorista y un gran condensador de impresiones. Alone
fue lo máximo en términos de estilo, humor, ironía y
lucidez. Más contenido era Edmundo Concha. Se le veía muy depurado.
Tanto González Vera como Edmundo Concha parecían fríos,
distantes, poco acogedores, aunque su pluma hablara de cosas cotidianas. Es
que la belleza, a veces, es gélida y no despide las llamas de la pasión.
En tanto Alone, resultaba más accesible y coloquial.
Lo bueno,
si es breve....
A todos ellos
les cae muy, pero muy bien aquello de “lo bueno, si breve, dos veces
bueno”, frase que acuñó Gracian y que, para mal de males
es una tarea quijotesca y sublime que no tiene muchos partidarios.
Es que cuesta limitarse.
Ciertamente en estos campos será más fácil hablar hasta
por los codos, dar soberanas latas, cansar al lector con una multitud de textos
y palabras enrevesadas, creyendo, los ingenuos, que cantidad es lo mismo que
calidad y oscuridad sinónimo de conocimiento.¡Ay Señor!.
Para que no ocurra eso, para que lectura sea realmente un vicio impune, para
que la gente no se aparte de los libros ni huya de la lectura, para eso, existen
los buenos escritores, los que se preocupan del lector, el fin último,
los que respetan su tiempo y paciencia, los que aspiran a la belleza. Por
eso, felizmente, han existido, en Chile al menos, un Edmundo Concha, un González
Vera, un Hernán Díaz Arrieta, una Maria Luisa Bombal. Hoy nos
queda Luis Sánchez Latorre.
Agradezcámosle.
Los
libros de Filebo
Tal como ocurre
con la producción de González Vera y Edmundo Concha, Filebo
tampoco ha enloquecido por publicar libros. Ha tenido esa discreción,
como dijo Alone sobre González Vera. Llevado por las aguas del periodismo,
ha preferido la crónica o la columna antes que concentrarse en libros.
Ha juntado algunos de sus artículos, es cierto, pero no es afán
que lo cautive ni tenga eco. La inclinación a la síntesis y
a la brevedad, en este caso, se convierte en un homenaje y prueba la consecuencia
del escritor con su estilo de escribir.
De sus libros se indican a menudo Los Expedientes de Filebo y Memorabilia,
el último publicado. Al medio quedan: Adiós Medusa y Lejano
Oeste
En Memorabilia se notan algunos de los rasgos que hemos señalado anteriormente.
Es una recolección de artículos publicados en el diario Las
Ultimas Noticias, donde escribe desde 1947. Aparte de las condiciones estilísticas,
resalta el aspecto anecdótico que Filebo le otorga a sus escritos,
ese constante volver sobre situaciones puntuales, especialmente cuando se
relaciona con vivencias literarias. Esto nos permite adentrarnos un poco en
los aspectos humanos de los escritores chilenos, que no afloran a la luz y
que permanecen sólo en el recuerdo de los participantes.
La otra
faz de Luis Sánchez Latorre
En la historia
literaria quedará plasmado el nombre de Luis Sánchez Latorre
como un gran cronista, un escritor que trató de escribir con decoro,
donde la síntesis, la brevedad, la anécdota, el buen humor y
la ironía refulgen como condiciones esenciales. Además de un
aspecto poco conocido como es el ejercicio de la crítica literaria.
Pero no hay que olvidar algo que aumenta el peso de nuestro escritor. El es
Premio Nacional de Periodismo y miembro de la Academia Chilena de la Lengua,
un laurel y un cargo, que se torna laurel este último en la historia
y que habla a las claras sobre las grandes virtudes de Filebo, Luis Sánchez
Latorre.