Atando
cabos
Por Jorge Etcheverry
En los últimos
años he tenido la gran suerte de participar en dos eventos que me han
llevado de alguna manera a recontarme con la poesía y los poetas de
Chile, y según parece que en algún sentido aún formo
parte de los mismos. La primera ocasión me la proporcionó Trazando
Chile, que organiza el poeta chileno residente en Canadá, Elías
Letelier, y que me llevó a la lectura ante públicos en Santiago,
Concepción, Osorno, Lota, Coronel y Puerto Montt, y a la convivencia
con la gente y los poetas. La segunda ocasión acaba de terminar en
estos días. Se trata del evento Neruda nos reúne, iniciativa
de los poetas José María Memet y Raúl Zurita, que pretendía
reunir en Chile a 26 poetas chilenos repartidos por el mundo de los que llegó
el significativo número de 12.
En estas jornadas
los invitados tuvimos la impresionante experiencia de leer en un recital multitudinario
y vespertino, teniendo como telón de fondo a la Moneda. Temblando como
un azogado, pero afortunadamente sin que me fallara la voz, pude leer mi poema
Kale Borroka, que significa Lucha callejera en vasco, y que en 2003 había
leído en Roma, en el Foro Internacional de Roma, cuyo lema era que
'Otro mundo es posible, urgente y necesario'. Porque algunos versos de este
poema menciona a... jóvenes
Que abarcan
amplios horizontes
en las tareas
del crecimiento
Cuya maduración
exige la utopía
Palabra ésta
que nos vincula a esa instancia emotiva, ya que leíamos los 12 en la
Plaza de la Constitución frente a la mirada broncínea de la
estatua de Salvador Allende, y en presencia de la utopía insita en
este proyecto, que implica un Chile que recupera sus voces dispersas y que
integra las diversas perspectivas de sus poetas a su imagen y proyecto nacionales.
Como uno de los participantes indicara, éste era a la vez de alguna
manera un encuentro internacional, ya que había gente que reside en
ocho países y cuya estadía en los mismos de alguna manera había
dejado huella en su poesía.
Pero en lo que
respecta a la acogida del país nos equivocamos. Quizás si se
tratara de una reunión de modelos, deportistas o empresarios chilenos
de la región XIV-como se denomina genéricamente a los chilenos
residentes en el extranjero- la cosa hubiera sido distinta. Por otro lado
la gente metida en al asunto de la poesía si que demostró interés,
a las diversas actividades y recepciones de este encuentro se dieron cita
poetas como Gonzalo Millán, José Ángel Cuevas, Heddy
Navarro, Verónica Zondek, Sergio Badilla, Carmen Berenguer, Hernán
Miranda, David Valjalo, Naín Nómez, Juan Cameron y
Sergio Mansilla, entre otros. Lo que pasa es que la poesía no es nunca
un asunto de mucho interés público, excepto que alcance ribetes
institucionales destacados, como un centenario o una muerte famosos. En Chile
otros asuntos convocan la atención, reiterados femicidios-en un crimen
'americano': un fulano técnico de algo mata a la señora y los
cabros chicos en un arranque de celos-, la catástrofe del sunami a
cuyos faldones Chile, con una víctima, se aferra en busca de la identidad
ubicua que viene de los medios, lo que llega a provocar histeria colectiva
en el sur. El acontecimiento institucional más importante desde la
caída de la dictadura de Pinochet se perfila en el horizonte. La candidata
presidencial (ojalá Michelle Bachelet) se verá enfrentada no
tan sólo a una coalición política o un programa, sino
al ubicuo machismo del Caballero chileno que de seguro habrá de encontrar
acomodo entre los pliegues de la capa del abanderado del neofascismo chileno.
Y que los poetas tomemos el acuerdo de no publicar machistas confesos, no
invitarlos a leer ni pagarles trago.
Y entonces no
hay que pedirles peras al olmo. Inexplicablemente no hubo acogida para este
proyecto en las instancias de financiamiento de la cultura, pero hay que recordar
que son organismos nuevos, un poco río revuelto para variopintos pescadores,
cuyas prácticas de asignación crearían problemas a los
adjudicadores por ejemplo en uno de los países modelo del sistema,
Canadá. Debía haber terciado el estado, los fondos para iniciativas
como ésta podrían venir de la aplicación de impuestos
universales progresivos en relación a los ingresos, aranceles decentes
a exportaciones e importaciones, contribuciones 'voluntarias' de las universidades
privadas a un fondo destinado a la educación, parte del dinero del
culto que cobra la iglesia católica, etc.
Pero yendo a
lo concreto y enriquecedor, nos juntamos aquí desde la Escuela de Santiago
(el infrascrito), hasta poetas sureños que viven en las entrañas
del Monstruo, pasando por ex rojinegros de Suecia, poetas venidos de la Alemania
brumosa, la acogedora México, la inalcanzable París, el Perú
vecino e ignoto y la madre patria; pusimos pie en la casa de Nicanor Parra,
erecto como un roble poético, emitiendo poesía en cada frase
pronunciada y anécdota recordada, rodeado de sus antipoemas instalaciones;
leímos en la casa museo de Pablo Neruda en Valparaíso, y culminamos
a mi parecer en La Calera, como la actividad más destacada hasta la
fecha en un nuevo centro cultural, la ex estación de ferrocarriles
del estado, a la vez museo y testimonio de la ebullición juvenil de
esa ciudad en transición, donde un grupo local de jóvenes poetas
efectuó una destacada performance y una poetisa de veintitrés
años y revoloteante como una mariposa nos manifestó sus deseos
de leer junto a nosotros, pero ya éramos muchos, aunque hubiera sido
interesante escucharla además de verla, así como a esos jóvenes
entusiastas pero observadores y parcos, a quienes no parece escapárseles
una y que de alguna manera se hicieron presente a lo largo de esta serie de
actividades.
Y puede que
ese interés de leer con nosotros no correspondiera a una lectura junto
a poetas con variado nivel de reconocimiento, sino con gente que llega del
extranjero, lo que siempre es interesante, sobre todo para los jóvenes,
que en realidad parecen un poco aplastados por una institución literaria
que abarca a las universidades, pasando por la las editoriales y la crítica,
monolítica en la pluralidad de sus diversos grupos de interés,
a la que no se llega mediante la disención ni las posiciones alternativas.
Parece haber a veces un deseo casi mórbido de reconocimiento de los
jóvenes poetas por parte de sus mayores, lo que no está mal
pero no hay que echarse a morir tampoco. Por ejemplo lo que yo hago a lo más
ha sido controvertido y en general se ha mantenido marginal. Nunca he publicado
un libro comercial en una editorial 'mainstream' (y espero que ésta
no sea la ocasión de hacerlo), y creo que mi poesía es un poco
como tirar piedras en despoblado, tanto en el hemisferio austral como en el
boreal.
Pero en fin
ahí se eleva entre el smog tenue que cubre Santiago el pájaro
de este evento impulsado por sus alas de papel, entre los coros y lamentaciones.