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Crónica Literaria

EL FANTASISTA Y LA MALARROSA

Jorge Arturo Flores

 

Hemos seguido desde un principio la tarea literaria de Hernán Rivera Letelier. De su ya numerosa producción, nos agradaron sobremanera Fatamorgana de amor con banda de música, Los Trenes se van al Purgatorio y Santa María de las Flores Negras. No así sus primeras producciones donde se notaba la pluma de primerizo. Por lo demás así debe ser: no se puede dar el primer golpe perfecto. Siempre haycamino por recorrer.

El autor nortino lo ha hecho pausadamente.

Y esto comienza a notarse en sus publicaciones posteriores. Aborda con pericia la atmósfera desértica, propia del norte chileno, (sus vicisitudes, la vida de los trabajadores en condiciones misérrimas, el calor infernal, la soledad, etc.), asunto que el hombre domina a la perfección porque ha vivido en la zona yha laborado allí. El escenario es el mismo y de él extrae diversas historias que se han traducido en libros exitosos. Lo ha conseguido sin duda, pese a laresistencia de los eruditos de este país, más preocupados de cosas profundas, es decir, oscuras, que aceptar los estilos simples, claros, sin rebuscamientos, con descripciones someras,harta imaginación y utilizando el lenguaje de la tribu.

Eso Hernán Rivera lo realiza muy bien.

 

LA TRISTEZA POR EL BIEN AJENO

Cuando hablamos de la resistencia que la obra de Rivera Letelier provoca en ciertos círculos literarios de este país, específicamente deescritores que tienen alguna trayectoria o pertenecen al recinto de las vacas sagradas, no podemos olvidar lasituación sufrida por Isabel Allende.

Es insoslayable.

Los dos son superventas,tienen numerosas ediciones a su haber,son reconocidos tanto en el ámbito nacional como en el extranjero. Cuando hablamos de reconocimiento nos referimos al fin último de la tarea literaria, es decir, el lector.

Y el lector agradece la deferencia, convirtiéndolos en sus favoritos.

Eso, al parecer, molesta a los periodistas literarios que posan de críticos, a los escritores que también se colocan el sayo de analistas y a los que, no siendo escritores ni críticos ni periodistas, pontifican sobre la calidad de los textos.

Cual más, cual menos, se creen llamados a examinar el valor de un libro desde la perspectiva del purismo o de cierto academicismo trasnochado, suficiente,algo prepotente y siempre altanero.

Isabel Allende y Hernán Rivera, frente a esos parámetros, salen esquilmados. Incluso a la escritora chilena le han negado, “cara de palo”, la condición de escritora y al autor nortino le reprochan irónicamente su estilo un tanto alambicado.

¡Ay Señor!.

Lo cierto es que en toda esta singular controversia, espejea notoriamente la tristezapor el bien ajeno.

EL FANTASISTA

La trama se realiza en la pampa salitrera, específicamente en Coya Sur. Anuncian a los habitantes que esa oficina se cerrará. Pero antes que ello ocurra, los pobladores ponen su empeño en salir airosos de la pichanga de fútbol con los adversarios de María Elena. Siempre han perdido. Hasta que llega el fantasista, un tipo que hace maravillas con el balón en sus pies y por cuyo espectáculo callejero, cobra.

De eso vive.

Todo el texto está enfocado en esa magna batalla que será el partido de fútbol.

Hernan Rivera domina todo lo concerniente al balompié y eso le permite desenrollar un espectáculo que se torna interesante. El talento del escritor lo conduce nuevamentea la pampa calichera y, desde un poblado de solo seis calles, crea una historia que se lee con deleite y rapidez. La estructura es simple y su relato nos trae reminiscencias de García Márquez y Cortazar. Las miserias de los obreros, sus vidas remecidas por el alcohol y la carencia de dinero, sin grandes horizontes, perdidos en el inmenso océano seco; la mirada socarrona, irónica y humorística sobre los típicos personajes del pueblo, todo ello es manejado acertadamente por la pluma del escritor chileno. Es una mezcolanza de héroes, antihéroes, protagonista de sus vivencias empobrecidas y limitadas.

Para olvidar beben,tienen sexo y juegan fútbol.

Un deporte que adquiere dimensiones exageradas, de realismo mágico, donde el fair play es reemplazado por los puntapiés con bototos de punta de acero, los yerros arbitrales son atacados por las mujeres, la pelota es robada, despiden a los contrincantes con una andanada de piedras que los lleva a los limites del pueblo vecino, etc.. La cancha es singular: un terreno seco, duro, donde golpea el viento. Los participantes, que juegandiariamente, son muchos y no acuden a ninguna regla. Todos corren.

Es una suerte de terapia.

Los personajes, sin necesidad de dibujarlos minuciosamente, están expuestos a partir de sus diferencias. Se roba la película el relator deportivo, el Fantasista, La Colorina, el California, el predicador evangélico, los cuatro electricistas del pueblo, una suerte de cuatro fantasmas, con acertadas tallas respecto al vino, sedientos eternos, pero sobre los cuales no tenemos ninguna fisonomía especial.

Sólo entusiastas para tragar vino.

El tiempo de pronto se pierde y parece que hubiera trasposición deplanos. Por un lado la última dictadura militar que asoló Chile, que es el telónde fondo, y por otro hay alusiones a las pastillas Pololeo y las “góndolas”, que pertenecen a épocas muy anteriores. Asimismo, expresiones popularescomo por ejemplo, jorobar la cachimba, calma y tiza, chimbiroca, etc. nos retrotraen a épocas pretéritas, vividas seguramente por el autor y que pertenecen al acervo eterno de las expresiones populares.

 

MI NOMBRE ES MALARROSA

Publicada en junio de 2008, el libro es la novela número nueve del prolífico autor. Ambientada también en la pampa y en los tiempos del descalabro económico que llevó a las oficinas salitreras a cerrar, dejando por cierto un espectáculo nada edificante, este relato tiene como decorado de fondo la matanza de San Gregorio, otra de las tantas con que la historia chilena se ha teñido de rojo. Se ambienta en la oficina de Yungay. Sus héroes son más bien antihéroes, reiteramos, seres marginados, con sus vicios a la espalda, viviendo el presente (borracheras, sexo, pendencias, juego, burdeles) y sin ninguna mirada al futuro, porque al parecer no existía. La protagonista es hija de un jugador de póker y alrededor suyo se van tejiendo las historias del padre, Saladino Robles, su amigo boxeador el Bolas Tristes, la preceptora, el maricón del burdel, las prostitutas,el tahúr muerto; el otro, más famoso y vivo, Tito Apostólico. Característica de Rivera Letelier es la originalidad de los nombres y los motes. Hay un romanticismo más contenido esta vez y el amor, que siempre lo hay, deja a ratos el terreno a la vivencia hostil, propia de aquellos yermos. Es el bálsamo que entibia esas vidas agrietadas. El estilo del escritor, decididamente afiatado por el oficio,mantiene su principio de claridad y sencillez, hablándole al lector con franqueza y simpatía, empleando términos propios del pueblo y jamás elevándose fraudulentamente.

Es la gracia, el talento, la virtud del novelista nortino.

El texto se lee con el mismo gozo de los anteriores, interesa y las páginas corren aprisa, en busca del final. No hay tiempo para el tedio y mantiene el aliciente, virtud de la cual están ausentes varios escritores nacionales, que han hecho del enrevesamiento y la oscuridad sus máximas virtudes.

 

NOVELISTA DE LA PAMPA

Puede decirse que el escritor nortino ha recibido la gloria en vida. La retribución le ha llegado en abundancia: es best seller, tiene seguidores por doquier, ha logrado premios, un buen pasar económico y sus detractores, como consecuencia del éxito, comienzan a retirarse, sin dejar de advertiramargamente sobre la monotemacidad del escritor, su clonación de temas,publicar sólo para vender y el desasosiego al percibir que, pese a sus supuestos despistes literarios, los “piratas cuneteros” se hacen la América vendiendo los textos.

En el fondo, les encantaría convertirse enbest seller.

Hernán Rivera Letelier se ha transformado en el novelista de la pampa y, merced a ello, ha construido un gran friso de la historia perdida, “la petit histoire” de esas latitudes siempre solitarias, inclementes y desazonadoras. Historia de hombres y mujeres que nacieron, vivieron y murieron en esas tierras de explotación y miseria, abandonados muchas veces a su suerte. Historias de miles de compatriotas que abandonaron la tranquilidad de susdominios sureños en pos de un mejor pasar y que obtuvieron, la mayoría, pasaporte para el otro mundo o franquearon la puerta de la pobreza y la desdicha. Historias que tienen como trasfondo ciertas acciones militares, sangrientas e indignas, que la historiografía ha tratado de ocultar o las menciona en forma somera y por encima. Historias de burdeles y prostitutas, verdaderos intérpretes del afecto y solícitas acompañantes de los esforzados obreros del salitre. Historia defracasados, delincuentes y trabajadores explotados por la ambición humana. Historias tristes que el escritor de alguna modo adereza con la clásica picardía criolla, haciendo de sus lecturas una tarea grata y enriquecedora, aunque algunos que posan de críticos, no vean ninguna trascendencia en sus palabras y piensan que se olvidan con suma rapidez.

El aplauso del público está ahí para abofetear sus caras agrias.

En síntesis, El Fantasista y Mi nombre es Malarrosa no desmerecen y acrecientan su indudable valor a las ya publicadas por el narrador Hernán Rivera Letelier, lograndomantener en alto su oficio y el talento de escribir, además de no descuidar su atención sobre el lector.

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