Poetas de doble nacionalidad: Selectos de Claudio Durán
Por Alfredo Lavergne
La labor de www.escritores.cl no limita exclusivamente con el mundo literario clásico. Este portal colabora con el qué hacer cultural contemporáneo, con los escritores de la XIV Región de nuestro Chile, publica escritores inéditos y publicados. En este contexto una vez más nos permite abrir y recuperar una voz poética… hoy nos canta un poeta chileno-canadiense de las Américas:
Claudio Durán (1939) poeta de las Américas. Durán (chileno-canadiense), es Profesor Emérito de la Universidad de York en Toronto, donde trabaja desde su arribo a Canadá, después del golpe militar que derrocó al gobierno de Salvador Allende en 1973. Entre sus publicaciones poéticas se mencionan los libros “Homenaje”, “Más Tarde que los Clientes Habituales”, su libro-poema “Santiago”, “La infancia y los exilios” Editorial Cuarto Propio 2007 y “La Infancia y Los Exilios/Childhood and Exile” en versión bilingüe castellano-inglés publicada por Split/Quotation-La cita trunca, Ottawa, Canadá, 2008. Ha merecido reconocidos premios académicos, como el de Profesor Canadiense en el año 1993, participado en numerosos encuentros poéticos en Canadá y organizado diversos recitales en la Universidad de York y en la ciudad de Toronto.
El profesor y crítico de literatura Fernando Veas Mercado escribe a manera de prólogo acerca de la poesía de Claudio Durán; “Su poesía es íntima, tamizada, en la que se vierten impresiones en un lenguaje justo, mesurado pero que encierra un gran fuego por lo evocado en cadencias de ritmo sereno, casi amortiguado, de la que emerge la paz, un estado de plenitud”. Y Jorge Etcheverry nos afirma; Esta obra es de alguna manera un diario privado, una crónica y un viaje, una recuperación de la vida y la poesía, cuyo sentimiento predominante es la nostalgia—característica distintiva de toda literatura transplantada—quizás más pronunciada en el caso de la poesía de Claudio Durán que en el de todos los otros escritores chileno-canadienses.
De “Poemas de La infancia y los exilios”. Tercera parte: Post-exilio. Antofagasta.
Introducción
Cuando recorro los caminos del exilio
imagino ir navegando entre los cerros del desierto
cerca de la azul Antofagasta
con sus cielos rojos como un llanto,
y cuando miro el lago
entonces recuerdo la herradura de Mejillones
con sus aguas transparentes.
Los verdes tan intensos que merodean aquí
todo el verano y el otoño
me hablan de los oasis
y de los ríos que atraviesan el desierto
como una bufanda,
el Loa, el Vilama, el San Pedro.
Las carreteras supersónicas cruzadas
por múltiples sistemas de puentes y desvíos
se me ocurren los caminos
que aprendí a conocer con mi padre.
Todo lo que veo, incluso los parques y quebradas,
me dice lo que fue mi infancia.
Poema 2
Las aves volaban siempre
avanzando en el aire sin restricciones,
el mar era su camino, las alas, la cadencia.
Poema 4
Todo sucedía contigo:
la casa
el jardín de mi madre
el pelo ondulante de mi padre
la bondad ilimitada de mi abuela
los desordenes de mis hermanos
mi propia indulgencia e inquietudes.
Salía a caminar por los rieles
a esconder tizas en los valles
a arrancar de los pordioseros alcohólicos
a llenar de nostalgia las playas.
En el colegio sólo me importaban los recreos
y las compañeras que jugaban al pillarse
o a la niña María
que bailaba sin parar.
Mi vida era tranquila por fuera
y llena de espantos en el interior,
dulce y agria
nostálgica y apenada
solitaria y protegida.
Por eso, tú me obligabas
a devenir, y rezar si fuera necesario,
mis rezos eran de tierra y fervor,
usaba un uniforme azul marino
con insignias y guardas amarillas.
Poema 12
En La Portada,
corríamos con mis hermanos esquivando las olas
nos escondíamos en las cuevas calcáreas
y bajábamos inquietos por la encumbrada escalera
que seguía el ritmo azaroso de los acantilados.
Poema 15
El agua de las fuentes se acabó por un tiempo.
Las olas reventaron, crujieron, se encogieron.
Miguel Arteche, Antonio Massone y Roque Esteban Scarpa seleccionan dos poemas de Claudio Durán en su Poesía Chilena Contemporánea, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1984.
A la vida
Quisiera creer en la muerte
como si estuviera señalada en mis palmas
y seguir eternamente el alma
en un desván de sillones usados
y viejas rendijas.
Las casas que disfruté, como un buen
desayuno, ya no existen casi.
Una se quedó mirando el mar desde por las ventanas.
Allí moraba mi abuela. La dejamos entre flores
como si ella fuera un gran rosal para siempre.
Luego, una casa de cenizas y enredaderas
se llevó, entre los árboles, a mi abuelo.
Le tomamos una fotografía. Sus ojos grises.
Hubo discursos. Se quedó entre ellos.
Luego mi otra abuela se llevó su piano
al desván. Entre sillones usados y
viejas rendijas.
Tríptico
He escuchado el ritmo de los pájaros
vuelan ellos envueltos en metáforas
de colores grises y negros
se detienen en los pinos, sobre la nieve,
lanzan sonidos de estar-al-aire, fríos,
blandas capas en la superficie
escucho el canto, universal, sin latitudes,
de los pájaros que vuelven del ártico.
Me preguntaba hoy día, en un restaurante italiano
por la cualidad de la lengua
bajo retratos simples de florencia, el David desnudo,
una fotografía de roma, mapas de la bota,
recordé el canto andino de mi hermano
pensé en mi lengua mordida, en los acentos inútiles,
en las claves de gramática y dictado
salí a la nieve, los árboles inclinados
en la penumbra, el automóvil blanco, hice los cambios,
el motor despegó entre el aire.
El exilio y la gramática
tienen reglas que cumplir, inexorables:
como el vuelo polar de las aves migratorias
que caen en el lago ontario a descansar
interminablemente.
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