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Crónica Literaria

El Viaje Literario de Domingo Melfi

 por Jorge Arturo Flores

Aunque no logró reunir toda su obra periodística en libros, algunos pudieron salvarse del olvido y resulta interesante poder leerlos después de muchos años de publicados.

El Viaje Literario reúne varios artículos, creemos, dispersos. Son breves reflexiones, profundas, certeras, como todo lo suyo, donde expande el conocimiento que tenía de la sociedad y sus matices.

Hay dos ensayos que son espléndidos. Bien escritos, bien direccionados, con mucha humanidad. Atractivos. De gran interés. Son los referidos al poeta Pedro Antonio González y el de Oscar Sepúlveda. Ambos con ciertas analogías en su existencia. Por un lado la pobreza, el desamor, el desapego a la vida. Por otro un estilo de vida que era diferente a la normalidad. Pasajes simpáticos, pero con gran profundidad humana y sicológica y que, de la mano de Melfi, se nos ofrecen claros, duros, reales.

Sin duda que el gran ensayista tuvo aquí buena oportunidad para demostrar sus virtudes estilísticas y literarias.

Excelente también es su juicio sobre la tarea literaria de un gran escritor, Luis Durand. Claro su enfoque de la obra, acertada digresión alrededor de lo realizado por Durand. Domingo Melfi aporta el tono humano, sencillo, de las personas de provincia. Habla con soltura y facilidad sobre temas que, a veces,no resultan fáciles.

Sobre Luis Durand traza un bosquejo sensato acerca de sus textos.

Atinado también resulta su visión del criollismo, donde se explaya sobre las cualidades de Jotabeche y Joaquín Díaz Garcés. Se nota la enjundia y el conocimiento que el comentarista de libros poseía sobre el tema. Además, no olvidemos, también atiende la cuestión del criollismo desde la perspectiva de su maestro, Mariano Latorre. La pluma de Melfi, en estos campos, siempre resulta aguda, interesante, con matices muy humanos, enalteciendo el trabajo literario de los escritores.

Nos recuerda, a veces,la bondadosa mirada de otro gran critico, Hernán del Solar.

Es que en estas materias, de por sí delicadas, por cuanto está en juego la epidermis de los escritores, siempre fina y leve, no siempre los comentaristas de libros se distinguieron por su benevolencia, altura de miras y perspectiva histórica.

Es por ello que la profesión de críticos no es bien mirada.

Casi sobrecogedores son los juicios vertidos sobre la tarea literaria de Eliodoro Astorquiza y también sobre su lado íntimo. Melfi no se muerde la lengua para retratar al crítico en su exacta dimensión, tratando de buscar las causas que lo hicieron tan amargo en su devenir literario. Pero le hace justicia y pide que se publiquen en un libro sus artículos, porque allí hay aciertos que no conviene desdeñar.

En su “Advertencia”, Melfi nos habla de las intenciones de este viaje literario. Lo explica muy bien. Y nos lo hace aparecer como un viaje en un tren o en un vehículo cualquiera. Cuando finaliza el libro, agudamente lo intitula “Una pausa en el viaje”, dejándolo todo en el aire, esperando la continuación. Muy sagaz. Posteriormente, rotula “algunos encuentros en el viaje”, que se refiere a las veces que algún escritor fue nombrado durante éste.

En verdad, leer este libro es grato recorrido por diversos motivos de las letras chilenas, donde conocemos in situ a escritores un tanto olvidados o nos regocijamos con las expresiones de las tertulias literarias que alguna vez hubo en cierta librería santiaguina o reflexionamos sobre los atinados juicios vertidos sobre la obra deautores. Un auténtico viaje, adornado por la simpatía, calidez y sencillez del autor, que nos va relatando, cual experto guía, las diferentes visiones del itinerario.

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