Crónica
Literaria
FATAMORGANA
DE AMOR CON BANDA DE MUSICA
Jorge
Arturo Flores
Cada dos años,
aproximadamente, Hernan Rivera Letelier (Talca, 1950) publica novelas: en 1996
aparece La Reina Isabel bailaba rancheras, en tanto Himno de Angel parado en
una pata se publicó en 1996 y en 1998 surgió la luz Fatamorgana
de amor con banda de música.Ahora, en el año 2000, acaba de efectuar
el lanzamiento de Los trenes se van al Purgatorio.
Al parecer tiene cuerda para rato.
En crónicas
pasadas habíamos abordado las dos primeras novelas de Rivera Letelier
y si bien no eran del todo mal, existía algo indefinible que nos nos
agradaba. Había, por cierto, la abundancia de su léxico, en el
sentido de exceder y latear derechamente, con mucha digresión y poco
dinamismo en la trama. Eso era un punto en contra. Para algunos puede ser a
favor. Para nosotros importa mucho la brevedad y la síntesis. También
existían otras percepciones negativas que obligaban a mirar con cierto
excepticismo el talento y el éxito del escritor. Pues bien, leyendo esta
novela de 1998 Fatamorgana de amor y banda de música, hemos comprobado
que la pluma del exitoso escritor se ha vuelto más ágil (le falta
todavía), no busca tanto el comentario marginal y trabaja mejor la anécdota.
El estilo, como decíamos, se ha vuelto dinámico y liviano. El
desarrollo de la obra no es tan morosa como las anteriores e interesa verdaderamente.
Entonces comienzan a surgir las virtudes del escritor: conocimiento de lo que
habla, hay imaginación, existe creatividad, acertado conocimiento y dibujo
de los personas, escenas y costumbres.
La atmósfera
que se respira, (es la de 1929, aproximadamente), está perfectamente
detallada y un hálito de historia emerge frente a las narices, recordándonos
duras jornadas en las salitreras, donde los sufridos mineros no era tratados
precisamente con guante de seda ni se preocupaban con delirio de sus derechos
básicos.
La novela trata
sobre la historia de amor entre Golondrina del Rosario, una bella, fina y delicada
mujer, virtuosa del piano y con todas las cualidades de la mujer perfecta, y
Bello Sandalio (¡el nombrecito!), un trompetista de burdeles y orquesta
de poca monta, pero agradable y diferente. Entre medio, el mundo de los prostíbulos,
los músicos, las autoridades, el universo de la juerga, del alcohol y
la bataclana. Se bebe mucho en este libro, tanto, que a ratos da sed...
Buena la historia.
Mejor comentada. Uno se encanta con la Golondrina y desearía una igual.
Es humano. Habla bien, entonces, del talento del autor.
Hay personajes
inolvidables: el padre de Golondrina (Sixto Pastor Alzamora)y el veterano del
79 (" Creen que la mazamorra se masca"). Hay otros como las regentes
de los prostíbulos, el púgil enamorado de la bella, los músicos
adictos al trago y la jarana, etc.
Es preciso no
abundar. Hay que saber limitarse. Basta decir, finalmente, que la novela se
lee con mucho agrado, es interesante y, a nuestro juicio, es lo mejor que ha
hecho, a la fecha, Hernán Rivera Letelier.
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